Capítulo 6: Quiero conocer la derrota.
Yue esbozó sonrisa mientras tomaba fuertemente su hacha de batalla, poco o nada importandole las recientes heridas que acababa de sufrir en su cuerpo. Lanzó una acometida descendientes que Marte nuevamente bloqueó con sus antebrazos, rompiendo las muñequeras debido a la fuerza y cortando la piel del oponente.
Acto seguido Yue volvió a lanzar un ataque con su abalarda a directo al cuello de su rival quién detuvo el avance del arma con sus manos, nuevamente quedaron unidos en un concurso de fue en el que ambos oponentes buscaban doblegar al otro. Marte soltó el arma de Yue y arremetió con su lanza, pero Yue bloqueaba estos ataques con su hacha de batalla.
La contienda se extendió en lanzar golpes y bloquear hasta que finalmente ocurrió algo nuevo.
Marte pegó un brinco con fuerza hacía el cielo, quedando a varios metros por encima de Yue Fei. Su oponente lo miró fijamente, preparado para cualquier cosa.
— ¡Marte ha saltado sobre su rival, planea usar un ataque ascendente! — Gritó Heimdall.
Brunhilde enterró sus uñas en la madera de su asiento, sintiendo un acceso de furia subir a su cuerpo. Un ataque aéreo sería devastador, por qué no estaba usando una armadura o un casco para protegerse.
Yue Fei apretó los dientes y se preparó.
¡Δόρυ του Άρη: πέταλα Ιούνιος!
[Lanza de Marte: Pétalos de Juno]
Y justo encima de Yue, comenzó a caer una lluvia de estocadas que Marte daba con su lanza. Las estocadas rasgaron la carne de Yue e incluso atravesaron su cuerpo, haciéndole sentir dolor y saltar gotas de sangre en todo el suelo.
Pero el soldado movió su hacha a grandes velocidades para bloquear y desviar las estocadas de la lanza, dichas estocadas aumentaron más y más la velocidad y Marte no dejaba de atacar con todas sus fuerzas.
— ¡Marte ataca y rodea a su rival, del mismo modo que Poseidón hace mil años contra Sasaki Kojiro! ¡El poder de Thor, la estrategia de Anubis y la velocidad de Poseidón! — Gritó Heimdall.
Ares gruñó al ver que ese Romano fue comparado con su tío Poseidón. Dionisio sonrió con burla.
Posterior a eso, Marte volvió al suelo y lanzó un ataque en línea recta hacía su oponente. Pero en ese momento, Yue aprovechó la oportunidad para atracar.
高貴的武器——斧頭: 野牛猛攻
[Arma noble — Hacha: Embestida de Búfalo]
Usando la fuerza de su cuerpo, Yue usó su cuerpo para taclear a Marte y hacerlo perder el equilibrio en pleno viaje, y acto seguido atacó con su hacha la cuál viajo al cuello del Romano, pero este ataque no llegó. El hacha impactó de lleno contra el escudo de Marte y este fue atravesado a tal punto de romperse en dos pedazos.
Acto seguido, Yue tomó el cuello de Marte y le dió un poderoso cabezazo que dejó una abolladura de cuidado en él, e hizo sangrar a Marte por debajo del casco. Los Dioses y Humanos dejaron salir un suspiro de sorpresa ante la brutalidad y fuerza de Yue, quién no solo había destruido un escudo sino que su cabeza fue capaz de doblar un casco de metal y acero.
— ¡Eso es, usa tu cabezota! — Gritó Tang Huai.
— ¡Marte, deja de jugar! — Gritó Diana.
Ambos oponentes se alejaron y debido al daño, Marte tiro al suelo los restos de su escudo destruido. Pero un nuevo acontecimiento tomó por sorpresa a los presentes, y no era para menos teniendo en cuenta lo que sucedió.
Y es que la lanza de Marte logró reventar el metal de hacha debido a los múltiples impactos que fueron atrofiando el metal del arma hasta romperla. Yue se sorprendió, pero no fue una sorpresa tan grande, ya se esperan que algo como esto pudiese pasar.
