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Capitulo 16: La cuadrilla de Atón.

- Contra todo pronóstico...¡Set ha sido cortado por la mitad, y un enorme charco de sangre inunda la arena de combate! ¿¡Acaso es este el final de la segunda ronda!? - Gritó Heimdall, haciendo temblar a todos los Dioses reunidos en el coliseo.

- No puede ser...-

- ¿Acaso Set está...? -

En su trono, Filipo observó el panorama y la inminente verdad salió a la luz ante sus ojos.- No, esto aún no ha terminado.

- ¿También puede verlo, Majestad? Set aún sigue vivo.- Señaló Aristóteles.

En el palco de la humanidad, Sasaki llevó sus manos a su mentón y exclamó.- ¡Por supuesto! En el aire, Set movió su cuerpo y pese al corte, no recibió mayor daño que una herida superficial.

- ¿Superficial? Pero es demasiada sangre.- Señaló Leónidas.- Alejandro Magno logro cortar gran parte de su carne, la suficiente como para iniciar una hemorragia intensa.

Nikola Tesla acomodó su bigote, y alzó uno de sus dedos para explicar.- Pues no soy un doctor, pero según pude observar, fué un corte lo suficientemente profundo como para hacerlo sangrar. Cortó de manera perfecta y precisa la mitad exacta de su cuerpo, logrando separar en dos el hocico de Set y dañando de manera importante los órganos ubicados en el plexo solar de Set.

- ¿Pero eso significa que entonces, Magno tiene la ventaja? - Preguntó Gëir, bastante nerviosa y aturdida.

- Estimo que Set tiene aproximadamente un lapso de algunos minutos hasta que su cuerpo comience a colapsar por el daño y la perdida de sangre; Si Magno logra mantenerse invicto y mueve sus cartas en esos cinco minutos, podrá ganar la pelea.- Sentenció Nikola Tesla.

En el palco Griego, Ares y Dionisio vieron con estupor el campo de batalla, analizando ambos por separado la situación en la que se encontraban.- Estamos en aprietos, Set ha hecho enfurecer a Magno; es la primera vez que lo veo arder de cólera.- Dijo Dionisio.

- Puedo verlo, Alejandro Magno es un oponente poderoso.- Señaló Ares.

Alejandro respiraba con agitación, mirando el cuerpo tendido de Set en el suelo. Sabía bien que esto aún no acababa.- ¿Puedes verlo, verdad? - Preguntó a Gondull, quién se tardó en responder.

" - Está batalla aún no ha terminado, sin embargo...no hay duda de que se acerca la recta final del combate.- "

- ¡Oye, ponte de pie! ¡Sé que sigues vivo! - Ordenó Alejandro Magno con una voz poderosa y potente.

A lo que el Dios simplemente sonrió y alzó su brazo al cielo, el sol apuntaba justamente encima de él. Se sentía realmente emocionado por este combate.

- ¡Puedo verlo, puedo verlo en tí! - Exclamó y de un poderoso salto de puso de pie, alzando sus brazos ampliamente y mirando directo a su rival.- ¡Alejandro Magno, eres más poderoso que ellos! ¡Eres más poderoso que casi todos los Dioses de Egipto! - Gritó lleno de éxtasis a la par que soltaba una maniaca risa.

- ¡Estás más loco que una cabra! - Exclamó Magno, aunque en el fondo se sentía halagado por eso.

Set agarró su hocico cortado en dos y apretó ambas mitades para unirlas, deteniendo el sangrado de su cara y dejando su rostro bastante desfigurado. Pero dicho movimiento, de alguna manera funcionó, pues Alejandro Magno pudo visualizar que el sangrado de Set se disminuyó considerablemente.

El Díos hizo uso de su magia y convirtió sus dos dagas en un enorme bastón con una guadaña en la punta, asemejándose al cuerpo de una gran gran serpiente.
Ya no habrían más juegos, solamente una sangrienta batalla para obtener la victoria.
Set hizo girar su báculo y le dió un fuerte golpe al piso, convirtiendo toda la arena en arena rojiza la cuál comenzó a destruir y corroer todo lo que estuviera en el suelo.

- ¡Set usa las arenas rojas, tiene la intención de dejar a su oponente sin posibilidades para atacar! ¿¡Cómo responderá Alejandro Magno a esto!? - Gritó Heimdall con energía y pasión.

El emperador sabía que la arena estaba comprometida, no podía darse el lujo de perder más tiempo. Se preparó para el ataque y comenzó a mover su espada en el aire, dejando que esta fuese envuelta por un poderoso brillo dorado desde la base hasta la punta.

- ¿¡Que es esa cosa!? -

- ¡Increíble! -

- ¿Es un león? -

Alejandro Magno movía la hoja de su arma de un lugar a otro, como si estuviese dibujando en el aire. El dibujo cobró forma, y del brillo que salía de la hoja de Alejandro emergió un gran león y vigoroso dorado. Era más grande que cualquier otro depredador felino que haya existido, tan musculoso y agresivo que ni siquiera podría llamarse un animal, sino más bien, un monstruo o mutante.

El animal salvaje se lanzó contra Set quién recibió un brutal zarpazo descendente de la bestia, dicho ataque fue tan veloz que nadie pudo verlo, ni siquiera los Dioses más rápido pudieron precisar el ataque del feroz animal mágico. Sin embargo, Set logró bloquear su ataque con su báculo, pero la fuerza ejercida fue suficiente para hacer que las piernas del Dios se enterraran en el suelo.

- ¡Θεϊκός Αυτοκράτορας - Μάαχες! -
(¡Emperador Divino - Maahes!

Este ataque hizo sorprender a todos, pues Magno no solamente podía cortar y absorber magia; podía usarla y moldearla a su libre antojo y voluntad.
Set sonrió y con un movimiento veloz de arma pudo quitarse al león de encima, quién se alejó un par de metros y se preparó para el siguiente ataque. La bestia se lanzó, con un violento zarpazo que cortó el aire y creo una onda de corte con forma de zarpa, similar a la zarpa de León de Magno, solo que está fué capaz de atravesar el suelo parcialmente y también las paredes del coliseo.

Alejandro hizo desaparecer al león con un movimiento de su espada, mientras que se preparaba para atacar. El suelo de arena roja ahora había cambiado, el suelo donde estaba parado, y la zonas que habían tocadas por el león y sus ataques, estaban completamente limpias. Eso le dejó un par zonas donde podía pisar sin recibir daños alguno.

Pero Set no perdió la oportunidad, un ataque a distancia comenzó. Llenó sus mejillas de algo que parecía ser saliva y escupió directo a la cara de Magno quién movió su espada cortando en dos el escupitajo.
La saliva cayó al suelo y este comenzó a ser corroido, pues se trataba de un veneno mortal. Sin embargo más escupitajos llegaron, tan rápido, muchísimo más que una bala común.

De haber sido atacado con eso hace miles de años atrás, la pelea habría terminado ahí mismo. Sin embargo, Magno logro cortar y dividir cada bala de saliva que golpeaba su hoja.

- ¿Acaso...está sucediendo lo que creo que está sucediendo? - Preguntó Gëir con inseguridad en su voz, pues todo parecía muy... bizarre.

- Set está escupiendo veneno. Pero, son tan rápidos que no logro verlos en lo absoluto.- Exclamó Leónidas.

- A duras penas logro notarlo, pero sus velocidades han aumentado en este punto del combate. Sin embargo ambos pueden ver los ataques del otro pese a la velocidad con la que se mueven, así que podríamos decir que están en una igualdad de condiciones.

Set no dejaba de sonreír, se sentía sumamente feliz en ese momento. ¿Hace cuánto tuvo que aumentar su velocidad y fuerza para equipararse a un rival? Diablos...¿Desde hace cuanto había tenido un verdadero rival? No podía recordarlo claramente, pero lo si sabía es que sus emociones estaban a flor de piel.

Alejandro Magno se deshizo de sus balas de saliva ácida, poniendo fin al combate al distancia e iniciando un nuevo combate de armas.

- ¡Φίδια θανάτου - Καταστροφή! -
(¡Serpientes de la muerte - Destrucción!)

Set se lanzó contra Alejandro Magno quién se preparó para contratacar. Pero la velocidad de Set aumento a tal punto que fue muy difícil de ver para Alejandro Magno, quién a duras penas pudo subir su espada para bloquear el ataque.

El báculo de Set cambio de forma, adoptó la forma de una enorme y aterradora serpiente. El báculo se fusionó con el brazo de Set y la boca de la monstruosa serpiente mordió con fuerza la espada de Alejandro quién tuvo que hacer acoplo de todas sus fuerzas para no ser sometidos ante el ataque de Set.

El suelo se agrietó y el coliseo tembló con tal brutalidad que amenazó con ser destruido en ese instante. Se suelo se partió como una galleta y los pilares egipcios comenzaron a romperse, las gradas se agrietaron y pedazos de coliseo comenzaron a ser destruídas.
Y en el centro del campo de batalla, Alejandro Magno y Set luchaban por no sucumbir ante el ataque del otro.

- ¡Kyaaa! ¡El coliseo se está derrumbando! - Gritó Gëir, agarrándose con fuerza a Leónidas quién rodeo el pequeño cuerpo de la Valkyria con un brazo.

- ¡Cuánto poder, están destruyendo todo! - Gritó Nikola Tesla aferrándose al palco para no caerse.

En el palco de los griegos, Ares se aferraba a los muros para no perder el equilibrio y caerse al suelo como un costal de papas. Dionisio estaba como si nada en su asiento, totalmente borracho.

En la enfermería, el temblor hizo que Isis despertara y sintiera una gran corriente de dolor recorrer su cuerpo. Estaba cubierta de vendas y gasas manchadas de sangre, tenía unos yesos en su brazo y pierna, y también en su cabeza.
A su lado estaba Horus, quién se aferraba a duras penas a la vida mientras, pero aún seguía inconsciente.

Isis buscó con su vista una salida, y al encontrarla hizo uso de todas sus fuerzas para poder salir del lugar, pero los temblores no la ayudaban. De no sentirse tan mal, habría usado sus hechizos para sanarse instantáneamente, pero por los momentos estaban totalmente inutilizada.

- ¡Reina Isis! - Era la vos de Bastet, quién se acercó corriendo a la heridas y lastimada Isis quien se sostenía de un muro para no caerse.- ¡No debería estar aquí, el señor Khepris se va a enojar! -

- ¿Q-Que? ¿Mi h-hermano está aquí? ¡Llévame con Khepris, te-tenemos que dete-te-tener a Set! - A duras penas podía hablar, debido al dolor y el pánico que estaba sintiendo.

Bastet hizo uso de un hechizo para poder aliviar el dolor de Isis, pero sería Khepris quién podría sanarla totalmente. Hizo lo mejor que pudo, ahora debía llevarla con Khepris.

Desde las sombras y en un palco privado para ella sola, Neftis, hermana y esposa de Ser miraba el combate desde el principio. Estaba completamente aterrada, no podía soportar ver a su amado Set ser lastimado de esa forma.
No estaba para nada contenta cuando lo vio ingresar y se sintió furiosa cuando se enteró del ataque a Isis y a Horus.

Neftis siempre fue una diosa sumisa y pasiva ante Set, quién siempre fue alguien rudo y dominante a tal punto de ser agresivo y violento con ella. Pero Neftis lo amaba, cada acto de violencia y brutalidad, hacía sentir a Neftis como una verdadera mujer.

Estaba enferma, Set corrompió su mente a tal punto de que le arrancó su modalidad. Pero Neftis no era tonta, ella sabía perfectamente lo que Set quería de ella y lo que era capaz de hacerle solamente por su propio placer; pero estaba enamorada. Set siempre fué un hombre de respetar, poderoso y protector con su propiedad.

Set defendía, cuidaba y protegía a Neftis ante todo. Él era el único que tenía derecho a tratarla como un objeto, y Neftis amaba eso.
Se había enterado hace poco de los actos de Set, el haber atacado a su hermana y sobrino para robarle su puesto en el Ragnarök había sido algo que la tomó por sorpresa a decir verdad.

Algo no estaba del todo bien, pero no podía descifrar exactamente que era.

Nada de eso importaba ahora. Estaba tan preocupada por él, ya que si perdía...iba a morir.

- S-Set...mi a-amado...- Susurraba, llorando y con una gran sensación de ansiedad y pánico en su interior. Verlo tan lastimado y herido le hacía temblar, no quería verlo así.

Pero al mismo tiempo, estaba encantada con su pasión y agresividad al pelear contra ese humano. Set se veía feliz, una felicidad completamente distinta a cualquiera que haya sentido, vivido y visto.
Dejó su copa de vino a un lado y limpió sus lágrimas con un pañuelo, removiendo el maquillaje corrido y tratando inútil de recobrar la compostura.

¿Cuándo fué la última vez que lo había visto tan feliz?

[...]

Egipto, millones de años en el pasado.

Set se removió con incomodidad sobre su colchón, gruñendo como un animal rabioso cuando una mota de tierra cayó en su nariz y lo hizo estornudar con muchísima fuerza, tanta como para hacer temblar todo el palacio.
Se levantó a duras penas, sintiendo la mano de Neftis aferrarse a su cuero masivo y enorme. Neftis parecía una niña junto a Set pese a que físicamente se notaba que era una señora; sencillamente, Set tenía un cuerpo monstruoso.

- Vuelve a la cama, amorshito.~ - Musitó ella, melosa y coqueta, cosa que hizo a Set gruñir y escupir al suelo.

"¡Set, te ordeno que salgas en este preciso momento!"

Esa voz fue lo suficientemente alta como para retumbar por todo el palacio y llegar hasta los oídos del Dios, quién con solo olfatear el aire supo de quién se trataba y no era una visita agradable.

- Tengo asuntos que atender, volveré en un rato.- Fue todo lo que se limitó a responder.

- Prometiste que hoy no ibas a trabajar. Prometiste que me llevarías a los baños de leche sagradas de la India.- Hizo berrinche Neftis, quién se sentó en la cama y miró a Set con enojo.

- ¡Lo haré, te llevaré a ese estúpido lugar! ¡Solamente déjame encargarme de este maldito grano en el culo! - Vociferó Set enseñando sus colmillos como un animal salvaje.

Pero Neftis no mostró ningún tipo de arrepiento ni ninguna otra emoción, aunque si se sentía enormemente complacida. Igualmente, sabía que no podía detener a Set aunque lo intentara así que simplemente se dejó caer en la cama para a quedar dormida en el acto.

Set notó esto así que se acercó a ella, le dió un beso en la mejilla y susurró un ligero: "te amo", para luego dejarla dormir tranquila.

Bostezó y se puso se pie, dejando al aire toda su desnudes, la cuál hizo temblar de miedo a las sirvientas del Dios que estaban paradas junto a la puerta viendo hacía la cama donde la pareja dormía.

Las pobres Diosas reprimieron un grito de espanto, aterradas y confundidas de como era posible que una Diosa tan menuda como Neftis pudiese aguantar semejante titan.

El Dios se envolvió en sus ropas habituales y tomó su gran e imponente corona de emperador, mientras que con cada paso hacía temblar a cada Dios que se ponía por el medio de él.
Al llegar a la entrada de su palacio, pudo vislumbrar a los causantes de su molestia en esa linda y soleada mañana.

