𝟬𝟮
Giró la llave del candado y al cerciorarse de que ya estaba asegurada se volteó hacia el hombre que lo esperaba.
YoonGi lucía cansado, sin embargo, en sus finos labios se esbozó una sonrisa. Él siempre era así, al menos con Jeon. Se habían criado prácticamente juntos, y al ser mayor por varios años, YoonGi se sentía, en parte, responsable de Jungkook. El mundo podía estarse cayendo a pedazos, pero en busca de mantenerlo a salvo, Min YoonGi resistiría a más no poder con tal de que nadie ni nada dañara al menor.
Jungkook estaría eternamente agradecido con la vida por hacer que sus destinos se cruzaran.
—Vamos, Jungkook, te llevo a casa—dijo, comenzando a caminar en dirección al estacionamiento.
Sin embargo, el muchacho negó con la cabeza, aún sabiendo que el hombre no lo estaba viendo. No quería ir con el por que, para cuidar su coche, YoonGi tomaba una ruta diferente, y Jeon le había prometido a cierta personita que esa noche también iría a verlo.
Aún no sabía como explicarle aquello a su amigo, puesto que sabía que lo primero en salir de sus labios sería algo como "Deja de mentirme" o "No le debes nada a ese chico". Y, por supuesto que no le debía nada, ni siquiera era su responsabilidad, pero se sentía así. ¿Cómo podía voltear el rostro y hacer como si nada pasara, cuando sabía que era solo un niño atrapado en una red de prostitución?
—No te preocupes hyung, caminaré. La noche está ideal—dijo en cuanto lo alcanzó, provocando confusión en el rostro del contrario. Jungkook no esperó a que su amigo dijera nada—. ¡Nos vemos mañana, saluda a Jimin hyung de mi parte!
Y sin más, siguió caminando con prisa hacia el otro lado por la vereda. Oyó al hombre quejarse, pero le prestó más atención a la suave brisa que movía sus cabellos. No sentía ni frío, ni calor, quizá por su abrigo, pero de todos modos, como a esa hora las calles estaban vacías y era todo mucho más tranquilo que durante el día, la noche para Jungkook se sentía agradable.
El muchacho metió las manos en el sobretodo negro que llevaba puesto y se acomodó la cinta de tela en el hombro: había optado por volver a usar su bolso y no el portafolios, ya que le era más práctico y cómodo.
Al igual que sus pies sobre la acera, las agujas del reloj avanzaron. Y Jungkook no sé dió cuenta, pero en un pestañeo ya se encontraba llegando al lugar donde un peli-castaño estaba parado esperando junto a sus compañeras.
Más confiado que la noche anterior, el niño se acercó hasta el medio de la calle.
—Hola, hyung—murmuró, regalándole una línea por sonrisa con los labios apretados.
Jungkook se inclinó hacia delante, invadiendo el espacio personal del menor hasta que pudo sentir su deliciosa colonia a flores. Aturdido, el peli-castaño se dejó guiar hasta el hotel por el hombre que lo tomó de la mano de imprevisto.
Jungkook cruzó miradas con el misterioso recepcionista, y recordando el pasillo por el que habían entrado la noche anterior, se dirigió a la misma habitación.
Cuando la puerta estuvo cerrada con pestillo, Jungkook soltó al menor. Algo asustado, el niño se subió a la cama con las rodiilas pegadas contra su pecho.
Jungkook se quitó el bolso y el sobretodo, suspirando. Quizá se había pasado un poco con su actuar, pero había una única palabra que lo justificaba.
Disimular.
Hasta donde sabía, Tigger no tenía clientes que recurrieron a él, y que de la nada comenzara a ser solicitado por uno podía ser extraño para los demás. O solo era el temor de Jeon a que alguien los descubriera y las consecuencias las pagara el menor.
—Siento mucho lo de recién, yo solo...
—N-no te preocupes, sé por qué lo hiciste—musitó.
