Capítulo 34
Las aves ocultas entre las copas de los arboles graznaron y aletearon ante el gruñido del alfa. Aquello siendo suficiente para encender otra vez el rojo en el iris de SeongJin, quién detuvo su acercamiento para buscar de manera brusca dentro de su chaqueta. Sus ojos parecieron parpadear de un color a otro y su frente permanecía fruncida, como si estuvieran luchando por el control de su propio cuerpo.
Entonces el fuego y la luna se reflejaron sobre el metal. Su mano ni siquiera tembló cuando les apuntó con el arma.
Como acto reflejo Jeno antepuso su cuerpo al del omega, quién no había visto la pistola con la que los estaban amenazando. Jaemin se quejó de inmediato ante la repentina falta de contacto. Tenía mucho frío aún y la fogata se había visto opacada por el calor que el cuerpo de Jeno le generaba. Entonces se giró y se topó con la espalda de Jeno.
— No sirve de nada que lo cubras. — Jeno tuvo el instinto de mostrarle los dientes cuando, otra vez, comenzó a acercarse hasta ellos — Después de todo es a ti a quién quiero matar.
Jaemin se asomó sobre el hombro de Jeno, notando por primera vez el arma que SeongJin cargaba. Su respiración se cortó. Había sido un completo idiota al pensar que el alfa vendría desarmado.
Jeno le miro de reojo cuando escuchó el sonido del cuerpo del omega al acomodarse sobre la tierra. Jaemin observó su perfil, sin comprender lo que su mirada quería decirle. Entonces una de sus manos fue tomada, pero como estaban amarradas desde las muñecas tuvo que acercarse más hasta el cuerpo de su alfa.
Jeno le miró hasta que los pies de SeongJin estuvieron frente a su cuerpo y solo entonces le soltó.
Sus manos se presionaron juntas sobre su regazo.
— N-no — apenas pudo pronunciar al comprender lo que iba a hacer el alfa. No debería de estar quieto frente a él, no debería de estar protegiéndolo, debería de estar escapando. Jaemin preferiría verlo corriendo, dejándolo atrás. No le importaba lo que Jeno hiciera, pero quería verlo con vida. — ¡V-vete!
Pero Jeno no le volvió a mirar. No lo hizo cuando la pistola se asentó en su cien, ni cuando el otro alfa le obligo a ponerse de pie y caminar hasta el otro lado de la fogata, ni siquiera le miró cuando SeongJin empujó a Jeno para que se colocara de rodillas en el suelo. Él prefirió permanecer con sus ojos sobre el oscuro bosque.
SeongJin quería que Jaemin viera el momento en que le disparaba a su amante, frente a frente, en primera fila. Solo quería verle sufrir, porque para él, solo hasta quebrar el espíritu de Jaemin podría volver a la normalidad.
El omega debía pagar la traición que había realizado.
— Por favor — su voz se quebró. Su cuerpo se inclinó sobre el suelo y con su frente apoyada sobre la tierra rogó nuevamente — Si lo dejas ir, esta vez no lucharé. Dejaré que me toques y no haré nada para detenerte.
Jeno se tenso de inmediato al oírlo; — No — gruñó rotundamente.
Su gruñido sacudió el cuerpo de Jaemin, quién tuvo que cerrar sus ojos ante el tono de voz tan dominante. Era el lobo de Jeno haciendo presencia y aquello era peligroso. No solo Jeno era capaz de perder el control, si no que también podría hacer que el omega sucumbiera a su doloroso celo.
Sus labios se presionaron tan fuerte que pensó que los lastimaría. Necesitaba alejar a Jeno del otro alfa.
SeongJin silbó; — Vaya — se alejó un poco del cuerpo de Jeno para poder ver el rostro enfurecido de este — Creo que esa sería una buena última vista ¿Tú que dices? — presionó el arma contra su cabeza, moviéndola un poco hacia el costado por la fuerza aplicada.
— Eres un...
— Silencio, o puedo cambiar de opinión y mato al omega primero. Después de todo no sirve para mucho más que sexo.
