Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 18: Destrucción (2/2)

Ra apareció en el campo de batalla, como un enorme animal salvaje rodeado por presas insignificante ante su presencia. Sin embargo, Geb no se inmutó con la presencia del Dios solar, le plantó cara con orgullo y una creciente furia creciendo en su garganta.

El halcón descendió, tocando el suelo con gracia mientras observaba todo a su alrededor; caos, destrucción y la muerte de cientos de Dioses obreros al servicio de la pareja real.
Soltó un suspiro y acarició su pico, mientras trataba de controlarse.

— Les dí una orden directa, está destrucción era innecesaria.— Gruñó con enojo, a lo cuál, Tefnut respondió.

— Padre, la destrucción y la muerte de los cinco niños y la pareja real habría sido un resultado igual de satisfactorio. Fuimos a matar, no a secuestrar a los niños como usted pidió — Y ante la simpleza de las palabras de su madre, Geb vociferó con furia.

— ¿¡De que mierda se trata esto, Ra!? ¿¡Secuestrar a mis hijos, enviaste a mis padres a matar a mi familia!? — Demandó saber, sin miedo ni cautela.

En ese momento, Nut apareció en el campo de batalla, sosteniendo su bastón estelar y con la mirada totalmente oscurecida en cólera.
Ra alzó sus manos, buscando calmar la situación de la manera más inútil y estúpida posible.

— No tenía la intención de iniciar una destrucción tan grande. Por favor, entreguen a sus hijos y nosotros nos marcharemos de inmediato.— Nuevamente, hablaba tan natural que hizo enfurecer a los Dioses del cielo y la tierra.

— ¿Nuestros hijos? ¿De que estás hablando? ¡Te ordeno responder! — Esta vez fue Nut con gritó.

Ra suspiró pesadamente y saco un largo cigarro de uno de sus bolsillos, lo encendió con su aliento y dió una larga calada.

— He estado siguiendo y analizando de cerca a sus hijos y sus habilidades, gracias al Hechizo del Ojo Universal he podido enterarme de todo lo que rodea a esos cinco. Sus fascinantes y extrañas habilidades me han dejado sin palabras.
He podido visualizar el futuro de Egipto y esos cinco traerán muchos problemas.

»Ademas... La Arena Roja ha despertado, y ha sido la causante de varias tormentas que han azotado y destruído pequeños pueblos y pequeñas ciudades del panteón. Y entre sus hijo, hay uno que es capaz de controlar La Arena Roja y por consiguiente, esta responde al llamado de sus emociones.
Set es alguien demasiado inestable, su poder destructivo es una amenaza que no estoy dispuesto a correr.
Además, he visto su potencial y el resentimiento que ha crecido en él hacía sus hermanos, solo es cuestión de tiempo para que pierda la cabeza e inicie una guerra.

»Por eso los he enviado a ellos a secuestrarlo, no les ordené iniciar una guerra contra ustedes, solamente quería a Set

— ¡Y una mierda! ¿Enserio crees que vas a engañarnos de esa manera? — Exclamó Geb.

— ¿Enserio crees que te dejaré que te lleves a mi hiji? — Nut se acercaba caminando lentamente hacía Ra, con una mirada asesina y macabra en sus ojos.

— No lo volveré a repetir; Entreguen a Set y les perdonare la vida.— Ordenó.

— ¡NUNCA! —

En ese momento, Nut apareció enfrente de él y le estampó un violento puñetazo en la cara. El impacto fue tal, que todo el universo tembló con él y el Dios salió disparado a toda velocidad hasta estrellarse y reventar contra las murallas del palacio, destruyendolas en el acto.
Las miradas atonitas y sorprendidas estaban puestas en Nut, además la mirada embobada y enamorada de Geb.

Pero no era momento para miraditas, Shu y Tefnut cargaron contra Nut, pero Geb intervino y los detuvo antes de que pudieran acercarse más a ella.
Geb sería su oponente, Nut podría barrer el piso con la cara de Ra tranquilamente.

Shu arremetió con su lanza, pero Geb hizo levantar un camino de piedras en línea recta que golpearon de lleno la cabeza del Dios de la luz y arremetió con un ataque de su báculo al cuerpo de Tefnut, quién intentó atacarlo desde la espalda.
Una vez marcó la distancia, usó su magia para invocar una armadura de batalla y golpeando el suelo con la punta de su báculo, hizo emerger un río de lava ardiendo.

