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Capitulo 12: Sincronicidad. Segundo Humano.

[Delos — Sección de la humanidad, cuarto de entrenamientos de la humanidad — Treinta minutos antes el comienzo del primer combate ]

— ¡HYAAAT! ¡AHHHH! — Los poderosos y estridentes gritos de aquel hombre resonaron por toda la habitación, había cierto eco a pesar de ser un lugar ligeramente abierto.

En el centro de la habitación, un hombre alto y musculoso, con una ancha y poderosa espalda, de piel morena y un largo cabello rizado se encontraba sosteniendo una espada con todas sus fuerzas, mientras la blandia y atacaba sin piedad al enorme muñeco de madera que tenía enfrente.
Lo más resaltante, es que él carecía de su brazo derecho.

— Es fuerte.— Exclamó Hlökk desde su lugar, estaba sentada en el suelo, sobre un cojín grande afelpado, sostenía una taza de té en su mano izquierda mientras con la otra sostenía la propia taza.

— Carece de fluidez, por más que conoce y ataca dónde debe y cuando debe, su cuerpo es rígido como una piedra. Sin duda alguna su entrenamiento ha sido duro y estricto.—

Era de piel intensamente blanca como la nieve, con un largo y sedoso cabello, el cuál era rosado y blanquecino al mismo tiempo, cayendo sobre su espalda y hombros en cascada, cubriendo su delicado kimono japonés de color celeste. Sus labios carnosos estaban teñidos de rojo al igual que sus mejillas, las cuales no perdían ese tono natural muy delicado.
Era simplemente una dama bellísima.

Ella era una de las representantes de la humanidad en este segundo Ragnarök, la samurai y guerrera Tomoe Gozen.

Usualmente ella no permitía a los hombres ingresar en su habitación de entrenamientos, pero este sujeto había acudido a ella con genuinas intenciones de entrenar, por lo cuál ella no se negó.

Con un movimiento en línea recta, cortó uno de los brazos del muñeco de un tajo y luego lanzó un movimiento en diagonal que cortó al muñeco a la mitad. Esto puso final al entrenamiento de aquel hombre.

Sudoroso, guardó su espada en su cinto y caminó lentamente hacía las señoritas sentadas a un par de metros de él y con una profunda reverencia, exclamó.

— Dígame, gran maestra ¿Que tal le ha parecido mi entrenamiento? — Y había cierta mofa en su voz, como si esas palabras le resultaran cómicas.

Tomoe cruzó sus brazos y miró al muñeco de madera tirado en el suelo completamente destruído.— Eres tan pesado como un león o un tigre, y tú poder de ataque es equivalente, algo digno de admiración... sin embargo tienes un gran defecto.—

— ¿Enserio, y cuál podría ser ese defecto? — Inquirió el sujeto.

— No estás presente en el combate.— Y ante sus palabras, tanto Hlökk como el hombre estaban realmente confundidos.— Piensas mucho en tus siguientes movimientos, piensas en que hará el muñeco, piensas en que va a pasar y es eso lo que te distrae de la realidad, pierdes de vista el presente.

» Mientras sigas pensando y pensando, tu cuerpo no se moverá ni reaccionará con la fluidez con la que debería. El combate real es impredecible, está vivo, no es sistemático y el oponente no se moverá como quieres o deseas.

El el sujeto solamente pudo soltar una débil risa que hizo enfurecer a Hlökk. Pues daba a entender que él se estaba burlando de Tomoe y su punto de vista.

— Maravilloso, no podría esperar menos de usted, gran maestra...— Fue todo lo que dijo para luego darse la vuelta y alejarse de ambas señoritas — Si me disculpan, mi entrenamiento ha concluido por hoy, iré a darme una ducha.

Hlökk no lo detuvo, sabía bien que él había sido de los Einhenjers más dedicados y uno de los que más empeño le había puesto al entrenamiento que estaban recibiendo por parte de los demás campeones. Una ducha y tiempo se libertad era lo menos que podía recibir.

— Te lo haz ganado, solo trata de estar preparado para cuando sea tu turno de combatir.—

— Muchas gracias, señorita — Y dicho esto simplemente se fue.

Al menos era un sujeto educado, usualmente aquellos con título de reyes o emperadores solían ser arrogantes y vanidosos, pero él no.

