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Capitulo 19: Yo lo haré.

En el momento en que entiendo verdaderamente a mi enemigo, en el momento en que le entiendo lo suficientemente bien como para derrotarlo, entonces, en ese preciso instante, también lo amo.”

Orson Scott Card.-





Alejandro Magno soltó el aire que estaba conteniendo en sus pulmones, miró su apariencia en el espejo y sonrió levemente cuándo aprecio su vestimenta ceremonial.
Consistía en una toga abierta desde el cuello hasta por debajo del pecho, un pantalón de armadura y un calzado largo que llegaba hasta sus rodillas.
Su cabello estaba cuidadosamente peinado y en su cintura reposaba una espada dentro de su vaina.

En pocas horas él sería coronado el rey de Macedonia, la ansiedad lo estaba consumiendo. Después de todo lo pasado, jamás pensó sentir esto en este momento preciso, pero ahí estaba y no podia hacer nada para evitarlo.
Su padre, Filipo había fallecido hace un par de semanas, en una cama justo cuando Alejandro arribó hacía Macedonia y llegó al palacio real.

No pudo divagar más en sus memorias porque la puerta de su habitación hizo ruido, se trataba de su maestro Aristóteles quién venía caminando lentamente hacía él con la cabeza agachada y vistiendo igualmente su ropa ceremonial.
Alejandro se sintió muy mal cuando su maestro dobló rodillas delante de él y lo llamó "Alteza"; definitivamente no estaba acostumbrado a ello.

- Todo está en orden, el capitán Leónidas preparó a los soldados y el pueblo está reunido para ver su coronación.- Informó el hombre anciano.

Pero Alejandro no dijo nada solamente, titubeó por unos cortos segundos, mientras miraba nuevamente su apariencia. No decía nada, pero al mismo tiempo lo decía todo.

- Joven rey, haz deseado tanto este día y aún no estás preparado para él.- Murmuró Aristóteles acercándose.

- Se suponía que ellos estarían aquí este día, pero estoy complemente solo.- Confesó, haciendo que Aristóteles ladeara la cabeza.

- ¿Sólo? ¿Acaso piensas eso? - Preguntó nuevamente su maestro.

- Así es. Pese a los guardias, pese a usted, pese a mi pueblo; me siento completamente solo en un reino que tal vez sea demasiado grande para mi.- Y mientras hablaba, tomaba asiento y se apretaba los cabellos.

Aristóteles se acercó y tomó asiento a su lado, mientras ponía su mano en la espalda del joven rey y se quedaba así por un largo tiempo. Alejandro lo miró de reojo y sintió que de alguna manera estaba sintiéndose reconfortado.

- Se que debe ser difícil, hacer esto solo y no tener a alguien que lo comparta contigo cuando en un inicio fue lo que más soñaste. Pero esas personas no han sido decepcionadas y no se han perdido de nada.- Dijo, ganándose la mirada de su alumno.

- ¿Que quiere decir? - Quiso saber Alejandro.

- Joven rey, el cielo es tan grande y tan desconocido para nosotros que aún no hemos descubierto que secretos se esconden en él.

» Pero lo que sí sé, es que en todas las almas de encuentran en el cielo y desde el cielo, todas las ambas pueden ver hacía abajo y si existe algo después del cielo o algo aún más allá, pudo garantizar que tú padre está viéndote y está orgulloso de todo lo que haz logrado.

Magno comenzó a llorar.

- ¿Por qué tuvo que irse antes de esto? ¿Por qué los dioses se lo llevaron? ¿No sé suponía que los Dioses eran buenos? - Preguntaba Alejandro, con el rostro bañado en lágrimas.

- No lo sé hijo mío, pero lo que sí sé, es que los Dioses solamente están ahí para dar y quitar, crear y destruir y nada más. Ningún Dios bajará a resolver tus dudas, ningún ser divino podrá darte las respuestas y ningún Dios jamás te dará nada.
» Llegaste hasta aquí por tí mismo, por tus decisiones, por tus aciertos y fracasos, por lo que eres y lo que serás. Tu eres la respuesta, y tú eres el Díos más grande, el único Dios que necesitas.

Y las palabras de su maestro resonaron dentro de su corazón como un tambor y una melodía dulce y armoniosa. Recordó aquellas palabras de su padre.

"Debes ser un rey fuerte, que comprenda y adore a tu pueblo, que proteja y sirva a su nación como si su vida dependiera de ello. Tu eres todo lo que tienes y ellos son todo lo que tú tendrás."

- Tu pueblo es parte de ti, Alejandro Magno. Y cuando estés listo, serás nombrado un Emperador.- Y esto puso final a la conversación, pues Aristóteles puso final a la charla y abandonó la habitación.

"Te prometo seré, un fuerte rey que comprenda bien el dolor de sus súbditos."

Alejandro se puso de pie nuevamente y tomó un trapo para limpiar su cara y arreglar su rostro. No quería dejar en evidencia que había estado llorando hace apenas un segundo.
Se tomó un tiempo para recordar aquellos momentos, aquella época en la que Filipo solía hablarle y adular todas y cada una de sus capacidades.

Se sentía tan feliz, incluso en este momento preciso, se sentía más cerca de su padre que nunca. Este reino, también era parte de Alejandro Magno y Filipo.
Filipo era este reino y el reino siempre estaría junto Alejandro.

"Con justicia impondré, siempre mi ley. Escuchen mi voz resonar desde el púlpito."

- Papá, te lo prometo. Te prometo que seré el mas grande emperador y rey que jamás haya existido en la tierra, te prometo que yo seré el más grande Dios que guíe y cuide de su reino.- Exclamó ante el espejo y esas palabras fueron suficientes para darle fin a su preparación.

Abandonó la habitación de su padre y caminó directo hacía el palco del palacio que daba hacía la plaza central donde su pueblo esperaba y dónde sería coronado como Emperador. Pasos firmes y decididos, pasos que mostraban el orgullo y el poderío de Alejandro, su orgullo y su enorme ego.
Finalmente llegó ante su presencia, el pueblo emitió un grito de júbilo y poder que hizo eco en todo el reino.

"Pues el camino es a donde yo voy y dónde estoy sentado también será el trono."

Era tanta la gente emocionada y feliz de ver a Alejandro, que el joven rey se sintió sorprendido. Alzó su brazo y esto hizo intensificar las ovaciones y los gritos, amaba ser alabado como un auténtico Dios.

"La tierra voy a conquistar, bajo mi plan. Me obedeceran porque yo soy el único Dios aquí."

« - Madre, fuiste engañada por un supuesto mago al servicio de un Dios. Padre, los Dioses te quitaron la vida antes de verme. Le agradezco por todo y no se preocupen, yo seré el Díos más grande y perfecto de todos.- » Dijo en su mente, mientras extendía ahora sus dos brazos.

- ¡Larga vida al Emperador Alejandro Magno! - Gritaron los soldados.

- ¡Larga vida al Emperador Alejandro Magno! -

Pasaron algunos años y Alejandro Magno ahora era todo un hombre, después de varias batallas y conquistas, regresaba a Grecia después de atender unos asuntos en Egipto. Seguido de un campamento de soldados que lo seguían de cerca, aunque hicieron una parada en una pequeña calle solitaria y que daba a una enorme pradera semi fértil.
Habían algunas casas viejas y unos cuantos jarrones rotos y algunos con basura.

Su mensajero venía en carrera sujetando un pergamino en sus manos.

- Alteza, pronto llegaremos a Gordion y un séquito de refuerzos estará  esperando por usted en la puerta este. Dicen que la ciudad está maldita y que un nudo imposible de desatar es la razón.- La leyenda del Nudo Gordiano, un nudo que el mismísimo Zeus amarró hace años y que solamente un elegido podría desatar.

- Maravilloso, tomaremos una pausa rápida aquí y retomaremos el viaje.- Dijo él.

- Alteza, con todo respeto, ¿Por qué nos detuvimos aquí? - Preguntó uno de sus hombres, a lo que Alejandro contestó.

- Escuché que aquí vive alguien importante y quisiera encontrarlo.- Respondió.

