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Capítulo 3: El Consejo De Dioses.

El Olimpo; la cuna de los Dioses Griegos. Una enorme torre que atraviesa los cielos, dónde el inmenso cielo azul es apuñalado por el templo de aquella deidad, el hogar del que algún vez fue el más grande Dios.

Mil años después, su hijo mayor, Apollo; Dios de la belleza y la perfección Divina Fue coronado rey de los cielos y gobernante del Olimpo, puesto que la tradición dictaba que Apollo era el legítimo heredero...además sus hermanos eran una panda de raritos que seguramente harían arder el templo de Zeus.

Los Dioses fueron llegando, panteón por panteón fueron inundando aquel inmenso salón lleno de mesas y sillas las cuales esperaban por ser ocupadas. Las voces de tantos Dioses y el ruido de las sillas moviéndose era bastante alto, muchas deidades tenían milenios sin asistir; Jerjes desbordaba arrogancia, en su trono lleno de joyas y oro sólido, mirando despectivamente a todos lo demás seres divinos.

Los Dioses Romanos estaban todos sentados en orden, en una seguidilla perfecta, estando Marte, el Dios Romano de la guerra y regente supremo Romano; a su lado, su madre Juno y su esposa Bellona estaban a la cabeza junto a él.

Y así sucesivamente con cientos de Dioses. Apollo estaba en su trono celestial, pero su mente no estaba en ese enorme salón, sino en otro lugar.
Recordó con completa claridad, los sucesos del día anterior.

Apollo descendió, mirando fijamente las puertas del enorme palacio, estás habían sido arrancadas de cuajo y arrojadas lejos de su base. Cuando sus pies tocaron tierra, el aroma a tierra húmeda y sangre fresca invadió su nariz, haciéndolo sonreír ligeramente.
Caminó lentamente hacía el interior del salón, viendo con suficiencia como todo estaba hecho un desastre.

Esa bestia sin duda se había pasado, pero tampoco le importaba demasiado. Había cumplido exitosamente con su misión, y no podría estar más feliz con eso. Tres Dioses aparecieron a su encuentro; Enki, Enlil y An, la sagrada trinidad de Mesopotamia.

— ¿¡Que demonios significa esto!? ¡Habla, Apollo! — Rugió Enki sujetando una enorme hacha, la forma en que respiraba y apretaba su arma dejaban en claro su furia.

Apollo sonrió y dirigió su mirada al Dios An, quién mantenía un semblante serio y estoico.— ¿Esto? Solamente estoy estrenando a mi nuevo juguete, costó una fortuna pero... Valió la pena el capricho.— Respondió con simpleza mientras caminaba por la habitación dando vueltas alrededor de los tres Dioses.

Enlil intervino.— ¿Invades este reino únicamente por un capricho? ¡Estás loco, Apollo! —

— ¿Un capricho dices? ¡Ustedes abandonaron el consejo de Dioses y encima invaden panteones, alegando ser el reino definitivo! — Exclamó el Dios de la perfección Divina mientras tornaba su iracundo rostro hacía el trío divino — ¡Abandonarán todo plan de conquista en este momento y juraran lealtad al trono de Olimpo! ¡Yo soy el Padre Del Cosmos! — Ordenó.

Enki se lanzó al ataque con su enorme hacha de batalla, pero solamente bastó con desplazarse a la derecha para evadir el ataque que por poco lo corta en dos. Apollo giró su vista hacía Enki quién lo embistió con fuerza y logró moverlo del sitio, dañando al Dios levemente.
El rubio esquivó una serie de acometidas de Enki, quién atacaba iracundo con su hacha hasta que Enlil se metió para ayudar a su hermano.

Ambos hermanos atacaban y Apollo se vió forzado a levantar la guardia para no se cortado por el hacha de Enki o atravesado por la lanza de Enlil. En una de estás, el Dios de los vientos, Enlil, atacó con una rápida ráfaga de aire cortante que impactó el el pecho de Apollo y logró dañar su armadura, al mismo tiempo, Enki logró impactar un hachazo en el pecho del Dios, haciéndole una cortada bastante fea y grave.