En ese momento recordó una pesadilla que había tenido dónde había conocido e interactuado con una repulsiva mujer que decía ser "La reina más perfecta de Egipto" o una cosa así. Agradecía a los Dioses que al menos este hombre era civilizado.

Tomoe se había puesto de pie para observar al muñeco de madera cercenado por el hombre. Dicho muñeco era sumamente duro y grueso, aunque nada que un samurai experto no pudiese lograr, pero su impresión se debía a otra cuestión.

A no más unos seis pasos de distancia, una enorme y gruesa roca saliente del suelo había sido cortada de cuajo, limpio y perfecto como si fuese una navaja cortando una hoja de papel débil. En el suelo enfrente de la piedra, había dos enormes agujeros dónde se podía apreciar la marca de los pies descalzos del hombre, puesto que Tomoe le tenía prohibido tener los zapatos puestos.

La fuerza empleada y la habilidad de aquél hombre había sido suficiente para destruir el suelo y una enorme piedra.

— Que gran poder...—

»A lo largo de mi vida, he podido puede cortar por la mitad una hoja en caída, así como también he podido ver y realizar increíbles hazañas; Este sujeto pudo cortar perfectamente la roca e incluso destruir el suelo, usando fuerza de su cuerpo trabajado y esculpido en el arte de la batalla.— Murmuró ella son una ligera sonrisa en su rostro.

— ¿Eh? ¿Y eso qué? — Inquirió Hlökk.

Tomoe alzó la vista, volteando a ver hacía dónde ese tipo había salido.— No había nada en este mundo que ese hombre no pueda cortar; troncos, océano, murallas... simplemente, no hay nada por delante de él.

No había dudas, Alejandro Magno era un formidable guerrero.

[...]

La primera ronda dejo un sabor amargo en la boca de las Valkyrias, Brunhilde, Gëir y Hrist estaban sentadas en aquel enorme salón de reuniones, cada una manteniendo un semblante diferente.
Hrist parecía tener miedo de algo, como si alguien estuviese por regañarla, un semblante típico de su personalidad tranquila y sumisa.

— C-Creo que...Marte fue demasiado para Yue Fei.— Murmuró ella, pero hizo silencio inmediatamente sintió la mirada furiosa de su hermana mayor sobre ella.

— ¡Y una mierda! ¡Ese humano engreído y arrogante, malditos sean los hombres! — Gritó ella clavando sus uñas en la mesa de madera.

— ¡Oye! — Exclamaron Leónidas y Sasaki al mismo tiempo, aunque ellos no tenían mucha moral para sentirse ofendidos.

Gëir no dijo ni una sola palabra, solamente se mantuvo callada y tranquila ante la situación peliaguda que estaba presenciando. El primer combate había acabado con una derrota para la humanidad, a pesar de que Yue había sido el guerrero humano más capacitado para este combate. Pero ahora se encontraban en el escenario donde ya habían tenido una baja, irremediablemente habrían perdidas pero el objetivo era minimizar lo más posible dichas bajas y la muerte de un humano en la primera ronda no era muy alentador.

Alzó su mano, buscado decir algo adecuado en este momento frágil y peliagudo.— Chicos, entiendo el sentimiento pero no parece que estemos buscando una solución.

— Gëir tiene razón, hablar sobre esto no es algo que nos esté sirviendo para emparejar nuestro marcador.— Secundó Leónidas con un tono calmado y sereno.— Tuvimos una derrota, pero eso no puede distraernos.

Todos en la habitación guardaron silencio, dando pase libre a que Brunhilde tomase la palabra. Se puso de pie y habló.— Debemos decidir a quién enviaremos a esta segunda ronda, lo más pronto posible.

Y en ese momento, ella puso su tableta en la mesa y la nueva lista del Ragnarök fué revelada a los presentes.

Ciertamente, la lista fue algo que fascinó a los presentes. Diversos Dioses que anteriormente no habían participado y uno de ellos llamó especialmente la atención de Leónidas.

Leónidas alzó su mano y ahora él tomó la palabra.— Mis alumnos han logrado un gran desarrollo, podrían ser elementos a considerar para este nuevo combate.

— Con el debido respeto, Leónidas, mi alumna es la más capacitada en el arte de la guerra y el combate en todo su esplendor, deberíamos enviar a ella para este combate.

