Capitulo 7: Mí amor por la guerra.
Ambos oponentes se vieron fijamente, y sin perder ni un solo segundo se lanzaron contra su rival.
Marte atacó con su lanza pero Yue Fei lo esquivó y arremetió con su abalarda, la cuál también fue esquivada. La velocidad en los ataques de Yue había aumentado significativamente.
- Y-Yue...h-hijo mío.- Murmuraba Yao Shi, aterrada de lo que estaba presenciando.
Ambos oponentes se lanzaron nuevamente en un choque de fuerzas que agrietó el suelo y ambos hombres se sumieron una lucha de fuerza que los hizo estremecer. Marte retrocedió ante la fuerza de Yue Fei y se vió obligado a romper la lucha de fuerzas.
¡Δόρυ του Άρη - Πέταλα Juno!
[Lanza de Marte - Pétalos de Juno]
Y una lluvia de estocadas salieron a altas velocidades hacía el oponente de Marte quién se vió obligado a defenderse con su abalarda. Esquivo las acometidas de Marte pero muchas de ellas le dieron de lleno, haciéndole más heridas y cortes.
Pero eso no detuvo a Yue Fei, quién se lanzó contra Marte y atacó con su abalarda.
Movió su arma a grandes velocidades y logró hacer un corte en el pecho de su oponente, una línea recta muy similar a la que Lu Bu le había propinado a Thor hace ya mil años atrás. La sangre caliente cayó al suelo pero Marte no perdió la oportunidad de atacar con su lanza para cortar al humano por la mitad pero este logró esquivarlo por un pelo.
Marte sonrió y lanzó una nueva acometida, pero Yue Fei atrapó la hoja del arma con sus manos.
- ¡Ataques y embestidas, puñaladas y destrucción! ¡Ninguno cede ni se rinde! -
Ante ese flashback, Thor liberó unos cuantos rayos de emoción y no pudo evitar enterrar sus manos en el trono de piedra. Sin duda podía sentir que estaba ahí, en el campo de batalla, un recuerdo vivo.
Ares se inclinó hacía adelante, sorprendido por lo que estaba mirando.- Es increíble...-.
- Por supuesto que lo es, Marte es un verdadero Dios de la guerra - Dijo Dionisio sonriendo, Ares le dió un puñetazo.
- Pero...siento que se está conteniendo mucho en este combate, pudo haberlo matado mucho antes.- Dijo Hermes, pero rápidamente se retractó.- No, no no... él está probando a su rival, no puede darse el lujo de subestimarlo.- Murmuró.
- Exactamente, él no puede declararse el ganador sin haberlo dado todo.- Dijo ahora Dionisio.
- Sin embargo... él se proclamó ganador hace un segundo, tal vez pensó que el humano no podía dar más.
- ¡Vamos hermano! - Gritaron las dos Diosas Romanas.
Marte y Yue de unieron nuevamente en una batalla de fuerzas. Marte empleó su poder para seguir el curso de la lanza pero Yue Fei apretaba el filo con sus manos, incluso una de sus manos soltó la hoja y pudo conectar un golpe limpio con la puntas de sus dedos en el cuello de Marte.
El Díos Romano fue aturdido, y un segundo ataque del mismo tipo dió de lleno en su nariz y está se reventó por completo.
Sangre y chorros de líquido rojizo brotaban de su nariz destrozada y debido a esto, perdió la concentración y Yue lo atacó con una patada alta en la mandíbula.
El Díos cayó de rodillas al suelo y hubiese sido decapitado de no ser por qué tomó su lanza a tiempo y la enterró en el pectoral derecho de Yue, haciéndolo retroceder en su ataque. Aunque el arma no había perforado totalmente su cuerpo
- Manejo de armas y combate cuerpo a cuerpo, Yue no es humano...- Murmuró asustada Minerva.
- No... él es un pedazo de hierro.- Dijo Diana.
Ambos oponentes retrocedieron, presos del dolor y el agotamiento físico. Yue sujetaba fuertemente su abalarda, en su mirada se podía ver qué estaba listo para usar su siguiente movimiento.
Apretó fuertemente el arma con sus manos y se preparó.
- Parece que el humano planea hacer algo.- Murmuró Dionisio, Ares y Hermes guardaron silencio.
Brunhilde apretó los labios y Gëir se mordía las uñas con fuerza. Tang Huai, Zhang Xiang y Wang solamente vieron con creciente asombro lo que venía.
Yue Fei manejaba las armas nobles de China; La espada, el arco, la abalarda y el hacha. Cada arma tenía su movimiento especial y Yue lo sabía perfectamente; ahora era turno de su abalarda. Tomó fuerzas y se abalanzo contra el rival, apretando sus dientes y preparado para dar el último golpe.