Marte sonrió y se arrancó el casco, y luego le dió un ligero golpe al suelo con el mango de su lanza.
— ¡Yue pierde una de sus armas y Marte se ha quitado el casco ante el daño recibido e incluso pierde su escudo, esta batalla cada vez aumenta más de intensidad! —
Yue esbozó una sonrisa igualmente y tiro los restos de su arma al suelo, sujetando nuevamente su arco. Tomo unas flechas que era muy diferente al resto y la disparó al cielo, con tal potencia que está subió muchos metros.
La flecha de rompió en pleno vuelo, y de ella salieron miles de otras flechas más pequeñas, capaces de matar a grandes bestias. Sobre Marte cayó una lluvia de flechas que lograron cubrirlo perfectamente.
高貴的武器——弓;洪水
[Arma noble - Arco; Inundación]
Marte usó su lanza para romper algunos proyectiles, pero la gran mayoría impactó de lleno en diferentes zonas de su cuerpo; muslos, brazos, hombros e incluso en su pecho, sin llegar a perforar algún órgano vital de gran importancia. La sangre corría en ligeros hilos de su cuerpo y formaron un enorme charco.
— ¡Las balas de Yue Fei han han atravesado la defensa de Marte, dañando terriblemente su cuerpo! —
— Flechas especiales...¿No es cierto? — Mencionó Hrist, a lo que Brunhilde contestó.
— El carcaj de Yue tiene más de una flecha especial y el acaba de usar la flecha de separación, un proyectil que se divide en varios; aún le quedan otros.— Respondió Brunhilde.
— ¿Fue una buena decisión? — Cuestionó Gëir, a lo que Brunhilde ladeó su cabeza.— Acabo de usar una flecha que abarca todo su cuerpo, puso haberla usado más tarde.
— Usar una flecha diferente es un riesgo que Marte la bloquee, esquive o la contraataque. Eso sería un esfuerzo infructuoso y no podemos darnos ese lujo.— Respondió la hermana mayor.
— Sin embargo...Yue está luchando bajo sus propias reglas.— Señaló Sasaki.
Yue Fei preparó una nueva flecha y está lleno el campo de batalla de humo, una neblina ligeramente espesa que cubrió el campo de visión de Marte y que el soldado chino usó en su beneficio. Se lanzó hacía el Dios, quién movió su lanza en una línea recta e hizo desaparecer la neblina pero su oponente ya no estaba enfrente de él.
Yue apareció detrás de Marte, y clavó con su manos una flecha en un costado de Marte, y luego rodeó su cuello con brazo para hacerle una posición de estrangulación.
Dicha flecha hirió al Dios y aumentó el flujo sanguíneo, haciendo que perdiese más sangre. Y dicho movimiento fue efectivo por qué Marte no lo había visto venir, del mismo modo que dicha llave lo tomó por sorpresa.
— ¡Lo ha atrapado, Yue ha atrapado el cuello de Marte con un poderoso mataleón! ¡Una estrangulación efectiva que podría romper el cuello de Marte! —
Wang Gui lanzó un grito de alejaría y Tang Huai soltó una carcajada de animal mientras limpiaba sus barbas de los restos de cerveza. Incluso Zhang Xian sonrió.
— ¿¡Que demonios está haciendo Marte!? — Gritó Minerva con furia, sus dientes chirriaban.
— ¡La fuerza de Yue Fei es superior a la de cualquier soldado que jamás haya existido! — Exclamó Wang Gui.
— Sus agarres son capaces de romper enormes troncos y rocas, el cuello de Marte se romperá como si fuese un juguete barato.— completó Zhang Xiang.
En su trono, Thor apretó su vista con ligera molestia.— Este no es el final.
Syf le miró confundida.— ¿Que quieres decir? —
— Marte no morirá con eso, es imposible.—
Pero en el campo de batalla, Marte mantenía un rostros serio e imperturbable. A pesar de que el agarre de su oponente era formidable, no mostraba signos de lucha o de resistencia este movimiento.
