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Capítulo 27



SangHan cruzó sus brazos, apoyando el peso de su cuerpo sobre la encimera de la cocina. Su rostro no demostraba emoción alguna, como siempre lo hacia cuando se trataba de Jaemin.


Jaemin tuvo el instinto de rodar sus ojos. No importaba que tanto se esforzara en algo, su madre siempre tenía algo para recalcarle. Si no es por sus calificaciones es por sus comportamiento, si no es su comportamiento es por su forma de hablar, si no es su forma de hablar son sus expresiones y si no son sus expresiones es por el sentimiento que le transmite.


Nunca sería suficiente al parecer.


— ¿Entonces quién era el idiota con el que te estabas besando?


"¿Que te importa?" quiso gruñirle. A él podían decirle todo lo que quisiera porqué ya estaba acostumbrado a su forma de ser, pero la rabia invadía su cuerpo cuando alguien que no podía defenderse era insultado, sobre todo considerando que de quién hablaba era Jeno; su alfa.


— No hables así de alguien que no esta aquí para defenderse, eso es caer muy bajo.


— ¿Y qué? ¿En que me afecta a mi que no este aquí para defenderse? Sigue siendo un estúpido por escoger a alguien como tú — masculló con enojo.


La sangre del omega comenzaba a hervir y sus cejas se levantaban de manera inconsciente ante las palabras de su progenitora. No entendía que es lo que había hecho mal como para ser tratado de esa manera.


No recuerda ningún momento en que su madre haya sido cariñosa con él, ni siquiera durante su niñez, pero estaba bien con eso. No tenia problemas en vivir a las sombras de su hermano, no tenia problemas en aprender por su cuenta todo lo que no entendía en la escuela, ni siquiera le importaba el ser molestado en clase. Solo no quería ser una molestia para su madre y mantenerse alejado de la atención.


Tenia algo atrapado en la garganta y no sabia si se trataba de un gruñido o del llanto que siempre solía tragar, pero la alta probabilidad de ser la segunda opción le hizo guardar silencio.


— ¿Acaso te debo recordar que ya tienes un alfa que puede reclamarte cuando se le de la puta gana? ¿Qué crees que pase cuando se entere de que le has sido infiel como un cualquiera? ¿Crees que te dará flores, que te dirá que no pasa nada y seguirán como si nada? ¡No seas ingenuo! — su tono de voz aumentó gradualmente. — ¡Deberías de agradecer que alguien como SeongJin se fijó en ti!


— ¿¡Y acaso yo debo recordarte que él me marcó a la fuerza?! ¡Él era mayor de edad y tenia una pareja antes! ¡Ni siquiera fue capaz de respetar el lazo que el solo decidió tener sin consultarme! ¡Sentí cada una de las malditas veces en que se acostaba con otras personas y después tenia el descaro de golpearme por tener el aroma de mis compañeros impregnado!


— ¡Pues debiste haber cumplido tu rol como omega y complacerlo! ¡Para eso existes, por dios! ¡Un golpe es lo mínimo que merecías para que conocieras tu lugar!


— ¡No existo para eso! — le gritó, presionando las uñas en las palmas de sus manos. — ¡Merezco el mismo respeto que todos los demás!


— No, no lo mereces. Eres un omega, conoce tu maldito lugar — ignorando completamente el estado del menor se movilizó por la cocina, llevando entre sus manos un pequeño pote transparente en dirección al tarro de la basura.


— ¿Qué haces? — su voz tembló, reconociendo el objeto como los aperitivos que Renjun le había traído.


— Tirando la basura ¿Qué no ves? — con prepotencia abrió la basura, pero no alcanzó ni a girar el envase cuando el omega se lo arrebató de las manos — ¡¿Ahora que quieres?! ¡Dios mío, ya déjame en paz!