Apollo escupió la sangre que fue hasta su boca y sonrió, acto seguido se alejó de ambos Dioses y decidió que era momento de atacar. Sacó su espada y con un veloz movimiento logró desparecer completamente de la vista de sus adversarios, apareciendo varios metros detrás de ellos con su espada en alto.
Enlil cayó al suelo luego de soltar un alarido de dolor y Enki gruñó con furia mientras trataba de detener el sangrado de su cuello con su mano.

Apollo había cercenado el brazo de Enlil y había cortado la yugular de Enki.

Enki se lanzó a la batalla, pero Apollo arremetió con una patada veloz en la cabeza de Dios y acto seguido atravesó el cuello de la deidad con su espada, haciendo que la punta saliera del lado contrario. Enki cayó al suelo como costal de papas y Enlil no perdió la oportunidad de atacar con toda su furia, pero un movimiento de la espada de Apollo fue suficiente para cortarlo en dos pedazos.

Las entrañas y tripas de Enlil se esparcieron por el suelo y la sangre de Enki ensució toda la sala, ambos habían muerto en el acto.

An, rey de los Dioses de Mesopotamia y gobernante supremo vio este escenario y no dudo en sacar su espada de batalla y apuntarla contra Apollo, quién sonrió y usando la sangre de sus manos, peinó sus cabellos hacía atrás.

— Fue demasiado fácil, incluso pensé que si me dejaba dañar sería más emocionante, pero me equivoqué.— Murmuró con aburrimiento el Dios de la Perfección Divina.

— Apollo, el día de hoy...te destruiré en nombre de mi reino.— Amenazó.

Apollo soltó una carcajada sonora y audible, mirando con suficiencia y prepotencia al Dios Mesopotámico.— ¿Cómo puedes jurar en nombre de un reino...que ya he destruido? —

Y en ese momento, la batalla comenzó. Una batalla que sacudió el palacios real hasta que finalmente terminó; Apollo habia resultado vencedor de aquél combate que se había tornado más complicado de lo que había previsto.
Esa misma tarde, el panteón Mesopotámico había caído en las manos del panteón griego y todos los Dioses importantes habían sido aniquilados.

Apollo suspiró, saliendo se sus pensamientos cuando Hermes le hizo unas cuantas señas para indicarle que ya podía dar inicio a la reunión del Consejo.

— Buenos días, Diosas y Dioses de todos los panteones; Bienvenidos a nuestra primera reunión del Consejo, y digo "primera" ya que es la primera reunión en dónde me presento como el Dios padre del Cosmos. Ya han pasado mil años de nuestra última reunión y me alegra ver muchas caras nuevas aquí.— Comenzó.

— ¡Buenos días, Lord Apollo! — Se escuchó un coro de Dioses saludar.

— ¡Es un placer contar con la presencia de tan importantes deidades en mi hogar, el Olimpo como sede de reuniones de los Dioses! — Dijo nuevamente Apollo.— Creo que ya podemos dar inicio a la sesión del Consejo, si les parece adecuado.

Todos estaban de acuerdo, pero a pesar de eso, muchos no tenían ganas de estar ahí, y eso se podía percibir en el aire. Todo estaba realmente callado, un silencio demasiado triste y pesado que lograba incomodar a muchos de los presentes.
Y es que habían cosas que ya no se podían apreciar en el salón; los chistes y jugarretas de Loki, la presencia heroica e imponente de Heracles, el sonido de los cuervos de Odín hablando sin parar y pare de contar.

El Consejo se sentía vacía, y los Dioses se sentían muy tristes. Por una parte, Apollo sonrió, complacido de no tener que soportar la fastidiosa presencia de su padre de nuevo, pero por otro lado, tanto silencio y drama lo exasperaba.

