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Capítulo O3

Empezó a removerse en la cama, sentía algo suave abrigándolo. Abrió despacio los ojos, estaba en una habitación desconocida; Había muebles modernos, se veían costosos, además, la cama era muy cómoda. Definitivamente esa no era su habitación.

Por otro lado, el otro joven chico empezó a despertar poco a poco. Al despertar pudo apreciar que no sabía dónde era que estaba. Genial, de nuevo estaba perdido.

— ¿JeongGaek? —Preguntó en voz alta, y se dio cuenta que tenía otra voz. Se levantó de la cómoda cama, miró sus piernas y se sorprendió. Tenía unas piernas muy distintas a como las recordaba. Se estaba volviendo loco.— ¡¿JeongGaek?!

La mencionada salió rápidamente de su habitación— ¡¿Qué?! ¡¿Qué ocurre?! —Y formó su boca en una perfecta "o". Frente suyo había un hombre pelirrubio, y que debía admitir que tenía un muy buen cuerpo.— ¿HoSook?

El contrario también estaba sorprendido. Un hombre pelinegro con un cuerpo un poco más delgado estaba frente suyo, mientras lo único que lo abrigaba era una bata blanca de algodón— Espera, ¿JeongGaek?

Se quedaron mirando, para luego caminar en silencio a un espejo que estaba cerca suyo. Ambos eran hombres, casi de la misma altura (El pelirrubio era solo dos centímetros más alto que el contrario), y claramente esos no eran sus cuerpos.

— Mierda —Fue lo único que logró decir el pelinegro.

(🌤)

— Debimos haber leído el contrato.

— Dime algo que no sepa, HoSook —Se estiró en el sofá mirando el techo.

— ¡Buenos días! —Gritó emocionado YuGyeom, mientras alzaba unos papeles en sus manos.

— Espero que vengas a explicarnos que fue lo que nos pasó —El de ojos gatunos miró fijamente al recién llegado.

— Pues a eso vengo —Tomo asiento en una silla mientras dejaba los papeles sobre la mesa. Llamó a los otros para que se sienten frente a él, los cuales no tardaron en levantarse y sentarse en las sillas frente a YuGyeom.— Aquí tienen sus cédulas de identidad, además de datos sobre ustedes. Tú ya no te llamas Lee HoSook —Apuntó al mencionado— Ahora eres Jung HoSeok. Y tú —Ahora apuntó al pelinegro— ya no eres Kim JeongGaek, sino que Min Yoongi.

— Siempre me quejé de mi nombre, ahora sí puedo disfrutarlo —Sonrió el ahora llamado Yoongi.

HoSeok, quien había estado leyendo el papel que tenia una foto suya junto con sus datos, miró nuevamente a YuGyeom— ¿Tengo veintiséis? Yo tenía veintitrés al morir —Hizo un puchero. Le habían agregado tres años más de edad, genial, adiós a sus recién cumplidos veintitrés años.

— Más o menos, ¿Qué más da? —Les pasó un sobre blanco— Contiene dinero, el suficiente para que puedan comprar nuevamente su departamento.

— ¿Están vendiendo nuestro departamento? ¿Cuánto tiempo llevamos muertos? —HoSeok estaba sorprendido. Había comprado ese departamento con los ahorros de ambos.

— Dos meses

— ¡¿Dos meses?! —Dijeron al unísono.

— Retomando lo que dije antes; su departamento está en venta. En ese sobre está el dinero para que lo vuelvan a comprar, y en este...—Sacó otro sobre de color celeste— Hay dinero para que al menos puedan comprar comida por un mes. Mientras consiguen empleo, claro. Además, en sus habitaciones hay ropa. Les hubiera traído las ropas que tenían antes, pero claramente la mayoría ya no les va a quedar. —Se levantó para tomar unas maletas y dejarlas al lado de cada uno— Ahí están las cremas que tenían, y también algunas decoraciones. ¡Oh! También tengo esto —Sacó de su bolsillo un pequeño paquete de toallitas higiénicas. Pero por las expresiones de ambos chicos, los cuales miraban aquella cosa como lo peor, las guardó nuevamente— Aunque no creo que las necesiten...

— ¡Adiós al periodo! —Yoongi sonrió feliz, ya no tendría que sufrir aquella incomodidad y malestares cada mes nunca más. Ya amaba su nueva vida.

HoSeok tomó ambos sobres, solo mirándolos, aun asumiendo los cambios que le ocurrieron y los que vendrían.

— HoSeok —El mencionado seguía mirando el sobre— HoSeok —YuGyeom volvió a llamarlo. Yoongi miró a HoSeok y movió su brazo, ahí fue cuando levantó la mirada. Cierto, ahora tenía otro nombre, lo había olvidado— En el estacionamiento hay un auto, aquí tienes —Le pasó las llaves.

El pelirrubio tomó las llaves, y las guardó rápidamente en el bolsillo de la bata que llevaba. Yoongi lo miró, tenía una expresión triste y ya suponía el porqué.

— Bueno, me voy. Volveré de nuevo, aún no sé cuándo, pero será en algún momento —Caminó hacia la entrada a paso tranquilo— ¡Adiós! —Y se fue.

Eran muchas novedades en un mismo día.

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