SeongJin no dejó de apuntar a Jeno mientras se acercaba y colocaba tras el cuerpo inestable del omega, a quién sentó de un solo tirón. Jaemin se quejó ante la brusquedad, pero no dijo ninguna palabra.
Solo quería quedarse inconsciente en ese mismo momento, sin importarle que aquello lo dejaría en una posición mucho más vulnerable; solo quería dejar de sentir como el alfa recorría su cuerpo, como acariciaba y abría sus piernas para que Jeno tuviera vista completa de lo que estaba haciéndole, como le besaba la boca y trataba de ingresar su asquerosa lengua en él.
Ahora él también era asqueroso. Quizá nunca había dejado de serlo realmente, después de todo había sido usado una y otra vez por SeongJin.
Se negó a ver a Jeno y mantuvo sus ojos cerrados en todo momento.
SeongJin bajó hasta el pantalón del omega. Intento múltiples veces de desabrocharlo, pero el estar con una sola mano se lo dificultaba. Así que, solo por uno segundos, dejó el arma apoyada en el suelo y procedió a realizar su cometido.
Solo fueron unos segundos, pero aquello fue suficiente para que Jaemin abriera los ojos, para que Jeno asintiera en su dirección y para que el omega agachara su cuerpo lo más posible, aplastando las manos de SeongJin entre su abdomen y regazo para que no pudiera tomar el arma de vuelta. Unos segundos habían sido suficientes para que el lobo oculto entre las sombras de la noche saltara y derribara al secuestrador.
Jeno corrió de inmediato hacia Jaemin. Tomó la navaja que mantenía en su bolsillo para cortar las sogas que aprisionaban al omega, apresurándose aún más cuando pudo escuchar que SeongJin le estaba dando pelea al lobo.
El alivio en sus extremidades fue instantáneo. Inspiró profundamente, buscando llenarse con el aroma de Jeno, quién ahora se enfocaba en la soga atada a sus pies.
Una vez libre solo pudo sentir como Jeno acariciaba sus mejillas con ambas manos; — Bien hecho, cachorrito — susurró dulcemente, siendo testigo de como el agua que los ojos de Jaemin expulsaba se deslizaba incluso por sus propias manos. No pudo evitarlo y termino por besar su nariz — Ahora, necesito que te vayas.
Jaemin quiso negarse, sintiéndose mal al pensar en que Jeno quizá no lo quisiera besar en los labios después de que SeongJin lo haya hecho, pero sabía que debía marcharse. Estando en celo solo sería un distractor para Jeno.
Y como si pudiera leer sus pensamientos, Jeno besó sus labios.
Fue algo corto, pero lo suficientemente dulce para hacerle sentir satisfecho.
Solo un segundo había bastado para ganar ventaja, y solo otro segundo fue necesario para que Jeno estuviera lejos de él.
Por el rabillo de su ojo pudo ver una figura que lentamente se acercaba a él. Sus ojos morados le miraban fijamente, estudiándolo. Entonces la loba de blanco pelaje le ofreció su lomo para subir a el, la misma loba que había llevado a Jeno hasta ahí.
— ¡Ve con ella! — Hyunjin le gritó desde el suelo al ver su indecisión, con una de sus comisuras sangrando. SeongJin se mantenía sobre su cuerpo, inmovilizándolo, así que Jeno lo derribó para que Hyunjin se pusiera de pie.
No necesito más para hacerle caso e incluso cuando la fogata dejó de ser visible, no pudo dejar de observar hacia atrás.
Esperaba no tener una razón para llorar cuando toda esta situación se terminara, si es que alguna vez terminaba.
Si todo salía bien podría ganar su libertad, aquella que anhelaba desde hace muchos años atrás y por la cuál peleo todos los días con la idea de enamorarse, pero si las cosas salían mal... si las cosas salían mal estaba la posibilidad de perder a alguna de las razones por las que tuvo la fuerza para pelear.
Podía perder muchas cosas; un hermano, un amigo, una pareja, una familia, una manada... su manada.
Y temía mucho por ello.
La loba lo condujo hasta una pequeña cueva en lo profundo del bosque, donde se podía escuchar el sonido de agua fluir desde algún lugar.