— Thor, que gusto verte de nuevo; ¿Cómo van las cosas en Asgard? — Saludó el rubio mirando fijamente al Berserker del Trueno, este último dirigió su mirada aburría hacía el rubio.

— Las cosas han marchado bastante bien, hemos sabido sobreponernos ante varios sucesos y acontecimientos recientes. La muerte de Odín ha dejado muchos corazones rotos y cientos de protestas y problemas sociales.— Respondió el pelirrojo, una tercera voz se metió.

— ¿Y a quién no le enojaría? Odín era un Dios digno e importante, su muerte a manos de la humanidad es como un escupitajo en la cara — La voz de caramelo de Afrodita inundó la habitación, habló con una rara mezcla de  sensualidad y resentimiento, acariciando su pecho suavemente.

— Lamento escuchar eso, Thor, espero que Asgard pueda superarlo; el Olimpo siempre estará abierto para nuestros hermanos Asgardianos.

— La muerte de Odín ha traído consigo muchos ataques de diversas criaturas, muchos gigantes del Jotunheim han atacado Asgard en un intento por destruir el legado de Odin.— Saltó nuevamente Thor, soltando posteriormente un gran bostezo de aburrimiento.— Todos han muerto como moscas, pero sigue siendo molesto.

Varios Dioses comenzaron a cuchichear entre ellos, comentarios bajos que apenas podían entenderse.

— ¡Afrodita dice la verdad, todo es culpa de los humanos! —

— ¡Thor es demasiado sexy! —

— A pesar de que Asgard es un reino capaz y con cientos de recursos, la situación social ha sido un problema, las protestas se vuelven cada vez más agresivas y violentas por qué nadie acepta el hecho de que Odín haya dejado este mundo y que los responsables aún sigan con vida.— En esa ocasión, intervino una mujer rubia y sumamente hermosa, quién abrazaba el brazo de su esposo con mucha dulzura y dominancia. Lady Syff, esposa de Thor.

— ¿Y de quién esté la culpa? Los Dioses no acabaron con la humanidad cuando debieron haberlo hecho, si no hubiéramos invocado ese estúpido torneo, nada de esto estaría ocurriendo.— Intervino nuevamente un Dios aleatorio, que rápidamente cerró la boca cuándo la mirada intensa y pesada de Thor se dirigió hacía el.

Pero sus palabras estaban cargadas de razón, y esto hizo estallar una discusión entre los presentes.

— ¡Es verdad, los humanos merecen la muerte! —

— ¡Ellos dejaron a mi papá sin brazos, deben pagar por ello! — La voz de un pequeño niño elefante se escuchó.

— ¡La humanidad merece recibir su castigo divino! —

Apollo hizo sonar su martillo contra la madera de su asiento, pidiendo a todos que calmaran los aires e hicieran silencio. Una vez el ruido cesó, aún habían pequeñas voces hablando.

— Parece que la herida del Ragnarök aún está abierta...y creo que pronto comenzará a infectarse.— Señaló Shiva desde su almohada flotante, con su único brazo reposando sobre su estómago.

— Te equivocas, Shiva; la herida ya está más que infectada.— Apuntó Apollo, y acto seguido dirigió su mirada a un punto específico de la habitación.— ¿No lo crees, Brunhilde? —

La Valkyria, que hasta el momento se había mantenido callada, hizo chasquear su lengua con notable fastidio al verse víctima de las palabras y mirada acusativas de Apollo. Si en el pasado, Zeus fue un Dios intimidante, Apollo le ganaba por paliza pues en su mirada ambarina, podía sentir el ardor del mismísimo infierno.

En quel sitio, se encontraban con ella su hermana menor, Gëir y también uno de los campeones de la humanidad, el Rey Leónidas; el asesino de Odin.