Marte lo vio venir así que también se preparo, sostuvo su lanza y la hizo girar como si fuese un taladro con tal rapidez y potencia, que está comenzó a humear y a lanzar pequeñas motas de fuego. Minerva y Diana sabían lo que venía, era la segunda vez en sus vidas que veían a Marte usar esa técnica, la primera vez había sido hace ya muchísimos años.
- Ese es...-
- Si, su técnica más poderosa y la usará contra un humano...esto es sorprendente.- Respondió Minerva.
Marte respiró profundo y también se lanzó hacía su oponente, ambos preparados para dar el golpe definitivo. Yue sujetó su arma y de lanzó directo a su rival al mismo modo que Marte.
" - Humano, jamás has conocido la derrota...mi mayor deseo, es la guerra. Combatir hasta el final de mis días, librando la mejor batalla.-"
[...]
- ¡Mi señor, mi señor...! - Un hombre llegó corriendo hacía el lugar donde Marte solía sentarse a meditar.
Un cabeza dura como él, jamás fue alguien que sintiese algún tipo de interés en alcanzar la paz interior. Pero debía admitir que la práctica de la meditación era muy relajante y servía para despejar el estrés físico y mental. Marte abrió sus ojos, luego de cinco años de meditación perpetua, los colores y el brillo del sol lo dejaron levemente ciego.
Buddha se burlaría de él por eso, solamente cinco años, eso era de novatos.
- ¿Que necesitas, Mercurio? - Dijo Marte, tajante y añorando volver a su meditación.
El mensajero de los Dioses llegó hasta el pie de la enorme roca en la que Marte estaba sentado en posición de loto, realizando un perfecto zazen que haría llorar al más experto Sintoista. Mercurio hizo uso de su habilidad de vuelo, hasta que finalmente estuvo cara a cara con la deidad suprema del panteón. Hace años, el que un Dios menor mirase al líder a la cara era una ofensa castigada con la muerte, pero Marte no era así.
- ¡Mi señor, el reino está bajo ataque! - Informó. Rutina diaria desde que Júpiter había fallecido.
Marte dejo a los guerreros de Roma la defensa del reino, ya que por algo existía el ejército romano. Él necesitaba vivir su duelo en soledad, y no podía estar haciendo el trabajo de otros soldados.
Nadie se opuso a esto, ni sus hermanas ni su madre, quienes sabían que Marte era el más cercano a su padre por mucho. Júpiter era unido a su familia, pero Marte era algo completamente diferente.
Hace un tiempo que falleció, destrozando los corazones de todo el panteón Romano, incluso aquellos que jamás fueron sus amigos. El trono había pasado a ser propiedad de Juno, su esposa, mientras Marte vivía su duelo. Una vez terminado el duelo de Marte, él sería nombrado Dios supremo del panteón.
Marte se encogió de hombros, le dió la espalda a Mercurio y cerró sus ojos con la intención de volver a su meditación. No iba a hacer nada, no era su problema.
- Envía a los soldados, ellos podrán hacerse cargo.- Espetó.
- Mi señor, no se trata de cualquier amenaza...se trata del gigante Nerón, ha despertado y ya a destruido todo a su paso hacía el castillo.- Le explicó y por un segundo despertó el interés de Marte.
Nerón fue un gigante que luchó contra Júpiter hace muchísimo atrás y fue desterrado a las cavernas más profundas del panteón. Con la muerte de Júpiter, cientos de monstruos y enemigos del reino intentaron atacarlo y adueñarse de lo que alguna vez fue de uno de los Dioses más poderosos y queridos.
Minerva y Diana supieron manejar las situaciones, a su manera han mantenido el reino a salvo, a pesar de estar enfrentando sus propios duelos personales. Pero Nerón era algo completamente diferente, una amenaza de grandes niveles.
- Él ha amenazado con destruir el castillo y... él... él ha dicho que...- Las palabras de Mercurio no tenían sentido, balbuceaba y no se atrevía a mirar a Marte a los ojos.- ¡Él dijo que violara a la reina Juno! -
Y en ese momento, la mirada de Marte se tornó oscura.
- Llévame con él.-
Nerón alzó su puñetazo y dió un golpe limpio al suelo, haciendo retumbar todo a su alrededor y alzando enorme cortina de humo enormes y abriendo una grieta que se extendió varios kilómetros. Las montañas de alrededor de la ciudad se derrumbaron y la destrucción acabó con cientos de vidas inocentes.