Atón, Dios solar y sucesor predilecto de Ra miraba a Set con una cara de pocos amigos, desbordando arrogancia y prepotencia como ningún otro.
Junto a él, otros tres Dioses que formaban así la cuadrilla más conocida de Egipto; la cuadrilla de Atón

Apis - Dios toro celestial, representa la fertilidad y también es un Dios solar al igual que Atón.

Sejmet - Diosa Leona de la violencia y el poder, temida y venerada en Egipto por ser la principal mujer guerrera del panteón.

Amón - Dios solar como Atón y uno de los discípulos directos de Ra, aspirante a tomar partido junto con Atón en el trono de Egipto.

- ¿¡Cómo se te ocurre invadir este reino y autoproclamarte el supremo Dios de Egipto!? - Vociferó Atón, señalando a Set quién se detuvo un par de metros de distancia del pequeño dios adolescente.

- Que escandaloso eres, mira que venir a mi casa sin avisar y a gritarme cuándo estoy con mi mujer es algo grosero. Conoce tu lugar, pequeña mierda.- Escupió Set mientras con sus uñas se sacaba un pedazo de carne de los colmillos.

- ¡Tu eres quien debe respetar mi nombre! ¡Yo soy el heredero de Ra! - Gritó nuevamente Atón, preso de una poderosa furia incontrolable.

- Pues menuda estupidez la de elegir a un mocoso estúpido como tú. Este reino ha prosperado gracias a mí y los humanos rinden culto a mi nombre y mis mandatos divinos.

» Nadie piensa ni recuerda a Ra luego de fallecer y es porque su gobierno fué una tontería que hundió a Egipto en la mierda. Organizando fiestas y orgías, creando guerras y disputas entre reinos, demandado ofrendas a los humanos y ordenando la construcción de templos para alabar una grandeza ficticia; Ra no era más que la mierda de una mosca.
Pero ahora eso se terminó, pues conmigo en el trono de Egipto, este reino será el más grande de todos.

- ¡No pienso permitirlo! ¡No voy a dejar ni tus huesos! - Y acto seguido, Atón atacó a Set.

El Díos solar se lanzó contra Set, empuñando en sus manos unos discos dorados que de inmediato se prendieron en fuego. Atón tenía el poder de controlar los anillos solares para poder atacar a sus oponentes.

El disco impactó con la mano de Set quién ni siquiera se inmutó ante el ardor del sol que lo había atacado, no pudo evitar reírse. Atón observó esto, Set ni siquiera se había visto afectado en lo más mínimo.
El siguiente movimiento de Set puso final al combate, pues tomó el brazo de Atón y lo partió en dos.

El grito de Atón fue tan alto y desgarrador que hizo temblar la tierra, pero estaba completamente a merced de Set. Atón intento defenderse pero Set enterró en su pecho una de sus Kopesh, y luego cortó por la mitad al Dios. Las entrañas y tripas de Atón bañaron el suelo junto con su sangre y cadáver.

Un vende humos más, que decepción.

Apis, al ver la muerte de su mejor amigo, se abalanzó contra Set quién podía evitar y desviar perfectamente los ataques del toro que se movía una lentitud y torpeza comparadas a las de un niño de cinco años.
No podía creer que enserio está era la pandilla más poderosa de Egipto.

El toro atacó, pero fácilmente fue llevado al suelo por Set, quién acto seguido le aplastó la cabeza de un pisotón.

Sejmet entro al combate, lanzando con todas sus fuerzas el enorme hacha de batalla que tenía en sus manos, haciendo retroceder a Set quién se vio obligado a evadir el ataque doblando su cuerpo hacía un lado.
Pero este ataque fue solamente una distracción, pues Sejmet se lanzó contra el destructor y le conectó un brutal golpe en el hocico, haciéndolo comer el suelo y abriendo un cráter en él.