Yue se aferró más al cuello de Marte, aumentando su fuerza, marcando sus venas y endureciendo sus músculos de acero.
— ¡Marte no cede, Marte no se rinde; el Tigre de Roma es un muro imperturbable! — Gritó Heimdall, impresionado de lo que veía.
— ¿Hermana, que está pasando? — Exclamó Gëir histérica poniéndose de pie al ver que Marte no estaba cediendo.
Yao Shi puso sus manos en su rostro con cara de espanto cuándo vio a Marte enderezarse con Yue aferrado a él. El Romano tomó los brazos de Yue e hizo acoplo de sus fuerzas para levantarlo y usar sus hombros para cargarlo y tirarlo al suelo con fuerza y poder.
Marte había levantado al Chino por los aires y lo había clavado en el suelo de espaldas con una suplex dudosa, pero lo bueno es que ahora estaba libre. Alzó su pie y lo dejo caer con fuerza en la cara de Yue pero él logró rodar en el suelo y evitar el pisotón, el cuál se enterró en el suelo.
Yue se incorporó pero la lanza de Marte había viajado hacía el ojo del Chino y atravesó exitosamente su cabeza, dejándolo ciego.
— ¡Imposible, los agarres de Yue Fei son mortales! — Exclamó Zhang Xiang.
Un chorro de sangre saltó y Yue lanzó un grito al cielo, presa de un terrible dolor.
— ¡Yue Fei! — Gritó Brunhilde, seguida de Gëir y Hrist que solamente soltó un chillido.
— ¡Hermano! — Gritaron los tres chinos.
— ¡No, hijo mío! — Yao Shi casi se desmaya.
Los Romanos lanzaron un grito de jubilo y victoria ante el movimiento, y Marte no pronunció ninguna palabra, solamente clavó su mirada filosa en su oponente.
El Romano limpió su lanza y dió un fuerte golpe al suelo.
— Rindete, humano; he ganado.— Dijo Marte, con una voz grave y sumamente profunda.
— ¡DESPUES DE UN INTERCAMBIO DE ATAQUES, MARTE SE PROCLAMA VENCEDOR DE ESTA CONTIENDA! —
Los Dioses comenzaron a hacer ruido y a lanzar gritos de guerra y ovación hacía su representante. Un Dios sádico y hambriento de victoria, un cazador experto que sabía que una presa herida no valía la pena.
Diana y Minerva se abrazaron pegando sus mejillas mientras gritaban con emoción.
Desde su palco, Apollo simplemente bostezó.
A duras penas, Yue se incorporó cómo pudo y esbozó una sonrisa. Cerca de él, aún posaba su abalarda de batalla, así que caminó hasta ella y la desenterró del suelo haciendo uso de su extraordinario poder.
Con su arma en mano, él se preparó para seguir luchando.
— Eres perseverante, ¿Cuál es tu deseo? — Quiso saber Marte.
Todos los presentes guardaron silencio ante el intercambio de palabras entre ambos rivales. A lo que Yue simplemente escupió sangre.
— ¿Qué cree que está haciendo? Tiene que matarlo.— Exclamó Diana.
Minerva no supo que responder.
Yue miró hacía el cielo y finalmente habló.
— Deseo conocer la derrota.—
[...]
Bosque de Tangyin - Henan (China)
Miles de años atrás.
— ¡Bajen sus herramientas, ha terminado la jornada! — El gritó del capataz reverberó por todo el campo, haciendo que los obreros se detuvieran en seco.
El caballo del hombre relinchó y se encabritó, este se vió obligado a jalar la cuerdas para no perder el equilibrio y las riendas de la bestia. Uno a uno, los obreros fueron dejando sus armas de batalla en una pila que más tarde serían llevadas y organizadas en los cobertizos.
— Dos...tres... cuatros...¿No falta nadie, están todos en el carruaje? — El capataz miró a todos lados, esperando que no faltase nadie. Ante la confirmación de todos, el carruaje abandonó el campo de trabajo.
En el condado de Tangyin vivían pocas personas, apenas contaba con aproximadamente 300 habitantes, niños y ancianos entre ellos.