A lo lejos, Alejandro divisó a un hombre sucio, encorvado y viejo que se metió a duras penas en un jarrón grande el cuál llamada "casa".
Iba quejándose, llevaba en su mano un pollo sin plumas, y una pequeña jarra llena de licor. Magno corrió rápidamente hacía él, mientras que detrás se quedaron sus guardias por órdenes del Emperador.

Cuando llegó, Alejandro se paró enfrente de él con una sonrisa, tapando el sol con su cuerpo. El viejo Diógenes lo miró fijamente y emitió un gruñido, para luego escupir el suelo cerca del pie de Alejandro.

- Bastardo Macedonio, no deberías estar en este pueblo.- Dijo abriendo una bolsa de tela que tenía en la mano, la cuál estaba llena de huesos pequeños y sucios.

- Señor Diógenes, es un enorme placer conocerlo finalmente. Soy Alejandro Magno, emperador de Macedonia.- Se presentó.

- Sé quién eres, mocoso. Eres el hijo de Olimpia y el adoptado de Filipo II, me repugna pensar en ellos.- Escupió él, mientras revolvía los huesos llenos de tierra en el suelo - ¿Ves estos huesos? Son de perros pobres y vagabundos y no hay ninguna diferencia entre estos huesos y los de tu padre.

Pero Alejandro no se marchó, tomó asiento enfrente de él, y aún su gran silueta tapaba el sol para Diógenes. Sonrió y extendió enfrente un papel, un frasco de tinta y un palito para escribir con él.

- Por favor, enséñame tu sabiduría.- Pidió Alejandro como un sirviente que suplica a su amo.

- Bah, eres una molestia, niño. Quítate del medio, me estás tapando el sol.

[...]

Diógenes miraba todos y cada uno de los movimientos de Alejandro, estaba siendo superado por Set quién lo atacaba sin descanso.
Pero Alejandro no cedia, no se detenía en lo más mínimo, buscando siempre el momento oportuno para atacar.

- ¡Aún no he perdido, sigo vivo! - Gritó con fuerza.- ¡No importa cuánto me destruyas, no importa cuánto me dañes yo siempre seguiré de pie! -

- Es increíble...Admiración, medallas, un banquete, un enorme león listo para la batalla - Musitó Set con una sonrisa.- ¡En ti lo veo todo! ¡Eres todo! -

Set arremetió, usando sus magia creó un enorme báculo divino y con él dibujo en el aire, la forma de un centauro con un arco y flechas.

Φίδια θανάτου/Ουράνιο Θόλο - Βέλος του Τοξότη

[Serpientes de la muerte /Bóveda Celeste - Flecha de Sagitario]

El centauro están hecho de un millón de serpientes al igual que su flecha la cuál salió disparada silbando agudamente hacía Magno quién la cortó por la mitad. Pero otras flechas también fueron hasta él rápidamente, pero todas pudo cortarlas y desviarlas perfectamente.
Alejandro notó algo diferente, algo distinto en él, como si por un segundo, su mente se hubiese quedado en blanco.

En la habitación de Tomoe Gozen, Hlokk miraba la batalla con una calma un poco extraña. Aunque ella no tenía idea de que Gondull había formado el Volündr con Alejandro. De ser así, otro gallo cantaría.
A su lado, la Ona Buggeisha mantenía su rostro impasible, calmado y en relación.

- ¿Notaste eso, Tomo? - Preguntó Hlokk a lo que Tomoe asintió.

- Por un segundo, él hizo lo que le recomendé. Su mente dejó de pensar en el futuro y se concentró en el presente, se fijó en dónde golpearían las flechas y gracias a eso su cuerpo supo que iba a pasar, ya que no perdió su tiempo pensando en esquivar el siguiente.- Respondió ella con una ligera sonrisa.- Esto hace que quiera salir a pelear pronto.

- Hmm.- Musitó Hlokk.- Ustedes los guerreros son tan extraños.

[...]

Reino de los Dioses - Egipto.

Set tomó asiento en la arena y sacó de su canasta un mantel hecho de la más fina tela preciosa del panteón. Tomó una copa la cuál llenó de agua y tomó unas flores Egipcias las cuales puso en el suelo y sacó también unas semillas.
Unas semillas de árbol de Granadas y unas semillas de árbol de Guayabo. Hizo dos pequeños agujeros en la arena y puso delicadamente una semilla en cada uno, para luego cerrarlos con arena y ponerles un poco de agua encima.

