Akutagawa
Advertencia: Violencia típica del anime/manga.
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Idiota, eso era Fumiko, quien era amenazada con una cuchilla de la bestia negra.
Era sencillo imaginar cómo terminó así; no se fue antes de que el agredido despertará, porque tontamente creyó que si lo cuidaba, él le debería un favor. Idiota.
—¡Suéltame! —al ser más apretada por su mano comenzó a patalear—. ¡Te mataré, patán asqueroso!
Akutagawa volvió a mirarla sin mucho interés—. ¿Quién demonios eres? ¿Te crees inteligente por emboscarme dentro de la sede?
La albina sintió mareos, pero se las arregló para contestar—. Estoy a prueba…déjame respirar.
El de puntas blancas dudaba si soltarla, tiempo atrás tuvo un incidente con un infiltrado. Para fortuna de la menor apareció un chico de chamarra verde y una bandita en la nariz—. Oe, los líderes te llaman, Akutagawa.
El portador de Rashomon la soltó por completo para verlo mejor—. ¿Para qué?
—No lo sé, solo me pidieron que te avisará, dos de ellos parecían enojados —exclamó indiferente—. Yo me haré cargo de la novata. Está bajo el cuidado momentáneo de Chuuya-san.
El pelinegro dió la vuelta ignorando a la albina que lo insultaba. Fumiko se puso de pie tambaleante buscando cualquier cosa que pudiera arrojarle—. Eres un idiota, cara de perro.
Las navajas negras se ciñeron a su cuello de manera tan peligrosa que su corazón dejó de latir por unos segundos. Akutagawa había detenido sus pasos mientras Tachihara no se inmutaba por su reacción, solo esperaba intervenir de ser necesario para que la dejará medio viva.
—No me llames perro, o te aplastaré el cuello —dijo el de gabardina antes de seguir con su camino y al fin soltarla. Ciertamente estaba irritado por su presencia, pero por otro lado sintió curiosidad por la mujer, nunca vió ojos tan rojos como los de ella, parecía hambrienta, pero no de alimentos.
Tachihara soltó un largo lamento, su día comenzaba mal—. Ni hablar, te lo ganaste —le dió una palmada en el hombro para distraerla porque parecía al borde del desmayo—. Akutagawa no es sociable, si no quieres morir no lo mires ni le dirijas la palabra.
La albina frunció el ceño—. ¡Traté de ayudarlo! ¡Ese tipo tiene un problema de inferioridad!
El pelirrojo señaló el pasillo sin prestarle atención—. Me pidieron que te muestre la sede, es tan grande que podrías perderte e incluso dentro de la mafia corres peligro.
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—¿Entonces me darán una casa? —preguntó entusiasmada.
El de chamarra verde negó—. Bueno, no es tan común, pero tengo entendido que la mafia tiene condominios para sus trabajadores que lo necesitan. Sinceramente no me gustaría encontrar una cámara mientras me baño —alzó sus hombros. Lentamente se abrió la puerta dejando ver a una figura delgada—. Gin-chan, volviste antes, ¿Cómo terminó todo?
La persona mostró un papel “Acribillaron a dos guardaespaldas” luego mostró la parte trasera “¿Quién es ella?”.
—Una tipa loca que se dejó reclutar por Jane, ignorala. Es increíble que salieras ilesa, te haces más fuerte cada día —dijo sonriente.
—No estoy loca, ni fuera de mis facultades —murmuró Fumiko—. Soy Fumiko Kento, empecé a trabajar hoy, aunque Chuuya-san no me ha dicho que debería hacer.
Gin anotó algo en una parte de su hoja “Eso es raro” apenas lo mostró puso otra cosa “Chuuya-san no toma ayudantes nunca”.
—Fue porque el jefe se lo pidió —Tachihara caminó hasta su compañera—. Bueno, creo que ya cubrí mi parte, no te metas en problemas y esquiva a Akutagawa —La de ojos grises se estiró para susurrar algo “¿Qué le hizo?”—. Lo de siempre, intimidar y tratar de apuñalar…¡Justo como lo que tratas de hacer! Oh tú pequeña basura —Mostró su arma para pegarla al costado de la más baja—. Si no tuviéramos trabajo te retaría en serio.
Fumiko se quedó quieta mientras los muchachos se empujaban hasta desaparecer en la oscura noche. Y todavía debía esperar a Chuuya, como si no tuviera que dormir.
—Me ayudarás a vigilar el traslado de armas, normalmente no hay mayor problema salvó que un arma perdida o dañada —incluso para Chuuya era aburrido esa parte del trabajo, pero al igual que todo, hasta la cosa más sencilla puede ser un arte.
Ambos estaban de pie frente al contenedor de dónde los hombres de traje sacaban cajas de armas sin numeración, probablemente no tenía registro. Fumiko notó las miradas sobre sus cuerpo, no, más bien en su cabello y ojos—. Cómo si nunca hubieran visto a una mujer —murmuró ofendida.
Chuuya le sonrió a medias—. En su defensa, tienes un color de ojos extraños.
—¿Y qué hay de tí? ¿Cuál es tu habilidad? —preguntó notando que el mayor fruncía el ceño—. Ya ví una de las habilidades ejecutivas, no te delataré.
El más bajo alzó los hombros desinteresado—. Solo diré que nadie puede hacerme frente.
La de ojos rubí parecía divertida—. Vaya, tu ego es tan grande que probablemente toque las nubes. No me extrañaría que no tengas pareja, o amigos.
El del sombrero intercambió una mirada indescifrable con Kento—. No me importa lo que diga una novata, porque tú vida depende de mí. Si te digo que serás una almohada para mis pies, lo harás —al ver qué no tenía mucho efecto en la mujer, se dió la vuelta—. ¡Y si tengo una novia!
"Debe ser alguien más que enferma para gustar de alguien tan egocéntrico" pensó, pero no lo dijo por temor a enojarlo más—. Entonces mi suposición estuvo mal, jefe.
Chuuya ya odiaba trabajar con Fumiko, nunca conoció a alguien tan confianzuda y molesta como ella, pero era lo que debía hacerse, pues el jefe le ordenó hacerlo hasta que le asignarán otro compañero capaz de aprovechar su habilidad somnífera. Tristemente ya estaba decidido quien era el encargado de tener tan dichoso honor.
—Yo me reiré de tí en la mañana, novata.
Olvidé que tenía este fic y tengo que terminarlo antes de sacar una historia con Poe (si es que no repruebo alguna materia).
-Honey
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