La mayoría de los lugareños habían llegado a esa zona luego de que una mortal inundación destruyera su hogar original, sobreviviendo muy pocos hombres y mujeres. En la aldea había un número limitado de hombres adultos, y estos se dividieron en dos grupos; cazadores y obreros.
Los cazadores salían siete días cada dos meses y regresaban cargados de carne y demás suministros que alimentaban al pueblo por largas temporadas. Los leñadores trabajaban todos los días, derribando árboles, rompiendo rocas y construyendo las edificaciones necesarias para la supervivencia de los aldeanos.
Pero una situación se había estado presentando; el número de animales salvajes, peces y demás presas había disminuido considerablemente.
A tal punto de que los recursos no alcanzaban para todos y la situación se estaba tornando color de hormigo. Esa mañana, el capataz de los cazadores había regresado y los ancianos del pueblo habían tenido una conversación larga y sumamente preocupante; algo...o alguien estaba cazando a los animales.
— Señor, los hombres han terminado de construir por hoy, pero se niegan a continuar trabajando.— Comunicó un sujeto que habia llegado corriendo hasta el hombre. Al este de la aldea de Tangyin se estaba levantando un muro de protección, pero ahora los obreros no deseaban seguir.
—¿¡Que, de que estás hablando!? — Exclamó, sufriendo un acceso de enojo en ese momento.
— No se les ha pagado, tienen hambre y sus familias están en una muy mala situación; se niegan a continuar hasta que su trabajo sea premiado.— Respondió.
— ¿Y que están esperando? ¿Por qué no le han pagado? —.
— Los ingresos del pueblo son cada vez más bajo; exportamos muy poca carne y demás a las otras aldeas, así que no recibimos mucha paga por esto. El metal escasea y el pueblo no puede seguir pagando a tantos hombres.— Explicó, y ante sus palabras, el capataz de los obreros gruñó con enojo.
“ — Maldita sea, juro por los Dioses que mataré al hijo de puta que esté saboteando a nuestra aldea — ”
Pensó él, pero no tuvo mucho tiempo a solas con su pensamiento. El ruido de un escuadrón de hombres a caballo llegó a sus orejas, sabía bien lo que esto significaba y no pudo evitar gruñir nuevamente.
El prado en el que estaba parado estaba visiblemente vacío, más de cien árboles habían sido talados ese día.
El el pueblo estaba a unos cuantos kilómetros hacía el sur, a caballo no se tardaría más de una hora en llegar. El capataz de cazadores llegó hasta el campo, junto a él venían tres grupos de cazadores montando a caballo igualmente. El hombre se acercó al capataz de obreros hecho una fiera.
— ¿Que crees que estás haciendo? Tus hombres dejaron la edificación del muro, todo por qué no les haz pagado.— Exclamó casi gritando.
— ¡Estoy enterado de eso, no tienes que decírmelo! ¡Si no les he pagado, es por qué tus hombres no han traído más que conejos y gatos a la aldea! — Exclamó él, el contrario arremetió.
— ¿Es mi culpa ahora? ¡Ve a las montañas a cazar si crees que puedes hacerlo mejor! — Y ante el griterío, se escuchó un rugido en el bosque.
El ruido de un animal salvaje hizo eco entre los árboles, tomando por sorpresa a todos los hombres presentes en el campo.
Parecía ser el rugido de un oso, pero no se habían reportado osos en esa zona del Henan.
Los cazadores bajaron de sus caballos y esperaron las órdenes de su capataz.
— Oso, Oso...un oso — Murmuró él capataz de cazadores.— ¡Tenemos que ir a matarlo, es el responsable de los pocos recursos de la aldea! —
— ¡No, no puedes ir ahora! ¡Tus hombres no tienen las armas suficientes, los estarías llevando a la muerte segura! ¡Debemos volver y reunir a los cazadores! — Dijo el capataz de obreros.
— ¡Si nos vamos, podría huir y lo perderíamos quien sabe por cuánto tiempo! — Ya ahora ambos hombres se miraban fijamente.
