
✦3✦
―¿Por qué estoy tomando química de honores? ¿Soy un sádico? ―Jisung se quejó en su libro de texto, tirado en el suelo rodeado por un mar de páginas sueltas.
Minho suspiró, moviéndose en su cama y colocando el bloc de papel en el que había estado garabateando a su lado.― La palabra que estás buscando es masoquista. Y para responder a la pregunta, sí lo eres.
Era una escena común. Jisung a menudo dormia en el dormitorio de Minho para estudiar en lugar del suyo propio, alegando que Félix era un compañero de cuarto demasiado ruidoso para estudiar, y que extrañaba a Minho, incluso si ya habían pasado el día juntos. Hyunjin siempre lo tomó como una excusa para salir del dormitorio que él y Minho compartían para visitar a Félix.
No había ninguna razón por la que no hubieran solicitado formalmente el intercambio, pero era un hecho que ninguno de ellos estaba nunca donde realmente pertenecía.
Jisung miró a Minho, tratando de procesar lo que había estado insinuando con una expresión desconcertada.― ¿Por la química? ¿O algo mas?
―Algo más. ―bromeó Minho. Bromear con Jisung había sido mucho más fácil que el año pasado cuando estaban separados, la familiaridad regresaba con tanta facilidad que era como si nunca hubieran estado separados.
―Cuida tu boca, Lee, o podría empezar a pensar que estás tratando de seducirme. ―se rió Jisung, arrojándole la tapa de un bolígrafo en respuesta.
Minho esquivó la tapa del bolígrafo con facilidad, observándolo caer sobre su cama deshecha antes de volverse hacia Jisung.― ¿Y qué si lo estoy haciendo?
Eso fue suficiente para que Jisung perdiera su sonrisa y en su lugar mirara a Minho con los ojos muy abiertos. Minho negó con la cabeza. Para alguien que siempre actuó con tanta suavidad, Jisung era un idiota nervioso cuando se trataba de acciones.
―¿Vas a venir aquí? ―Minho hizo señas desde su posición en la cama. Fue todo el estímulo que Jisung necesitaba para abandonar su trabajo de química y optar por unirse a Minho en su cama. Minho se deslizó al otro lado, Jisung sentándose en el regazo de Minho.
A su vez, Jisung envolvió sus brazos alrededor del cuello de Minho, acercándolo más para que sus cuerpos estuvieran presionados uno contra el otro, la cama barata del dormitorio crujía bajo su peso combinado. Ninguno de los dos le prestó atención, en lugar de eso, juntaron sus bocas en un acalorado beso, Jisung metió una mano debajo de la camisa de Minho.
Momentos como este eran buenos para ambos, un descanso de su sobrecarga de trabajo universitario, en lugar de una oportunidad para perderse en la presencia del otro.
Se separaron después de unos minutos, con sonrisas a juego. Jisung se inclinó para besar la parte superior de la nariz de Minho.― ¿Qué he hecho yo para merecerte?
Minho puso los ojos en blanco.― Química de honores.
Un puchero falso encontró su camino hacia los labios de Jisung.― Solo me quieres por mi cerebro.
Eso hizo que Minho terminara en un ataque de risa, cualquiera que fuera el estado de ánimo que tenían antes de desaparecer tan rápido como había llegado. No pasó mucho tiempo hasta que Jisung se estaba riendo con él, tan fuerte que Minho no se habría sorprendido si Jeongin, el vecino de al lado, lo hubiera escuchado.
Cuando finalmente se calmaron lo suficiente, ambos se tiraron en la cama, la cabeza de Jisung sobre el pecho de Minho, escuchando los constantes latidos de su corazón.
El calor de Jisung casi hizo que Minho se durmiera, sus párpados se cerraron, cuando de repente se movió, agarrando el papel en el que Minho había estado garabateando previamente.― ¿Hey Qué es esto? ―él lo sostuvo.
Minho se quejó ante los movimientos de Jisung, amargado por haber sido interrumpido por lo que estaba a punto de ser una buena siesta.― No es nada.
―No parece nada. ―empujó la página en la cara de Minho.
Minho suspiró, sentándose. Tuvo que aceptar la derrota de no poder dormir la siesta con su novio encima, algo que había estado muy contento de hacer.― Planes de logotipos.
―¿Para?
―No mucho, solo un restaurante nuevo en la que estaba pensando. Probablemente solo sea una quimera. ―Minho había estado dándole vueltas a la idea de iniciar su propio restaurante de comida desde hace un tiempo, pero la idea parecía demasiado desalentadora, demasiado poco realista, que no podía clasificarse como algo más que un sueño.
Afortunadamente para él, Jisung estaba feliz de ser el empujón que necesitaba para convertir su sueño en realidad.
―Min, gatito, escucha. ―comenzó, empujándose sobre los codos para poder mirarlo―Si crees que tienes una idea, entonces mierda, síguela. Eres locamente inteligente y locamente talentoso, sé que podrías hacer cualquier cosa que te propongas.
Minho parpadeó un par de veces en un intento de procesar cómo una persona podía tener tanta fe en él.―Sung, no sé-
―Lo sé ―dijo Jisung para cortar a Minho―. Te conozco y sé de lo que eres capaz. Así que analicémoslo, ¿sí? Nada que perder con intentarlo.
Y eso parecía una buena razón para que Minho no siguiera discutiendo. Jisung no lo engañaría con algo que fuera una mala idea, eso lo sabía.
Se inclinó hacia adelante, presionando un beso en la frente de Jisung.― Gracias.
―En cualquier momento. Te amo ―ambos ojos se abrieron en estado de shock cuando procesaron las palabras que brotaron tan naturalmente de la boca de Jisung― tu cerebro. Sí. Amo tu gran cerebro. ―balbuceó Jisung en un intento de corregirse.
Las cejas de Jisung se juntaron con preocupación, habían estado juntos por más de dos años, y Jisung nunca se había equivocado así.― Por favor, ten más cuidado.
―Mierda, Minho, lo siento. ¡Pero mira! Lo dije y no estoy muerto. ¿Ves? ―dijo Jisung, gesticulando para sí mismo― Podría decirlo y hay un 99,95% de posibilidades de que no pase nada.
―No quiero correr el riesgo. ―espetó Jisung― No quiero arriesgarte.
Las facciones de Jisung se suavizaron ante el arrebato de Minho. Levantó una mano para acariciar la mejilla de Minho― Si te molesta tanto, tendré más cuidado. Lo prometo.
Minho se lanzó hacia Jisung, envolviéndolo en un fuerte abrazo y hundiendo su rostro en el pecho de Jisung.
Sabía que Jisung lo amaba; y Jisung sabía que Minho también lo amaba. No necesitaban decirlo con palabras.
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