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Capítulo 4

Wanda se encontraba en su departamento, ya había pasado dos días que paso el día entero con Percy, decir que estaba feliz era mentira, y por un momento no penso en Belly y Tommy, y no sabía como sentirse, ellos eran sus hijos, pero ahora ya no dolia tanto como antes.

Soltó un suspiro mientras miraba como Devon jugaba con una manta qué ella le colocó, sonrío al sentir la magia emenar de él, no le tomo ni un segundo al saber que ese lindo perro, es un guardián, o en pocas palabras un familiar, jamás en sus años de vida había visto y sentido algo así.

Se levantó de donde estaba sentada y camino hacia la cocina a prepararse algo de comer, pero algo en su corazón le decía que algo no estaba bien, algo estaba pasando y tenía que averiguarlo.

Salio de la cocina y camino hacia la puerta, tomo su abrigo, se colocó sus botas negras, al igual que su abrigo, tomo su bolso y sus ojos verdes miraron al pequeño canino que la miraba fijamente con sus ojos bicolor.

-Ahora vuelvo, Devon, portate bien -le dijo Wanda al perro qué sintió como si la entendiera.

Sin más Wanda salió del departamento, una vez que salió del edificio, camino hacia un callejón donde abrió un portal donde la llevaría a California, no sabía, pero le estaba haciendo caso a su intisto ¿materno?, no sabía muy bien.

Wanda aprecio en un callejón, salió de el y un vuelco dio su corazón, al ver las calles parecidas, donde en su universo se encontraba la cede de los vengadores, sin dejar que las ganas de llorar se apoderen de ella, salió del callejón, y dejo que su magia la guíe.

Luke Castellan, con tan solo dieciséis años, se encontraba exhausto. La misión que su padre, Hermes, le había encomendado había sido más ardua de lo que cualquier niño de su edad debería enfrentar. Con cada paso que daba, sentía cómo sus fuerzas lo abandonaban, como si cada gota de sudor llevara consigo un poco de su energía vital.

El callejón estaba oscuro y silencioso, un reflejo de la soledad que sentía en su corazón. La cicatriz en su rostro, un recordatorio constante de los peligros que había enfrentado, comenzó a sangrar nuevamente, tiñendo su piel pálida con líneas carmesí. Se apoyó contra la fría pared de ladrillo, permitiendo que la oscuridad lo envolviera, y cerró los ojos, deseando que todo fuera solo un mal sueño.

Fue entonces cuando la sintió, una presencia cálida y reconfortante en medio de la penumbra. Wanda Maximoff, con su aura de poder y compasión, lo encontró.

- ¿Oh mi niño que te ha pasado? - pregunto aquella mujer de cabellos rojos, mientras tomaba con suavidad sus mejillas.

Luke queira responder, pero las palabras no salían de su boca, sus ojos apenas veían la fijura frente al, pero podía sentir que aquella mujer no lo lastimaría.

Con una suavidad que contrastaba con la crudeza de su entorno, ella lo levantó en sus brazos y lo llevó a un lujar donde él no sabía, pero no puedo investigar más, cuando todo se volvió negro.

Wanda sujeto al adolescente en sus brazos, abrió un portal directamente a su departamento, una vez ese espacio seguro, Wanda cuidó de Luke con una ternura maternal.

Vendó su herida, limpió su rostro y le ofreció palabras de consuelo que calaron hondo en su joven espíritu, una vez que el niño volvió a recuperar la conciencia.

Por primera vez en mucho tiempo, Luke se sintió protegido, como si las sombras que lo habían perseguido durante tanto tiempo finalmente se hubieran disipado.


Luke se despertó al otro día, su mellija dolía, pero era un dolor soportable, cerró sus ojos y los recuerdos de la noche anterior llegaron como bala a sus mente, hasta el momento que fue consolado por aquella mujer de cabellos rojos y ojos verdes claros.

Luke abrió los ojos, encontrándose con la mirada intensa pero vacilante de un niño rubio y de ojos azules vesdosos.

-¿Quién eres?-preguntó el niño con un hilo de voz.

-Soy Luke -respondió, su voz aún ronca por el sueño -¿Y tú?

-Percy Jackson -dijo él, y por un momento, una chispa de reconocimiento cruzó su mirada antes de ser reemplazada por una cautela renovada.

Antes de que pudieran continuar, la puerta se abrió suavemente y Wanda entró, llevando una bandeja con un desayuno humeante. Su presencia llenó la habitación con una sensación de calma.

-¿Cómo te sientes? -preguntó Wanda, colocando la bandeja frente a Luke.

-Mejor -admitió Luke, aunque su cuerpo aún recordaba el dolor de la noche anterior -No quiero sonar grosero, pero como ¿se llama? - pregunto mirando a la mujer frente a él.

-Oh tranquilo -dice dándole una sonrisa cálida - Soy Wanda Maximoff - se presentó sin quitar su sonrisa.

Hablaron brevemente, intercambiando palabras en un baile cuidadoso de preguntas y respuestas. Wanda le aseguró que estaba seguro, y Percy observaba la interacción con una curiosidad silenciosa.

Finalmente, Wanda se puso de pie.

-Deberías comer algo y descansar - dijo con una sonrisa amable -Hablaremos más tarde - dice para hacerle un gesto a Percy.

Percy asintió hacia Luke antes de seguir a Wanda fuera de la habitación, cerrando la puerta con suavidad detrás de ellos. Luke se quedó solo, con el aroma del desayuno llenando sus sentidos y un millón de preguntas girando en su mente.

Luke se quedó solo, su mirada perdida en el techo mientras los sonidos amortiguados de los pasos de Wanda y Percy se desvanecían en el pasillo. Un torbellino de emociones lo asaltó; alivio por la seguridad que le proporcionaba la habitación ordenada, confusión por la presencia de esos dos extraños que parecían conocerlo, y una curiosidad ardiente sobre cómo había llegado a ese lugar.

La preocupación por todo se había disipado, reemplazada por una sensación de intriga hacia la mujer de cabellos rojos. Wanda, con su voz suave y sus ojos que reflejaban una mezcla de fuerza y compasión, había dejado una impresión en él. ¿Quién era ella? ¿Y qué quería de él?

Percy, por otro lado, era un enigma. Su nombre le sonaba familiar, como un eco de una vida pasada, pero no podía recordar dónde o cuándo lo había escuchado. La forma en que lo miraba... había algo en Percy que le hacía querer confiar en él, a pesar de la cautela que le dictaba su instinto.

Y luego estaba el desayuno, un gesto tan mundano y sin embargo tan reconfortante. Alguien se había tomado el tiempo de cuidar de él, y eso era algo que no podía ignorar. Con cada bocado, sentía cómo su fuerza regresaba, cómo las piezas de su memoria comenzaban a encajar lentamente.

Luke sabía que tenía que mantenerse alerta, que había preguntas que necesitaban respuestas y misterios que resolver. Pero por ahora, permitiría que el calor del sol matutino que se filtraba a través de la ventana y el sabor del desayuno lo reconfortaran. Por ahora, descansaría.

1163 palabras

Wanda y Luke

Percy y Devon

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