Set tenía una enorme sonrisa de oreja a oreja, encantado por el combate que estaba teniendo. Tenía mucho tiempo sin destruir Dioses, y ansiaba esta sensación.

- ¡Maldito! ¡Asesinaste a mis mejores amigos! - Gritó ella furiosa, a lo que Set solamente respondió con una risa maniaca.- ¡Voy a matarte! - Respondió ella ante la burla del Dios destructor.

Cogió su hacha y la dejó caer sobre Set quién le dió una patada al metal del arma y logró desviarla en pleno vuelo. Rápidamente se incorporó y enterró sus dientes en el cuello de Sejmet quién lanzó un alarido de dolor y lo tomó de los hombros para comenzar a apretarlo y hacer crujir sus huesos.

Pero pese a la diferencia de tamaños y músculo (Sejmet era mucho mas masiva que Set) Set siempre fué quién llevó la ventaja en esta lucha. Pese al apretón, Set llevó sus manos a las de la diosa y también comenzó a apretarlas para liberarse del agarre inicial de ella.

- ¿¡Q-Que...!? ¿C-Como es...? - Atónita pues Set estaba apretando sus manos con tal fuerza, que rompió sus manos completamente y logró deshacer su apretón.

Sejmet cayó de rodillas al suelo y Set le arrancó de cuajo un pedazo de hombro y cuello, liberando un chorro de sangre que ensució el suelo e hizo rugir de dolor a la Diosa. Pero ella no se rindió y se lanzó con sus fauces abiertas para matar a Set de un mordisco, pero el Dios fue mucho más veloz.

Un parpadeo apenas visible y el cuerpo de Sejmet cayó al suelo con un fuerte estruendo. Set usó su magia en ella, haciendo uso de uno de sus hechizos, hizo que la mitad del cuerpo de la Diosa se pudriera a tal punto que se deshizo y se convirtió en una masa de masa podrida y putrefacta.

- Destruir, matar, romper, asesinar y masacrar es tan...delicioso ¿No lo crees, Amón? - Gruñó Set quién extendió sus manos e hizo aparecer sus dos Kopesh en cada mano.

Amón, suspiró y negó suavemente con la cabeza. Estaba más preparado que nunca para pelear.

- Causaste más problemas de los necesarios, y mataste al futuro emperador de Egipto como a un perro en la calle.- Murmuró Amón, sacándole una carcajada a Set.

- ¿Esa cosa, emperador de Egipto? Que estúpido eres, Amón...- Y acto seguido movió sus manos e hizo que la arena se tragara los cuerpos de los tres Dioses asesinados.- ¿Cómo puedes ver en él un ejemplo a seguir? Ni siquiera fue capaz de salvar su propia vida, mucho ruido y pocas nueces

Amón ladeó la cabeza y suspiró con cansancio. Él también se preparó para el combate inminente contra Set quién empuñaba sus armas predilectas, pero Amón no tenía ni una sola pizca de miedo en su cuerpo.

Amón era un hombre musculoso y fuerte de piel azul, gustaba de usar grandes coronas y poca ropa que pudiese entorpecer su andar y sus combates, los cuales eran bastante frecuentes.

Al igual que Atón, había sido entrenado y preparado para reinar en el panteón, en el hipotético caso de necesitarlo. Atón era el candidato perfecto, pero Amón no se quedaba atrás con su poder divino y su gran habilidad en el combate.

- No puedo permitir que salgas de aquí con vida, así que en nombre de mis amigos y en nombre de mi panteón; tengo que aniquilarte.

- Eres diferente a esos pusilánimes, puedo verlo en tí...eres más de lo que Atón pudo haber sido jamás. No tienes que luchar en mi contra, únete a mí y tendrás todo lo que siempre has merecido y soñado.- Set no quería matarlo, pese a que su sed de sangre podía verse a leguas.

