Capítulo 3
Perceo Jackson, conocido también como Percy, era consciente desde muy pequeño de que no era como los demás niños. Con TDAH y dislexia
, su vida escolar estuvo llena de expulsiones y etiquetas de "niño problemático". Pero su percepción de la normalidad cambió cuando su madre le presentó a Wanda, una mujer de cabello rojo y ojos verdes que escuchaba con interés sus historias de dioses y héroes.
La conexión que Percy sintió con Wanda era tan profunda como la que tenía con su madre. En los días que siguieron, la presencia de Wanda se convirtió en un refugio seguro para él. Y aunque pareciera una locura, Percy sabía que había algo especial entre ellos, un lazo invisible que los unía.
Un día, su madre le dijo que no podría recogerlo de la escuela, pero que Wanda pasaría por él. A Percy no le importaba, prefería esperar a Wanda antes que al desagradable Gabe.
Mientras Percy esperaba en la entrada de la escuela, una mezcla de nerviosismo y emoción burbujeaba en su interior. ¿Y si Wanda no venía? ¿Y si algo malo había sucedido? Pero entonces, la vio. Wanda se acercaba con su paso confiado y una sonrisa que disipaba todas las preocupaciones de Percy. Al verla, algo dentro de él se iluminó, como si cada vez que ella estaba cerca, los problemas y temores simplemente se desvanecieran.
—¡Percy!—exclamó Wanda con alegría—¿Listo para una nueva aventura?
Percy asintió con entusiasmo, sin saber que esa tarde sería el comienzo de una serie de eventos mágicos que cambiarían su vida para siempre.
Sally Jackson, se encontraba caminado tranquilamente por los grandes calles de Nueva York, con solo una cosa en mente, hablar con su abogado, ella no sabía las cosas que el destino le tenía preparado, pero sabía cómo sobrevivir, se casó con un hombre desagradable, por que el hombre desprendida un olor desagradable que cubría el olor divino de su hijo y eso lo mantuvo a salvo por años.
No le importaba sufrir maltrato por parte de Gabe, le importa más la seguridad de su hijo, su dulce niño este bien.
Sabía que era egoísta de su parte no mandarlo al campamento mestizo, pero ella es madre, y quería a su hijo a su lado por un poco más de tiempo.
Soltó un suspiro cuando llego a la oficina de su abogado, con decisión entró al local, hablo con la asistente, la cual le dijo que él Señor Nathan Marks, el abogado de su tío, que paso a ser de ella.
— Sally — saludo el hombre mirando a la castaña, aquella que conocía desde que era una niña.
— Hola tío — devolvió el saludo mientras se sentaba al frente del hombre mayor de cabello canoso y ojos cafés — Necesito hablar contigo de algo serio — la voz de castaña sonaba sería.
Nathan se coloco recto y adoptó una forma seria, pero por dentro estaba preocupado, la última ves que vio esa seriedad fue cuando decido tener a Percy.
—¿Que puedo hacer por ti? — pregunto.
Los ojos de Sally brillaron, por las emociones que tiene dentro de su ser, no sabía si era paranoia o por precaución y el viene este de su hijo.
—Quiero hacer un testamento — Sally dice ignorando la mirada del hombre frente de ella.
Ella no era una Diosa o un ser inmortal, ella es madre y una madre haría de todo para que su hijo esté bien y más si ese hijo es hijo de un Dios.
Las risas llenaban el aire mientras Wanda compartía con Percy las travesuras de su infancia junto a Pietro. A pesar de la nostalgia, había aprendido a recordar a su hermano con alegría en lugar de tristeza.
Percy, entre risas, disfrutaba de la compañía de Wanda. Después de un agradable almuerzo, ahora saboreaban helados mientras paseaban por el parque.
— Éramos muy pequeños, unos seis o cinco años, cuando papá nos llevó al lago para disfrutar de un día en familia — Wanda retomó su relato con una nueva anécdota — Pietro y yo estábamos a punto de meternos al agua cuando él sugirió que nos tiñéramos. Yo acepté y fui la primera en sumergirme, pero cuando llegó su turno...
—¿Él no se lanzó? — interrumpió Percy, con una sonrisa y su helado en mano.
Wanda lo miró y soltó una carcajada contagiosa, que hizo eco en el parque y arrancó sonrisas incluso al niño de ocho años que los acompañaba.
—Por supuesto que se lanzó — dijo Wanda, recuperando la compostura — Pero lo hizo de espalda en la parte menos profunda y empezó a gritar: "¡Me ahogo, me ahogo!", aunque el agua apenas le llegaba a los tobillos — la risa volvió a apoderarse de ella y de Percy.
Continuando con la historia, mientras se reponían de la risa, Percy notó algo moverse entre los arbustos. Con curiosidad, se acercó y descubrió a un pequeño perro husky de dos meses, con un ojo marrón y otro azul, mirándolos tímido pero juguetón. Percy se agachó y extendió su mano, permitiendo que el cachorro se acercara y olfateara con cautela.
—Hola, pequeño — susurró Percy, mientras el husky lamía su mano con afecto.
Wanda se unió a ellos, y juntos decidieron que el cachorro necesitaba un hogar. Percy, con una sonrisa, decidió llamarlo Devon.
—Devon, ¿te gusta ese nombre? — preguntó Percy, recibiendo un alegre ladrido como respuesta.
Wanda prometió que cuidarían de Devon juntos, sellando así una nueva amistad entre ellos y el pequeño husky bicolor.
905 palabras.
Percy y Wanda
Percy y Devon
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro