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La oportunidad

Lee tiene un arma —dijo Meteora exaltada— eso en verdad no lo puedo asimilar.

—Bueno —repuse— quiero que estemos aquí en casa. Si él no nos ve, no podrá abordar sus demonios.

—Bueno tenemos que intentarlo.

Llevamos unos días en casa y he estado lidiando con su mal humor y sus problemas, y no sabía como mejorar la situación. Ninguno de los dos eramos capaces de enfrentarnos a nuestros miedos, pero también sé que este es solo el primer paso y si no sale bien puede convertirse en un espiral.

—El tedio es eterno —dijo Meteora mientras se delineaba los ojos con una sombra color azul.

—Sé que dejar a los chinos iba a ser parte de ese proceso... —añadí.

—Pero estar encerrada en esta casa me deprime —alegó Meteora mientras se pasaba el peine por el cabello— aunque prefiero esto que volverme loca con esos fantasmas.

—Podriamos ir con Maureen —dije mientras pensaba que hacer—. Sé que este será otro paso beneficioso para olvidarlo todo.

—No entiendo.

—¿Por qué estás tan abrumada y roja?

—No puede ser —chilló Meteora—. ¿También puedes olerlo?

—Puedo olerlo y no voy a acercarme más, Meteora —dije lanzando una mirada circunspecta.

—Huele a jazmín —gritó mientras corría hacia la vereda—. ¡Danubio, es el perfume de kyon!

—No había duda de que tu comentario era lógico. Pena que esto no le importa a nadie, así que tendremos que acostumbrarnos a que cosas sobrenaturales pasen —dije mientras la abrazaba.

—¡Maldita sea! Ahí viene tu tío. Y no quiero que me vea con este estado de ansiedad y pánico.

Meterora entró a la casa. Cerró la puerta de golpe. El olor a jazmín ya no se percibía. La mirada de Jethro se frunció y dijo:

—¿La hija de Don Rodolfo se acaba de encerrar en tu habitación?

—Perdóneme, tío —murmuré, colorado de la vergüenza—. Te doy mi palabra que ese portazo no lo dió contra usted.

Meteora salió de mi pieza y tropezó con todas las sillas del comedor. Estaba llorando. Entonces Jethro dijo en son de burla:

—Parece que tu novia no está feliz. ¡Ay, que le has hecho!

—¡Ay! ¡Qué atrevimiento! —dijo Meteora lanzándole una mirada fulminante.

De repente se oyó a alguien hablando en voz baja. Divise vagamente unas formas grises e inmóviles sobre la cabeza de mi tío. ¡Qué miedo!

—¿Qué les pasa a ustedes dos? —dijo Jethro, con el rostro deformado por la resignación.

—Pasan cosas raras. Verdaderamente, vemos sombras bajo esta media luz. Por aquí hay una entidad que se pasea delante de nuestras narices —expliqué mientras nos sentábamos en la mesa.

Jethro puso los ojos en blanco, hasta que oyó pasos y su corazón comenzó a latir  desconpasadamente. Mi tío se levantó de la silla temblando y dijo:

¿Qué demonios está sucediendo aquí?

Otra vez se sintió un olor pero está vez había aroma a café.

—¿Huele a café recién molido? —dijo Meteora mientras buscaba la cajetilla de los cigarrillos en el bolsillo de la chaqueta de jeans que colgaba en una de las sillas del comedor.

—Danubio, ve al patio y busca a tu madre
—indicó Jethro.

—Ok —murmuré mientras me ponía en marcha.

Meteora gritó al verse acariciada en la cabeza por una figura inexistente.

—Niña, no te asustes —dijo mi tío con la voz trémula.

Meteora sintió una cosa inpropia, sintió que le venían las ganas de llorar, entonces, sofocando esa emoción inoportuna, dijo:

—Es mi madre.

—¿Cómo lo sabés? —pregunté mientras, mi madre y yo tomábamos asiento.

—Mamá adoraba tomar café. Era su infusión favorita y lo bebía a toda hora, dijo con una mirada hipnótica, que fascinaba y nos cautivó.

—Es cierto —añadió mamá— el aroma a café llegaba hasta mi pórtico. Doy fe que es real.

—Pues entonces, chicos —dijo mi tío agudizando la vista—. Yo ya sé que ocurre.

—¿Cómo? —exclamé.

—No se los he dicho. Pero ahora les tengo que decir que los fantasmas pueden ser identificados por su perfume —explicó, mientras le daba el encendedor a Meteora.

Mi madre sonrió con tristeza. Después alzó la mirada para ver el portarretrato donde estaba papá.


Yo no entiendo nada —repuso Meteora, después de vacilar durante un instante.
 

 —Escuchen —dijo Jethro—. Hay una relación entre los aromas y las entidades fantasmales. Es sabido que tras morir hay seres no vivos que tienen el propósito de querer comunicarse con sus amigos o parientes.

—No quiero oir nada de esto —dijo mi madre y luego se levantó de la silla, para luego ir a regar las plantas.

—Esta bien —masculló su hermano—. Para algunas personas la percepción de estos perfumes debe tratarse de un fenómeno común y muy corriente, aunque nadie tiene una explicación científica o racional.

—¿Insinuas que estoy loca? —exclamó Meteora.

—Claro que no —respondió Jethro—. El olor y la memoria están conectados, pero esto no quiere decir que estemos decadentes.

—Naturalmente —agregué.

—El olor a café es muy singular. Tengo la certeza de que es mi madre —afirmó Meteora.

—Mientras no aparezca olor a azufre estará todo bien —inquirí.

—Exactamente, sobrino. Los olores a azufre o a podrido indican la presencia de un ser infeliz —explicó Jethro—. Esa sería la clara evidencia de la presencia de demonios.

 

—Yo no quiero sentir nada. Estoy harta de esta vida de mierda —dijo Meteora con sopor—. No quiero vivir con miedo.

Jethro le volvió a explicar lo que sabía. Pero el rostro de mi vecina tenía toda la inquietud.

—Ahora estamos estupefactos —masculló mi tío—. A veces ni siquiera los humanos somos de confianza.

—Lo siento. Es que perdimos nuestro trabajo, estamos desempleados y sin ganas de vivir —dijo Meteora con la voz impostada.

—¿Por qué? 

—Es difícil de explicar, buen hombre —dijo Meteora con un sentimiento doloroso.

—Danubio —dijo Jethro, contrayendo ligeramente su entrecejo—, Maureen dijo que buscan empleados para trabajar en el nightclub.

—¡Qué bueno estaría trabajar en una discoteca!... —dijo Meteora con los ojos iluminados.

—No sé si es buena idea trabajar en el antro —añadí con turbación, mordiendo mi lengua por los nervios.

—¡Gracias a Dios, hay lógica entre las personas que me rodean! —dijo Meteora con la voz jadeante.

—Danubio —repuso Jethro— la ventaja es que ahí podrás usar la cresta en el cabello como te gusta. Ahora cambiaron de dueños y la dinámica del local bailable es diferente. Ya no es para elitistas. Podría ser una buena oportunidad.

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