☪-; Capítulo 38
【🐺🏯 -; Min Ho | Reino de Hielo】
Hyun Jin me desvistió lentamente como si estuviese disfrutando cada segundo y no puedo negar que yo lo estoy disfrutando al máximo. Había esperado tanto tiempo para que tocara todo mi cuerpo con sus suaves manos.
Después me dejó en libertad y ordenó con tono dominante—: Ponte en cuatro.
Acaté su orden sin pensármelo dos veces y esperé con la poca paciencia que me queda a que Hyun Jin diera inicio a una sesión intensa de sexo que estoy deseando desde la primera vez que lo vi.
Emití un gemido al sentir como Hyun Jin enterraba su rostro entre mis húmedos glúteos, lamiendo y chupando mi tembloroso trasero mojado que deseaba tener toda la atención del pelinegro que parece estar disfrutando mi sabor. La gran ventaja de ser un omega es que siempre estaré listo para darle la bienvenida al atractivo hombre que se encuentra muy ocupado.
—Empápame. Vente en mi cara— murmuró.
No pude evitar gemir nuevamente y sentí un calor que se extendió por todo mi cuerpo a causa de la excitación y deseo que no para de crecer; mis piernas temblaron y mi corazón se aceleró sintiendo la primera oleada de un dulce orgasmo anal. Llegué al límite y arqueé mi espalda.
Hyun Jin movió más rápido su lengua por dentro y fuera de mi entrada y otra ola hizo acto de presencia; un intenso y pulsante aleteo de orgasmo me hizo desear tener el pene del pelinegro dentro de mí para sentir mucho más placer. Hyun Jin se apartó y comenzó a besar toda mi espalda dispersando la humedad de sus mejillas por toda la zona hasta llegar a la parte posterior de mi cuello y después deslizó los dedos dentro de mi trasero tembloroso.
—Voy a hacer que vuelvas a venirte. Y luego voy a entrar en ti— susurró.
Los largos dedos de Hyun Jin deben de tener un master pues me hacen sentir tanto placer mientras masajeaba mi próstata y glándulas omega haciéndome gemir por lo alto sin poder evitarlo. Hyun Jin los metió y sacó más y más rápido haciéndome gritar y mis tetillas se endurecieron hasta que el pelinegro llevó su mano libre a una de ellas y comenzó a jugar.
—¡Amo! ¡Me vengo! — me tensé por completo y no pude evitar murmurar—: Mierda.
Mi trasero se estremeció al mismo tiempo que mi pene se puso demasiado rígido y mis testículos se apretaron. No pude evitar correrme sobre las sábanas y fue inevitable apretar los dedos de Hyun Jin que se encuentran dentro de mí y sentí un inmenso deseo de tener algo más grueso.
Miré sobre mi hombro al pelinegro y este sacó sus dedos para después llevarlos a su boca y los chupó para saborear mi dulce sabor que parece agradarle bastante. —Eres lo más hermoso que he visto nunca, además, tu sabor a fresas es malditamente magnífico.
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