—Cuidado ahí, mi querido Danubio que hay muchos ladrones al azote —dijo Jethro cuando ingresé a su disquería.

—Pero si traigo una chaqueta con un cráneo en la espalda y por cierto se ve bastante siniestra. Ahora tengo un aspecto de vampiro, me gusta la ropa de color negro para pasar desapercibido en la noche... — repetí hasta el cansancio—. ¡Ya estoy aquí de todos modos! ¿Acaso no me quieres ver, tío?

—¡Pst! Mejor siéntate en silencio —masculló mi tío Jethro.

—¿Tío puedo aprovechar para revisar estos discos antiguos de rock metal? —pregunté con estrépito.

—¡Ay, está bien chico! Te aclaro que esta es una disquería y no es una tienda de música jovial como vos esperas que sea.

—Pero tío, ¿por qué te gusta el rock tenebroso? ¿no te resulta demasiado monótono? —pregunté, mientras me quitaba la campera.

—Nunca lo entenderás querido mío. Los ritmos punk me sirven para inspirarme a la hora de hacer mis canciones. Intenta quedarte quieto en el sillón de cuero rojo mientras o de lo contario llamaré por teléfono a tu madre para que te venga a buscar —respondió enfadado.

—Pero tío... estoy buscando un disco de rock n' roll para impresionar a mi vecina Meteora. Necesito un sonido muy loco, caótico y brutal.

Luego creí que sería buena idea sacudir los hombros de mi tío frenéticamente para que me preste atención.

—El rock pesado ya no sirve para conquistar a chicas veinteañeras. A las damitas no le gustan el estilo punk rock desde la década de los setenta. ¿No ves que estamos a fines de los noventa y todo ha cambiado mucho? —dijo Jethro mientras se ataba con una colita su larga cabellera enrulada.

—Pero voy a cumplir veintidós años y tengo derecho a escuchar cualquier sonido que haga que las paredes vibren —inquirí—: No olvides que Meteora también tiene su lado sombrío y yo creo que así podremos simpatizar.

—Danubio, hacé lo que quieras, pero los vecinos podrían llamar a la policía —dijo mirándome por el rabillo del ojo.

—Por supuesto. Pero solo es música y escuchar música en las horas adecuadas no es nada superfluo.

—¡Ja! Aquí, en esta tienda solo encontrarás sonidos estrambóticos y aún no estás preparado para hacer la transición al lado o oscuro... —su voz ronca vacilaba. Pero se puso aún más serio—. Hay cosas que simplemente no son para ti.

—Pero Jethro, el rock es la poesía de la oscuridad. No pretendo ser un metalero que no puede ver el color de las rosas, ni sentir el perfume del petricor —respondí, improvisando.

—No entiendo que deseas hacer con esa tal Meteora. Mejor llevala a tomar un helado bajo el brillo del día o bajo la luz del amable sol —contestó—. Hasta ahora no he tenido la posibilidad de terminar esta canción, porque me estás interrumpiendo con tus futuros fracasos amorosos.

Cuando lo oí bajé la cabeza.

—Pero tío, yo quiero embriagarla bajo el oscuro y tétrico manto de noche. Quiero bailar bajo la luna en un cementerio abandonado —dije, mirando a Jethro.

—Antes de imaginar todas esas cosas ridículas debes pensar e informarte... —replicó mirando con fijeza a un cliente que había entrado.

—¿Pero a qué te refieres? —exclamé.

—Verás Danubio, vos sos un chico rubio con cara angelical y por cierto... demasiado tarado, por no decir otra cosa —dijo lanzando una carcajada.

—Jethro, ¿puedes tomarme en serio por el amor de Satanás? —dije, enarcando una ceja.

—Ok, te diré o más bien te informaré que el punk es el género anti por antonomasia. Como verás fue creado como movimiento socio-musical para contrariar los estereotipos y romper con lo que se piensa del rock —dijo mi tío con voz ronca.

—¿Algo más? —inquirí aferrándome en todo lo que me decía.

—Entonces, si quieres venir a mi disquería durante la noche e interrumpir mi inspiración debes tener mucho cuidado porque el punk es arte y no quiero que mis clientes me oigan dándote cátedra para convertirte en un roquero de mala muerte —respondió con tensión.

—Lo entiendo. ¿Pero puedes explicarme un poquito más sobre el punk? —dije mientras ponía los codos en el mostrador.

—¡Ja! Antes todos pensaban que el punk habia sido relacionado con las ideologías políticamente anárquicas, si no que también con el concepto de la juventud en sí.

—¿Cómo es el concepto de la juventud? —exclamé perdido.

—Quiero decirte, mi querido Danubio que todo esto sumó a la simplicidad de base y por ello muchos sectores nunca se tomaron   el género del todo en serio —explicó y meneó su cabeza mientras le cobraba al cliente por la venta de un cassette, luego Jethro lo acompañó un trecho hacia la puerta y apagó el cartel luminoso verde neón que estaba en la marquesina.

—Continúa por favor, aunque debería tomar nota de todo esto —mascullé.

—Sobrino, sin embargo, si lo analizamos de raíz encontramos que se trata ni más ni menos, de un grupo de inadaptados que se niegan a crecer. ¿Oíste de los Peter Pan o los Peter Punk?

—No, para nada —dije y negué con la cabeza.

—Es que siempre hubo una gran controversia bastante extensa con este temita. Te diré que por el momento nosotros nos vamos a dedicar a hablar de algunas de las bandas de punk que convirtieron al género en un fenómeno mundial —dijo y tosió violentamente.

—Bueno, es obvio que solo escuché un par de canciones de Los Ramones, pero valoro que me hayas abierto la cabeza con tal conocimiento —dije con voz gutural.

—Danubio, creo que somos un par de triángulos entre un montón de cuadrados. ¿No lo creés? —exclamó mientras abría una lata de cerveza.

—Bueno, me alegra ver que algo bueno salió de esta visita nocturna —le dije.

—¡Hey! Si a mi me interesó el rock cuando era adolescente, porque no le ha de interesar a otros...

—Eso tiene mucho sentido, yo quiero ser diferente. Todos mis amigos me parecen aburridos y esto del rock es tan radical —cuchicheé.

—No estoy de acuerdo. Los padres son los que moldean la personalidad de los hijos. Y mi hermana no lo hizo, pero también tengo parte de la culpa y solo un gran hombre puede admitir sus errores. Créeme, Danubio, esto no me provoca alegría.

—No hay culpables, en la vida hay que saber escoger con confianza y me alegra mucho que tengas esta tienda hoy, después de dos décadas. Pero yo también pasé de no entender el arte musical a intentar ser un roquero —añadí con una sonrisa en mi rostro.

—Te daré un disco de tu elección. Escoge el que quieras —dijo Jethro.

—Me gustaría poder cantarle una canción a Meteora... Pero ella adora al silencio y yo no confio en el silencio porque es como la calma antes de la tormenta.

Salí del local apretando el cd contra mi pecho. Evocando la imagen de Meteora: parpados pintados de azul, cabello largo y negro y una sonrisa inexistente.