— No me concierne en lo absoluto, su resentimiento en contra de nuestro pueblo no tiene lógica; perdieron el Ragnarök y deben aceptarlo.— Su voz sonaba muy arrogante y engreída, pero sus palabras estaban cargadas de verdad. Ellos habían luchado de la manera más limpia y vencieron, no le debían nada a nadie.

— El Valhalla tiene huevos al aceptar en él al hombre que asesino a su más grande gobernante, ese lugar es el orgullo de Odín y tú estás ensuciando su memoria al mantenerlo ahí.— La poderosa voz de Marte, Dios Romano de la Guerra hizo eco en la habitación.

Nuevamente estalló una discusión entre los presentes, viéndose Apollo obligado a tener que silenciarlos a todos ellos. Una Diosa tomó la palabra, iba vestida con largos y hermosos kimonos blancos y su rostro era cubierto por un gran velo transparente.

— El Valhalla ha manchado la imagen de los Dioses Nórdicos para siempre, con su indecente propuesta de un torneo de Dioses contra Humanos, con sus actos de desinterés total hacía los asuntos celestiales y resguardando en ellos a una pandilla de asquerosos y sucios asesinos...— La voz de la Diosa comenzó a quebrarse, lágrimas caían de su rostro.— E-El h-hombre que asesinó a uno de mis hijos aún sigue vi-vivo y pensé que podría soportarlo, p-pero ustedes han traído al a-asesino de Odín...— Y rompió a llorar.

— Mi lady, por favor no llore...— La voz de una doncella vestida de kimonos amarillos y un enorme velo grueso se inclinó hacía su gobernante.

Eran nada más y nada menos que Amaterasu y la Diosa Izanami, gobernantes del panteón Sintoista. Amaterasu, la hermana mayor de Susanoo, el representante de los Sintoistas en el Ragnarök, estaba mucho más dolida que la propia Izanami, pero por el bien de su su superior, decidió mantener la calma.

— El Ragnarök era una batalla a muerte por la supervivencia de la humanidad, ellos lucharon y ganaron limpiamente; pienso que meternos y ofendernos por esto es algo innecesario.— La voz de un Dios grande musculoso hizo presencia. Manco Capac, gobernante del panteón Inca había hablado.

— Tal parece que los Incas apoyan a la humanidad, que curioso.— La voz firme y autoritaria de Huitzilopochtli gobernante del panteón Azteca.

— No te creas, aplastaría a la escoria humana con mis propias manos si tuviese la oportunidad...pero soy un Dios justo y la verdad está ahí, le duela a quién le duela.— Intervino nuevamente él ante la mención de su compañero gobernante.

Nuevamente estalló una discusión entre los integrantes del consejo, todos discutiendo una pelea intensa y larga de si la humanidad merecía la destrucción o no. Muchos Dioses mantenían una postura neutral, otros apoyaban abiertamente la supervivencia de la humanidad y muchos más apoyaban la ruina de esa especie.

— ¡Los humanos son una plaga que debe morir! —

— ¡Ellos ganaron su supervivencia, no es si culpa! —

— ¡Defender a la humanidad debería ser considerado una traición, ellos mataron a Heracles! —

— ¡Deben vivir, lo merecen!

— ¡Sois unos traidores! —

— ¡Repite eso de nuevo, pedazo de mierda! —

Desde su trono, Apollo suspiró con aburrimiento. Estás discusiones eran tan genéricas, pero la verdad es que en su mente, las cosas estaban más que claras.
Evocó recuerdos del pasado, recuerdos que lo hacían enojar muchísimo.

Zeus, ese maldito anciano engreído que había llevado los cielos a la ruina y la perdición total. Su estúpida idea de aceptar una batalla de Dioses contra humanos es la causante de todo este circo. Aunque debía admitir que las cosas se estaban tornando más entretenidas de lo que había pensado. Apollo quería expandir la influencia del Olimpo por todos los reinos y convertirse en un verdadero Dios entre los Dioses, un gobernante universal.

Su puesto como Padre del Cosmos era de importancia, pero él necesitaba más, necesitaba dar a conocer su enorme poder e influencia por todos los cielos. Los Dioses estaban tan afectados por el Ragnarök que nadie había sacado a colación la invasión y el exterminio de Mesopotamia, debía utilizar eso a su favor, y eso le daba una idea intrépida.
Usaría el odio y rencor de los Dioses para formar las alianzas necesarias, tendría bajo su poder a todos los panteones que quisiera y todos iban a obedecer al Olimpo.

Su reino se extendería por todos los cielos, y nadie podría detener sus pies.

— Yo invoco al Ragnarök — Exclamó, y sus palabras hicieron callar a todos los Dioses en el momento.

Creyendo todos que Apollo se había equivocado al hablar, o que estaba pensando en voz alta. Los Dioses no querían quedarse con la intriga de las palabras del Dios Padre del Cosmos.

— ¿Que fue lo que dijo? —

— ¿Apollo está hablando enserio...? —

— ¿De que estás hablando, Apollo, el Ragnarök? — Exigió saber Thor desde su trono.

Apollo ladeó la cabeza, y se puso de pie, dejando ver su gran musculatura y su altura. Todos le vieron fijamente.

— Dioses y Humanos, ambas razas tuvieron una lucha encarnizada para la supervivencia, una batalla en la que los humanos dieron lo mejor de sí y triunfaron; Heracles, Shiva, Thor, mi tío Poseidón, Anubis, Zeus...— Y el último hombre lo dijo con asco y todos se dieron con esto.— Todos dieron lo mejor de sí en la batalla y algunos triunfaron, otros no lo lograron pero parece que algunos de nosotros no aceptamos este resultado...¿O me equivoco? — Comenzó y ante el silencio, continúo hablando.

» He de recordarles que la humanidad ganó sin ningún tipo de falla o trampa, a pesar de ciertos acontecimientos muy desagradables en el Ragnarök y por supuesto que refiero a la traición del humano Nostradamus y el Iluminado Buddha...pero lo dicho, la victoria de la humanidad fue limpia y justa. Pasaron mil años y la escoria que gobernaban el Olimpo desapareció y yo, el Dios de la Belleza y la Perfección Divina he sido muy tolerable y misericordioso con muchas situaciones pero...no estoy dispuesto a perdonar esta situación.

— ¿Misericordia? ¿¡De que estás hablando Apollo!? — Saltó Brunhilde desde su trono, era una hipocresía que Apollo hablase de misericordia después de todas sus atrocidades cinta el Olimpo.

Apollo asesino a mil y un Dioses que usaban su poder para actos impuros; violaciones, asesinatos, secuestros, incesto, todos esos males fueron purgados.
Dioses productos del incesto probaron la muerte de Apollo, violadores y asesinos fueron cazados uno a uno.

El caso más notable fue de cuando Apollo asesinó a Priapo; Un Dios que en el pasado había intentado violar a su Tía Hestia y Apollo desató las furia del Olimpo sobre él.

Pero no todo era justicia, Apollo era un ser extremadamente arrogante y cruel, y un ejemplo de ellos fue cuándo asesinó a todos los mestizos que vivían en el Olimpo bajo consentimiento de Zeus y los pocos que no fueron asesinados, fueron aprisionados. Apollo expulsó del Olimpo a todos los hijos bastardos de Zeus y asesinó a cada una de las mujeres que estuvieron con su padre.

De la mismas manera, destruyó la estatua de Zeus del Olimpo y prometió asesinar a todo ser viviente que aún jurase lealtad al legado de Zeus.

— ¿¡Crees que no sé los horrores que haz cometido!? ¡Eres un genocida! — Exclamó ella, puesto que conocía perfectamente bien las acciones de Apollo en el Olimpo.

— ¿De que estoy hablando? Por favor Brunhilde, yo he evitado que muchos Dioses atacaran a la humanidad.— Y en ese momento con un chasquido, dos pantallas gigantes se encendieron.

En las pantallas reposaban dos imágenes llenas de notas y textos antiguos de un enorme diario extraído del palacio de Mesopotamia.

— “El Ragnarök ocasionó muchas muertes, entre ellas, la muerte de Zeus, uno de los Dioses más importantes para nuestra alianza. Su hijo mayor, Apollo, ha tomado el trono y las relaciones con el Olimpo se han deteriorado. Hemos perdidos varias colonias en la tierra Griega y muchos Dioses mestizos han caído muertos por la mano de Apollo, nuestras tropas han sido sacadas del suelo Griego y las relaciones han sido cortadas completamente.

» Ante el cambio de régimen y políticas del Olimpo, Mesopotamia ha roto relaciones con Grecia y hemos decidido abandonar el Consejo de los Dioses. La victoria de la humanidad ha sido un golpe para todos, los Dioses fueron expulsados del Valhalla por la humanidad y Mesopotamia no planea tolerarlo. Hemos tomado carta en el asunto y hemos decidido iniciar un plan de expansión, con el cuál tomaremos el control político y militar de los países cercanos y ampliaremos nuestro poder...pronto, caerá el consejo y la humanidad será destruída.

El murmullo de los Dioses no se hizo esperar, muchos se mostraron furiosos e indignados de lo que había leído, y muy enojados con el panteón de Mesopotamia al saber que estos planeaban una invasión y conquista a otros reinos divinos. Brunhilde gruñó con molestia y Gëir únicamente pudo mirar callada hacía el frente, sin saber que decir en ese momento.

— Hace unos cuantos días, mi ejército arribo hacía el panteón Mesopotámico, con la intención de detener una posible invasión pero para nuestra enorme desgracia; el panteón había sido atacado y destruido.— Informó nuevamente.

Y de nuevo, en las inmensas pantallas aparecieron las imágenes de todos los Dioses del panteón, muertos y destrozados por lo que parecía ser el ataque de una bestia salvaje. Cuerpos destruidos por doquier y señales de una intensa y sangrienta batalla.

— Debido a la poca estabilidad del reino, el Olimpo se quedó en el reino para evitar un posible conflicto armado y resguardar a los pocos Dioses que aún siguen con vida; no tengo idea de quién podría haber hecho tal ataque... Pero la verdad es innegable, los cielos están pasando por un momento de caos y todo a raíz de ustedes.— Sentenció viendo fijamente a Brunhilde, quién parecía que estaba por romper sus dientes por la fuerza con la que los apretaba.

— ¡Es verdad, la humanidad es la culpable de todo esto! —

— ¡Demonios, malditos demonios! —

— ¡Deben ser destruidos sin piedad! —

Los Dioses gritaban con fervor y furia, todos sumergidos en un baile de gritos y maldiciones que no podían entenderse claramente. Entonces en ese momento, Apollo hizo resonar su martillo en la mesa y nuevamente los Dioses fueron silenciando sus voces hasta quedar nuevamente en silencio, finalmente.
Gëir se levantó de su silla y con determinación exclamó:

— Entendemos perfectamente lo que sienten, no fueron los únicos que perdieron mucho en ese Ragnarök. Pero no es nuestro problema, como bien dijo mi hermana mayor; ganamos y ustedes perdieron, ese comportamiento no es digno de un Dios.

— Gëir...será mejor que tú-- —

— Señor, Thor, será mejor que cierre el hocico; el Valhalla está siendo amenazado y usted no hace nada para detenerlo. Estos inmaduros amenazan con invadir el Valhalla, el orgullo de Odín e incluso piensan irrespetar la memoria de Odín con saqueos y destrucción, usted, señor Thor, me da mucha vergüenza.—

Las palabras de la mas baja fueron claras y contundentes, pero a pesar de su enojo y frustración, Gëir sentía que iba a romper en llanto en cualquier momento. Se sentía impotente, avergonzada y llena de ira, por qué ella no quería meterse nuevamente en otro Ragnarök, pero tampoco podía dejar su hogar a la deriva.

— ¡Menuda mocosa ruidosa! ¡Deberías morir por alzarle la voz al jefe del panteón Nórdico! — Intervino una hermosa mujer rubia, cuyas largas trenzas doradas llegaban hasta sus caderas.— ¡El Valhalla dejo de ser el hogar de Odín cuándo ustedes decidieron aceptar en él a un homicida! — Gruñó ella.

Pero Thor no pronunció palabra, solamente miró a las dos hermanas a la lejanía. Sin decir absolutamente nada, Apollo sabía que Thor lo había dicho todo; no iba a meter las manos en el fuego por el Valhalla.

¿Entonces... Que les parece, la idea de otro Ragnarök? —

[...]

Ishtar se despertó de golpe pero se vió obligada a volver al tierra debido a súbito golpe que se había dado en la cabeza con un pedazo de rama, soltó un audible gemido de dolor y unas cuantas lágrimas corrieron de sus ojos. Y de repente una repentina lluvia cayó sobre ella, llegando todo el suelo rápidamente de agua y barro.

Ishtar miró el cielo una vez el dolor había pasado y todos los recuerdos de los acontecimientos previamente vividos le habían azotado de golpe. Su hogar, su hermana, sus amigos y su vida...todo destruido.
Y nuevamente comenzó a llorar, ahogándose en su tristeza y miseria absoluta, sin siquiera poder mover su cuerpo debido al súbito acceso de frío que experimentó sin piedad alguna.

¿Dónde estaba? No lo sabía...
¿Por qué había pasado por eso? No tenía idea...
¿Que haría? ...

Solamente quería quedarse ahí hasta eventualmente morir...pero era una Diosa y ella no podría morir por sed o hambre, así que pensó seriamente en suicidarse. Estaba a la mitad de la nada, con suerte un viajero pasaría por allí y la convertiría en su esclava o muñeca sexual.
Cualquiera de las dos, no le importaba.

Pero una voz en su cabeza apareció, un voz que nunca había oído jamás, gruesa y profunda, pero a la vez, muy suave; como pétalos de flores danzando en la brisa. Una voz que le inspiraba paz y quietud.

“El final, es solamente el comienzo...” —

¿Que?

¿Comienzo, realmente ese era el comienzo?

Ishtar se levantó lentamente del suelo y sin proponerlo, lanzó una mirada alrededor, y no vio mucho, solamente un árbol de manzanas cargado, incluso una cuantas frutas habían caído al suelo.
Pero Ishtar no podía pensar en comer ahora, a pesar de que enserio quería comer algo.

Debía pensar en buscar un refugio, luego volvería por las manzanas. Si se quedaba ahí por mucho tiempo, podría resfriarse y eso era lo último que deseaba. Corrió en línea recta hasta llegar a un pequeño quiosco de madera, un poco viejo y algo maltratado pero con un estilo bastante antiguo, pero las más llamativo era la pequeña estatua dorada de Buda que tenía dentro.

Habían unas cuantas flores, flores de loto blanco que apenas habían florecido no hace mucho. Sabía que esas flores no crecían cerca de su reino, así que supo inmediatamente que ya no estaba en Mesopotamia.
Cerca del quiosco había un pequeño cartel que estaba pegado a un árbol, no muy grande.

Lentamente se acercó y leyó atentamente las palabras escritas en el cártel.

“En homenaje a Buddha, el divino salvador de la humanidad.”

“Valhalla - 1 Kilómetro más adelante.”

— E-El... Valhalla...—

SNVLOR.

[...]

Lo prometido es deuda, doble capitulo para ustedes mis queridos lectores.
Dentro de 30 días veremos el inicio definitivo del Ragnarök y se revelarán a los primeros luchadores de ambos bandos.

Sin más que decirles, hasta la próxima.

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