Cap 6
La oscuridad de la celda envolvía a Paraguay y Guaraní, mientras se mantenían abrazados, sin palabras, solo el sonido de sus respiraciones entrecortadas llenaba el aire denso de la prisión. La pena y el miedo seguían calando en sus corazones, y el peso de la incertidumbre caía sobre ellos como una losa. A lo lejos, se escuchaban los murmullos de los demás prisioneros, pero esos sonidos no lograban disipar el terror que los atenazaba.
Guaraní sabía que no podía rendirse, que debía seguir luchando por su hijo, pero dentro de su corazón sentía la angustia de no poder hacer nada para evitar lo que se avecinaba. Mientras su mente recorría miles de pensamientos sobre cómo escapar, el recuerdo de las palabras del contry resonaba en su mente.
"Nada se desperdicia en mi tierra." Esa frase retumbaba, como un eco doloroso. Sabía que el contry no veía a su hijo como un ser humano, sino como una mercancía valiosa, algo que podía ser utilizado y luego descartado. Guaraní se apretó más contra Paraguay, deseando poder protegerlo de ese futuro tan sombrío.
Paraguay, con el rostro marcado por las lágrimas, no sabía qué hacer ni qué pensar. Su mente estaba atrapada entre el miedo y la impotencia. Había creído que su madre podría salvarlos, pero ahora se encontraba encerrado en una celda, sin esperanzas. Las palabras del contry lo atormentaban, su imagen de un futuro libre y lleno de posibilidades se desmoronaba rápidamente.
—"sy... ¿mba'éichapa rováta? (¿Qué vamos a hacer, mamá?)" Susurró entre sollozos, sin poder ocultar la desesperación en su voz.
Guaraní lo miró, sus ojos llenos de ternura y determinación a pesar de todo el dolor que llevaba en su alma. Había perdido mucho, pero no perdería la fe en su hijo.
—"Ñande ra'y, ko'ãga che rehegua, ñande rova hína hína. (Hijo mío, ahora más que nunca, debemos mantenernos fuertes.)" Su voz era suave, pero firme, como una madre que no cede ante la adversidad. "No podemos dejar que nos quiten lo que somos. Aunque estemos lejos de nuestra tierra, siempre seremos parte de ella."
Paraguay trató de calmarse, pero las palabras de su madre no alcanzaban a tranquilizarlo completamente. Lo que él sentía era el peso de la culpa y el miedo a lo que vendría. No sabía si el contry y los soldados cumplirían sus amenazas, pero las imágenes de lo que había visto en la tierra de I.Español lo atormentaban.
Sin embargo, en medio de la desesperación, un pensamiento se fue formando lentamente en su mente. Guaraní había dicho que la esperanza seguía viva, que su lucha no había terminado. Tal vez había algo que podían hacer, algún camino que aún no habían recorrido.
Esa noche, mientras la oscuridad se cernía sobre ellos, un sonido de pasos resonó en el pasillo de la prisión. Paraguay se tensó al instante. Sabía que los guardias podían venir a buscar a cualquiera de los prisioneros en cualquier momento. De repente, la puerta de la celda se abrió lentamente, y un hombre alto con una capa oscura se asomó. Era uno de los soldados que trabajaba para I.Español, pero en sus ojos había algo diferente, algo que Paraguay no podía identificar.
El hombre lo miró fijamente, luego echó un vistazo a Guaraní, que estaba abrazando a su hijo con fuerza. No dijo nada, pero la tensión en el aire creció de inmediato.
—"Estad tranquilos", dijo el hombre con una voz profunda. "No vengo a hacerles daño, al menos por ahora. Mi nombre es Maximiliano, y tengo algunas órdenes para ustedes."
Guaraní levantó la mirada, desconfiada, sin soltar a su hijo. Paraguay no sabía qué pensar. ¿Era otra trampa? ¿Un guardia más dispuesto a castigarlos o algo mucho peor?
Maximiliano dio un paso hacia ellos, manteniendo una postura relajada pero vigilante. De repente, sus ojos se fijaron en Paraguay. Parecía examinarlo de una manera que lo incomodó profundamente.
—"No soy como los demás", dijo Maximiliano, su tono más suave. "Pero no estoy aquí para discutir mis lealtades. Estoy aquí para darles un aviso."
La ansiedad de Paraguay aumentó al escuchar esas palabras. ¿Un aviso de qué? ¿Era alguna nueva amenaza o tal vez algo que podría ser aún peor?
—"Ustedes tienen algo que a otros les interesa", continuó Maximiliano, sin apartar la mirada de Paraguay. "Y no me refiero a la tierra ni a los recursos, sino a ustedes dos. Es un secreto, pero el contry y I.Español ya lo saben. Hay algo en su juventud, en su pureza, que los hace valiosos. Algo que ni siquiera el oro puede igualar."
Guaraní frunció el ceño, sin comprender. La idea de ser valiosos por su sangre y su esencia era una tortura en su corazón, pero las palabras de Maximiliano se sentían como un aviso de lo que aún estaba por suceder.
—"No voy a permitir que lo utilicen de esa manera", dijo Guaraní (cabe aclarar que de tanto escuchar hablar a los españoles así ella aprendió un poquito no mucho ,Paraguay ese si no sabe que es el español) de forma decidida, mientras miraba a su hijo. "Che ra'y, ndaha'éi oúvo ko'ãgua umi mba'e. (Mi hijo no será tratado así.)"
Maximiliano la miró fijamente, sin moverse. Un silencio tenso se instaló entre ellos antes de que él hablara nuevamente.
—"Veremos si tienen alguna opción en todo esto. Pero les advierto, el futuro de ustedes depende de las decisiones que tomen a partir de ahora."
Con esas palabras, Maximiliano se giró y salió de la celda sin decir nada más. Guaraní y Paraguay se quedaron en la oscuridad, sintiendo que todo lo que habían vivido hasta ese momento era solo el preludio de algo mucho más grande y aterrador. El futuro seguía siendo incierto, pero uno de los pocos destellos de esperanza que tenían era que al menos, alguien los había escuchado.
Maximiliano 🤑, que nombre mas pro le pongo a mis personajes😎
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