—Entonces, ¿puedo saber qué te ocurre?
Con lentitud el hombre se acercó a la cama y se sentó en una orilla, manteniendo una distancia prudente para no asustarlo. Jungkook había notado su mirada triste y perdida desde que estaban en la calle.
» —Hey, pequeño...
—¿Usted tiene mamá y papá, hyung?—ignoró la pregunta del otro, mirando sus manos con las que jugaba arrugando el borde de la camisa que esa noche tenía puesta.
Jungkook no dijo nada por un par de minutos, pensando. No sé había criado con sus padres biológicos, por que prácticamente, ellos lo habían desechado como si fuera solo un paquete que no les servía para lo que ellos querían. Pero tenía una familia.
—Sí—respondió, moviéndose en la cama para llegar hasta el respaldar, a unos centímetros del peli-castaño—, tengo un papá y un hermano mayor. Una hermana, una madre y otro padre también, pero para ellos yo no existo.
El menor se sintió culpable de que Jungkook pudiera haberse sentido mal con su pregunta.
—Lo s-siento, hyung—murmuró, volteando a verle. Jungkook negó, sonriendo un poco—. Aunque... yo al menos querría saber dónde están y quiénes son. Lo único que tengo de ellos es "Kim Taehyung".
—¿Kim Taehyung?—dudó.
—Mi nombre real. Pero no le cuente a nadie, hyung.
Jungkook al oír eso tuvo una gran idea, pero optó por no decir nada. Sería un secreto hasta que pudiera estar seguro de poder llevarla a cabo.
—Te lo prometo. Eres tigresito para mí.
El silencio envolvente no se hizo esperar, duró casi una hora, pero no era incómodo. Cada uno estaba enfrascado en lo propio, pensando cosas diferentes, hasta que de un momento a otro el mayor sintió a quien estaba a su lado sollozar con fuerza.
Había días como ese en que Taehyung simplemente quería ser normal, igual a las demás personas, hacer cosas propias de su edad como ir a la escuela o salir a alguna fiesta. Él quería esa vida normal que no conocía en carnes propias, por que nunca había tenido el privilegio de ser como el resto. Quería sentir el amor de una madre, y era algo que quizá nunca podría conseguir.
—Hey, pequeño, no llores—como instinto natural lo abrazó por los hombros en el intento de calmarlo, por suerte el peli-castaño no se alejó. Jungkook no era bueno con cosas como esas, sin embargo, lo único que sabía hacer era cantar, tal como lo hacía la señora Min con el.
Tampoco es que fuera buen cantante, pero el peli-castaño disfrutó cada segundo de aquella canción improvisada. Taehyung recordaría aquellas líneas durante mucho tiempo.
“Los días en que te odies a ti mismo
Los días en los que quieras desaparecer para siempre
Hagamos una puerta en tu corazón
Si abres esa puerta y entras
Allí estaré, esperándote”
Pasados unos cuantos minutos, el llanto había parado y su respiración era más pausada. Jungkook sonrió con ternura, el tigresito se había quedado dormido en sus brazos. Lo recostó en la cama, le quitó las botas y le dasajustó un poco la corbata que hacía juego con la camisa y con una fina manta lo arropó un poco. El reloj en su muñeca marcaba las cinco de la madrugada, u aunque no quería, debía ir hasta su departamento obligadamente puesto que su cachorro Gureum no estaba acostumbrado a estar tanto tiempo solo y tenía que buscar un par de papeles que YoonGi le había pedido para la mañana siguiente.
De su bolso tomó 9.000 wones y los dejó en la mesita de luz junto a la cama, de lo contrario el jefe del chico sospecharía de lo que hacían dentro de la habitación. El dinero no era importante para él, podía incluso dejarle más, pero no quería que dañaran al chico.
Taehyung no era más que un niño, y él sería quien iba a cuidarlo de las sucias manos de cualquiera mientras pudiera hacerlo.
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©
ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5
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