Procuró de cualquier manera posible de uno activar sus poderes, sinó la arena perdería fertilidad y él no quería eso. Era muy irónico, un destructor creando.

Su idea original era sembrar los árboles en el patio de su antiguo hogar familiar, pero desde la batalla contra Ra, ese lugar ya no era el adecuado.
Así que decidió ir a las costas del río Nilo, dónde sus padres se habían enamorado y hablan iniciado su matrimonio. El Dios terminó su trabajo y acto seguido, miró hacía el agua pura y limpia del río, buscando en el reflejo algún consuelo o palabra de aliento.

Hacía poco más de unos cuantos años que había destronado a Atón como rey de Egipto y ahora él se alzaba con la corona del Panteón. Aquello que siempre había soñado y aquello que siempre anheló. Siendo ahora el Dios supremo, el control y el manejo de Egipto era bastante mejor que en antaño.
Incluso los humanos lo veneran y adoran como un buen rey y Dios, cosa que lo tenía sin mucho cuidado.
Pero era la aprobación de sus padres la que el necesitaba, eran las palabras de sus padres las que podrían hacerlo sentirse orgulloso de sí mismo.

- Madre, Padre... finalmente lo conseguí. Aquello que más ansiaba, lo he obtenido, soy el rey de Egipto, soy el Dios supremo.- Exclamó él, con una sonrisa y sus mejillas mojadas en lágrimas.

» ¡Mamá, lo he logrado! ¡Mírame mamá, lo he conseguido! ¡Ahora soy perfecto como ustedes, ahora soy como ustedes!

Y ante sus gritos, solamente podía oír su eco. Ahí no había nadie, nadie estaba con el en ese momento

Y esto era toda la respuesta que necesitaba.

[...]

¡Θεϊκός Αυτοκράτορας - Νύχι του Μάαχες!
[Emperador Divino - Zarpa de Maahes]

Junto al grito de Alejandro, su espada brilló de ella emergió un hilo de magia que culminó en un golpe en forma de garra que fué hacía Set, dando de lleno en su cuerpo y creando una herida letal.

Pero el Dios no se detuvo, sino que continúo atacando.

¡Φίδια θανάτου - Απόφης!
[Serpientes de la muerte - Apofis]

La arena cambio de color y de ella emergió una colosal serpiente con brazo que atacó a Magno, pero este reaccionó moviendo su espada y atacando con su propio compañero mágico.

¡Θεϊκός Αυτοκράτορας-Μάαχες!
[Emperador Divino - Maahes]

El Dios no se amedrentó. Pues tenía un plan bajo la manga, cuando vio al león mágico atacar a la serpiente.
Se movió para atacar, inflando sus pulmones como un globo y lanzando una ventisca tan bestial que incluso hizo caer a algunos humanos y Dioses.
Las arenas rojas podrían golpear el ojo bueno de Magno y dejarlo ciego, pero el emperador se cubrió la cara con la mano para evitar ser atacado por ellas.

Pero no solo eso, también fué arrojado hacía él, una pared larga y gruesa de arenas rojas que iban dispuestas a comerse el cuerpo de Alejandro Magno sin piedad. Cómo fuese tocado, sería desintegrado.

« - ¡Déjame ayudarte! - » Exclamó Gondull.

Rápidamente, el brazo robotico brilló y se deshizo, convirtiéndose ahora en enorme escudo de batalla el cuál tenía el rostro de un león en el frente.
Humanos y Dioses se asombraron, pues no pensaron jamás que algo así podría suceder.

- ¡Volündr. Modo de Defensa - Escudo Imperial! -

El Volündr había cambiado, tal como aquella vez hace mil años cuando el Emperador Chino combatió contra Anubis.

Gëir, Leónidas y los demás sonrieron. Pues ellos sabían que el Volündr puede cambiar de forma y tomar la forma del artefacto o arma más útil para el humano en ese momento.
Gracias al cielo, Alejandro Magno era bueno con los escudos y apenas el arma bloqueó el ataque, usó su brazo humano para cortar la magia y destruir las arenas rojas, pero Gondull había sido dañada considerablemente.