— ¡No tienes derecho a tirarlo! ¡Es mío! — presionó el recipiente contra su pecho, recibiendo unos ojos blancos a cambio ante su "patética reacción"


— Ahora me dirás que no puedo porque es un regalo de tu "alfita" ¿Cierto? — se burlo, intentando quitarle los dulces solo por gusto, porque le gustaba hacer enojar al omega.


Fue entonces cuando se dio cuenta y la realización le congelo la sangre, borrándole de paso la sonrisa socarrona sobre sus labios.


Los betas eran conocidos por ser lo más cercano a un humano común, por lo que no era de extrañar el que no pudieran percibir con facilidad muchas cosas que otras castas sí; tales como la voz de mando, la influencias de las feromonas o el aroma distintivo de cada uno.


Le fue inevitable el olfatear ante el fuerte aroma que desprendía del omega, un aroma tan fuerte que le fue posible sentirlo desde la distancia en la que estaba, uno que rodeaba por completo al omega y opacaba el natural del mismo, un aroma que se le hacía conocido, mucho, de hecho.


La rabia la azotó de golpe, por qué aquel aroma no era cualquiera; era el aroma de Jeno.


— ¡¿Jeno?! — se exaltó, riendo como si le hubieran contado uno de los mejores chistes de su vida — ¿¡Como que Jeno!? ¿Acaso sabes el problema en el que lo estas metiendo? ¡Tu ya le perteneces a un alfa y solo le estas arruinando la vida!


Ni siquiera supo como reaccionar. Su madre lucía más enojada que nunca y todo por descubrir que quién estaba cortejando a su hijo se trataba de quién consideraba parte de la familia desde hace muchos años, se trataba de alguien que estimaba más que a su propio hijo, alguien que era todo lo que su hijo omega no era.


— ¡Maldita sea! — con fuerza refregó su rostro, soltando sonidos parecidos a los quejidos que los omegas liberaban cuando estaban en peligro. — Déjalo en paz si no quieres que haga tu vida imposible.


Jaemin le miró directo a los ojos por primera vez.


— No lo hare. De todos modos siempre has intentado hacer mi vida imposible, ¿Pero sabes qué? — le soltó. La cara de su madre desfigurándose más de lo que estaba — Tal parece que no te ha salido muy bien, porque sin importar lo que me digas yo continuare teniendo a Jeno a mi lado. ¿Tu que tienes? — sus ojos brillaron, dándole a su madre el vistazo del animal que habitaba dentro de su ser — ¿Una pareja con la que no hablas más que de trabajo? ¿Una casa en la que siempre estas sola? ¿Un hijo alfa que te tiene amenazada conmigo? ¿Un hijo omega al que solo le das pena?


La cachetada resonó en la estancia y el hormigueo llegó de inmediato a la zona afectada, pero Jaemin se negó a acariciar el lugar adolorido, quería demostrarle a su madre la fortaleza que ahora tenía desde que Jeno le enseño que su pasado no podía condenarlo, que su destino no estaba determinado y que podía intentar alcanzar la felicidad de nuevo.


Los pasos se escucharon por el piso superior, junto al sonido de una puerta azotándose.


El padre de Jaemin apareció en la puerta de la cocina, analizando la situación mientras se acercaba hasta su esposa que respiraba de manera errática. Al parecer había tocado una fibra sensible. ¿Cuál? Ni le interesaba. El beta observo la mejilla de su hijo, seguramente roja por el golpe. 


Jaemin no supo interpretar la mirada que este le entrego.


— ¿Un hijo omega? — rio burlesca, sintiendo como su esposo la rodeaba con sus brazos para alejarla de Jaemin — Ni siquiera eres mi hijo. — escupió con odio.


El beta se tensó, sin atreverse a ver a Jaemin a la cara y solo pidiéndole a SangHan que guardara silencio, que aquel no era el momento.


