Capitulo 2: Ishtar.
La pequeña no tuvo tiempo de reaccionar, había demasiada sangre en el suelo, tanta que ya no podía diferenciar el líquido rojizo del suelo de mármol blanco.
Soltó un grito de pánico, pero el daño nunca llegó; alguien se había puesto en medio.
— ¡Señorita, por favor escape! — La voz del Dios la hizo temblar.
— ¡P-Pe-Pero...! — Tartamudeo ella.
Pero la bestia empujó lejos al sujeto, de un tremendo batazo lo mandó lejos un par de metros y este se estrelló violentamente contra un pilar, rompiéndose la columna por el impacto y muriendo en el acto.
Ese ser sacado de las fauces más profundas del infierno se puso se pie, ya que todo el rato había ido caminando a cuatro patas como una bestia cuadrúpeda, y se acercó a la joven Diosa que estaba enfrente.
La más baja temblaba de miedo, y a sus pies, un charco de orina se podía apreciar; el miedo la tenía completamente paralizada sin poder moverse ni un solo paso. La bestia se relamio y su lengua larga y filosa llenó la cara (y otras partes de su cuerpo) de la mas baja de una baba que pudo quemarle la piel y hacerla gritar por el dolor.
Pero antes de que el animal pudiese matarla, otro sujeto apareció y reventó un pedazo de mármol en la cabeza de la bestia, haciendo desviar su atención.
— ¡Váyase se aquí! — Le gritaron.
La bestia se lanzó contra el sujeto y en ese momento, la Diosa menor salió corriendo hacía la ventana más cercana, apenas alcanzó el borde, abandonó la habitación donde había estado y emprendió el vuelo hacía la siguiente torre, pero no pudo durar mucho tiempo en el aire ya que una de sus alas había sido dañada por la saliva ácida de la bestia .
Por qué sí, la joven Diosa contaba con un par de alas lo suficientemente grandes y fuertes como para soportar su peso.
Se desplomó hacía el suelo, amenazando con caer en los jardines del palacio y morir debido al golpe. Pero en eso, alguien la atrapó en el aire antes de que pudiese tocar el suelo. Se trataba de otra Diosa, muy parecida a la primera; atrapó a su contraría y voló hacía una de las torres, entrando ambas en una nueva habitación que aún no había sido saqueada por la bestia.
— ¡Ishtar! ¿hermana estás bien? — Exclamó ella poniendo cuidadosamente a la menor en el suelo, está última gimió de dolor.
— ¡Hermana! ¿Que está ocurriendo? — Preguntó Ishtar asustada, y temblando sin parar, su mente aún no procesaba.
— ¡Nuestro reino fue atacado, esa bestia los mato a todos y no pudimos evitarlo! ¡Tienes que huir! — Hablo su hermana atropelladamente, Ishtar no lo entendió del todo.
Pero en ese momento, un ruido se pudo apreciar, alguien se acercaba a la habitación. Ishtar soltó un chillido de pánico, no podía hacer más que eso realmente, ella no tenía las fuerzas para defenderse en esos momentos.
Su hermana gemela, Ereshkigal se puso entre ella y la puerta que daba a la habitación ubicada en esa torre del castillo, sorprendida de que la bestia pudiese llegar tan rápido hacía dónde estaban ella y su hermana.
Tal y como Ereshkigal lo había dicho; el panteón Mesopotámico había sido invadido esa misma mañana por una extraña y diabólica bestia desconocida para ellos. Uno a uno, los Dioses de Mesopotamia cayeron como simples presas ante la bestia que había destruido todo el palacio real. Ishtar había sido la última junto con su hermana gemela en huir de ese monstruo, pero su escape no había durado, ya que la bestia las había acorralado nuevamente en esa misma habitación.
La bestia logró destruir la puerta de la habitación, y su apariencia demoníaca era terrible, como si fuese la primera vez que Ishtar lo veía; Era muy alta, más de dos metros de altura y tenía una increíble musculatura y largos brazos con pesadas garras tan afiladas como espadas, su lengua larga y filosa como la de una serpiente pasaba por entre sus colmillos y cara era horripilante: la cara de un cocodrilo y en la zona de sus hombros, tenía dos dos pequeñas cabezas más que abrían y cerraban sus fauces, pero lo más extraño es que estás tenían los ojos cerrados y las fosas nasales eran muy grandes.
