Yo no soy tu match
La relación entre mi tío Jethro y su novia ya no era tan cordial como antes. Maureen había manifestado que quería volver al Paraguay y esto causó un terrible rechazo. La crisis emocional se había intensificado notablemente cuando mi tío le dijo que no podía volver a su país de origen de ninguna manera. El conflicto no tardó en estallar.
A pesar de que Mortimer, su ex esposo la había torturado psicológicamente, ella quería volver. Maureen había dicho que no podía trabajar más en el nightclub porque también había sido despedida y que se oponía a ser mantenida por mi tío. Que necesitaba ser una mujer autosuficiente.
Enterado de las novedades, fuí a hablar con ella para ver si podía intentar que desista de esa idea, igualmente no pude evitarlo y fue el fin de una jornada trágica. Mi tío se tragó su orgullo y decidió dar un paso al costado, para que esta serie de cambios no lo afecten demasiado.
Poco días después, Maureen retornó a su país y nuevamente este golpe bajo derribó mi moral. Todos pensamos que así había terminado el capítulo de su historia de amor.
A pesar de haber dicho que nunca más volvería a este país, ella volvió de una forma inesperada y se refugió en mi casa sin que mi tío lo supiera. Todo lo que relató encerraba un extraño misterio.
—¿Puedes contarme por qué volviste? —pregunté curioso mientras levantaba la mesa luego de cenar.
—No sé muy bien como decirles esto. Mi intención no era ir donde Mortimer estaba —repuso Maureen— pero cuando lo ví me preguntó como quería morir, y lo siguiente que ocurrió fue verme arrojada por él en el interior de su vehículo.
—Espera un momento... ¿no dijiste que irías a otro estado? —preguntó mi madre mientras temblaba como una hoja.
—Paraguay es un patio de juegos para un hombre como él —añadió Maureen—. Él tiene una flota de botones...
Meterora la interrumpió. Quiso mostrarse como si dudara de su relato y en cambio ella dijo:
—Sé muy bien que estar desempleada es una cagada, pero también el miedo y la incertidumbre es lo que tiene absorvida y todavía los fantasmas de carne de tu pasado quieren destruirte. Deberías tener paciencia y no irte a la primera cuando tienes un pequeño problema. ¿Si sabés que ese loco te puede asesinar?
—Perro que ladra no muerde... —farfulló Maureen.
—¿Qué me estás queriendo decir, Maureen? No... —exclamó mi vieja.
—No, Maureen, no hay vuelta atrás. La solución no es escapar a tu país porque no te alcanza la moneda —dije enervado.
—Ustedes no entienden. De repente me di cuenta que Jethro no me dá el valor que merezco. Él pasa horas oyendo música punk rock a todo volumen mientras juega al Sega game.
—¿Y a que juega ese boludo? —chilló mi mamá.
—No sé, creo que juega al Mortal kombat y otras veces al Pacman... —dijo bizqueando sus ojos.
Meterora me codeó y se río por lo bajo, luego me pidió un cigarrillo y se ahogó fumando la primer bocanada. Después de esa pequeña charla Maureen se sintió sedada. Tenía puesta una camiseta de una banda de rock de mi tío y noté que no usaba sostén, cuando se percató de mi mirada, ella cruzó los brazos rápidamente.
—¿Saben donde está mi hermano en este momento? —inquirió mamá.
—No sé —dije—. Durmiendo, supongo. ¿Dónde podría estar a esta hora de la noche?
—Me dijo que iba a ir a Cemento... —respondió mamá con la mirada atenta.
—Ahhh, pero que hijo de put... —gritó Meteora—. Llevo como un año pidiéndoles que me lleven a ese antro y ahora resulta que se fue solo.
—¿Por qué no vamos? —dije.
—¿Estás seguro? —replicó mamá.
—¿Acaso tenemos algo que hacer un sábado a la una de la mañana? —dije con un tono risible.
—Definitivamente eres un genio cuando se trata de espiar a alguien —murmuró Meteora—. Dame unos minutos para que me pegue una ducha.
—Esta bien. Que sea una ducha express.
Después de una hora salimos a la calle. No podíamos ir en el fitito de Maureen porque Jethro ya lo había vendido. Él había dicho que ver el auto le traía malos recuerdos.
Finalmente, nos tomamos un taxi. Cuando llegamos estaba tocando una banda llamada: Cadena perpetua.
Cemento era como una masa uniforme de chicos haciendo pogo y chicas bailando y gritando. El ambiente se sentía como una bola de energía eléctrica. Los tipos saltaban al ritmo de las canciones que coreaban al unísono. Meteora estaba ojiplática viendo por primera vez el antro del underground.
Ella bailaba mientras sostenía su negra falda corta, que tenía unos apliques metálicos se cruces plateadas.
La banda tocó siete temas, un cover y luego de eso los músicos de fueron a la barra a tomar unas cervezas, mientras que el cantante fimaba autógrafos.
Nosotros decidimos ir tomarnos unos tragos. Rápidamente nos pusimos contentos e eufóricos. Me alejé de ellas para ir al baño a enjuagarme los brazos, ya que los muchachos mientras hacían pogo me habían pegado su sudor. Pero al salir pasé por debajo del escenario y vi a mi tío chapando de lo lindo con una mina que tenía una pollerita roja bastante diminuta. A ella se le podia ver una mitad de su trasero al aire y la mano de Jethro que le apretaba la nalga con vehemencia.
Después de unos minutos, Maureen y mamá aparecieron y se horrorizaron. Jethro seguía matándose a besos con la minita y nunca se dió cuenta de nada.
Su ex novia se acercó a otra de las barras, se sentó en unas la sillas altas metálicas y se derrumbó. Acto seguido pidió al barman un whisky escocés.
Mamá al verla se estremeció. ¿Podía ser que mi tío ya había superado a su amor? ¿Podría ser que este tipo tan seco ahora se había convertido en un galán? Me sentí confundido. Maureen se puso en pedo y comenzó a llorar desconsoladamente.
Finalmente, mamá trajo a su hermano y lo paró frente a Maureen. Él se sentó a su lado sin decir nada, parecía que esos centímetros de distancia eran kilómetros impenetrables.
—Siempre me pareciste un tipo lindo, con ese cabello largo y esa pinta de rockero, pero veo que me olvidaste muy rápido —dijo Maureen con una voz totalmente alcoholizada— ¿Acaso yo no soy tu match?
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