- ¡Retirada, retirada vámonos de aquí! - Gritó uno de los capitanes del ejército Romano, ante la inminente derrota.
- ¡Nadie se retira, este gigante no llegara al castillo! - Grito Minerva, y acto seguido se lanzó a la batalla.
Corrió con su lanza en mano y una vez estuvo cerca, la lanzó hacía el gigante llegando al pecho del su oponente y de su lanza emergió una cadena, con sus piernas dió un salto y usó dicha cadena para balancearse en el aire y llegar al rostro.
Una vez estuvo a su altura, empuñó una espada y atacó directamente la cara del gigante.
- ¡Minerva! ¡Maldita sea, todos reagrupense y volvamos a la murallas, abriremos fuego desde allá - Gritó Diana desde su caballo.
- ¡Ya la oyeron, muevanse muevanse muevanse! - Gritó uno de los capitanes.
Los jinetes y los pocos soldados corrieron, atravesando la ciudad y evitando a toda costa la lluvia de escombros que se cernía sobre ellos.
- [Bestia de Roma: espada de rayo] - Gritó ella, moviendo su arma con una velocidad superior a la de cualquier Dios.
Nerón recibió el ataque de lleno y su ojos fue rasgado, haciendo salpicar una lluvia de sangre. El gigante soltó un poderoso grito de dolor y con su mano, atrapó a Minerva en el aire para azotarla contra el suelo sin piedad, luego remató pisando a la Diosa.
- ¡Lady Minerva ha caído, abran fuego! - Gritó el capitán lanzando una orden que reverberó por el aire.
Uno de los soldados hizo sonar un enorme cuerno de batalla cuyo ruido fue tan potente que fue capaz de dejar aturdido al mismísimo Nerón.
Desde la distancia los muros de la ciudad oyeron el sonido del cuerno y un total de 20 cañones apuntaron al gigante.
- ¡Fuego! - Ordenó uno de los capitanes ubicado en la cima del muro.
Así fué, las balas viajaron a gran velocidad e impactaron el cuerpo del gigante quién lanzó un grito de dolor al ver que su brazo casi se fractura debido al bombardeo masivo. Más de 20 proyectiles simultáneos le dieron de lleno en diferentes zonas del cuerpo gigante.
Diana observó con horror, e inmediatamente ordenó el cese al fuego, histérica y colérica.
- ¡Bajen los cañones, mi hermana está metida en med--! - Gritó pero fue interrumpida de golpe.
- ¡CUIDADO! -
Un enorme bloque fue arrojado por el gigante y este impactó de lleno en uno de los edificios, derrumbandolo completamente y destruyendo todo. La construcción casi aplasta a Diana y los demás, quienes se vieron afectados por la lluvia de escombros que cayeron sobre ellos. El caballo de Diana fue golpeado en un costado y la Diosa cayó al suelo de bruces, golpeándose duramente contra las calles.
Nerón rugió y lanzó un nuevo bloque contra los muros, destruyendo varios cañones y creando un terremoto que terminó por sacudir todo el reino. A duras penas, Diana logró alzar la vista, cuando vió a Minerva trastabillar débilmente hacía ella. Tenía un brazo roto y estaba llena de heridas y moretones qué dolían como el mismísimo infierno, sin contar el hecho de que todo a su alrededor era polvo y ruinas.
- ¡H-hermana...! - Chilló Diana.
Minerva llegó como pudo a ella y la sujetó para ayudarla a levantarse, pero era una labor muy complicada ya que ambas estaban gravemente heridas. Ambas verían con pánico como el panteón sería destruido por ese gigante.
- ¡JÚPITEEEEEER! ¡ESPERO QUE VEAS BIEN COMO MASACRO TU REINOOOO! - Vociferó Nerón con todo su poder.
El galope de un caballo resonó cerca de ambas Diosas, haciéndolas sentirse plenamente confundidas, ya que no tenían idea de quién se acercaba al campo de batalla. El jinete tuvo que bajarse debido a que los escombros impidieron su paso, pero él solo pudo abrirse caminó hasta el centro de la batalla.
Un hombre alto y realmente musculoso, vistiendo una armadura de batalla, sujetando un escudo y una enorme lanza de guerra.
Su mirada afilada y felina se enfocó en la bestia que amenazó con destruir su hogar, y la furia de su interior fue demasiado intensa.
- ¡Marte! - Dijeron ambas Diosas al mismo tiempo.
- ¡Así que el bastardo vino a luchar! ¡Lárgate de aquí maldito insecto! - Exclamó Nerón con arrogancia.
Marte miró levemente a sus hermanas y apretó los dientes, cada vez más furioso con el oponente.- Quédense aquí, vuelvo en un minuto.
