Capítulo 26
— Jeno... — se quejó entre sueños, sintiendo como su mano era fuertemente sujetada y seguramente succionada por la boca de Jeno.
Jaemin abrió sus ojos lentamente. Suspiró antes de girar su cabeza hacia su costado, donde un dormido alfa con el cabello todo desordenado mantenía su mano pegada a sus labios entreabiertos. La imagen le hizo reírse por lo tierno que Jeno se veía, tan diferente a como suele mostrarse ante los demás que por un segundo, solo un segundo quizo tomarle una foto para mostrárselas a los de su equipo de baloncesto.
Con la mano disponible tomo su teléfono. No era tan malvado como para exhibir la imagen que tomaría, pero si la dejaría para si mismo. Observo la imagen con una sonrisa, dispuesto a colocarla como el fondo de su pantalla de bloqueo. Estaba en eso cuando un dolor agudo se extendió desde su mano hasta hacerle hormiguear la espalda.
— ¡Joder, Jeno! — con rapidez pego su mano a su pecho, despertando al alfa por el movimiento repentino.
Jeno pestañeo pesadamente, como si le estuviera costando mucho el despertar de aquella siesta. Inhalo profundamente, a punto de ser devuelto a sus sueños por el aroma de Jaemin, más aquello no se pudo concretar al sentir ese aroma mezclándose con un olor metálico.
Rápidamente se sentó en la cama; — ¿Te lastimaste? Huele a sangre — escaneó rápidamente al omega, siendo consciente enseguida de la mirada hostil que el otro le daba desde su posición recostada — ¿Qué pasa?
Con lentitud volvió a recostarse, acercándose hacia el hombro del omega y colocando una de sus piernas sobre las de Jaemin.
El peliazul colocó su mano herida frente a los ojos del alfa, quién la tomó delicadamente para examinarla. Ahí, en la anteriormente lisa piel, ahora se encontraba la marca de unos dientes.
— ¿Fui yo? — preguntó, tanteando con la punta de la lengua sus dientes, topándose con la sorpresa de que sus colmillos habían crecido, además de sentir el sabor de la sangre. — ¿Eh?
Jaemin relajó sus expresión al notar la mirada confundida del alfa. Jeno aún no podía creer que sus dientes habían adquirido una forma distinta, se sentía extraño para él. Sus encías cosquilleaban y tenía la necesidad de morder algo para calmar la incomodidad.
— ¿Paso algo con tus colmillos? — levantó la cabeza del alfa, examinando con sus propios ojos los dientes mientras le giraba el rostro para tener una mejor visión. Para Jaemin lucían normales. Jeno acomodo sus brazos en la cintura del omega, dejando que moviera su rostro todo lo que quisiera.
— Es solo que — Jaemin tocó la punta de uno de sus colmillos, sintiendo lo filosos que estaban. — Es la primera vez que me pasa esto.
El omega le miró sin entender. Jeno le había mordido sin querer antes y estaba seguro de haber visto sus colmillos. ¿Cómo era posible que esta fuera la primera vez? ¿Habrá sido su imaginación? ¿O quizá Jeno no era consciente de la veces que sus colmillos habían crecido?
Jaemin dejó sus pensamientos en cuanto escuchó los lloriqueos infantiles del alfa.
— No puedo volverlos a la normalidad y ya me están incomodando — escondió su rostro entre el cuello y hombro del omega, acariciándole la nariz con sus cabellos desordenados. Jaemin rodeó el cuello del alfa con sus brazos, dando caricias en el cuero cabelludo de este.
— Debes mantener la concentración. Piensa en los colmillos que normalmente tienes y diferéncialos de los actuales, en si son rectos o un tanto circulares, más pequeños y gastados y así. — el pelinegro suspiro sobre la glándula del aroma del omega — ¿Jeno?
— ¿Mmh? — realizó un vago sonido, perdido en la manera que sus encías picaban y en como comenzaba a salivar al pensar en morder la piel lechosa frente a él, a solo unos centímetros de su boca, tan al alcance que sentía sus pupilas dilatarse.
Su nariz olfateo el lugar y sus manos se afianzaron en la cintura de Jaemin. Su mandíbula se separó y entonces; — ¿No me iras a morder denuevo, no? Mira que te morderé de vuelta y con más fuerza.
El alfa no pudo evitar reírse.
— Eso suena más a premio.
— Atrevido — tiró el cabello del alfa hacia atrás, separándolo de su cuello y recibiendo un gruñido a cambio.
Se quedaron en silencio, solo abrazados mientras se llenaban de valor para despegarse y comenzar el día.
— Perdón por morderte, no quise lastimarte — Jaemin asintió, restándole importancia al asunto, después de todo había sido sin intensión. — Tendré más cuidado la próxima vez.
