La sumisión de Ringo se había convertido en una rutina para George, cada día era un nuevo acto en el teatro del control donde George interpretaba el papel de amante devoto y carcelero despiadado.

Sin embargo, la tranquilidad superficial escondía la tormenta de emociones que se arremolinaban dentro del joven de ojos azules.

Las noches eran las peores, en la oscuridad, las paredes parecían cerrarse sobre él y los susurros de George se convertían en cadenas invisibles que lo mantenían atrapado.

La proximidad física, que en otro contexto podría haber sido reconfortante, aquí era una tortura psicológica constante.

── Sabes que no puedes vivir sin mí.──  Murmuraba George estando encima del otro tras haber acabado el acto sexual y acariciaba los cabellos de su pareja. ──Todo esto es por nuestro amor, eres mío y yo soy tuyo.──

El cuerpo de Starkey respondía a las caricias con una mezcla de repulsión y necesidad, cada toque, cada palabra susurrada, erosionaba su resistencia. La constante vigilancia y el control absoluto sobre cada aspecto de su vida habían convertido a George en la única realidad tangible.

Un día, mientras George estaba fuera de la habitación, encontró un espejo pequeño, al mirarse, apenas reconoció al hombre que le devolvía la mirada.

Sus ojos, una vez brillantes y llenos de vida, ahora estaban apagados y vacíos. Las cicatrices físicas y emocionales eran evidentes, podía ver en sus brazos aquellos piquetes de las agujas cuando George lo drogaba, podía ver las mordidas que el otro le hacía con recurrencia, los chupetones en su cuello, pero lo que más le dolía era su corazón y sentirse tan asfixiado en ese lugar, el sentir que su vida perdió propósito aunque la misma girara alrededor de George.

En un momento de desesperación por el asco que se tenía al verse reflejado rompió el espejo, tomando uno de los fragmentos afilados.

La idea de terminar con su sufrimiento, de escapar finalmente de la jaula dorada cruzó por su mente, el aliento de la libertad, el dejar de sufrir y que George me hiciera tanto daño pese a decir que se amaban, no lo dudó, cuando apenas hizo un pequeño corte en su muñeca viendo como la sangre comenzaba a brotar vió como George entraba a la habitación en un estado totalmente endemoniado viendo sus pupilas totalmente dilatadas y su cabello castaño oscuro totalmente desparramado, estaba furico, estaba lleno de ira.

── ¿¡Qué mierda crees que estás haciendo!?.── Gritó George quitándole el fragmento de espejo para tirarlo lejos y ahí lo agarro de la muñeca,su agarre fuerte y doloroso. ──¡No puedes dejarme! Eres mío Richard, siempre serás mío.──

Las lágrimas del muchacho cayeron silenciosamente, su cuerpo temblando bajo el peso de la desesperación.

George notó eso y lo abrazó, sus manos firmes pero llenas de una retorcida ternura se abrían paso para envolver a su pequeño novio.

── No puedes huir de mí, amor... Incluso en la muerte, seguirás siendo mío, nunca te dejaré ir.──

[...]

La amenaza de la agresión sexual se convirtió en una herramienta de control aún más poderosa. George usaba la intimidad forzada como una forma de reafirmar su dominio, convencido de que cada acto reforzaba su conexión y su gran amor mutuo.

──Ésto es amor.── Susurraba George mientras besaba la espalda de su novio dando profundas embestidas contra su culo, podía ver cómo su chico luchaba por contener sus lágrimas. ──Cada caricia, cada beso, es una prueba de lo que compartimos, no hay nada más puro que esto.──

El ciclo de abuso se intensificaba y la mente de Richard ya frágil, comenzaba a desmoronarse.

Los días se convertían en un borrón de dolor y sumisión, donde la voluntad de George se imponía sobre cualquier intento de resistencia.

La espiral de desesperación era ahora una caída libre y Starkey se encontraba atrapado en un abismo del que no veía salida.