El poder de Geb sobre la tierra era tal, que podía cambiar sus estados a voluntad. El manipuló la lava como una extensión de su cuerpo y arremetió contra el Dios de la luz, quemando uno de sus brazos con la lava ardiente.
Pero Tefnut pudo adelantarse y atacó a Geb en la espalda, logrando atravesar la armadura y cortar la piel de su hijo. Pero Geb hizo emerger un pilar de tierra que golpeó de lleno la cabeza de su madre y con su magia, controló los metales de las joyas que tenía alrededor de su cuerpo.

— ¡Agh! ¡Proteges a un monstruo! — Gruñó de dolor Tefnut, mientras trataba de liberarse del agarre.

— ¡Es mi hijo, no los entregaré jamás! — Respondió él.

Shu se lanzó nuevamente al ataque, conectando una patada directa al pecho de Geb, una patada a la velocidad de la luz. El Dios de la tierra soltó su agarre, pero no se dejó distraer.
Movió sus manos e hizo levantar la tierra del suelo, las convirtió en pequeñas balas de tierra que volaron a toda velocidad contra los Dioses. Ambos Dioses se vieron obligados a evadir y bloquear las balas.

Incluso Shu, quién podía moverse a increíbles velocidades, se veía abrumado por los ataques de su hijo.

Tefnut arremetió nuevamente, pero Geb estaba esperando la oportunidad que justamente había llegado en ese instante. Cuando tuvo a Tefnut lo suficientemente cerca, hizo emerger del suelo un círculo de lava que aprisionó a su madre en todas las direcciones posibles y con un movimiento de su mano, cerró el círculo.
La lava atrapo completamente a Tefnut, calcinando y derritiendo su cuerpo en el acto.

Shu, quién observó todo en primera persona, supo que ya no era tiempo para juegos. Si cuerpo brilló en luz dorada, mientras que Geb se preparaba la iniciar la contienda contra su padre.

El cuerpo de Shu creció, formando un torso dorado y gigante que emergió del suelo. Con la figura de un Dios guerrero, portando armas de luz y con una resplandeciente mirada de odio.
Geb golpeó el suelo con su báculo y la tierra obedeció su voluntad, creó un escudo que bloqueó el ataque de Shu y con un movimiento rápido, dividió los bloques de tierra y los lanzó contra Shu desde sus aberturas.

Las piedras dieron en el blanco, lastimando a Shu quién no se rindió pero el daño ejercido sobre su cuerpo era demasiado. Jamás pensó que su hijo podría llegar a ser tan habilidoso y poderoso en batalla.
Geb nuevamente hizo uso de su magia y lanzó un ataque hacía Shu quién logró bloquear, aunque la secuencia de ataques en automático lo estaban abrumando.
Shi decidió que era momento y lanzó un ataque con su lanza, convirtiendo su cuerpo en luz y lanzando un ataque directo al cuerpo de su hijo.
Fue tal la velocidad, que Geb no pudo verlo, así que el ataque dió de lleno, creando una herida muy severa en el cuerpo del Dios.

Y como remate, una moribunda y lastimada Tefnut se había manifestado. El ataque de Geb fué suficiente para dañarla pero no logró matarla. Entonces fue ella quién aprovechó el momento para dar su golpe fatal.

Por otro lado, Nut y Ra habian iniciado una pelea sumamente salvaje y bestial.
Ra se levanto despues de que Nut le diese un sendo puñetazo en la cara, suficiente para hacerle sangrar y lastimarlo considerablemente.
Tanto Ra como Nut eran seres de origen natural, Ra habia nacido en la oscuridad del Cosmos y Nut habia surgido de las aguas del Nun, el lago celestial sobre el cual, Jehova y Chaos crearon el universo.

Ambos tenian un nivel similar de poder, la unica excepcion es que Ra tenia mucha mas experiencia en las batallas que Nut; quien pocas veces habia usado sus poderes para la batalla. Ra puso uno de sus dedos en posicion de pistola y de el salio una esfera solar del tamaño de una canica, la cual volo hacia Nut quien abrió su palma y de ella emergió una agujero negro de casi el mismo tamaño que la esfera solar. El resultado, fue que el agujero negro absorbió al sol en el acto, y el agujero negro crecio en tamaño y comenzo a succionar todo a su alrededor, incluso Ra estaba siendo arrastrado al agujero Negro.

¡Μαύρη τρύπα !
[Agujero negro]

Murmuro Nut con su semblante bañado en oscuridad, incluso su vestido estelar se estaba tiñendo de colores opacos, las estrellas ya no brillaban.

Ra enterro sus piernas en la tierra y movio sus brazos hacia el agujero negro, y manipulando torpemente la estructura y masa del agujero, logro encogerlo y por consiguiente destruirlo. No era muy diestro en el control de los astros, cosa en lo que Nut era sencillamente perfecta.
Pero eso no amedrento a Ra, quien hizo uso de su magia oscura para hacer emerger su ojo oscuro.