Set sonrió, y se lanzó nuevamente al ataque. Alejandro pudo salvar su ojo bueno y rápidamente, el Volündr cambió nuevamente a su brazo robótico.

— ¡Estás lleno de sorpresas! ¡Eres genial! — Gritó el Dios con emoción.

La espada de Magno y el báculo de Set impactaron, creando una onda expansiva que dejó a ambos aturdidos por un segundo.

El impacto fue tan fuerte que hizo que el brazo humano de Alejandro Magno explotara. El festival de sangre no fué nada bonito, mucho menos el grito de dolor que lanzó Alejandro Magno.
Pero rápidamente cambio de brazo a su brazos robotico y con él maniobro su espada y a Búcefalo, pero esto no iba a durar mucho tiempo.

- ¡Ambos han perdido un brazo, en una igualdad de condiciones, ambos rivales han sufrido un daño similar! - Exclamó Heimdall.

- ALEJANDRO MAGNOOOO

- SEEETTT

Ambos oponentes se vieron fijamente, sabiendo que todo estaba por terminar en el siguiente movimiento.
Alejandro había tomado distancia, pero ahora se aproximaba a Alejandro Magno montado sobre Búcefalo y preparaba su brazo para atacar.
Set se lanzó también al ataque, preparando su brazo y listo para matar a su rival de una vez por todas.

« — Es como un castillo. ¡Alejandro, tu voluntad es como un castillo impenetrable! — »

« — Sus ataques, sus movimientos y ambiciones. ¡Set, realmente eres un Díos que aspira a la perfección! — »

El galope de Búcefalo, los pasos de Set. El relincho del caballo cuando las arenas rojas comenzaron a desintegrar su carne y los gruñidos de furia y fervor de ambos se combinaron en un musical de guerra macabro y horrendo.

¡Φίδια θανάτου-Καταστροφή!
[Serpientes de la muerte - Destrucción]

« — Me alegra haber matado a mi sobrino y haberle robado su puesto — »

Θεϊκός Αυτοκράτορας - Βασιλιάς της Μακεδονίας
[Emperador Divino - Rey de Macedonia]

« — Menos mal, salté a la batalla. Pude conocerte y estoy feliz por ello — »

El brazo bueno de Set se convirtió en una serpiente enorme y el brazo robótico de Alejandro brilló para luego envolver su espada y crear un efecto de lanza dorada que acompañó a Magno durante su viaje.

Búcefalo frenó y por la inercia, Alejandro Magno dió un saldo y salió disparado hacía el suelo. Pisó con fuerza y cuando Set estuvo encima de él listo para conectar el ataque, la espada y el brazo de serpientes chocaron violentamente.
El temblor fue tan soberbio que nuevamente causo un sin fin de destrozos, la nube de polvo de arena que voló por el aire cubrió la visión e hizo toser a todos los presentes.

El suelo se resquebrajo e incluso Búcefalo perdió el equilibrio y cayó al suelo de costado.

- ¡ALEJANDRO! - Gritó la humanidad

- ¡SET! - Gritaron, Neftis e Isis.

El impacto y el choque hizo que ambos rivales se alejaran unos cuantos centímetros el uno del otro, los daños mutuos podían verse, ya que ambos estaban cubiertos de tierra, arena y sangre. Pero pese a esto, ambos rivales aún así pudieron hablar.

- Alejandro Magno...- Exclamó él díos

- Set...- Murmuró el humano.

- Por favor...no ganes esta batalla.- Dijeron al unisono.

La cortina de humo se disipó rápidamente pues fue Set quién arremetió con el siguiente ataque. Su báculo había sido destruido, pero aún tenía un pedazo con filo lo suficiente como para matar al humano.

Alejandro cerró sus ojos y respiró profundamente, relajó sus músculos y vacío su mente.

« - No pienses en esquivar el ataque que vendrá. Piensa en esquivar el que llegó, olvida el futuro y concéntrate en el
presente -»

La punta del báculo acarició la piel de Magno, aún sin haberse enterrado, pero antes de lograrlo, Alejandro Magno cortó con su espada el brazo bueno de Set, el cuál voló por los aires y cayó el suelo.

