Advertencias: Canibalismo.

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—Este es un pedazo de mi corazón, en él impregné parte de mi alma —explicó el mayor dejando en las manos más pequeñas un corazón todavía palpitante—. Tienes que comertelo.

Hina inmediatamente quiso apartar las manos, pero el contrario la sostuvo fuertemente—. No voy a comerme eso.

El mayor ya había regenerado el corazón de su recipiente—. Es importante que hagas todo lo que te digo.

La de ojos verdes acercó el órgano a sus labios, y suavemente le dió un mordisco, la textura era viscosa y difícil de tragar, casi vomitó mientras el bolo pasó por su garganta. Sukuna acarició su cabello tratando de animarla.

—Eso es…no le prestes atención al sabor —dijo con un tono bajo y calmante—. El sabor resulta raro al principio, con el tiempo será un gusto adquirido.

Hina soportaba las náuseas en su garganta, apenas soportando la sensación de la sangre escurrir por las venas coronarias del corazón—. No puedo —murmuró entre jadeos y arcadas.

La maldición continuó acariciando su rostro, como si eso cambiará algo—. Tienes que hacerlo —en el fondo él tampoco soportaba verla comer con tanto asco, con lágrimas escurriendo de sus ojos, sangre en sus labios, y esa expresión vulnerable—. Por favor…

La castaña siguió mordiendo, devorando el corazón, pese al disgusto, al odio que sintió por ella misma. Una vez terminó de comerlo, el mayor acarició su cabello con tanta paciencia y sutileza.

—Es un plan de emergencia…te mantendrá fuerte en caso de que los hechiceros te busquen —con aquellas manos toscas, frotó sus mejillas—. No importa lo que me cueste, tú y yo seremos los únicos.

La de ojos verdes asintió, con el corazón y la mente agotados por lo que acababa de hacer—. Ryomen…como quisiera que nunca hubiera pasado esto.

Sukuna salió del edificio, a su lado caminaba Uraume, pronto sería el combate con los hechiceros. Mientras tanto, Hina miraba desde la ventana de su habitación el exterior; era un caos, las personas fueron desalojadas en su mayoría, las calles estaban abandonadas como en las películas que ella veía asustada por las noches.

“Ryomen tal vez tenía razón, tal vez si está maldito desde el nacimiento” pensó la joven angustiada. Unos minutos después hubo una gran explosión púrpura a kilómetros de ahí, lo suficientemente grande para que Hina la viera y asustada corrió debajo de la cama.

—No quiero vivir así…no quiero ser una mala persona —murmuró aterrada al escuchar estallidos, nunca presenció la guerra, ni siquiera en sus vidas anteriores. El sonido de edificios siendo derrumbados, muy posiblemente por Sukuna la tenía tan agobiada y ansiosa—. He sido una terrible persona, maté, deje que otros lo hicieran por mí.

Después de lo que parecieron horas para ella, hubo silencio, y un gran rayo cayó en la zona de guerra. Sukuna había derrotado a su primer contrincante.

Hina se hizo un ovillo debajo de la cama—. No puedo dejar que él viva así…yo no quiero maldecirlo.

Sus ojos verdes ahora llenos de lágrimas se cerraron. Sintió el temblor en su cuerpo, todo era culpa de Sukuna y el pedazo de su corazón. Él estaba encarnado a su alma, una dosis pequeña, no suficiente para ser su recipiente, pero sí para mantener su energía maldita pura viva.

Ryomen Sukuna contaba con el plan B: Si aquellos hechiceros ganaban, él estaría vivo, Hina era uno de sus objetos malditos.

“Realmente eres demasiado dulce para mí” las palabras que dijo mientras la besaba no la consolaron como antes lo hacían.

Lo amaba, pero odiaba lo que era ahora, odiaba lo que hizo, lo que haría si él ganaba.

“Para mí siempre fuiste como las puertas del paraíso” pensó antes de salir de debajo de la cama lentamente “Estás maldito por mi culpa, te hice pasar un martirio solo sin mí, esto es por tu bien”.

Caminó fuera de su habitación, la maldición que custodiaba la puerta era de primera clase. La castaña ya se imaginaba maneras de evadirla, pero resultaría imposible. La maldición la miró fijamente, ella tragó saliva asustada “¡Me va a comer!”.

—Una clase especial inteligente, gran forma de morir —la voz de un hombre sonó fuerte y grave—. Cómo desearía que Akiko esté aquí para detenerme de hacer estupideces…dos grado especial en la entrada y ahora tú, debes ser tan fuerte para cuidar el objeto maldito de Sukuna.

La maldición humanoide giró la cabeza en un segundo—. ¿Quién eres? Que apuesto…quiero comerme tu cara.

—Naoko Kimura —el más alto puso su pesada lanza dorada sobre su hombro—. Apártate, voy a matar a esa mujer.

Hina se agachó apenas vió a la maldición correr con rapidez contra el jóven—. ¡Cuidado!

El de cabellos negros suspiró antes de agitar la lanza, cortando la mano del ente—. “Está es una llamada del paraíso” dijo mi mejor amiga, ojalá estuviera aquí para ver cómo los envío al infierno a todos...Sukuna le arrebató lo que más amaba, ella está sufriendo—dió una fuerte patada a la maldición—. ¡Hasta el último rastro de Sukuna va a morir aquí!

—¡Quiero ver tu cara apuesta! —el brazo restante de la maldición sostuvo el talón del joven y lo estrelló contra la pared.

El de cabellos negros sintió la sangre caer por su frente—. ¡Vete a la mierda! —apenas logró zafarse de su agarre antes de ser arrojado por la ventana. Alcanzó a ver a la joven corriendo hacia las escaleras—. ¡Carajo!

La castaña sudaba frío, iba a morir, de verdad iba a hacerlo, y como si fuera algo irónico, era la misma lanza santa que perteneció a su familia.

"Ryomen, voy a salvarnos a ambos...porque te amo".

El siguiente es el último capítulo, y luego siguen los extras, quiero subir de 3 a 5 capitulos especiales, obvio con mucho sexº.
Caramba, mi gallo pudo con todo, hasta con mi esposo Sukuna.
Por si se lo preguntan, Naoko es un OC de mi fanfic de Gojo y me lo imagino más o menos así.

Naoko es el mejor perro personaje que he creado, era necesario meterlo en este fanfic sí o sí.
-Honey