Μάτι του ΡαΣεϊμέτ
[Ojo de Ra - Sejmet]

Alrededor de Ra se creó un domo de energía oscura que se abrió rápidamente, abarcando mayor cantidad de terreno y causando temblores y destrucción a lo que tenía por delante. Nut se cubrió el ataque, moviendo sus brazos y creando una nebulosa que detuvo el avance del domo.

Nut usó esa oportunidad para atacar con su báculo sagrado, convirtiéndolo en un arma que usó para lastimar a Ra y posteriormente enterrar su cabeza en el suelo y rematar con un pisotón en su cara.

Uno, dos, tres, cuatro pisotones el directo en su cara. Hacía muchísimo tiempo que había querido hacer eso, aunque Ra logró zafarse de ese frenesí de ataques.

Pero no conforme con eso, Ra también arremetió con un ataque de fuego, tres serpientes de fuego salieron de su mano y viajaron hacía Nut, quién pudo esquivar con facilidad.
En un parpadeo, Ra estaba enfrente de ella y logró estampar un puñetazo directo en la cara de la diosa y seguido de eso, le agarró uno de sus brazo y la rodeo en forma de abrazo.

Μοναχικός Αετός Φωτιά του ήλιου
[Águila Solar — Fuego del sol]

Y el cuerpo de Ra se encendió en fuego ardiente que cubrió todo el cuerpo de la Diosa estelar, incendiando todo a su alrededor en un pilar de fuego ardiente, dicho ataque logro calcinar la piel de Nut, dejándola convertida en un malvavisco asado gigante.
Pero pese al daño, la Diosa aún podía pelear pues su piel se regeneró perfectamente en menos de un parpadeo y volvió enteramente a la normalidad.

Ra chasqueo la lengua con fastidio, y decidió aumentar su brutalidad al combatir. Pues no estaba dispuesto a perder ni mucho a irse sin cumplir su cometido.
El Dios solar cubrió su cuerpo con la energía del sol y se abalanzó contra Nut usando su magia Egipcia.

¡Δαχτυλίδια του Ήλιου!

[Anillos del Sol]

Y movió sus brazos rápidamente, creando diez anillos de fuego solar que rodearon a Nut y estos lanzaron una serie de ráfagas de fuego que habrían dado de lleno, pero la Diosa pudo prevenir el ataque y arremetió con el suyo propio.
Creo una galaxia entera bajo sus pies e ingreso en ella, para crear otra justo a Ra y salir como si fuesen portales.

Ella movió sus manos como si estuviese tejiendo en el aire y un enor toro se creó a base de estrellas, justo como la Ursa Major de su alumna.

¡Taurus Universalis - αστέρι!

[Taurus Universalis - Estrella]

Y ante sus palabras, el animal abrió su boca y un rayo estelar emergió de él directo hacía Ra quién lo desvío con un dedo y arremetió con sus balas solares.

La bala fue esquivada por Nut, y esto puso una pausa al combate entre ambos. Un combate que no estaba llegando a ninguna parte, ambos Dioses se miraban con desprecio pero Ra no descartaba la opción de negociar e irse sin más destrucción y muertes.

— Nut, estás haciendo más difícil mi trabajo...—

— Te dije que no te llevarás a mi hijos, no te llevarás a mi ando Set.— Respondió ella con una naturalidad surrealista, como si todo este combate apenas si la hiciera agitarse un poco.

— Nut, he visto lo que sucederá si dejas a tus hijos vagar libremente por el reino. La arena roja es solo la punta de la pirámide, ellos traerán las peores guerras y Egipto se sumirá en una oscuridad nunca antes vista por ninguno de nosotros.

»Ya ha sucedido en otros panteones, Urano fué castrado por uno de sus hijos, Ymir fue asesinado por sus hijos también y el Svarga ha entrado en una guerra territorial por el dominio de la cima. ¿Cuántas vidas estás dispuestas a sacrificar por un niño que solamente traerá destrucción y maldad, sufrimiento y caos?

Nut sintió su corazón removerse; Urano, Ymir, sus compañeros de trabajo y amigos cercanos, ellos habían muerto y ella lo sabía bien. Sabía lo lejos que podía llegar la ambición de poder y el resentimiento de los Dioses.

¿Pero...Set? Él jamás haría algo como eso, su lindo y dulce hijo no podía ser capaz de convertirse en un monstruo como el que Ra describía. Es verdad que tenía sus arranques y su poder era peligroso, pero él no era alguien malo, alguien cruel ni sádico.