- ¡Uyyy que arrogante! ¡Un bastardo de Júpiter no me va a derrotarme, traeré el caos y la destrucción a su reino, y nadie podrá impedirlo! -
- Yo soy Marte, hijo de Júpiter y Juno, Dios de la guerra y guardián de este reino...¡Y no dejaré que ensucies el nombre de mi padre! ¡Voy a destruirte! - Vociferó.
Y dichas estás palabras, Marte de lanzo a la batalla contra Nerón. El gigante atacó con su puño pero Marte pudo evadirlo y subirse en el brazo de Nerón con suma facilidad.
Corrió por él con todas sus fuerzas y dió un poderoso salto para evadir la otra mano que planeaba matarlo como si fuese un mosco.
- ¡Maldito gusano! - Nerón impactó un golpe al cuerpo de Marte.
El puño de Nerón se estampó contra una pequeña montaña de escombros con Marte pegado a él, pero el Dios habría podido levantar el escudo a tiempo para reducir el daño ocasionado.
Aún así, estaba cubierto de una ligera capa de sangre espesa y caliente.
El cuerpo de Marte comenzó a emanar vapor mientras su piel se tornaba rojiza, y en un parpadeó lanzó un nuevo ataque está vez directo a una de las piernas del gigante. Con un movimiento de su mano usó el filo para rasgar su carne y dejar inmovilizada su pierna derecha, haciendo que el gigante se pusiera de rodillas.
- ¡Maldito! - Exclamó, tomando su enorme maza y estampando un ataque que Marte pudo evadir y contraatacar.
El Dios usó su lanza para dar un golpe de gracia al gigante, usando todas sus fuerzas y poder para acabar con su enemigo. Agarró su arma con firmeza y haciendo uso de su furia como combustible, se dispuso a atacar.
- ¡Esto se termina aquí, Nerón! ¡VOY A MATARTE! - Gritó el Romano.
- ¡Vamos, muéstrame lo que tienes! ¡Dios de la guerra! -
El ataque de Marte fue hasta la cabeza de Nerón pero este interpuso su arma para evitar el futuro impacto. La explosión liberada fue tal, que todo el panteón tembló, un terremoto que sacudió el reino entero hasta su cimientos y que marcó el desenlace de la batalla.
Una enorme y espesa cortina de humo, vapor y ceniza se alzó luego de semejante impacto entre ambas bestias. Y cuando finalmente se disipó, el cuerpo decapitado de Nerón cayó al suelo, muerto y completamente destruido desde el cuello hasta un poco más abajo de su pecho.
Marte se alzó con la victoria. Pero algo en él estaba vacío, sin energía, marchito.
Y ahí, sin energía y aburrido se permitió bostezar profundamente; nadie era digno, nadie podía darle la mejor guerra.
Miró al cielo y suspiró.- Mi padre casi muere contra tí, pero yo...te maté sin mayor problemas. Descansa en paz Nerón, no fuiste lo suficientemente poderoso...tu ambición no pudo superar, mi amor por la guerra.-
[...]
- ¿Que demonios estamos viendo? ¿Acaso planean ponerle punto y final al combate de una vez y por todas? ¡Está brutal batalla no tiene nada que envidiar a su predecesora! - Las palabras de Heimdall animaron al público, tanto mortales como Dioses.
- ¡Vamos Yue Fei, tu puedes lograrlo! -
- ¡Tienes que ganar, en nombre de Lu Bu Housen! -
- ¡Hermanoooo! - Gritaron los tres Chinos, haciendo sonreír a Yue.
- ¡Vamos, hijo mío! - Murmuró Yao Shi.
Por su lado, los Dioses no se quedaron atrás y también levantaron gritos a su representante, unidos en un clamor de esperanza y victoria. Marte y Yue estaban llenos de heridas y cortadas, sangraban a borbotones y el chino estaba completamente ciego de uno de sus ojos.
- ¡Vamos Marte, tu puedes hacerlo! -
- ¡El tigre de Roma no caerá ante un humano, Marte Marte! -
- ¡Vamos, hermanoo! - Gritaron Diana y Minerva al mismo tiempo.
Y Marte se aferró a su lanza con fuerza y la hizo girar como si fuese un enorme taladro, con tal poder y potencia que su arma comenzó a emanar fuego y vapor debido a la fricción.
El cuerpo de Marte obtuvo un color rojizo y comenzó a lanzar humo y vapor, mientras sus músculos se marcaban más al igual que sus venas.
- ¡Tigre de Roma, por favor...no mueras! - Murmuró Yue Fei.