¡Hermanita, eres muy hermosa! — La voz infantil e inocente de Set la hizo sonrojarse violentamente y temblar de vergüenza.

— ¿P-Por que me dices eso, Set?~ — Gimió ella tapándose la cara con ambas manos.

— ¡Porqué es la verdad, cuándo seamos grandes, serás mi esposa! — Afirmó el Dios.

Neftis abrió sus ojos como platos, con un nudo en la garganta y los ojos inundados en lágrimas de agonía y dolor. Aquél recuerdo invadió su mente como una mortal flecha.

Su pecho le dolía, su garganta ardía y no podía procesar lo que estaba mirando en ese momento preciso.
Quería lanzarse, no quería verlo morir, no quería dejarlo ir.

— S-Set...mi amor.— Gimió.

Los Dioses y humanos contuvieron la respiración. Y antes de que Set pudiese decir cualquier cosa, la espada se clavó en su torso, a la altura de su pulmón izquierdo el cuál fue destrozado por la espada de Magno.
Ambos rivales se detuvieron en ese momento, ambos respirando con agitación y ambos bajando su mirada.

- L-Lo conseguí...- Gimió Alejandro.

Pero Set aún no iba a caer, abrió su boca y pretendía usar sus colmillos para morder la yugular de Alejandro Magno.
Pero el humano movió su espada desde el pulmón hasta el hombro derecho del Dios, cortando su cuerpo en dos pedazos y poniendo freno al ataque.

Set abrió sus ojos como platos y miró hacía el cielo, una lágrima surco su mejilla, él sabía lo que esto significaba.
Alejandro retiro su espada y la dejó caer al suelo, enterrandola en la arena.

- Ganaste...- Jadeó él mientras miraba a su oponente.- Ganaste limpiamente, tienes mis respetos.

Alejandro sonrió y negó suavemente con la cabeza.- Oh Dios, si que eres extraño.

» — Dímelo, ¿Que imagen puedes ver ahora en mí? — Preguntó con genuino interés.

Set soltó una risa y respondió lentamente.— Veo una hermosa luz, solamente veo luz en todas las direcciones. Eres una hermosa y maravillosa luz.— Fueron sus palabras.

Set se enderezó y analizó a todos con su mirada. Mayor sorpresa se llevó cuando la vió. La diosa, quién había sido la única que había sufrido en carne viva el dolor y sufrimiento de Set, estaba al borde del colapso, a punto de llorar.

- Neftis, estás aquí...- Y echando otro vistazo los vio a todos; Isis y Khepris además de Thot.- Mis hermanos están aquí...-

Alejandro estaba estático, viendo fijamente a Set quién se dobló nuevamente por el dolor mientras la sangre salía a cascadas y sus órganos amenazaban con salirse de su sitio.
Set bajó la mirada y habló con ellos.

— Debí haber muerto en aquella ocasión.— Comenzó a derramar lágrimas — ¡Si ellos me hubiesen asesinado al menos habría sido olvidado por todos y así no podría ver qué tan poco les importaba!

» Me tiraron al desierto como un vagabundo, me pudri en la oscuridad por millones de años y esperé por alguien que me salvara; pero no vino nadie.

» Y a-ahora...— Su llanto se hizo más pesado y fuerte.— ellos jamás lo sabrán. Moriré aquí y ellos jamás sabrán que cumplí mi sueño, jamás sabrán que fuí tan perfecto como ellos. Jamás podré contárselo ellos...a mis padres.

Isis y Neftis comenzaron a llorar con fuerza. Khepris simplemente bajó la mirada, tratando de esconder sus ojos, los cuales amenazaban con desbordarse de lágrimas.

- Yo lo haré...- Dijo Alejandro Magno, con su rostro empañado en lágrimas saliendo de su ojo bueno.-

Alejandro Magno estaba llorando por su rival estaba llorando con él. Por cada palabra, por cada espadazo, por cada intento de asesinarlo, él lloró. Pese a todo, Alejandro Magno llegó a sentir cariño por su rival.

- Yo lo haré...yo los buscaré y se los contaré todo.- Afirmó con vehemencia.