Su hijo no era asi, no tenía que ser así. Sacudió su cabeza y abandonó toda idea de empatía hacía Ra y sus compañeros, pues lo que sea que haya sucedido no era culpa ni asunto de Nut.
Ella cuidaría a su familia y nada más.

— Es verdad que Set es un poco agresivo a veces y sus poderes no tienen un control; pero donde tú ves un monstruo, yo veo un Dios que puede lograr grandes cosas y que es capaz de llevar a Egipto a su más grande época. Y no solamente él, sus hermanos también son especiales, cada uno es el mejor en su manera.

» Y si su vida está destinada a destronarte y tomar el poder, que así sea entonces. No te los llevarás, no te llevarás a mis hijos.

— ¡Mamá, papá! — Gritó la voz de un niño, era Set.

El pequeño Dios logró llegar al campo de batalla, poco o nada le importó más que ver a sus dos padre, los cuales estaban aún con vida. Geb había sido levemente superado en su batalla y Nut todavía podía combatir, pero él ya no quería que hiciera eso, ya no más.
Él no valía toda esa guerra, si él tenía que dar su vida para detenerlo y salvar a su familia, lo haría sin pensarlo dos veces.

— ¡Set, vete de aquí! — Gritó Nut al verlo, llena de cólera e ira.

— ¡Por favor, ya basta... déjalos en paz! — Suplicó Set a Ra, quién lo miraba desde arriba con desdén.— No los lastimes, te lo suplico...— Dijo tirándose en el suelo de rodillas.

Nut apretó los dientes, al ver que Ra caminaba lentamente hacía su hijo. Quiso saltar hacía ellos, pero un hechizo silencio del Dios Halcón pudo detenerla unos instantes suficientes.
Ra llegó hasta Set y alzó su mano hacía él con intención de acabar con su vida en ese mismo lugar.

— Haz sido un gran dolor de cabeza hoy, pero finalmente pondremos fin a este circo ahora mismo.— Murmuró, cubriendo su mano en fuego.

— Por favor, d-deja ir a mi familia...m-matame s-si eso...— Decía Set entre llanto, jadeos y gemidos de dolor y tristeza.

Pero Nut, hecha un furia se lanzó contra Ra quién se movió más rápido y con su palma encendida en fuego, cortó a la Diosa por la mitad, dejando caer su cuerpo inerte al suelo.
Por su lado, Geb estaba luchando aún con Shu pero este último supo adelantarse y conectó un golpe mortal en su hijo, quién cayó de rodillas al suelo, negándose a morir aún por este ataque.

— Ma...— Set miró fijamente al cuerpo de su madre, tirado en el suelo, y al mismo tiempo a su padre derrotado por Shu y Tefnut.
Nut no había podido comenzar a regenerarse, cuándo Ra tomó las dos mitades y las arrojó lejos para luego encenderlas en fuego con un chasquido.

Eso le daría un par de segundos para acabar con su trabajo.

— Ma-mamá... pa-papá...  N-No...— Gimió Set en volumen bajo, con sus ojos abiertos como platos y con su cara torcida en una mueca de horror.
Geb miró a su hijo, con una mirada lastimera y aunque él sabía que su esposa perfectamente iba a regenerarse su propio daño físico lo estaba sobrepasando.

Pero era la expresión de Set lo que tenia preocupado a Geb, quién sabia perfectamente lo que estaba a punto de suceder. Miró una última vez a su hijo y le dedicó la mas hermosa sonrisa que habría visto en toda su eternidad.
La arena debajo de Set fué cambiando de color a un tono rojizo, sus ojos se cubrieron con un tono oscuro mientras apretaba sus puños tan fuerte como para poder sacar sangre de sus palmas.
Un mar de serpientes comenzó a brotar de la arena roja, y el suelo comenzó a temblar con fuerza y violencia.

Ra sabía lo que estaba sucediendo así que alzó su brazo para atrapar a Set en un montón de cadenas para así tratar de detener el avance de su magia. Pero ya era muy tarde, cuando intentó tocarlo, su brazo putrefacto casi fue destruido al igual que otras partes de su cuerpo.

Set lanzó un grito de dolor tan fuerte y tan desgarrador que todos los presentes quedaron ensordecidos por un tiempo.
Se liberó una tormenta de arena tan bestial y ta enorme, que todo el palacio de la pareja fue cubierto por ella y la arena rojiza arrasó con todo lo que estaba a su paso.

[...]

Un tiempo pasó desde aquel evento en el palacio de Nut y Geb, evento que trajo consigo un sin fin de consecuencias tantos buenas como devastadoras. La batalla de Nut y Ra quedó inmortalizada como la vez en la que el Dios del sol recibió una paliza. Los daños a su cuerpo fueron más graves de lo que había pensado y la perdida de su brazo había debilitado mucho a su cuerpo.