El sol estaba alto, eran aproximadamente las tres de la tarde. El capataz se bajó de su caballo y tomó una de las hachas de trabajo de los obreros y los hombres que venían con él hicieron lo mismo para reforzar la armas que ya traían. Así, un pequeño grupo de 6 hombres armados con hacha y espada en manos fueron en la búsqueda del animal.
Entraron al bosque separados en dos grupos, el capataz de obreros iba hasta atrás junto con su segundo al mando, y junto a él venía el capataz de cazadores preparado para luchar.
El silencio era muy grande, hasta que finalmente llegaron hasta una poza de agua con una gran cascada rebosante de vida y agua cristalina que brillaba más gracias al resplandor del cielo de la tarde.
— Este estanque estaba lleno de peces, pero ahora está vacío — Señaló el segundo al mando del capataz obrero.— Estudié el territorio antes de iniciar la construcción, hace unos cuantos días.
— ¿Chico, conoces esta zona? — Demandó saber el capataz de cazadores, quién lo tomo de la ropa con agresividad.
— ¡Suéltalo! — Exclamó.
— ¡Silencio, el oso podría estar cerca! — Exclamó el segundo al mando con vos baja.
Y el silencio reino nuevamente, mientras el capataz cazador soltó al sujeto y reanudó su marcha mientras el obrero esperaba a su segundo al mando. El segundo al mando dió una leves indicaciones; de frente tenían la poza y a unos cuantos pasos llegarían a una pequeña cantera de no más de diez metros de altura, seguido de un grupo de cuevas y montañas.
A la izquierda llegarían hasta un punto claro del bosque por el cuál quedarían expuestos y vulnerables a un ataque directo de algún animal terrestre. Y detrás tenían el camino de vuelta al campo de trabajo. Por lo que lo más razonable sería que el Oso haya vuelto a la zona de las cavernas para ocultarse o dormir una siesta.
Llegaría ahí y lo tomarían por sorpresa, usarían un arco y flechas para dispararle en la cara y matarlo sin sufrir bajas.
Y habría sido un plan perfecto, pero los cazadores eran inútiles impacientes. Reanudaron la marcha a pie y habían llegado muy lejos cuándo se detuvieron por un ruido, se trataba de un pájaro que había emprendido el vuelo apenas los hombres pasaron cerca.
Y cuando voltearon, lo vieron.
Medía más de tres metros de alto sin siquiera estar erguido, era musculoso y realmente fornido. Un inmenso ejemplar de Oso Pardo había llegado hasta el bosque de Henan y por días enteros se había dedicado a cazar y devorar a cada animal salvaje que se encontraba, llenando su panza de vitaminas y alimentos que lo ayudaron a formarse y desarrollarse.
La bestia se lanzó contra los hombres del frente y usando sus garras asesinó a uno de ellos, y se lanzó contra otro para aplastarlo con sus patas y morder su cara hasta matarlo. El capataz de cazadores se lanzó a la batalla con los otros cazadores restantes y clavaron sus hachas en las patas del animal quien gimió de dolor y se lanzó al ataque.
El animal rugió y se lanzó contra los hombres, logrando matar a uno de ellos. A pesar de haber sido lastimado en las patas, el animal estaba como si nada, completamente listo para luchar.
— ¡Maldito demonio voy a matarte! — Gritó el capataz, al ver que sus hombres habían muerto como moscas.
Pero la bestia se lanzó y con sus dientes arrancó la garganta del hombre, acabando con él al instante. El obrero vió con espanto y horror como el hombre que había sido su socio por años había muerto como si nada ante la bestia.
Estaban a pocos metros de la poza de agua, sintió que debía correr hacía allá.
El segundo al mando trató de luchar pero el animal lo mató sin problemas, dejando solo a un hombre en el lugar.
El capataz corrio hacía atrás, y el animal lo persiguió rápidamente hasta que finalmente lo derribó cerca de la poza de agua. El animal estuvo por matarlo pero algo impresionante sucedió. Un hombre había salido el agua y usando su cuerpo derribó al oso, liberando al capataz.