— Ese japonés, Kehaya...es bastante fuerte, podríamos fiarnos de su poder físico y enviarlo a la batalla.— Añadió Hrist.

— Yo no contaría con él....— La voz de Ishtar inundó la habitación, junto a ella venía Nikola Tesla y Gondüll.— El comió inmensas cantidades de comida y luego se tumbó a dormir como un tronco.

Nikola Tesla puso una mano sobre la mesa con fuerza y miró detenidamente la lista de combatientes, realmente intrigado por todo lo que estaba viendo y admirando.— ¡Amazing! ¡Esto si es grandioso, muchos Dioses científicos que darán vida al Ragnarök! —

— ¿Dioses científicos? — Ishtar estaba confundida, pero sintió que sería mejor no decir nada al respecto.

Brunhilde se acarició la cabeza y soltando un suspiro de fastidio, miró nuevamente la lista mientras en su mente apareció la misma pregunta una y otra vez; ¿Que estás tramando, Apollo?”.

En ese instante, una nueva persona entró en la habitación, se trataba del héroe griegos Diomedes quién dió enormes zancadas hacía Brunhilde para tomarla del cuello del vestido con enojo, con tal fuerza que incluso rasgó ligeramente su ropa.
Todos se pusieron de pie con intenciones se separarlos, pero un simple gesto de Brunhilde fue suficiente para detenerlos.

— ¡Brunhilde, tonta y arrogante Valkyria! ¡¿Que demonios fue eso?! — Vociferó él.

— Diomedes, ya hemos hablado de esto, no podías salir al primer combate. — Respondió ella.

— Enviaste a Yue Fei a morir contra ese Dios y ahora estamos en desventaja por eso.— Se defendió.— Yo pude haber ganado el primer combate, no habríamos tenido una baja tan importante.

— Niño, tal vez habrías ganado pero del mismo podrías haber acabado como Yue Fei. No se trata de golpear duro, se trata de saber manejar al oponente y Yue Fei era el más capacitado para enfrentarse a Marte; aunque seas un soldado de élite, necesitas madurar mucho.— Se metió Leónidas, apretando la mano de Diomedes para que soltase a Brunhilde.

El Griego así lo hizo, pero no contuvo su enojo ante Brunhilde.
Gëir se acercó a él y acarició una de sus manos, buscando tranquilizar al griego, acto que no pasó desapercibido por Ishtar ni Leónidas.

— Diomedes, eres demasiado importante para este Ragnarök, enviarte a pelear habría sido algo arriesgado y no podíamos arriesgarnos a perderte.— Explicó ella con una profunda tristeza en su voz.

— ¡No me venga con eso, Gëir! — Exclamó él.— Tenía todo lo necesario como obtener la primera victoria.

— ¿Y después qué? ¿Que ibas a hacer con la primera victoria? Aún nos quedan doce batallas que librar y aunque hubieses ganado, nada garantizaba que pudiésemos ganar este torneo.— Refutó ella — Eres nuestra mayor arma y carta de triunfo contra Apollo; experiencia, habilidad en combate y encima bebiste la Ambrosía, no podíamos perderte.

Y aunque las palabras de Gëir, Diomedes se quedó congelado pues ella tenía la razón y él lo sabía perfectamente.
Enojado se dió la vuelta y salió rápidamente de la habitación, sin dar tiempo a los demás de decir o hacer alguna otra cosa.
Gëir quiso ir con él, pero sabía que lo mejor era dejarlo solo para que pudiese calmar y tranquilizar sus ánimos.

Ir detrás de él e iniciar una conversación no sería inteligente. Por el momento debía centrarse.

En ese momento, Brunhilde sacó su teléfono celular en el momento en que recibió un mensaje de texto. Se quedó congelada cuando leyó el contenido de un mensaje.

«Buddha ha sido lastimado por Apollo, está al borde de la muerte. Necesitamos que vengas a verlo, estamos en una cabaña a las afueras del coliseo.»

Esto la hizo temblar y su cuerpo entero comenzó a llenarse de sudor, incluso el teléfono cayó de sus manos y sonó de manera estrepitosa contra el suelo. Esto hizo que todos la vieran de manera extrañada, sobre todo su hermana menor quién fue la más cercana a ella en ese momento.

— ¿Hermana, te pasa algo? — Indagó ella, pero Brunhilde solamente le miró a los ojos con estos llenos de lágrimas y una expresión llena de dolor y aflicción.