Amón simplemente sonrió.- Gracias por la oferta, pero solamente tengo que matarte y me daré por bien servido, además...ya mataste a Atón, ahora nada me impide ser el rey de Egipto.- Y ante está última afirmación, su rostro tomó un tono oscuro y serio.

- Jajajaja... mentí, eres idéntico a todos los demás.- Y esto fué la última palabra.

Ambos iniciaron el combate en ese momento y lugar.

[...]

- ¡Se viene abajo! ¡Se está cayendo el coliseo! - Gritaron en las gradas.

- ¡Cuidado! -

En el palco de la humanidad, todos estaban tan agitados como asustados en ese momento.
Los Dioses no se quedaban atrás, los Dioses del panteón Hindú buscaban refugio, y entre ellos, Shiva sujetaba fuertemente a Ganesha con su único brazo bueno para evitar que fuese dañado por los escombros

- ¡Papá, el coliseo se cae a pedazos! -

- ¡Maldita sea, esos dos van a destruir la isla! -

- ¡Señor Shiva, tenga cuidado! - Chillaban las tres mujeres del destructor quienes también buscaban refugio en él.

Forsetti se agarraba del trono de Thor, como si este pudiese salvarlos de ser dañado por el derrumbe.
En la habitación de Buddha, Brunhilde trataba de proteger el cuerpo del iluminado mientras los otros tres presentes en la habitación buscaban refugio de alguna manera.

Diomedes se detuvo en pleno camino hacía la ubicación de Brunhilde y abrazó con fuerza a Ishtar quién chillaba del miedo.

Alejandro Magno se dió cuenta de los destrozos ocasionados por Set, así que tuvo que encontrar la manera de romper la lucha de fuerzas creada por ambos.
Gondull, a través del Volündr se comunicó con el emperador en un intento por advertirle.

"- ¡Majestad, la arena roja! ¡Sus piernas están siendo dañadas! -"

Y en eso, Alejandro notó el dolor punzante que recorrió sus piernas. Set regeneró las arenas rojas y estás lograron comer las botas de acero de Alejandro y llegar hasta su piel, dañando así el tejido, los músculos y los huesos del humano.

Alejandro gruñó por el dolor, pero no detuvo su ataque en ningún momento.

- ¡Θεϊκός Αυτοκράτορας - Νύχι του Μάαχες! -
(¡Emperador Divino - Furia de Maahes!)

Y en el momento que la magia de Alejandro Magno y la de Set hicieron conexión, la enorme figura de un León y una Serpiente aparecieron y chocaron entre sí, creando una poderosa y brutal explosión.

La explosión fue tan titánica, que el suelo terminó de romperse como una galleta y una enorme cortina de humo cubrió la escena, dejando a ambos rivales completamente ocultos.

Heimdall, quién hasta este momento había estado con la cabeza metida en un agujero en la tierra debido al caos y la destrucción del combate, vio con asombro, pánico y sorpresa la escena que tenía enfrente.
Ambos rivales habían causado tal desastre que ni siquiera la furia de un millón de tormentas eléctricas podrían causar.

- ¡Sangre, caos y destrucción por doquier! ¡El Dios de la destrucción Set ha hecho honor a su título y ya destruído el campo de batalla y el coliseo entero, a su vez, Alejandro Magno ha recibido de lleno la furia y el impacto brutal de este destructivo poder! - Gritó como pudo, luchando por ver a través de la neblina que tapaba a ambas figuras.

Gëir se incorporó luego de que el temblor pasara, tenía un par de heridas bastante serías en el cuerpo debido a la caída de los escombros. Gracias a Leónidas no había sufrido graves daños, pero aún así estaba algo aporreada.

Aún con eso, ella pudo incorporarse para asomarse en una lucha por ver lo que estaba sucediendo.
Muerta de pánico y miedo, pues su hermana estaba ahí, su amada hermana Gondull estaba unida al Volündr.