El hombre había lanzado al oso un par de metros y el animal gruñó con furia, incorporándose rápidamente y preparándose para atacar nuevamente al hombre que había aparecido.
El capataz se levantó a duras penas y se arrastró, pero aún podía ver lo que estaba ocurriendo.
El hombre se lanzó y con un puñetazo en la mandíbula hizo retroceder al animal y con una patada rompió una de las patas delanteras del animal. El oso rugió y lanzó un arañazo con su para buena y le rasgó el pecho al hombre, quién comenzó a sangre a mares.
También logró derribar al hombre y enterró sus dientes en su antebrazo, rasgando la carne masticando incluso sus huesos.
Pero hombre no se rindió y usó su puño para golpearlo en la cara y así soltarse, luego dió una patada en el estómago de la bestia y logró tirarlo al suelo. Con rapidez tomó una de las hachas de los obreros y está se veía diminuta en sus manos de hombre, pero la usó para enterrarla en el cuello de la bestia y hacerle una herida mortal.
El oso trastabillo y el chino se lanzó sobre el lomo del animal y lo atrapó en un agarre de estrangulación, un mataleón.
— E-Es i-impo-posible...— Balbuceó el hombre. No podía creer lo que veía, un hombre estaba destruyendo a un Oso con sus propias manos.
El hombre apretó su agarre, haciéndolo cada ve más fuerte y la bestia luchaba por soltarse de este agarre. Finalmente, el cuello de la bestia se rompió y el animal cayó muerto al suelo, haciéndolo temblar.
El capataz respiraba agitado, atónito con lo que acabó de ver en ese momento. El hombre se incorporó, agitado y sumamente exhausto, desenterró el hacha y limpió la sangre con un tronco.
Se notaba que el hombre estaba empapado de agua, tenía muchísimo pelo en sus manos y pecho, y su cabello era corto, a la altura de su mentón.
Era musculoso como un Dios, parecía un animal humanizado. Pero no era muy alto y a pesar de su exceso de vello, parecía muy joven.
— ¡C-C-Chico...! — Exclamó asustado pero tratando de no sonar como un cobardica, el hombre se giró a verlo.— ¿Quien eres? ¿De dónde vienes?
El hombre no respondió en el acto, solamente se acercó a él y lo ayudo a levantarse del suelo. El hombre se acercó nuevamente a la bestia y analizó el cuerpo. Tenían que llevarlo pronto a la aldea antes de que la carne se estropeara.
— Su caballo no está lejos de aquí, vaya a la aldea y busque un escuadrón de apoyo.— Dijo el hombre, como si fuese una orden.
— ¿¡Quien eres!? — Gritó y ante este grito, el hombre alzó la cabeza y caminó hasta él, como si fuese un depredador rondando a su presa.
— Mi nombre, es Yue Fei y soy un obrero de Tangyin...ahora por favor, vaya a la aldea y traiga a los demás hombres.— Respondió.
En su vida lo había visto, pero ahora su nombre le sonaba muy familiar. A duras penas logró subir a su caballo, el cuál estaba rezagado en el campo de trabajo de los obreros, dejando atrás al hombre que con sus manos había asesinado a un enorme oso.
Yue Fei se sentó junto al cadáver, suspiró con tristeza y acarició al cabeza de la bestia. Era el cuarto animal salvaje que asesinaba, usando nada más que sus manos desnudas.
No sentía placer al asesinar a inocentes o a animales, pero este había sido un caso de defensa, había defendido a su capataz de la muerte.
— “Mentiroso”.—
Sonó nuevamente esa voz en su cabeza. Esa misma voz había sonado cuándo asesinó a un tigre, hace un par de meses cuándo volvía a Tangyin desde la capital imperial. Cuando había asesinado a un toro desbocado que casi atropellaba a una anciana en un pueblo remoto en los valles cercanos a las costas. Cuando le arrancó la mandíbula a un caimán mientras acampaba cerca de su destino, y ahora sonaba con esta bestia, con un oso de más de 3 metros y 700 kilogramos.