Tras la muerte de Geb, la tierra perdió fertilidad y consigo trajo la muerte y sequía de las plantas y hierbas de todo el universo. Ante la falta de fertilidad, varios Dioses de la tierra se reunieron y cada uno se hizo cargo de cumplir con el antigüo trabajo del Dios Geb. Y así, cada Dios tomó un trabajo y una responsabilidad sobre la tierra.

Nut sobrevivió como era de esperarse y al haber perdido a su esposo, se negó rotundamente a seguir siendo la bóveda celeste y el cielo primordial lo cuál ocasionó el colapso del el espacio sideral y el cielo.

Mientras que la consciencia y el alma de Nut abandonaron su cuerpo físico y se recluyeron en un espacio aparte. Pues aunque aún tenía a sus hijo, se negaba a vivir en un mundo en dónde el amor de su vida no estuviera presente.
Pero pese a que su consciencia ya no estaba en su cuerpo, la bóveda celeste aún podía existir gracias a su cuerpo el cuál aún mantenía su poder celestial.

Ante el problema que significaba el colapso del cielo y la falta la bóveda celeste, un titán de nombre Atlas se ofreció para sujetar el cuerpo inerte de Nut y mantenerlo alzado por toda la eternidad.

De este modo, Nut fué obligada a cumplir con su papel en contra de su voluntad y Atlas fué condenado a cargarla por toda la eternidad.

Los hijos de Nut y Geb fueron acogidos en unos templos en las afueras del panteón, dónde cada uno tomó su camino individual. Khepris abandonó el palacio y se propuso viajar por todo el universo para ampliar sus conocimientos.
Isis se convirtió en una poderosa Diosa de la magia y la prometida de Atón, él novato aprendiz de Ra.

Osiris y Anubis iniciaron una sociedad y ambos viajaron al Inframundo, con Osiris como su gobernante y Anubis como juez y vergudo de las almas.
Neftis se quedó en el templo en el que creció, desde la muerte de su padre y la partida de su madre, su vida ya no era la misma, pero había alguien a quién tampoco podía olvidar.

— Set... ¿Donde estás?

Y me encontraba perdido, en soledad pasmado y confundido. No hubo nadie que me hubiera extendido su mano para darme un poco de abrigo.”

Después de la partida de sus padres, Set quedó complemente roto. No sonreía, no hablaba, no comía, no bebía, se movía por los desiertos como un alma en pena. Vestido con un montón de trapos, cargando con unas enormes cadenas de metal que no podía quitarse pese a que lo intentaba.
Cada paso era agonía, cada paso era miseria y dolor para él.

Se detuvo en medio de la ciudad en la que estaba, al ver enfrente de él una estatua de Ra hecha con oro. Enorme y pulcra, todos alababan a un asesino.

“Y abandonado por la déspota sociedad, no hubo nadie que tuviera por mi piedad.”

Su mirada de odio y resentimiento se posó en él, mientras apretaba sus puños y sus huesos crujían. Aquella vez, la tormenta de arena roja destruyó a Shu y Tefnut, y lastimaron de gravedad a Ra.
Incluso habían destruido el cuerpo de su padre, no pudo tener una sepultura digna

— ¡Eh! ¡Quítate del camino, vagabundo! — Le gritó una persona que lo chocó con el hombro de manera agresiva.

“Mi poder son las cadenas que me ataron con el ayer, llenas del pecado que ha marcado mi piel. Y ahora solo aflora, odio de mi corazón que todo deteriora.”

Ra, Ra Ra Ra Ra

Ese maldito pajarraco de mierda había arruinado su vida, había destruido todo lo que amaba. Había acabado con su felicidad, había aniquilado su amor, e irónicamente... destruyó su temor y su miedo.

“Esas ideas que inspiran, eran solo una mentira. Porque en sus egos giran y eso acrecenta mi ira.”

— ¿Acaso eres nueva en Egipto? Ra y sus hijos fueron atacados por Nut y Geb hace años, hoy se cumple el dia.—

— ¿Que? La hermosa diosa de la bóveda celeste y su guapo esposo, debe ser una mentira, hemos vivido en Egipto mucho tiempo y jamás oímos algo así.

— Yo vivía en el desierto y no estaba enterado de las historias de ciudad. No puedo creerlo, eso explica las tormentas y los terremotos de los últimos años. Gracias a Ra que estamos seguros.

— Ra y sus hijos son unos héroes, ojalá descansen en paz.

— Ra es tan valiente, vencer a Nut no es...

— Ra es...