- ¿Huh?... jajaja - Set soltó una débil risa dolida mientras miraba a su rival.- Entonces tenías razón; los humanos son mejores que los Dioses.

Y esas fueron las últimas palabras, el cuerpo de Set cayó muerto en el suelo cortado en dos pedazos y ensuciando la arena de sangre caliente.

La humanidad brincó en gritos y alabanzas, júbilo y alegría sonaban por todos lados.
Todos celebraban al vencedor del segundo combate.
El cuerpo de Set comenzó a cristalizarse, rompiéndose en arena que comenzó a desvanecerse en el aire y que eran la señal de que Set ya no volvería.

- Hasta siempre, Set. Gracias por ser mi oponente, jamás te olvidaré.- Musitó él, con una sonrisa en su boca

Gondull salió del Volündr y se detuvo junto a Magno quién sonrió al verla. Su cabello aún estaba perfectamente peinado pero su cara y su ropa estaban hecha un asco de tierra y sangre además de algunas heridas.

- Te ves fantástico, alteza.- Halagó ella.

- Jajajaja...- Reír le dolía, y su cuerpo casi se desplomó al suelo, pero Gondull lo atrapó y lo sostuvo de pie. Puso su brazo por encima de su hombro para servirle de apoyo.- Gracias, realmente tengo las piernas destruídas.

- Un Dios no puede caer luego de una victoria, déjeme ayudarle.- Y sostuvo el brazo humano y lo alzó hacía el cielo en una pose de victoria.

- ¡Damas y caballeros, la segunda batalla del Ragnarök ha concluido y el ganador es...!- Y ante las palabras de Heimdall, las ovaciones aumentaron.-¡ALEJANDROOOO MAGNOOO!

Segundo combate del Ragnarök.

[Alejandro Magno Vs. Set]
Duración: 6 minutos y 45 segundos.
Técnica decisiva: Espada de Maahes.
Ganador: Alejandro Magno.

1-1

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Contra cualquier pronóstico, termine el capítulo hoy mismo. Una hazaña increíble a decir verdad.
Bueno, ha sido un placer haberlos tenido conmigo hasta este punto. Hemos concluido satisfactoriamente la segunda ronda del Ragnarök tal y como lo tenía previsto, aunque me doliera acabar con la vida de Set.

Pero bueno, solamente había un vencedor y solamente uno podía tomar el título del mayor Dios de todos. Alejandro Magno ha salido vencedor.
Si ustedes lo desean, puedo escribir un final alternativo de esta batalla, pero solamente si ustedes lo piden amablemente en los comentarios.

Y las sorpresas no terminan. Dentro de poco estará publicada la historia Crossover de Shuumatsu no Valkyrie: Last Ragnarok y Shuumatsu no Valkyrie: Legends Of Ragnarok.
Mi senpai y yo hemos estado conversando un poco al respecto y nos complace traerles a ustedes un libro especial donde sus personajes favoritos de aquel fanfic y sus personajes favoritos de este podrán encontrarse en un mismo universo y convivir de diferentes maneras.

Por el momento yo me encargo de la escritura, de dicho libro y por el momento los primeros capítulos han sido ideados por mí. Más las temáticas y los personajes protagónicos de cada capítulo han sido elegidos tanto por el Senpai como por mí, así que podríamos decir que estamos a mano en eso juas juas.
En fin, dentro de poco tiempo saldrá a la luz, así que esperenlo con ansias por qué se viene.

Los temas musicales usados en estos capítulos, son canciones creadas por el el artista de YouTube, Doblecero.
Las canciones usadas fueron:

- El Rap de Qin Shing Huang - Yo soy el único rey aquí. Para Alejandro Magno

- El Rap de Shigaraki Tomura. Para Set.

Estas canciones no me pertenecen y no estoy lucrando con ellas de ninguna manera, solamente sirvieron como inspiración y acompañamiento musical. Me tomé el atrevimiento de alterar levemente la letra, pero podéis encontrar sus canciones originales en su canal de Youtube.

No hay nada más que decir, gracias por leer y nos vemos en el siguiente capítulo.

Los quiero mucho, chauu.


Publicado el 13/12/2023.

Editado y resubido el 14/13/2023.

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