Vestía con pequeños trapos rotos y sucios, también tenía largos collares de madera y amuletos de todo tipo. Era un auténtico ser infernal. Ishtar creyó que nuevamente iba a orinarse encima del miedo.
Rabiosa, Ereshkigal se lanzó contra la bestia empuñando una cuchilla para rebanar el cuello del animal, pero en el momento del impacto, la cuchilla se rompió en pedazos sin siquiera haber hecho ni un rasguño. La bestia la tomó del brazo y la observó levemente, no la mató, solamente le rompió el brazo y la tiró lejos de su camino.
El grito de dolor de Ereshkigal inundó la habitación y luego se detuvo luego de impactar con violencia contra uno de los pilares de la habitación. Ishtar quiso ir hasta ella, pero la bestia le dió un manotazo y la derribó, posteriormente alzó su pierna y trató de pisarla pero Ishtar se movió a duras penas para evitar el ataque que amenazaba con romper su pequeña cabeza.
Su voz no salía, únicamente podía quejarse en voz baja, y gemir del fuerte dolor que invadió todo su cuerpo; la sangre escurría de su boca luego y de varias heridas que tenía en todo su cuerpo.
Las lágrimas caían, no entendía que estaba pasando, no sabía que había hecho mal para recibir tal castigo. La bestia la tomó del cabello y la alzó para verla fijamente, como un animal que mira a su presa antes de dar el golpe de gracia y acabar con su agonía. Ishtar pensó que iba a desmayarse y lo último que vería en su vida, sería la cara del demonio que aniquiló a todos sus amigos y familiares; inútilmente, trató de rogar clemencia.
— P-Por f-favor...n-no quiero morir...— Lloró y suplicó, pero sabía que era inútil.
La bestia sonrió y sacó su lengua para lamer la cara de la menor, y unas cuantas gota de saliva quemaron su piel y la derritieron. Nuevamente quiso gritar pero no pudo, solamente pudo gemir y chillar de dolor.
En ese momento, un montón de agua reventó contra la espalda de la bestia quién no se inmutó ante el ataque, pero por reflejo soltó a la Diosa quien se dió un feo golpe en el estómago al caer al suelo.
— Maldita, bestia...— Jadeó un Dios, alto y musculoso con largas barbas y lleno de joyas y una gran armadura.
— ¡Apsu! — Gritó Ereshkigal.
La bestia se abalanzó contra el Dios, quien respondió con un puñetazo en el hocico, pero la bestia resistió el golpe y llegó hasta su víctima. Lanzó un mortal zarpazo que por poco rebanó la cabeza de Apsu en pedazos, pero el Dios lo evadió y atacó con un rodillazo a la entrepierna de la bestia.
El ataque no surtió efecto, la bestia estaba intacta y un crujido de escuchó; la rodillera del Dios se partió en pedazos al hacer contacto con la piel del demonio.
Apsu logro alejarse y con un movimiento de manos, unas lanzas de agua emergieron del aire y las lanzó contra la bestia quién las recibió todas.
Furioso, Apsu creó un látigo de agua que fue hasta la garganta de la bestia, pero está no se inmutó en lo absoluto seguía en perfecto estado. Sin más, la bestia se lanzó y logró enterrar sus garras en el pecho de Apsu, haciendo saltar mucha sangre y y creando una herida mortal de la cuál el Dios no podría recuperarse.
En ese momento, Ereshkigal lanzó un pedazo de escombro que se hizo pedazos en la cabeza de la criatura.
— ¡Maldito...animal! — Gruñó ella.
La bestia lanzó al Dios lejos, y se acercó hasta Ereshkigal quién se preparó para el combate.
— ¡No, deja a mi hermana! ¡Mátame pero no le hagas daño! — Gritó Ishtar.
— ¡Debes irte Ishtar, yo estaré bien! — Respondió su hermana, la gemela lloraba a cántaros.
— ¡P-Pe-Pero hermana...! —
— ¡Ahora! —
La bestia se lanzó contra Ereshkigal y está se defendió como pudo, pero su adversario logró llegar hasta ella y destruir su garganta con sus garras. La sangre saltó y la Diosa comenzó a desangrarse mientras balbuceaba cosas que no se entendían en lo absoluto.
Ishtar presenció la brutal muerte de su hermana, en vivo y en directo.