Jaemin volteó a verlo indignado al escucharlo.
— ¿Cómo que "la próxima vez"?
— Pues si, la próxima vez. Es imposible de evitar — el alfa se situó sobre el omega, cruzando su pierna sobre la cadera de Jaemin pero sin dejar caer su peso. Encorvo su espalda para susurrarle unas vergonzosas palabras al oído — Sobre todo cuando suenas tan lindo cuando lo hago en tu cuello.
Jaemin tragó en seco ante la voz ronca. Tuvo que humedecer su labios cuando Jeno dejó un beso sobre su mejilla antes de levantarse. El alfa mostraba una mirada altanera cuando dejo la habitación en dirección al baño.
— ¡Eres un...!
Y el alfa cerró la puerta antes de que la almohada impactara con él. Dejando a un sonrojado y acalorado omega.
Claro que Jeno había sido serio cuando mencionó una "próxima vez".
Fue cosa de solo unas horas para que el alfa volviera a encajar sus dientes en la piel del omega, esta vez sin sacar sangre pero dejando levemente marcada su dentadura.
Jaemin saltó ante lo repentino que fue.
Había estado comprando unos helados mientras Jeno se quedaba tras él en la fila. Estaba contando el dinero entre sus manos para entregárselos al cajero que le observaba de forma curiosa, Jeno apoyo su rostro sobre la curvatura de su hombro, pasándole unas cuantas monedas que faltaron. Guardo la billetera dentro de la cangurera cruzada sobre su pecho, teniendo dificultades ante todos los papeles de basura que guardaba ante la falta de un basurero donde dejarlo.
Jeno tomó su cintura para moverlo a un lado, lejos de la fila que se extendía hasta atrás y donde las personas comenzaban a suspirar por la lentitud del omega.
Estuvieron esperando cerca para elegir sus sabores, pero antes que ellos había una familia numerosa tratando de escoger los sabores para los pequeños, a quienes le costaba irse solo por uno cuando querían probarlos todos.
Jaemin observaba de forma distraída al mas pequeño de todos, un niño de quizá unos meses o un año. Ojos grandes y brillantes lo miraron de vuelta, tan fijos en los suyos que le hizo sentir intimidado, como si hubiera sido encontrado a la mitad de una travesura. La madre del pequeño no le estaba prestando atención en lo más mínimo, lo había dejado en su cochecito cerca de una de las mesas del negocio.
Aún abrazándolo desde atrás Jeno beso su sien, notando lo absorto que estaba el omega en la pequeña figura delante de ellos.
El niño pataleo y sonrió ante las dos figuras altas a unos pasos de él, mostrando unos pequeños y tiernos dientes tras aquel juguete que mordía sin parar, de seguro para aliviar la picazón que el desarrollo de sus dientecitos le estaba causando.
— Creo que tu necesitaras uno de esos — bromeó, observando sobre su hombro como el alfa le hacia una cara totalmente disgustado por la comparación.
Una carcajada lo suficientemente tierna como para darles diabetes les devolvió la vista hasta el pequeño bebé, quién les miraba con sus ojitos como medialunas.
Sus ojos le recordaron un poco a los de Jeno, entonces con un suspiro solo pudo pensar en como seria Jeno de pequeño o si, en el caso que ambos pudieran hacerlo funcionar y terminaban siendo una pareja estable, si un hijo de ambos tendría aquellos ojos tan bonitos.
Jeno oyó el suspiro. Volteó a ver al omega, olfateando su cuello para tratar de intuir que es lo que podía estar pensando. Sus manos presionaron la cintura del omega al sentir aquel aroma más dulce de lo normal, parecido al que los omegas solían emanar cuando estaban en cinta pero mucho más leve y sin connotaciones sexuales. Un aroma únicamente dirigido para arrullar a los cachorros.
Jeno gruño y presionó sus dientes sobre la nuca descubierta del omega, quién subió sus hombros para que el alfa le soltara.
— ¡Oye! — se quejó, sobando la zona afectada pero sin dejar los brazos del alfa.
— Perdón. Me dejé llevar por tu aroma.
Solo entonces Jaemin se dio cuenta del aroma que estaba emanando, el cuál parecía pedir el cuidar un cachorro. No pudo evitar el sonrojo. Su omega parecía presentar una mejoría desde aquel sueño tan extraño y le hacía pensar en cosas que antes no había ni considerado.
Jaemin siempre trataba de autoconvencerse y convencer a los demás de que no quería ser padre, ni ahora ni en un futuro, pero la realidad es que no quería traer a un pequeño al mundo cuando aún no se sentía listo. Tenía muchas cosas que pensar y vivir antes de eso.
La pequeña familia se alejó y ellos recibieron sus helados, sentándose a comer en silencio.
Cuando ambos llegaron a la casa de Jeno, Jaemin pudo notar lo pálido que se veía. Pensando en que el alfa se estaba resfriando lo mando a acostarse para que descansara, no sin antes tocar su frente para medir su temperatura, la cuál se encontraba un poco más alta de lo usual.
Jaemin se quedo preparando unos cuantos paños fríos, además de una pequeña sopa instantánea y un vaso de jugo.
Cuando subió y dejo la bandeja a un lado de la cama, no se esperaba para nada encontrarse con lo que vio.
— Pero qué... — sus ojos escanearon sin parar los cabellos del alfa, quién con un espejo no dejaba de mirarse el mismo lugar.
— Creo que tengo que ir al hospital.
El omega asintió, tapando su boca y dirigiendo sus manos hasta las orejas de Jeno.
— ¡Ya! — se quejó el alfa, escapando del toque del omega.
— ¡Pero es que mírate! ¡Te ves muy tierno! — chilló.
Jeno le gruño de vuelta, sintiendo como sus peludas orejas se pegaban a su cráneo y como el omega volvía a chillar por aquello.
Era tarde cuando dejaron al medico que había llevado el caso de Jeno por años.
El alfa simplemente estaba absorto en sus pensamientos. Jaemin le miraba de vez en cuando, comprendiendo su estado y ofreciéndole su apoyo mientras acariciaba su mano.
Jeno suspiró y se detuvo en medio de la calle, atrayendo al omega a un abrazo apretado.
— ¿Estas bien? — acarició la espalda del alfa, sintiendo como este respiraba tranquilamente cerca de su oreja. — ¿Puedo ayudarte en algo?
— Quedémonos un poco más así. Estoy bien, solo no me lo esperaba.
Jaemin miró el atardecer, dándole tiempo a su alfa a procesar la noticia.
Jeno no podía creer que después de tantos años su lado animal finalmente estaba dándole señales de vida. Sentía que lentamente estaba recuperando una parte importante de él y aquello le llenaba de felicidad, pero a la vez no podía evitar la nostalgia al pensar en que aquel lado suyo solo había visto una vez el mundo y había sido para ver a su madre ser agredida.
Tendría que ir a más citas medicas para realizarse estudios. Por más que fuera un adulto, un cambio podría ser peligroso para alguien que nunca pudo aprender como realizarlo. Podría perder el control o quedarse a la mitad de cambio, su cuerpo podría no estar preparado para la transformación que implicaba el tomar su forma animal. Sus huesos podrían ceder y sus garras destrozar su piel.
Pero tan peligroso como sonaba la emoción no dejaba su cuerpo.
Había una posibilidad. Si lograba controlarlo sería finalmente un alfa completo.
Podría correr y ya no sufriría en las lunas llenas.
Sería el alfa que un omega como Jaemin merecía.
Ya en la puerta del hogar del omega Jeno pudo sentir la necesidad de quedarse con él, pero podía entender aquel sentir y es que el alfa de Jeno estaba siendo influenciado positivamente por el omega, quién le motivaba a salir al mundo exterior para disfrutar de la vida juntos. Por ello sus encías picaban y se volvía tan meloso y posesivo.
Jaemin era su ancla a tierra, quien lo mantenía para no irse a la deriva, para no volver a navegar las turbulentas olas en completa soledad.
Las farolas de aquella noche no brillaban tanto como Jaemin lo hacia ante sus ojos.
No pudo resistir las ganas de besar sus labios. Le besó con adoración, como si fuera el último pétalo con vida de una flor destruida. Sus manos acariciaron sus mejillas, dejando su olor sobre su piel e impregnándose él. Su corazón latía tan rápido que pensó que se desmayaría.
Simplemente no podía cansarse de aquello.
Jaemin le besó brevemente antes de alejarse hasta su puerta y no dejó de mirarlo hasta que su cuerpo se perdió dentro de la casa.
Solo entonces se retiró, acomodando el gorro que cubría sus orejas de la fría noche.
Jaemin suspiró mientras colgaba sus llaves.
Se sentía tan normal estar con Jeno que desearía no tener que dejarlo nunca. Ojala poder verlo cada mañana al despertar, desayunar juntos y simplemente acompañarse cada vez que pudieran.
Camino hasta su habitación, sintiéndose desanimado por la separación.
— ¿Así que ya andas revolcándote con otro? — la voz femenina resonó en la cocina vacía.
Toda su energía se dreno de inmediato.
— No me he revolcado con nadie, mamá
Su cuerpo se tensó, sintiendo la pelea que se vendría solo en cuestión de minutos.
Awebo ya llegó la hora
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