— Ra

Ra Ra Ra Ra Ra Ra

¡CÁLLENSE AHORA MISMO! — Gritó Set hecho una enorme furia. Se arrancó la capucha y todos pudieron ver las cadenas y las heridas que tenía encima.
Pese a que había pasado un tiempo, Set estaba lleno de heridas y cicatrices.

Todos lo vieron con asco, como si se hubiese vuelto loco aunque no tardaron mucho en ignorarlo.

“Fingieron ser los guardianes de la sociedad y proteger a los débiles de la maldad. Fingieron no ver su sufrimiento y su dolor, lo barrieron bajo la alfombra sin pudor.”

— Él es un asesino, un asqueroso y mugroso cobarde.— Exclamó Set, con sus ojos ardiendo y respirando con agitación.

“He perdido el control y siento dentro, solo resentimiento.”

— ¡Hey cállate la boca ahora mismo! — Le ordenó un Dios.

Al cuál Set atacó y asesinó con sus propias manos ahí mismo en ese lugar sin pensarlo dos veces. Se ganó la mirada de terror y miedo de todos los presentes, pero él no podía prestar atención a eso.
Solamente podía oír el ruido y los gritos de aquella vez la destrucción de su hogar.

Otros Dioses se lanzaron al ataque, pero Set pudo con ellos fácilmente, matando a todos y cada uno de ellos con sus manos desnudas y con sus dientes. Bañado en sangre y con las cadenas haciendo haciendo muchísimo ruido.

Todos lo vieron con pánico, y la siguiente acción de Set fué poner una mano sobre la estatua dorada de Ra, dedicándole todo su odio y rechazo. La destruyó, rompiéndola en cientos de pedazos.
La arena bajo sus pies cambio de color y las casas, los Dioses y todo comenzó a ser destruído por el Dios. Set dejó salir el odio de corazón, dejó salir todo su resentimiento y todos sus instintos asesinos.

Ese fue el momento, el momento en que Set el Dios de la destrucción nació.
Y tal como sus padres le dijeron, él tomaría el trono de Egipto y haría de él, su propiedad.

[...]

En la arena, Alejandro y Set seguían jugando su juego del cuadro. Eventualmente cubrieron las esquinas y ninguno de los dos ganó la partida. Alejandro sonrió y medito en silencio, mientras su oponente hacía lo mismo.
Ambos tenían en mente el mismo pensamiento, y es que ninguno quería perder.

— Aún tenemos que continuar el combate, no tengo ninguna intención de perder ni dejarte de vivir.— Exclamó Alejandro.

— Jajajaja...yo tampoco quiero perder ni dejarte vivir, Alejandro Magno — Añadió Set en ese momento. Y acto seguido, Alejandro se puso de pie y tomó una rápida distancia aunque se tambaleó por el dolor en sus pies.
Sus piernas aún estaban inútiles.

Set también se levantó, sujetando fuertemente sus armas y preparado para cualquier embate. Su cuerpo dolía mucho y sus brazos estaban sumamente agotados y adoloridos, pero aún no podía perder su combate.
Ambos rivales se vieron fijamente, ambos habían aceptado sus sentimientos.

Alejandro mataría a Set y volvería con el título del más poderoso de Egipto, le daría la victoria a su reino y a la humanidad como un regalo desde lo mas profundo de su corazón.

Set acabaría con el humano, volvería como el más poderoso de Egipto y cumpliría su sueño una vez más. Tomando el trono de Egipto en nombre de sus padres y en nombre de todo lo que perdió, todo lo que le fue arrebatado y todo lo que sus padres habrían querido de él.
Buscaría a su madre, y le enseñaría que logró convertirse en el Dios más perfecto y poderoso de su panteón.

Ambos tenían un claro sentimiento, el sentimiento de que ninguno perdería ante el otro. El siguiente ataque decidiría el encuentro, el siguiente impacto sería el final.

“Tu, mi padre. Quién me vio crecer, quién me enseñó todo lo que sé, quién me educó, quién me aseguró la grandeza.
Hoy me paró enfrente de tí, como un representante de la humanidad, como un héroe de mi raza y te digo...que mi victoria será en tu honor.”

Papá, Mamá...mis hermanos, todos ustedes. Espero que me estén mirando desde donde quiera que estén; lo logré, me he convertido en el Dios que siempre debí ser, obtener el poder que siempre merecí. Hoy me paró enfrente de los Dioses como un rey, como un ser que aspira a la perfección; mi victoria será en honor a ustedes.”

En el palco dónde Khepris y Thot estaban, finalmente llegó Isis, tambaleándose y siendo ayudada por Bastet quién rápidamente saltó hacía Khepris y se unió con su cuerpo. El Dios escarabajo no se inmutó por la presencia de su hermana menor, pero tampoco paso desapercibida su presencia para él.
Thot se mostró complacido, ante la idea de tener a los dos hermanos reunidos y aún mas cuándo vio a Neftis ingresar por en la habitación.