— H-Hermana...— Gimió, mientras la vida en los ojos de su hermana se apagaba cada segundo.
Su hermana, su querida hermana gemela. Aquella que nunca la abandonó, aquella que siempre vio esperanza en el papel que Ishtar desempeñaría en los cielos. Cuándo todos dudaron de su valor, Ereshkigal siempre estuvo ahí para apoyarla y darle toda su confianza.
Ishtar amaba más a su hermana que a si misma, más que a nada en todos los cielos; y ahora, esa bestia se lo había arrebatado.
La criatura sonrió y su lengua acarició la mejilla de Ereshkigal, haciendo que la carne comenzara a derretirse con un asqueroso ruido como si se pusiese un enorme pedazo de carne sobre un sartén con aceite caliente.
— Ishtar...—
La bestia abrió su boca y de un mordisco arrancó la cabeza de Ereshkigal para masticarla y tragarla. El sonido fue tan macabro y obsceno que no sintió que iba a vomitar, además del charco de sangre que se habia formado en el suelo de la habitación.
Era una maldita pesadilla, una maldita y horrible pesadilla de la cuál quería despertar.
Ishtar se derrumbó, comenzó a llorar sin control; completamente destruída ante la perdida de su ser más amado. Esa noche lo había perdido todo, todo cuanto más le importaba se había esfumado por culpa de ese horrendo animal salvaje.
La bestia se lanzó contra Ishtar pero ella solamente soltó un grito y llevó sus manos hacía adelante, tocando por segundos el cuerpo de la bestia. Una explosión realmente poderosa hizo presencia, una estela dorada y un temblor adornaron el lugar mientras la habitación comenzaba a derrumbarse, amenazando con aplastar a todos los que estaban dentro de dicha habitación.
La bestia soltó un gruñido e Ishtar solamente pudo gritar mientras era severamente lastimada por la explosión.
Su cuerpo salió volando fuera del palacio y cayó en un bosque cercano, pero ella estaba inconsciente y no podía sentir el dolor del impacto aunque esté fuese realmente intenso. La lluvia que comenzó a caer pinchaba su cuerpo como un montón de látigos pequeños. Pero ella ya no sentía nada, a duras penas se arrastró por la tierra fangosa, pero la perdida de sangre y el dolor hicieron que la pequeña Diosa terminará inconsciente.
...
— ¡Hermana, espérame! — Chilló Gëir corriendo detrás de Brunhilde.
La mayor detuvo sus pasos, girando su cuerpo para ver cómo su hermana se acercaba corriendo hacía ella. Aquella tarde, dos días después de la reunión en los jardines del Valhalla, las Valkyrias habían vuelto a su ritmo de vida habitual, pero Brunhilde aún estaba bastante pensativa por su visión de la última vez.
Era de noche, ya estaban listas para irse a dormir, pero el trabajo se había prolongando más de lo necesario.
Gëir alcanzó a Brunhilde mientras sonreía y respiraba con un poco de agitación, incluso después de miles de años, no se acostumbraba a correr detrás de su hermana cuándo salían de trabajar.
— Deberías caminar más lento, hermana...— Jadeó Gëir.
— Lo siento, estaba un poco distraída.— Contestó, y realmente no mentía.
Gëir solto una risa, tomó la mano de su hermana y ambas caminaron juntas de ahí en adelante. Hablaban de cosas de trabajo, aunque Brunhilde aportaba muy poco a la conversación, limitándose a responder a las palabras de Gëir.
— Ahora que lo pienso...¿Que ha pasado con el consejo de los Dioses? — Este tema en particular, hizo que Brunhilde diese un pequeño respingo.
— El consejo...—
— Ya han pasado mil años, la cede dejó de ser aquí y ahora tienen un nuevo presidente, el hijo de Zeus...¿"Apholo"? ¿"Astolfo"? —
— Su nombre, es Apollo.— Una tercera voz hizo presencia en el pasillo.
De entre las sombras, una figura emergió, una sombra que ellas conocían muy bien. Brunhilde tembló ligeramente, pero Gëir se mostró más sorprendida que otra cosa; hacía mil años que no lo veía.
— ¿Señor Gauthama? —
— Puedes llamarme, Buddha, pequeña.— Dijo él sonriendo.—
Brunhilde apretó la mano de Gëir y la escondió detrás de su cuerpo, la pequeña no estaba muy enterada de por qué Brunhilde actuaba de esa manera, después de todo, Buddha había luchado a favor de la humanidad en el pasado.
