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Too Sweet.

Advertencias: Menciones al fanatismo religioso, canibalismo, machismo, violencia típica del canon.

~•~

Hina descansaba cómodamente en su futón, su respiración era lenta y pausada. Sus brazos se estiraban suavemente hacia los lados, "Estoy aburrida" pensaba. Ser considerada como una santa en realidad no era algo alegre, la joven no podía hablar con las personas que le rezaban, y tampoco podía salir del templo.

Era un ave enjaulada.

Suspiró y se sentó en la cómoda tela. Su cabello estaba desordenado, pero eso solo la hacía parecer más hermosa y genuina. Se acercó a las velas que iluminaban su habitación y las apagó.

—Ya es tarde...ya debería estar durmiendo —dijo en voz baja y se acomodó nuevamente, buscando paz y claridad.

"La gente de la aldea depende de mí...no debo estar triste" pensó mientras fruncía el ceño. Ser humana era casi un pecado para ella, "Extraño mi infancia...no tenía que preocuparme por nada. Todo es culpa de este don" abrió los ojos de golpe al darse cuenta de que nuevamente caía en pensamientos impuros.

—Tal vez caminar ayude —suavemente busco una pequeña vela, que usaba para alumbrar el pasillo. Se puso un camisón más grueso y salió a la entrada del santuario. A lo lejos vio la cabina que los pueblerinos pusieron para cuidar las tierras cercanas al templo.

Con cuidado salió por atrás para no dar molestias, y no recibir preguntas innecesarias.

Al poner los pies en la tierra húmeda, sintió una gran paz. Se quedó ahí unos segundos, sin saber bien a dónde ir, pues apenas había salido hace unos días. Sintió un escalofrío, un signo de alarma ante la incomoda presencia que venía del bosque.

"Incluso la luna desapareció hoy" pensó al ver que era luna nueva "¿Qué estoy haciendo? Debería dormir temprano, mañana debo bendecir las cosechas" al recobrar la lucidez camino unos pasos hacia el templo.

—No grites, o te quebraré el cuello —la tenebrosa y varonil voz fue escuchada por la joven, solo para después ser tomada bruscamente de la cara, y cubrieron su boca—. No puedo creer que seas tú la que emana esa energía maldita.

La de ojos verdes temblaba, podía escuchar el latido de su corazón cuando la figura mayor la pegó a su amplio pecho. Incluso si quería hablar, no podía.

—Me pregunto si esa energía maldita será mía...puedo comerte a mordidas y llegar a tu corazón, tal vez así sea mía —la imponente voz fue acompañada de una risa ronca. Los labios del atacante terminaron en su oreja—. Dime, mujer, ¿Cómo tienes energía maldita?

La joven puso sus manos en el antebrazo del mayor, y rasguñó instintivamente—. ¡Mmm! —intentó liberarse, pero la mano libre del hombre la apretó del abdomen.

—Las mujeres son débiles...pero tú tuviste la suficiente energía maldita para poner un velo en toda esta aldea, y de repeler a las maldiciones de las montañas —susurró en su oído—. Y apuesto que ni siquiera sabes lo que es la energía maldita, de lo contrario ya te habrías defendido.

La castaña perdía la conciencia, pues él hombre también cubrió su nariz. Sus pataleos disminuyeron y justo antes de cerrar los ojos, él soltó su boca. Jadeo y babeo unos segundos antes de intentar hablar.

—Te dije que no grites, o te partiré en dos —ahora su mano descansaba en su frágil cuello—. ¿Cómo te llamas?

—Hina...—murmuró aterrada, sus pies se separaron del suelo, pues él hombre la levanto unos centímetros—. Hina Satsuki...soy la santa de este templo...yo no sé nada de los conjuros que dices.

—¿Santa? ¿Te crees una especie de diosa? —la sonrisa del hombre se amplió—. Tienes energía maldita y te crees una deidad, eres muy astuta.

La de ojos verdes se retorcía—. ¿Qué quieres? Puedo ayudarte y bendecir tu camino, la aldea puede darte granos y-

El mayor la interrumpió con una suave carcajada—. Sí, creo que puedes ayudarme. Te comeré, y después absorberé tu energía maldita.