Los tres hermanos se vieron las caras sin decir ni una sola palabra.
Estás palabras sobraban. Pues todos y cada uno de ellos, de manera particular, apoyaban a Set y querían verlo ganar. Aún si hace poco intentó matar a Isis y a Horus.

— Parece que se acerca el final.— Murmuró Thot, señalando lo obvio.

Aristóteles acarició sus barba y miró al campo de batalla, viendo la posición de Alejandro y la de Set. Estaba preocupado, su Alejandro convertía esto en una comparación de fuerzas, iba a perder sin duda alguna.

— Zijijiji, Alejandro es tan estúpido.

— No me digas, eres un maldito genio viejo de mierda.— Una voz porcina y sucia hizo presencia.
En las gradas estaba Diógenes, un vagabundo y filosofo griego que en otrora fué alguien cercano a Alejandro Magno.— La zorra de Olimpia solamente trajo a un cabeza hueca al mundo.

— ¡Oigan, busquen un asiento para Diógenes! — Ordenó Filipo de inmediato, sus guardias obedecieron.— Maestros, ¿Que sucederá ahora? —

— ¡Cállate, por dios santo eres un dolor de bolas! — Escupió Diógenes.— Lo que ocurrirá es que Alejandro perderá, es obvio.

— Eso es un hecho, Alejandro está acabado.— Secundó Aristóteles.— Pero...

— Es verdad, hay una posibilidad.— Reconoció Diógenes.

En ese momento, Búcefalo entro corriendo al campo de batalla, rumbo hacía Alejandro quién no se espero eso. Pero no podía decir que no estuviese feliz de verlo.
Búcefalo se paró junto al Macedonio y bramó, era claro como el agua.

— ¿Búcefalo, tu quieres arriesgar tu vida conmigo? ¿Mis piernas?

El animal se encabritó con fuerza, confirmando todo con esta acción. Esto hizo sonreír a Alejandro, quién miró a Set, este último estaba levemente confundido.

— Oye ¿Puedo usar a Búcefalo en el combate? — Exclamó Alejandro.

— Jejeje, por supuesto. Esto será el final de nuestro encuentro.— Gruñó Set.

Alejandro subió de un salto al lomo de Búcefalo y empuñó su espada con todas sus fuerzas y energías. Gondull, desde el Volündr, sonrió por lo bajo y se abrazo a la espalda del humano mientras recitaba en voz baja:

“He visto leyendas surgir y caer en batalla, luché junto a Nikola Tesla hace mil años y ahora, es un honor acompañar al Dios más grande de todos en esta batalla. Alejandro Magno, mi vida está en tus mano, me entrego a tí y hoy aquí, tu nombre se grabará con fuego en el cielo.”

¡Set y Alejandro Magno están listos para acabar con esta batalla, el siguiente encuentro será el último que estos dos oponentes intercambien! — Exclamó Heimdall.

— ¡Vamos Alejandro, tu puedes hacerlo! — Gritaron los humanos.

— ¡Alejandro Magno, ni se te ocurra perder! — Grito Gengis Khan desde su trono. Emocionado y contento por lo que estaba observando.

—  ¡Oi, Alejandro-Sama! ¡Ganale a ese Dios! — Gritó Nobunaga.

— ¡Jajajaja! ¡Ese Macedonio es grandioso!~ — Exclamó un Dios gigante, increíblemente gigante, vestido con ropas ceremoniales Chinas y con una corona enorme llena de joyas y piedras preciosas.
Su piel era de color Jade y están sentado en un hermosos trono hecho con plumas de pavo real y lleno de joyas.

El Emperador de Jade estaba asombrado, lamentó haberse perdido parte de este combate con la reunión anterior. Pero ahora estaba disfrutando este con mucha alegría.

Set sonrió y se preparó para el ataque, él no necesitaba el apoyo de nadie en ese momento, no quería que nadie interviniera en su combate ni oír las palabras de nadie que no fuesen la suyas propias.

“Heredando las Arenas Rojas seguro cumpliré mis metas.”

Set se sentía diferente, como si se hubiese quitado un enorme peso de encima. El suelo se tornó rojizo, las arenas rojas estaban rodeando a Alejandro quién estaba sobre Búcefalo y sujetaba su espada.

— ¡Alejandro Magno! —

— ¡Set! —

Set se lanzó al ataque, moviendo la arena y haciendo que una pared de arena roja fuese lanzada hacía Alejandro quién maniobro con Búcefalo y usó su espada para cortar la pared y absorber la magia.

