Meteora
Algo que la gente no sabe es que tuve un romance emocional con Meteora cuando éramos adolescentes y compartíamos el aula de clases. Una vez tuve que dar un exámen oral sobre las estrellas y los pepinos de mar con ella, y les juro que tropecé frente al alumnado de la vergüenza y el nerviosismo que tenía. Estaba aterrado. Entonces ella me sujetó entre sus brazos antes de caer al piso y después de eso todos comenzaron a hacer especulaciones sobre si éramos novios en secreto. Cuando pienso en esto, digo: Ojalá hubiésemos dormido juntos.
Ella nunca me hizo reír, pero siempre fue lindo verle a los ojos. Sus enormes ojos pardos, tan profundos, que podrían derretir el hielo con un solo parpadeo.
Durante los días de vacaciones de verano, me sentaba en una silla de mimbre para observar por la ventana de la sala cada movimiento que ella hacía, de una manera u otra me sentía entrelazado con Meteora incluso cuando estaba sucia fregando los cristales de las ventanas.
Nunca fui tan atrevido para guiñarle un ojo o ir a acercarme para conversar de cosas de la escuela, pero durante mi silencio me daba cierta pena verla de rodillas fregando y encerando los pisos de su casa. Podía sentir sus malhumores en el aire fresco.
De vez en cuando era visitada por la supuesta amante de su padre. Su progenitor habia enviudado hacia excasos días.
Mi madre solía decir que la señora había muerto de leucemia, pero que nunca había estado del todo segura ya que no hubo velorio y al parecer el cuerpo había sido cremado.
Sin embargo, la mujer rubia que venía a ver a su padre, vivía en una casona antigua situada en nuestra misma calle. La llamaban señorita Reginalda Vanderpump, era una dama exquisita de cabello como el color del sol, ondulado y cintura de avispa. A decir verdad, era la única persona que iba a la casa de Meteora a excepción de su padre Rodolfo.
El padre de Meteora era el farmacéutico del barrio. Recuerdo que mi madre una vez dijo que ese tipo siempre había querido subir en su escala social y que por ello había permitido que Reginalda entre a su vida. La mujer siempre andaba con pomposos vestidos floreados y su boca pintada de rojo carmesí, siempre haciendo alarde de su buena vida como hija de un vendedor de Yates de lujo.
Recuerdo nítidamente cuando la vi por primera vez en la casa. La madre de Meteora aún vivía, aunque pasaba largos trechos de su vida hospitalizada en una clínica privada que quedaba al este.
Mi madre también se caracterizaba de curiosa y oí en varias ocasiones que le decía a mi tío Jethro que era posible que el farmacéutico y Reginalda estaban haciendo uso de su cama matrimonial en ausencia de la pobre madre de Meteora.
También recuerdo que mi tío había mencionado que había visto el Porsche Cayenne de la senorita Vanderpump estacionado frente a un motel barato que estaba cerca de la carretera. Mi tío había bromeado con mi madre que seguro que esa vez el farmacéutico había tenido un atracón de medianoche.
Por otro lado, hoy me estremezco al recordar el presunto engaño de esa familia. Nunca entendí como sucedió todo y como pasó de ser un hombre común a un ultraelegante. Supongo que esa mujer también debe tener sus hechizos guardados bajo su manga. Como si fuese una persona con una mezcla de encanto mágico y vulgaridad.
De cuando en cuando, se me viene el cruel recuerdo de la muerte de la madre de Meteora y me causa un dolor en el pecho. Pienso en ella todo el tiempo habrá pensado lo humillante que podría ser su vida actual. Finalmente le conté a mi madre mi profundo secreto y ella dijo:
—¡No hijo, qué vá! —exclamó ojiplática—. Esa familia esta loca, completamente loca y su hija debe estar traumada por todo lo que le sucedió.
—Pero... es bella, sombría y callada, aunque un poquito descuidada....
Mamá respiró hondo, sin dejar de mirarme. Luego hizo una pausa para mirar fijamente el techo.
—Bueno, por mi parte puedes ir a conquistarla —siguió inhalando y exhalando pesadamente—, debo decir que esa niña no es como su siniestro padre y mucho menos como la estúpida de Reginalda. No me enorgullece que te guste tanto, pero valoro que digas lo que te ocurre.
Asentí ligeramente. Ya no sabía que más podría decir o hacer. Con gran sorpresa, la vi por la ventana en ese preciso momento vestida con su falda escocesa roja, unas calcetas negras y unos zapatitos estilo guillermina.
—¡Meteorita, has salido de la cueva! —gritó con estrépito mi madre.
—Acabo de ir a buscar la urna con las cenizas de mi madre, puesto que mi amable padre jamás las fue a retirar —vociferó.
Meteora entró al porche de mi casa, y emanaba un perfume a rosas muertas. Dejó su pesado paquete envuelto en papel de periódico en el suelo y le pidió a mi madre un cigarrillo.
Mientras ellas charlaban y fumaban obserbaba por el rabillo del ojo a aquel absurdo paquete con las cenizas de su difunta madre. Admiré por un momento su coraza increíble que no lograba abrumarla con tanta tristeza. De solo hecho de imaginar su situación me hacía sentir escalofríos por todo mi cuerpo.
—Señora, estoy aquí para advertirle que mi padre se casará con la vieja bruja de la esquina —y nos miró con detenimiento—. Igual sospecho que ustedes saben algo al respecto.
—¿Qué insinúas? ¿que nos pasamos fisgoneando en la vida de tu papá? —retrucó mi madre, enarcando una ceja.
Tragué saliva. Meteora me miraba y prosiguió con su historia sobre la estrambótica boda.
—Ah, eso no me sorprende. Tu padre es buen mozo ¿cierto? —dije nervioso.
Ella lució dubitativa. Se recogió el cabello con una pinza y luego tosió.
—No debería pasar esto tan rápido—me contestó y ladeó su cabeza de lado a lado.
—Yo podría creer que hay un genuino y profundo amor entre tu padre y esa señora. ¿Pero sabés como se llama eso? Autoengaño —dijo mi madre sin vacilación ni temor.
—Yo diría que se llama fraude. Mi padre ya no sabe lo que hace, hasta se cree sus propias mentiras —dijo inclinándose hacia adelante para tomar el paquete del suelo—. Quizás también me tendría que casar con un ricachón para poder huir de todo lo malo y extraño de esa mala vida.
Sonreí ante su expresión de sorpresa.
Parpadeé nuevamente y ella volvió a desaparecer, dejandome solitario envuelto entre todas mis dudas.
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