Desde su trono, Thor se estremeció al oír esas palabras. Las mismas palabras dichas a Lu Bu hace mil años, un humano osaba decir dichas palabras a un Dios.
Marte soltó una pequeña risa, y preparó su ataque.
- Lo mismo digo yo, humano -
Y acto seguido, ambos se lanzaron al ataque.
¡δόρυ του Άρη - Δία τρυπάνι!
[Lanza de Marte: Taladro de Júpiter]
¡貴族武器--巴拉德;龍之旅!
[Arma Noble - Abalarda: Viaje del Dragón]
Y en ese momento, mientras Marte iba a toda pastilla contra Yue Fei. Este cerró sus ojos y comenzó a mover su arma divina de un lado a otro, con giros y movimientos fluidos que parecían una danza tradicional. Alrededor su arma, una poderosa aura se formaba y la silueta de un dragón se formaba en ella, dando la impresión de que dicho dragón bailaban al compas de la abalarda.
Los soldados de la gradas tocaban y tocaban una melodía tradicional china, haciendo sonar sus tambores y demás instrumentos. Un aire muy similar al Tandava Karma del Dios Shiva, incluso esto hizo que dicho Dios se mostrase muy sorprendido, ante tal despliegue de movilidad y soltura.
- ¿Estamos viendo lo mismo? - Se preguntaba Rudra, con sus ojos abiertos.
- Ese el humano y el Dragón bailan al son de la música, es hermoso.- Admitió el destructor.
La melodía era armoniosa, estaba perfectamente equilibrada, tanto la melodía como los movimientos suaves y fluidos de Yue Fei que nadie pensó que pudiese realizar debido a su tosco cuerpo.
Pero ahí estaba, danzando como un ave y moviendo su abalarda como si fuese una extensión de su propio ser.
- ¿¡Ese malnacido barba pincho está bailando!? - Exclamó Ares visiblemente enojado.- ¿¡Acaso se está burlando de nosotros!? -.
- Al contrario, barba pincho nos toma con la suficiente seriedad como para usar uno de sus ataques más poderosos contra un Dios. Fíjense, solamente le quedan dos armas, la abalarda y la espada que sige intacta en su cinto...además de esas manoplas de hierro que tiene en sus manos.- Respondió Dionisio.
- Esas manoplas, significa que usará sus puños en algún momento.- Señaló Hermes y Dionisio confirmó.
- ¿Cómo demonios sabes tanto? - Ares le miró fijamente.
- Puse atención a las tareas de papá, es todo.- Respondió con simpleza.
Brunhilde cruzó sus brazos, aún le quedaban trucos bajo la manga a Yue Fei. Lo sabía y por eso debía mantener la calma pese a todo
Y en eso, Yue Fei puso su arma en posición y también se arrojó hacía Marte con su arma en mano. La figura del Dragón salió disparada hacía adelante junto con la abalarda y Yue Fei. Emocionado, Marte sonrió y exclamó a viva voz.
- ¡Muéstrame lo que tienes, Aguila de China! - Y con una gran sonrisa, continúo su trayecto.
- ¡La humanidad no caerá, Tigre de Roma! - Respondió el humano.
Las gradas resonaron en gritos de ovación.
- Hermanoooo - Gritaron Minerva, Diana, los hermanos de Yue.
- ¡Yue Fei! - Gritaron los humanos y las Valkyrias.
- ¡Marte! - Gritaron los Griegos y demás Dioses, Thor no cabía en sí de la emoción y Shiva bailaba levemente al son de la música china.
Y sin más, ambos ataques conectaron, liberando así una enorme explosión y una nube de humo que cubrió todo el campo de batalla.
El temblor fue tan poderoso que él coliseo se sacudió, ocasionando una enorme grita en el campo de batalla y algunos derrumbes.
- ¡Marte y Yue Fei se han atacado y el temblor ocasionado está resquebrajando el campo de batalla! ¡Ambos guerreros luchan de igual a igual sin perder oportunidad! ¿¡Quien vencerá en este combate, quién se alzara con la victoria!? -
SNVLOR.
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¡TRES CAPÍTULOS PARA EL FINAL DE LA PRIMERA RONDA!
La verdad es que no podría estar más satisfecho por los acontecimientos y como estos nos ayudarán a recordar que los humanos no son simples seres inferiores. Muchos Dioses que directamente no presenciaron el primer Ragnarök subestiman la habilidad de la humanidad.
Sin más que decir, veremos cuántos corazones rotos deja el final de está ronda. Dejad en los comentarios a quién apoyan en esta batalla a muerte.
#TeamMarte.
#TeamYueFei.
Sin más que decir, no vemos en otro capítulo.
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