Sin tiempo de explicarle, Brunhilde salió corriendo fuera de la habitación dejando tirado en el suelo su teléfono celular. Gëir no tuvo tiempo de ir tras ella, pues todo había ocurrido demasiado rápido y las acciones de la mayor habían confundido mucho a los presentes en la habitación.
Gëir tomó el celular y leyó el mensaje de texto, entendiendo claramente por qué su hermana se había ido de esa manera tan repentina.

Ella también se llenó de preocupación, pero no quiso seguirla pues aún no habían terminado la reunión y la segunda ronda estaba por comenzar. Irse sin más no era una opción y menos ahora.

— ¿Gëir, que acaba de suceder? — Quiso saber Leónidas sin comprender en lo más mínimo lo que había ocurrido.

La más baja solo negó con la cabeza y dejó el teléfono a un lado.

— La hermana Brunhilde estará ausente por un rato, algo terrible acaba de suceder.— Contestó.

— ¿Q-Que fué lo que su...? — Pero Ishtar no tuvo tiempo de terminar su pregunta.

— ¡Olviden eso! Tenemos que decidir aquí y ahora que vamos a hacer en este momento, no podemos distraernos.— Y ante esa respuesta, Nikola Tesla habló.

— ¡Muy bien, hemos tenido una derrota y debemos sacar a la arena al siguiente humano que enfrentará a los dioses! — Chilló Nikola Tesla peinando sus cabellos y apoyando una de sus manos en la mesa.— Propongo a Tomoe Gozen para enfrentarse al siguiente Dios.

Y ante estás palabras, todos se quedaron congelados. Sasaki fue el primero en hablar.— ¡Es justo lo que dije, mi estudiante debe ser la siguiente!...¿Esperen...enserio? —

— Señor Tesla...no quiero subestimar su inteligencia pero-- — Y Tesla intervino.

El Científico sacó una figuras de madera del bolsillo de su bata de laboratorio para comenzar a explicar.

— Se lo que dirás..— Y comenzó a usar sus figuras para ilustrar y también explicar— Pero realmente es muy sencillo; Los Dioses van a enviar a otro Dios guerrero, teniendo en cuenta de que buscarán hacerse con las tres primeras victorias, buscarán enviar a una deidad de gran poder y--

— ¿Por qué ese Dios es una bellota? — Se metió Gondull.

— No tuve tiempo de tallar todo — Respondió Tesla con mala gana — Enviarán a una deidad de gran poder y habilidad en la guerra y la lucha, dejando a los eruditos y magos para rondas más avanzadas como para la cuarta o quinta ronda del Ragnarök.— Explicó, haciendo uso de sus figuras de madera.

» No tengo ninguna duda, ¡el siguiente Dios será un Egipcio!

Gëir llevó una mano a su mentón analizando esa información más detalladamente. Tendría algo de sentido que Apollo llevase a cabo ese plan, pero algo parecía no encajar en esa explicación.

— ¡¿Un Egipcio!? ¿Cómo puedes estar tan seguro? — Cuestionó Sasaki Kojiro.

— Cuando finalizó la batalla de Qin Shin Huang contra Anubis, el panteón Egipcio estaba totalmente hinchado y orgulloso de su victoria; el orgullo Egipcio y las nuevas relaciones de los griegos con el panteón de Egipto garantizarán que ellos envíen a su mejor Dios para luchar contra nosotros y realzar la superioridad de su tierra.— Explicó.

— B-Bueno... Los panteones de Medio Oriente no tienen buena relación entre ellos y con Apollo como señor supremo de los cielos, ellos buscarán no quedarse atrás ante la aprobación de Grecia.— Opinó Ishtar.— Quiero decir, Egipto siempre fue un reino arrogante y ahora que son aliados de Grecia y los vencedores de un combate tan importante, no es de extrañar que ellos sean los siguientes.

Pero Gëir estaba realmente en desacuerdo, los Dioses no podían ser tan predecibles, por las arrogantes y prepotentes, Dioses como Thor, Horus y Apollo no eran como Zeus u Odin.

— Pues no suena como algo descabellado, enviar a una guerrera a la segunda ronda no es una mala opción; podríamos considerar enviar a Ñusta Huillac para enfrentarse al siguiente Dios, su habilidad mágica del clima puede suponer una ventaja ante la habilidad bélica de dicho dios.— Opinó Gëir.