Se sentía sucio. Quería borrar de su piel todos los toques de SeongJin, pero si se metía al agua con estas temperaturas sería difícil no enfermarse, sumándole la debilidad de su cuerpo solo daría como resultado una hipotermia letal, seguramente. Además de que también pasaría a borrar el aroma que Jeno dejó sobre su cuerpo, lo cuál obviamente no quería.
La omega lo invitó a acomodarse sobre la ropa desordenada que amortiguaba un poco el filo de las rocas. Sus ojos brillaban en la noche, sin dejar de ver como el omega entraba de forma desconfiada a su guarida. Su cola se movió inevitablemente, dándole ternura a Jaemin.
Su primer cachorro estaba de vuelta con ella.
Sin poder evitarlo Layla se acercó al cuerpo sentado sobre sus ropajes, olfateó su cuello y estornudo ante el fuerte aroma del alfa pelinegro sobre él. Jaemin rio ante las cosquillas que aquello le causo. Su cola se agitó con más fuerza al escucharlo y la necesidad de pasar su lengua por es rostro de su cachorro la llenó, así que lo hizo. Aunque considero que fue una mala idea al sentir como algunos de sus cabellos se pegaban en su lengua. Layla salió de la cueva con su cola aún moviéndose tras ella y sin querer golpeó el brazo de Jaemin con esta.
Jaemin no podía quitar la sonrisa boba de su rostro. Era cierto lo que Hyunjin decía. Pasar el celo con otro omega era algo relajante. No sentía su espacio invadido y el dulce aroma calmaba sus dolores. Olía como la primavera, un aroma muy relajante para él, tanto que no pudo evitar suspirar al sentir como su lobo daba vueltas inquieto en su interior.
No fueron necesarias las palabras para saber lo que la loba quería decirle. Gimoteaba y se movía ansiosa. "Ahora vuelvo" casi pudo oírla.
— Anda. Te esperaré aquí. — se recostó en posición fetal sobre el nido de la omega, estaba un tanto adormecido por la dulce fragancia, así que de seguro caería dormido pronto.
Dándole una mirada corta Layla corrió de vuelta al bosque.
Jaemin no pensaba el seguirla y perderse, ni aunque su lobo estuviera desesperado por ir con Jeno, se limitaría a resistirse y esperar.
Mientras Layla corría de vuelta al lugar del enfrentamiento. No podía sentirse tranquila sabiendo que había un arma que fue apuntada previamente hacia su cachorro, así que se aseguraría de deshacerse de ella antes de que el alfa volviera a tomarla.
Sabía donde estaba, solo debía darse prisa.
En cuanto llegó, su lomo se erizo por el fuerte aroma a sangre. Podía ver algunos charcos repartidos por el suelo, pero no era capaz de identificar a quién pertenecía por las fuertes feromonas de alfa mezcladas en el aire.
Había un cuerpo tirado en el suelo, no sabía cuál de los jóvenes era. Mientras, más adelante, dos de ellos peleaban a mordiscos y arañazos, el objetivo siendo claro, el cuello. Eso seria una muerte lenta y segura.
Se acercó de manera sigilosa al arma, tomándola y escondiéndola tras su ya humano cuerpo. Dio la vuelta, dispuesta a volver lo más rápido posible con su cachorro.
Entonces el quebrar de una rama sonó y todo se volvió confuso.
Es por ello que nadie podía interferir en las peleas de los alfas, porque los lobos están tan superficiales y territoriales que atacan a cualquiera que se les acerque sin importar si era alguien conocido. No importaba nada más que salir con vida y para ello debían de eliminar cualquier posible amenaza, y justo en ese momento, Layla era una.
Esa noche un disparo sonó y despertó, no solo al bosque, sino que también al omega durmiendo a unos kilómetros, quién con el corazón latiéndole demasiado fuerte solo pudo seguir el aroma aún perceptible de la omega.
Su corazón dolía demasiado y un mal presentimiento crecía desde su pecho, junto a un dolor que parecía estar paralizando su cuerpo.
Pudo sentir como sus huesos crujieron y su lobo hizo presencia.
Holiiis, proximo cap tendremos el otro punto de vistaa
baibais mis loves
— Nen
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