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Sonrisas falsas

  —Las cosas no podrían haber salido mejor, tener a Maureen aquí hizo que dé un paso más en la nuestra relación. En general  estoy satisfecho con su compañia y de esto se debe tratar el amor —dijo Jethro, mientras analizaba como poder festejar su primer mes de noviazgo esa noche.

—¿Qué quieres hacer para conmemorarlo? —pregunté—. El asunto es que cada vez que hay una reunión familiar no apareces. Si vas a planear algo asegurate de no desistir a último momento.

—No, no voy a aflojar —añadió—. Analizaré friamente las cosas.

—No hay mucho que pensar, tío.

—Y a vos mi relación te chupa un huevo —replicó Jethro—. Tu madre solo intenta manipularte para que te alejes de nosotros.

—Ay, tío, es mamá, nada más...

—¿Y qué es, tu «confidente»?

—Qué se yo, es tu hermana, deberías tenerla en cuenta.

—Danubio, vos me conoces desde chiquito...

—Pero ustedes son hermanos de sangre —repuse—. ¡Ella no te va a serruchar el piso!

—Iremos a tu casa a las nueve de la noche —dijo Jethro sin vacilar—, es mi casa está bastante mugrienta y no tengo ganas de limpiar. Avisale a tu madre que llevaré unas pizzas y cervezas.

—De acuerdo. Iré a casa a pasar el trapo en el piso —repuse nervioso—. También tengo que ir a tender la ropa antes de que se haga demasiado tarde.

Más tarde en la noche...

Suena el timbre de mi casa. Oh, no. Ya estaba abriendo la puerta y vi que era Meteora.

—¿Puedo pasar? —dijo con voz suave.

La pelinegra traía una remera negra de la banda 2 minutos. Me quedé helado al verla así. Hacía tiempo que no oía esa banda de punk.

—Claro —balbuceé—. ¿Cuál es tu canción favorita de 2 minutos?

—Amor suicida —dijo al sentarse en el sofá—, creo ahora que es mi banda favorita.

—Estoy sorprendido —balbuceé—. ¿Qué te trae por aquí?

—Tú tío me invitó a su fiesta de compromiso  —murmuró Meteora.

Era evidente que no estaba al tanto de los planes ni sospeché que quería comprometerse.

Al ver su rosto perfectamente maquillado, sentí que ya llevaba como cinco minutos mirándola sin poder emitir palabra. Su flequillo caia como una cascada sobre sus finas cejas y no podía quitar la vista de sus labios pintados de azul eléctrico que hacían juego con sus botinetas.

Respirando hondo, me incliné hacía la izquierda y tomé una silla para sentarme al lado de ella.

—¿Dónde está tu madre? —preguntó, y me clavó la mirada.

—¿Qué?

Cuando mi madre entró por la puerta de calle, me hizo desviar la mirada rápidamente.

—¡Mamá! —exclamé.

No podría recordar lo que le tenía que decir.

Meteora se humedeció los labios y le dijo que Jethro y su novia tendrían una reunión en la casa.

—¿Acaso mi hermano no tiene casa? —dijo mi madre frunciendo el ceño.

—¿No te avisó? —dijo Meteora.

—No —exclamó con voz seca—. ¡No!

Mamá sacudió la cabeza violentamente, tomó el teléfono de la sala y se lo llevó a su habitación.

Después de cinco minutos volvió al comedor. Sus ojos almendrados estaban dilatados.

—Mamita —articulé los labios para poder hablar, pero no conseguí emitir mi voz. Mi pulso aumentó al ver a la pareja de tórtolos entrando por la puerta con globos rojos, cajas de pizza y unas botellas de cerveza.

La comisura de los labios de Meteora se curvó al ver a la muchacha paraguaya.

—Danubio, hacen buena pareja estos dos —me dijo Meteora en un tono calmo.

—¿Y qué hacen aquí? —exigió que le respondiera. Era obvio que mi madre sabía todo. Pensé.

El labio superior de Maureen se curvó y dijo:

—Tu hermano quería festejar nuestro primer mes de noviazgo —dijo ella con placer—. Es una fecha importante.

—Ya quisiera tener un muchacho en mi vida para poder festejar este tipo de cosas —dijo Meteora susurrandome al oído.

Al pensar en ello, un escalofrío recorrió mi espalda.

—¡Felicidades! —exclamó mi madre con una sonrisa falsa—. ¡Maureen te sacaste la grande!

—Estoy segura de que la próxima vez usted vendrá a visitarnos en la nueva casa que Jethro está por comprar ¿no? —dijo Maureen mientras ponía la mesa.

—Mi casa es tú casa —repuso mi madre—. Tengo muchas cosas que hacer y necesitaré de tu ayuda. ¿Qué días estás disponible?

Una risa fue traspasando mis labios cuando descubrí que sería bueno poder contratarla como empleada doméstica ya que mi tío odiaba su empleo en la boûte.

—¿De que te ríes? —me preguntó mamá dándome un leve bofetón.

Meterora entrelazó su brazo con el mío y musitó a mi oído que ella tiene la libertad de elegir que trabajo quiere hacer. Me quedé inmóvil sintiendo el perfume a rosas blancas que ella llevaba.

Mi tío me echó una mirada fulminante y continuó comiendo pizza de palmitos.

—Bueno, quiero brindar por el primer mes junto a mi novia Maureen —anunció Jethro mientras abría una botella de champagne.

Mamá se acercó a mí y me dijo:

—Así son los arrebatos salvajes de Jethro.

—¿Qué propones? —pregunté mientras me masajeaba mis sienes—. ¿Secuestrar a tu hermano y llevarlo a otro país?

—¡Ja! Por lo menos así evitaría que esta loca le rompa el corazón —susurró mamá.

Meteora oyó e inclinó su cabeza en sentido afirmativo. Su cara estaba muy próxima a la mía y no podía dejar de ver esos labios azulados.

—Tengo que comunicarte algo. Un secreto muy grande. ¿Lo prometes? —dijo Jethro un poco mareado por el alcohol.

—¿Qué ocurre, tío?

—Voy aprovechar que Maureen esta en el baño para decirles que tengo este anillo —dijo Jethro, mostrándonos una joya de oro 14 kilates.

—Tío, solo tienes un mes junto a ella —suspiré.

Mamá vió el anillo y se enfadó, acto seguido golpeó la puerta y salió a la calle a fumar un cigarrillo.

—¡Ay, ay, qué mujer! —dijo Jethro mientras podía los ojos en blanco.

—¡Pst! Jethro, ¡espera un mes más! —mascullé.

—Olvídese de lo que le dice su familia... Ya lo ves —Y al ver su rostro de tristeza, Meterora agregó: Don, haga lo que le dicte el corazón.

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