Sesenta y ocho
CAROLINE, Sabrina y yo estábamos en albornoz, tan ridículos como mis pijamas, en la cocina discutiendo un plan para ayudar a Elena.
¿No os lo había contado?
Incendió su casa y ahora se ha mudado a la nuestra.
Me preocupa el hecho de que sea una pirómana pero cuanto más cerca la tenga, más puedo vigilar lo que hace.
Volviendo al presente, subo las escaleras con rapidez y abro la puerta para ver a los dos hermanos hablando.
¿Dónde están los gofres? -les pregunto asomándome por la puerta de su habitación con ganas de bajar para desayunar-
Buenos días para ti también -responde Damon irónico. Ruedo los ojos con diversión pero me acerco para prestarle más atención a ambos-
Buenos días, señores Salvatore. ¿Serían tan amables de indicarme donde se esconden los gofres? -repito haciendo una reverencia bastante torpe haciéndolos reír-
En el estante de arriba detrás de esos cereales llenos de azúcar -señala Stefan haciendo énfasis en las últimas palabras-
Gracias, cariño -respondo corriendo de nuevo hacia la salida. Retrocedo sin ser capaz de no mostrarles un mínimo de amor y rio al escuchar a Damon haciendo la cuenta atrás. Beso la mejilla del peligro y dejo un corto pero dulce beso en los labios de mi novio. Visualizo a ambos una última vez y finalmente me marcho a desayunar-
SIN recordar como acepté esto, me encontraba en el gimnasio lleno de animadora y personas apoyándolas.
Caroline pensó que volver a reunirnos a todas en sitios como estos nos traería a la normalidad pero cuando alguien se cayó y los ojos de Sabrina comenzaron a cambiar, nos pusimos en alerta.
Tiro de su brazo y la saco de allí a la fuerza hasta llegar al baño.
No me gusta esto -se queja ella sujetándose a uno de los lavabos-
Le diré a Stefan que traiga una bolsa, ¿vale? -anuncio tecleando el teléfono con rapidez. Poco después, Stefan se encuentra entre nosotras ofreciéndole el envase con sangre-
¿Por qué no vamos a casa? -nos sugiere el vampiro mientras rodea mis hombros con su brazo-
No puedo, estoy aquí por Elena -le recuerdo apoyando una de mis manos sobre la suya- pero, Sabrina, tú si deberías irte. Hay muchas personas que puedes lesionarse hoy. Elena lo entenderá, no te preocupes
Lo siento -murmura la pelirroja soltando un suspiro-
Es normal, aunque no lo parezca, eres una vampira nueva aún -le recuerda Stefan mostrando empatía por ella. Mi prima aprieta mi mano como consuelo durante unos segundos y luego se marcha-
Volveré lo antes posible -le explico a mi novio dejando un beso en sus labios-
STEFAN y yo estamos juntos en su habitación.
Yo estoy buscando algo que ponerme tras haberme dado una ducha y él me da ideas para animar a nuestra amiga.
Sabrina está en el sofá del salón intercambiando mensajes, por la sonrisa que estaba plantada en sus labios deduzco que a Damon, metida en su propio mundo.
Los dos nos miramos a la vez al escuchar una tenue música y, como si estuviera preparado, salimos corriendo de la habitación. Me pongo los pantalones dando un par de saltitos mientras bajo las escaleras para encontrarme a un gran grupo de estudiantes del instituto entrando a la casa.
Elena dirige el paso con una botella de alcohol en la mano mientras ríe mientras Sabrina le mira confusa.
Me subo la cremallera y termino de bajar hasta llegar a su lado.
¿Qué está pasando? -le pregunto por encima del sonido de la música-
Elena está como una cuba -señala Sabrina viendo a la nombrada bailando encima de una mesa- pero parece pasárselo bien.
¿La dejamos? -pregunta Caroline a mi otro lado- hace tiempo que no la vemos así. Sé que está mal, pero si quiere ser una adolescente normal, esta es una buena idea
Solo por hoy, y tendremos que vigilarla por si acaso -les pido mirando a los tres- Sabrina, ten cuidado, ¿vale?
Estaré bien -afirma la pelirroja para luego robarle una botella a alguien, tomar la mano de la otra vampira y mezclarse entre la multitud-
Entonces...¿nos vamos a desmadrar o no? -pregunto ahora mirando a Stefan-
¿Recuerdas que tengo un pequeño problemilla con eso? -apunta el vampiro mirando a su alrededor- cuando me descontrolo mucho, acabo matando a gente
Tranquilo, Stef, yo te vigilaré y cuidaré -susurro con una sonrisa inocente. Le ofrezco mis manos y este, tras haberme mirando por un tiempo pensando en mí propuesta, toma mis manos y acepta. Beso sus labios cortamente y comienzo a caminar entre los demás sin soltarle-
UN RATO después, los invitados se habían ido.
¿Qué significaba eso? Tener que recoger todo el desastre que dejaron.
Riley, ¿qué estás haciendo? -me pregunta Stefan entrando a la sala-
¿Recoger? -respondo confusa metiendo más vasos en la bolsa de basura-
Déjalo para mañana. Ya es tarde -me recuerda él quitando con delicadeza la bolsa en mi mano y dejándola en una esquina-
¿Crees que esto le ha servido de algo? -pregunto mientras recojo mi pelo en un moño-
No lo sé, pero ten por seguro que esta noche todos lo hemos pasado bien -afirma Stefan apoyando sus manos en mis hombros y agachándose un poco para conseguir que mi mirada chocara con la suya- ¿tú estás bien?
Sí, solo quiero que todos estén bien. No he podido salvar a Sabrina y temo que Elena vaya por el mismo camino -confieso dejándome caer en su pecho. Él me rodea con sus brazos y me eleva del suelo para sentarse en el sillón-
Cariño, nada de esto es tu culpa -comienza el vampiro acariciando mi espalda- Elena tiene mucha suerte de tenerte. Bonnie y Caroline te quieren muchísimo, y ellas saben que harías cualquier cosa por verlas bien. ¿Y de verdad vamos a hablar de tu prima? Sé que convertirse no entraba en sus planes pero también que prefiere estar viva de esta forma a no poder seguir a tu lado. Se está acostumbrando muy bien, diría que lo manejó mejor que yo.
Te quiero, Stefan -respondo pegándome más a él. Noto sus labios en mi mejilla mientras su mano sube a mi pelo para acariciarlo-
Y yo a ti, Riley -contesta Stefan separándome un poco para conseguir que le viera de nuevo- Recuerda que eres una buena persona. Literalmente hace menos de diez minutos estabas recogiendo la basura que otros habían dejado porque dejaste que tu amiga hiciera una fiesta para olvidarse de su dolor
Está bien, puede que no sea un monstruo -acepto soltando una pequeña risa mientras sus pulgares limpiaban mis lágrimas. Deja pequeños besos por toda mi cara y con ese simple gesto ya me encuentro mejor-
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