La femenina puso sus manos tratando de alejarlo, él era peligroso, lo sentía en su presencia. "Sí la gente de la aldea viene, será peor, estarán en peligro" pequeñas lágrimas ya caían de su ojos mientras usaba sus palmas para empujar al mayor "Solo debo protegerlos...para eso existo".

—Algo puro, más que la oscuridad —murmuró recitando las bendiciones que normalmente decía. Y milagrosamente una descarga de energía empujó al hombre. La joven corrió hacia él templo y desde ahí lo vio ponerse de pie—. Ánima maldita, descansa en el más allá... —corría por los pasillos del templo, arrojando los pequeños amuletos que adornaban la madera.

"La lanza de la santa" su mente desordenada se apuraba a recordar la ubicación del objeto sagrado. Una lanza con la punta bañada en sangre, un amuleto que repelía incluso los pensamientos malvados.

Antes de darse cuenta, una gran mano tiró de su camisón desgarrandolo. Cayó al piso, y él hombre de cabellos rosados se puso sobre sus muslos. Sostuvo entre una de sus palmas las muñecas de la joven.

—Maldita perra, entonces ni siquiera sabes nada de energía maldita, ¿Pero haces eso? —el varón apretó su agarre, haciéndola chillar—. Estoy harto de tus estupideces —su cara se acercó al rostro de la menor, y pudo ver qué en realidad era muy atractivo—. Te voy a devorar.

La joven ahora inmóvil veía horrorizada como el hombre sonreía, solo para después morder su hombro y clavar sus dientes en su suave piel. Soltó un quejido antes de patear su entrepierna y alejarse. La sangre caía por su brazo.

—¡No te acerques! —jadeaba asustada.

El mayor observó cómo el hombro de la joven se regeneraba lentamente. Sonrío y se acercó, pero sin sus violentos agarres—. Eres muy interesante...un prodigio en toda la regla.

La muchacha se quedó quieta, pues él la observaba sin mayor intención—. Vete de aquí...no puedes estar aquí.

El hombre apretó su muñeca—. Haz eso en mí...lo de tu hombro —dijo en voz baja. "La técnica inversa es algo difícil de lograr para un principiante, pero ella logró regenerar un tejido sin esfuerzo. Sí ella sabe usar la técnica inversa en otra persona, definitivamente debo devorar su alma".

La de ojos verdes estaba temblando, y trató de librarse de su agarre para poder cubrir su costado, pero el contrario la puso en su regazo y mostró su herida debido a la energía maldita que ella me arrojó—. ¿Estás herido?

—Sí, ¿no es tu trabajo como Santa cuidar de los heridos? —respondió con sorna—. Cuida de mí, mocosa.

La joven de ojos verdes seguía llorando en silencio—. Lo siento...tú me asustaste —con delicadeza paseó sus dedos en el abdomen herido del mayor—. ¿Cuál es tu nombre? ¿Vives en las montañas? ¿Por eso querías comerme, porque tenías hambre?

El de ojos rojos soltó una carcajada. No solo por la inocencia de aquella mujer, ni por su corazón puro que le permitía perdonar sus acciones. La joven de verdad sabía usar la técnica inversa.

—Sí, soy un alma desdichada...purifícame.

Sukuna sonrió divertido, esa mujer era divertida, estúpida y muy dulce.

Le pudría los dientes y la sangre, era una sensación desagradable y desgarradora para Ryomen Sukuna. Claro, antes de ser el rey de las maldiciones, era solo de carne y hueso, y cada fibra de su ser quería comerse esa mujer.

Holaaa, se siente bien volver a escribir.
Estoy intentando que esta historia tenga temas más sensibles, pero no puedo, soy demasiado blanda. Pero haré lo posible para que sean bien abordados.

Algunas cosas:
Hina creció con la idea de que su único deber era ser una Santa, por lo que es muy ingenua, y fácilmente perdona los malos tratos (normaliza la violencia).
Sukuna todavía no es la bestia que maltratará a mi gallo, así que su personalidad es un poco diferente, pero trato de que se mantenga en el canon.
-Honey.

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