— Siguiendo esas pautas, Tomoe Gozen suena como la más apropiada para ir al combate contra el siguiente Dios.— Apoyó Gëir.— Iré a buscarla para avisarle.

— ¡Miren, están alterando el campo de combate! — Señaló Ishtar.

Cuando todos vieron a las pantallas, se dieron cuenta de que era cierto,nel campo de batalla estaba siendo alterado. Enormes pilares y estatuas con decoraciones egipcias, joyas, cientos de detalles grabados en arena con figuras y representaciones egipcias.
Esto hizo que todos los presentes quedasen impactados y en ese momento el teléfono de Brunhilde vibró, indicando la entrada de un mensaje nuevo.

Al leerlo, Gëir quedó petrificada en su sitio, este mensaje contenía la respuesta a su más reciente incógnita: el siguiente Dios que saldría al combate.

«Horus será el siguiente representante»

Horus, gobernante supremo de Egipto y la representación del sol en las tierras lejanas de Egipto. Esto sin duda fue una sorpresa abismal para los presentes.

Pero Gëir estaba confundida, ¿Quién era ese mensajero, acaso

Nikola Tesla miró la pantalla y ante la noticia de Brunhilde, alzó uno de sus dedos.

— Por supuesto, he tenido toda la razón en mi análisis.— En ese momento, Nikola Tesla sacó de su bata un pequeño libro y con buscar por unos segundos encontró lo que estaba buscando.— Horus, Dios del Sol y líder supremo del reino Egipcio, hijo de la Diosa Isis y el difunto Dios Osiris. Luego de su batalla contra su tío Set, se convirtió en el Dios más importante del panteón y en un líder amado por su pueblo; es dueño de la magia del sol, la guerra y el combate bélico, un guerrero y Dios digno del Ragnarök.

— ¿Cómo puede saber tanto de los Dioses? — Susurró Ishtar, a lo que Sasaki respondió.

— Cuando Nikola Tesla derrotó a Susanoo no Mikoto, este le dejó como recuerdo un libro el cuál contiene toda la historia e información de los Dioses y panteones y Dioses conocidos hasta la fecha de su muerte; desde que tiene ese libro, ha estudiado a los Dioses de manera exhaustiva.— Y ante esa explicación, la curiosidad de Ishtar se detuvo.

— Ahora debemos ponernos en marcha cuánto antes.— Exclamó Nikola Tesla mientras aplaudía y se daba la vuelta para ir fuera del salón de reuniones.— Gëir y yo iremos por Tomoe y luego-- —

— ¡No! — Exclamó Gëir de golpe, sorprendiendo a todos y haciendo que ella se sonrojara con fuerza.— Quiero decir... no podemos envía a Tomoe Gozen para enfrentar a Horus, no será adecuado.

— ¿A qué te refieres, Gëir? — Quisieron saber todos.

— Tomoe Gozen es una guerrera samurai, su habilidad en combate es excepcional pero Horus es demasiado para alguien como ella; magia, guerra, fuerza bruta y poder solar además de estar luchando en un terreno que claramente favorece a Horus, enviarla sería incorrecto.— Explicó.

— Tomoe Gozen es una de las más capacitadas para el combate, además de ser una guerrera que cumple con multiples formas de combate y defensa; armadura, tiro con arco, lanza, espada y fuerza, todas y cada una de sus habilidades son suficientes para este encuentro.— Leónidas estaba en desacuerdo con las palabras de Gëir e hizo saber claramente su opinión.

— Tengo en mente las capacidades de Tomoe Gozen, pero...creo que hay alguien más capacitado que Tomoe.—

— ¿Enserio? ¿Quién podría ser esa persona? —

[...]

— Malditos japoneses, sus aguas termales son realmente fantásticas, habría sido genial tener unas en mi palacio en macedonia.—

Alejandro Magno había tenido una larga sesión de relajación en una de esas aguas termales, ahora su estómago clamaba por una deliciosa comida como todo un rey celestial.
Se pudo nada más que una larga túnica blanca, encima de unos ajustados pantalones de cuero y unas largas chanclas que llevaban hasta sus rodillas.

Así camino por diez minutos alrededor del coliseo hasta llegar a un lugar donde podría comer. La humanidad tenía varios quioscos dónde servían comida, pero él tenía en mente un lugar diferente.