“Destruccion total es lo que anhelo de forma concreta.”

Pero esto no detuvo al Díos quien atacó con sus cadenas bañadas en magia de destrucción. Búcefalo fue alcanzado y emitió un gruñido de dolor, pero siguió obedeciendo los movimientos de Alejandro.

Θεός της καταστροφής - Δαχτυλίδια του χάους.

[Dios de la destrucción  — Anillos del Caos]

Los anillos fueron creados con magia de Set y salieron disparados hacia Magno, quién maniobro para esquivarlos y desviarlos con su espada, pero estos anillos eran tan poderosos y destructivos que al caer al suelo, creaban explosiones que hacían temblar al coliseo.

“Me libraré de las cadenas del ayer, y así todo mi poder usaré, los desintegraré.”


« Me siento tan, vivo. Las cadenas se han roto, soy libre nuevamente» Decía en su mente, mientras las cadenas caían de su cuerpo y se estrellaban en el piso con ruido.

Set tenía razón, finalmente había liberado s alma, finalmente se había desatado de las cadenas que lo ataban al pasado. Finalmente podía abrir su corazón y destruir y destruir a voluntad propia.

Alejandro tomó su distancia, pero se percató de que el suelo se estaba tiñendo de rojo, nuevamente las arenas rojas hicieran comiéndose todo lo que tenía a su alrededor.

Θεϊκός ΑυτοκράτοραςΤο Νύχι του Μάαχες

[¡Emperador Divino — Zarpa de Maahes!]

Alejandro movió su espada, creando tres ráfagas de luz divina que viajaron hacía Set en línea recta. Este ataque en forma de zarpa no solo iba cortando y absorbiendo la magia, sino que también golpeó de lleno al Dios quién no se detuvo.
Set arremetió nuevamente con los anillos del caos, uno de ellos lanzó un ataque de fuego que logro golpear a Magno y a Búcefalo.

«Me siento tan feliz. Quiero matar y destruir sin parar, no me quiero detener»

Alejandro trataba de esquivarlos, tratando de pensar y predecir el siguiente movimiento y pensar en el futuro.
El anillo viajó y nuevamente, golpeó a Magno quién recibió un horrendo corte en su pecho, sangrando a borbotones.

Y como remate, Set lanzó una bala de arena roja directo a la cara de Magno, dando se llenó en su ojo dañado. Una pulpa de sangre y carne colgaba de su cuenta negra y vacía. Afortunadamente había podido evitar el daño en su ojo bueno.

“Dolor, que fructificó en mi interior. Rencor, que desintegró mi temor.”

Entonces Set no pensó en detenerse, se lanzó contra Alejandro en un ataque violento y frenético para acabarlo.

¡Θεός της Καταστροφής — Δηλητηριώδες Χέρι!

[Dios de la Destrucción — Mano venenosa]

Set lanzó un ataque con su garra abierta la cuál chocó directo con la espada de Magno, quién se unió a la lucha de fuerzas para ver quién cedía primero.
Ambos enemigos habían iniciado la lucha final, la que decidiría el encuentro de una vez por todas.

— ¡ALEJANDRO MAGNOO! — Gritó la humanidad.

— ¡SEEEETTTT! — Gritaron los Dioses.

Búcefalo se encabritó con violencia y gracias a la distracción, Alejandro pudo usar su espada y cortar finalmente. Rebanó de un tajo el brazo izquierdo de Set.
La extremidad cayó al suelo con fuerza y la sangre bañó el campo de batalla por un tiempo, luego se detuvo de golpe.

¡Todo mi ser, quiere destrucción!”

Necesitaba más que eso para detener a Set.

¡Dios de la Destrucción — Bóveda Celeste!

Una serie de esferas enormes y oscuras aparecieron en el campo de batalla, simulando planetas y estrellas, cada una contenía la suficiente cantidad de magia destructiva como para matar a alguien. Cada esfera y cada punto de destrucción podrían llevar a la muerte de uno de los dos oponentes.

La recta final ya había llegado.

“Solo hay odio, en mi corazón.”

—————————————————————

Muy bien chicos, el siguiente capítulo traerá el final de este combate, el final de la segunda ronda y dará inicio a los acontecimientos internos de la trama.
Las subtramas de Diomedes, Brunhilde y Buddha volverán.
Lo prometido es deuda y aquí tienen el capítulo, apenas hoy lo he terminado. Muchas gracias por la paciencia.

Estén atentos a la siguiente publicación, la cuál será lo más pronto posible. No los haré esperar un mes de nuevo, gracias a todos por leer, no olviden votar y comentar.

Los quiero mucho, chauu

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro