Una semana, había pasado una semana más y la navidad estaba más cerca.

Durante esa semana el alfa Jeon había ido a visitar a Jimin y Heung-Wo. Unas veces salían y otras solo se quedaban en el refugio.

Muchas veces en compañía del pequeño Heung-Wo y en otras solamente ellos.

Jimin no podía pedir mas, Jungkook era el alfa perfecto un gran hombre que se merecía de todo, de todo lo bueno de la vida.

Muchos decían que era un alfa serio con un corazón duro, un hombre sin sentimientos.
Todo lo contrario, Jimin lo aseguraba al cien por ciento.

Por qué para empezar ayuda a personas que lo necesitaban, solo eso era un gran acto de amor.
En la forma de tratar a los niños, eso demostraba que no era un alfa con un corazón de piedra.

Por qué verlo allí, enseñándole a su hijo patinar sobre hielo, por qué si, su ahora cita era en una pista de patinaje. Jimin se había negado, diciéndole que ya estaban muy mayores para andar en patines como si fueran universitarios.

Pero al fin y al cabo, se dejó convencer.

Esas miradas que le daba, llenas de amor y cariño, esas miradas tiernas. Solo le daban a demostrar que era un hombre, un alfa con sentimientos puros y sinceros.

— Vamos Jimin – después de tantos intentos de que su pequeño aprendiera este se dio por vencido. Así que el alfa le dio unos dulces y se fue a sentar cerca de ellos. El alfa le tendía la mano. Jimin la tomó y empezaron a patinar.

Tenía mucho de que no lo hacía, así que no se sentía tan seguro.

— No me vayas a soltar – pidió Jimin, Jungkook apretó su mano y respondió:

— Jamás omega.

Patinaron por todo el lugar, dedicándose lindas sonrisas que decían lo mucho que se gustaban.

Y cuando sus pies dolieron salieron de la pista y quitaron los patines.

Fueron donde Heung-Wo quien seguía comiendo dulces.

🤍

Llegaron al refugio cansados, Jimin nunca había patinado tanto en su vida.
Heung-Wo una vez más se había dormido.

— Aún es temprano– dijo Jungkook mirando su reloj.

— ¿Quieres ir a la planta de arriba? – preguntó Jimin–

— Vamos.

Ambos se encaminaron hacia el lugar. Todavía andaban por allí unos omegas y cachorros.

Admiraron las luces en la ciudad.
Todo se miraba perfecto y hermoso.

Jungkook contempló el rostro de Jimin, quién estaba ido en las incontables luces.

— Es hermoso– musitó.

— Muy hermoso – Dijo Jungkook mirándolo fijamente a el. Jimin hablaba del paisaje, Jungkook hablaba del omega.

En ese momento unas enormes ganas de tenerle entre sus brazos y darle calor se apoderaron de el.

De acariciar su piel. Su rostro.

De besarlo.