¿Fue para salvar a su capataz? ¿Por qué quería matar al oso? ¿Por qué lo hizo exactamente? No sintió ningún placer al hacerlo, sintió... aburrimiento.
Un golpe, dos golpes, tres golpes y el animal cayó muerto a sus pies; rutina tras rutina.
— Lo siento, amiguito... perdóname — Murmuró, presa del arrepentimiento.
Yue Fei miró al cielo azul, el sol de las cinco de la tarde brillaba y la calida brisa hizo mecer sus cabellos, su barba estaba fuertemente amarrada en esos tres picos característicos. Y con una voz rota y suave, dijo.
— Desearía...conocer la derrota.—
[...]
Yue Fei sostuvo su abalarda, mientras respiraba con agitación, su cabeza dolía y ahora no podía ver, había perdido el ojo. Marte ladeó la cabeza, sin entender realmente lo que decía su enemigo.
— No comprendo tus palabras, ¿Conocer la derrota? — Musitó Marte.
Yue Fei soltó una carcajada fuerte y estridente, sintiendo un acceso de felicidad subir por sus tripas e invadir todo su cuerpo. Finalmente, un rival que le hacía frente, finalmente una bestia que no estaba seguro de poder superar.
Marte se alzaba sobre él, grande y majestuoso como ningún ejército al que había enfrentado.
Si tuviera que hacer una comparación, luchar contra Marte era similar a luchar contra más de un millón de soldados con las manos atadas y un pie amputado.
— ¡Un guerrero que no se rinde ni descansa, un alma que destruye a todo aquel que se le cruza en su camino! ¿Acaso si título de guerrero perfecto es en vano? ¡Por supuesto que no! ¡Su más grande deseo en esta existencia, es conocer la derrota! — La voz de Heimdall llegó a los oídos de todos los espectadores del coliseo, cabreando a los Dioses y haciendo enorgullecer a los humanos.
— ¡Es verdad, Yue Fei nunca ha perdido un combate! —
— ¡Yue Fei no tiene derecho a perder, el ganará en nombre de la humanidad! —
— ¡Vamos Yue Fei! —
Se sentía muy feliz, a pesar de haber perdido un ojo y estar agotado, su espíritu estaba rebosante de alegría. Por primera en años, ante él estaba esa persona que siempre esperó conocer, esa criatura que jamás apareció en vida; Yue había encontrado en el cielo, lo que no encontró en la tierra.
Brunhilde no sabía bien que pensar y ni hablar de Hrist. Sasaki era el único que sentía un gran acceso de felicidad y emoción por las palabras de Yue Fei, ya que ambos era similares en ese aspecto. Yue Fei jamás conoció la derrota y Sasaki Kojiro nunca conoció la victoria; ambos encontraron en el cielo lo que no encontraron en la tierra. Sin duda alguna, Yue Fei merecía el título del "Inigualable sobre la tierra".
— La flama de un guerrero, arde latente en Yue Fei...— Musitó Leónidas, esbozando una sonrisa.— Sin duda alguna habría sido un excelente espartano.
— ¡Ni hablar, habría sido un samurai mejor que Musashi! — Intervino Sasaki Kojiro.
— Hombres...— Dijeron las tres hermanas a la vez.
Yue Fei iría con todo, sujetando con fuerza su arma de batalla, daría lo mejor de sí en la pelea.
— ¡Sigamos peleando, Dios de la guerra! — Exclamó él.
Y Tang Huai también soltó una carcajada de alegría, él y los demás soldados hicieron sonar los tambores y los gritos de batalla sonaban al mismo tiempo, todos en ovación hacía el humano.
— ¡El espíritu de Yue Fei no se apaga! — Grito Tang Huai — ¡Mi hermano no morirá ante nadie, él destruirá a cualquier Dios! —
— ¡Yue Fei!—
— ¡Yue Fei! —
Los humanos se unieron y todos cantaron al mismo tiempo, todos clamaban a un solo hombre; Yue Fei.
Marte sonrió y preparo su arma, adoptando una postura de batalla listo para continuar.— Tu espíritu de guerrero es admirable, sigamos adelante.
SNVLOR.
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