El omega solo pudo exhalar de forma temblorosa; — Lo suponía, así que realmente no es una sorpresa — no quiso demostrarlo, pero de igual manera sus ojos brillaron al contener sus lagrimas. Su madre sonrió victoriosa, más lo siguiente que dijo le borró de sopetón la sonrisa y le hizo pelear como loca contra el agarre de su esposo — Solo una perra loca sería capaz de tratar a su hijo de aquella manera, aunque ya luces como una.


Y subió a su habitación.


SangHan no dejó de gritarle cosas hasta mucho después, la principal siendo que se olvidara de cenar o recibir algún alimento y que más le valía no salir de su habitación porque Hyunjin no estaba para defenderlo. 


Jaemin se tiró a la cama y solo entonces se permitió la debilidad.


Aguantó durante tanto tiempo sin quebrarse que ahora era capaz de sentir como cada pedazo de si caía. Sentía que ninguna de sus heridas realmente había sanado y que solo se estaba engañando a sí mismo al colocarse un parche y fingir que no existían. No importaba que tanto deseara dejarlo ir, había ignorado tanto su dolor que ya estaba infectado otra vez y seguramente le costaría cicatrizar.


Nunca lo demostró ni se permitió sentirlo, pero aquello no significaba que su miedo después de ser marcado a la fuerza se iría junto al dueño de sus pesadillas. 


Todas las veces que estuvo al borde de un ataque de pánico cuando estaba rodeado de muchas personas, todas las veces que encogió su cabeza y cuerpo pensando en que sería golpeado, su reacción al salir a las calles sin compañía de día o de noche, lo mucho que odiaba pasar a un lado de los callejones, tanto así que sentía su cuerpo temblar y a su mente jugarle en contra al colocar sombras donde no las había.


Su cuerpo se sacudió en medio de su amargo llanto pero quién realmente podía culparlo, después de todo era un espejo roto que no dejaba de reflejar sus miedos en cada uno de sus pedazos divididos por la acción de un alfa desconocido y una madre horrible.


¿Cómo es que un día que inició con sonrisas y cariño había terminado en llanto y soledad?


Necesitaba a alguien, lo sabía, pero a la vez le hacia preguntarse el como sería capaz de sanar si siempre dependía de otros para solucionar sus problemas. Sus amigos no siempre estarían para distraerlo de su vida, Hyunjin no podría defenderlo siempre de su madre y Jeno nunca sería capaz de silenciar todas las voces de su cabeza.


¿Por qué los demás deberían sanar algo que ellos no rompieron?


Ellos solo podían ser quienes le sostuvieran en el proceso de pegar sus pedazos. Ninguno sería jamás el pegamento, solo él mismo podía, porque algo que no estaba listo para ser unido simplemente nunca lograría encajar. Ni aunque todo fuera una metáfora.


Si Jaemin no estaba dispuesto a pasar por el momento que las heridas dejaron, no había manera de hacer que sanaran correctamente.


Solo serían heridas que se infectan una y otra vez.


Cerró sus ojos unos minutos, ya cansado de lo irritados que se sentían al haberlos refregado mucho.


Se quedó en silencio por unas horas quizás. Realmente no era consciente del tiempo en aquella situación. Se dedicaba a ver todo su alrededor pero sin prestarle verdadera atención a nada.


Solo pudo ser consciente del tiempo pasado cuando su estomago rugió por el hambre.


No había comido desde antes de ir al hospital con Jeno y seguramente su madre cumpliría con las palabras que le otorgó. Madre, pensó, no tengo el derecho de llamarla así.


Decidido a no tentar a su suerte tomó el olvidado recipiente a un lado de donde estaba recostado. Con pesadez tomó las galletas y las masticó con lentitud, sin ni siquiera prestarle atención al sabor.


De haberlo hecho quizá habría notado que algo iba mal y no se habría terminado todo como lo hizo.


Y luego simplemente cayó dormido.



A terapia Yemina y mamá de Yemina

Cap más corto por qué me cuestan mucho estas escenas, xdios. Me bloqueo por completo.

Si ven errores me avisan porfis.


Nen 



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