- H-Hermana...- Gimió con lágrimas en sus ojos, arrepentida de haber permitido a Magno formar el Volündr.- ¡H-HERMANA GONDULL! ¡ALEJANDRO, MAS TE VALE NO DEJAR MORIR A MI HERMANA! - Gritó histérica.

- ¡G-Gëir, cálmate por favor! - Murmuró Leónidas tratando de detenerla. Pudo ver que la pequeña tenía varias heridas en su cuerpo, quería atraparla para no dejarla ir y que sufriera más daño por accidente.

En el palco Griego, Ares estaba casi totalmente intacto gracias a su casco mientras que Dionisio estaba como si nada, como si los escombros solamente lo hubiesen rosado y no lo hubieran tocado en lo más mínimo pese a lo expuesto y descubierto que estaba.

- ¡Argh! ¡Maldita sea! - Se quejó Ares quién se pudo poder de pies a penas.

- ¡No no no no Atenea! *Hic* ¡Hefesto es quién tiene tu ropa interior, yo mismo se la dí! *Hic* - Y acto seguido recibió un sopapo de parte de Ares por borracho y por obsceno.

En medio de la bruma, Alejandro Magno dejó salir un largo jadeo de cansancio mientras que se enderezaba y veía a Set quién también hizo lo mismo.
Ambos rivales estaban aún con vida, pero severamente dañados.

Alejandro Magno tenía un gran surtido de moretones, cortes y hematomas en todo su cuerpo, lo más resaltante es que su ojo derecho estaba cubierto de sangre y teñido de morado en una gran herida sangrante y llena de tierra; la arena roja comió su ojo y lo destrozó.

Sus piernas estaban tan heridas, cortadas y llenas de sangre que era un milagro que siguiera de pie. Y en un todo, su brazo robotico estaba severamente dañado.

- Lo siento mucho... señorita Gondull, no he ido el mejor usuario.- Musitó.

"- Así termine muerta, sin una pierna o brazo; mi cuerpo y alma son suyas, alteza.- "

Alejandro estaba muy avergonzado, pues Gondull estaba muy herida por su culpa. Por esta batalla tan bestial con un Dios que estaba totalmente desquiciado.
N

o podría perdonarse aquello, tenía que ganar en nombre de esa joven Diosa que le prestó su cuerpo como una extensión del suyo.

El ataque mágico de Set habría hecho explotar a cualquier otro rival, su magia de la destrucción era capaz de pudrir y destruir cualquier cosa que existiera en el universo. Sin embargo, la espada de Maahes era tan poderosa, que fué incluso capaz de cortar y romper la magia de la destrucción de Set; sin duda un arma temible y de mucho cuidado.

Pero eso no impidió que Alejandro fuese dañado, pues ahora sus piernas estaban totalmente inservibles y apenas podía mantenerse en esa posición luego de tremenda explosión de ataque.
Set no fué la excepción, su ataque había sido cortado y superado por la magia de la espada de Magno, haciendo que uno de sus brazos explotara y quedase colgando como una tira de carne negra y viscosa. No conforme con eso, gran parte de la magia destructiva fue absorbida por Alejandro.

- H-Hey... humano, ¿Sigues vivo? - Preguntó Set entre jadeos y quejidos se dolor. Rogando al cielo por no haber asesinado a su más grande y poderoso oponente.

- Más vivo que nunca.- Respondió Alejandro Magno, quién sonrió y se dejó caer al suelo de bruces.

La arena roja se había disipado en aquella zona, por ende no sufrió daños al caer sentado.

Y en ese momento, la vida de Alejandro pasó, como una película, enfrente de sus ojos.

SNVLOR.
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Ya se acerca la recta final, mis fieles lectores.

El siguiente capítulo, la vida de Alejandro y la razón de su obsesión por ser tratado como un Dios.

Estamos a solo tres capítulos del cierre de la segunda pelea, y muero de ganas por iniciar la tercera. Se vienen cositas.

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