El iluminado se acercó a ellas y se detuvo enfrente de Brunhilde, a escasos centímetros de ella con una mirada afilada y penetrante.
— Cuánto tiempo, querida Brunhilde.— Murmuró y ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
— Ve al grano, Buddha, se que no viniste a visitarnos para tomar un café y jugar a las casitas.— Saltó ella.
— ¡Hermana! — Chilló Gëir ante tan mala educación.
Buddha se sacó de su boca el chupetín con sabor de mora, y miró fijamente a las dos hermanas. Por más que quisiera jugar un poco más con la paciencia de Brunhilde, ella tenía razón. Tenía cosas más importantes que hablar con ellas.
— Está bien, está bien...tienes razón Brunhilde; debo decirles algo importante.— Y nuevamente metió el dulce en su boca — He venido a decirles que la reunión del Consejo de Dioses se va a realizar en un par de horas, y que muchos Dioses de diferentes panteones van a asistir a la reunión, panteones que llevan años sin haber asistido a las reuniones desde antes de la muerte de Zeus.
— ¿Panteones que no han asistido? — Repitió Gëir.— Los he oído, panteones raros y misteriosos —
— Exactamente, y nosotros sabemos el por qué quieren asistir a dicha reunión.— Señaló Buddha, Brunhilde lo entendió.
— El Ragnarök...— Susurró.
— Sí, están impacientes por ver quiénes fueron las criaturas que acabaron con los Dioses hace mil años y no es para menos; Zeus, Poseidón, Susanoo, grandes leyendas de los cielos cayeron en ese torneo y la emoción los invade — Gauthama hablaba con un extraño tono de burla y diversión.— Y eso no es lo peor, algunos hasta piensan en tomar venganza por las muertes de los caídos.
Brunhilde sintió una súbita furia y molestia invadir su cuerpo, aunque por una parte, ya se lo había visto venir. El Ragnarök iba a traer consecuencias, y ahora estaban llegando luego de mil años de relativa calma y tranquilidad.
El Valhalla había ganado legalmente la independencia, y al no formar parte de Asgard, estaban en cierto punto vulnerables.
Pero por otro lado, la humanidad no podía ser tocada por los Dioses, esto llevaría a una guerra celestial ya que muchos panteones habían aceptado la victoria del Valhalla de manera madura e inteligente y la ley de inmunidad por parte de los Dioses.
— El Valhalla es una propiedad independiente, los Dioses no tienen autoridad para tocarnos — Saltó Gëir, parándose enfrente de su hermana.
— Esa es la cuestión...los Dioses no planean obedecer ese acuerdo — Los ojos de Buddha se tornaron oscuros, y sus palabras eran muy siniestras.
— ¿De que estás hablando? Lo regentes de la panteones mayores aceptaron, no pueden ir en contra de su autoridad.— Nuevamente se metió Gëir, Brunhilde le dedicó una mirada de pena.
En el cielo, habían almas puras como Gëir que aún creían en las leyes...pero los Dioses, ellos eran otro cuento.
— Los panteones victoriosos poco les interesa, pero los perdedores están seriamente resentidos; Asgard está hecha un caos desde la muerte de Odín, todos reclaman la cabeza del humano que mató al regente de tan magnífico panteón y aunque Thor hace lo que puede, la verdad es que nadie está feliz sabiendo que el asesino aún camina por los pasillos del Valhalla; el mayor orgullo de Odín.—
— Pe-Pero...—
— ¿Hay algo más, no es así, Buddha? — Musitó Brunhilde con determinación.
El iluminado ensanchó sus sonrisa y con sus colmillos mordió el chupetín, rompiéndolo en pedazos y escupiendo el palillo al suelo.
— Siempre tan inteligente, tienes razón...— El Iluminado se inclinó y la miro a los ojos mientras le daba la verdadera mala noticia.— Apollo planea invocar el Ragnarök.
SNVLOR.
¡Hola a todos, mis queridos lectores!
Muchas gracias por todo su apoyo y sus comentarios, diariamente me esfuerzo para traerles lo mejor y este mes venimos con una doble publicación.
El Ragnarök está a punto de comenzar, prepárense porque se viene lo bueno.
Sin más que decir, nos vemos luego.
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