Llegó a un lugar que servía como taberna y restaurante al mismo tiempo, un lugar donde solamente los Dioses eran permitidos. Su sonrisa se ensanchó y entró, campante y sonante al lugar como si fuese de su propiedad.
Dentro había un poco de ruido que se detuvo cuándo él abrió las puertas, e ingresó al lugar.

Habían cientos de Dioses y otras criaturas; Onis en su mayoría, demonios japoneses grandes e intimidantes, que harían temblar de miedo al más valiente samurai japonés.

— ¿Quien es ese humano? —

— ¿Que hace aquí? —

— Maldito mortal —

Pero Alejandro no ponía atención a los murmullos y susurros de todos los presentes. Caminó hasta una mesa larga que estaba ubicada en el centro del enorme salón, movió una silla y tomó asiendo mientras alzaba su mano y llamaba a la mujer encargada de tomar su orden.
Una mujer Oni se acercó a él, era increíblemente alta y musculosa, con una curvas marcadas y un cuerpo sumamente voluptuoso a la par que macizo, su piel era gris y tenía grandes cuernos de color negro que salían de su frente.

— ¿P-Puedo tomar su orden? — Preguntó ella con timidez, pues sentía que todos los demás la matarían por atender a un humano. Además de que ella podía percibir algo diferente en Alejandro, una energía poderosa y agresiva.

Alejandro tuvo que alzar la vista para poder verla a los ojos, pues ella era muchísimo más alta que él, pero esto no le incómodo. Por el contrario, estaba fascinado.

— Que hermosa eres.— Le dijo con su más hermosa sonrisa.

La mujer iba a contestar, pero una nueva persona se entrometió entre ellos.

— ¡Suficiente, no voy a permitir esto! ¡Será mejor que te vayas de aquí maldito humano asqueroso! — Gritó un Oni que se acercaba violentamente a Alejandro.

El Oni tiro de manera violenta la mesa de Alejandro y arremetió con su pesada masa de hierro para tratar de matar al humano quién pudo hacerse a un lado y evadir el ataque de forma perfecta e impecable. La bestia lo miró, furioso de haber fallado pero al humano poco o nada le importaba la molestia de su contrario.
Se enderezó y puso su única mano en su cinto, apretando la empuñadura de su espada.

— ¿Así es como los Dioses reciben a sus semejantes? Patético, jamás llegué a pensar que en los cielos tuviesen tan malos modales.— Gruñó el hombre con enojo.— Súplica perdón, estás parado delante de un verdadero Díos.

Pero el Oni soltó una sonora carcajada, junto a él rieron todos los demás ahí reunidos, a excepción de la mujer mesera de hace unos minutos. El demonio alzó su mazo y apunto con desdén al hombre.

— ¿Un verdadero Dios? No me hagas reír humano, no eres más que una rata miserable que ensucia nuestra taberna con su presencia.— Vociferó él.

Pero Alejandro no de amedrentó ante sus palabras, simplemente sacó su espada del cinto y el arma refulgia con intensidad y poder.
En ese momento, todos hicieron silencio, como si él sonido fuese completamente borrado. Los demonios vieron fijamente al humano quién sostenía su arma sin moverse, ni parpadear ni hablar.

“ — ¿Que es esta presión tan repentina? Esto no es normal...—” Dijo el Oni en su mente.

Su mirada se fijó en Alejandro quién seguía tieso, como un bizarro* galán que esperaba por el llamado de la guerra. Bajito, sin un brazo, humano y aún así, el Oni comenzó a temblar ante él.

“ — Este hombre...¿Quién demonios...? esta presión tan gigante —” Balbuceó como un niño pequeño ante la imponente figura de un padre dominante o incluso un maestro.

Todos los demás lo vieron fijamente, todos estaban temblando de miedo ante la escena. Alejandro no había movido ni un músculo, pero todos tenían pánico y miedo de su siguiente movimiento.
El demonio lo vió claramente; Sangre, cuerpos, destrucción...ese humano podía matarlos a todos si quisiera.

Aterrado, se tiró al suelo y bajó la cabeza a modo de reverencia ante él, como si fuese su padre, maestro o incluso un Dios superior.

— D-Disculpe mi arrogancia, mi señor, e-e-es usted bienvenido.— Y ante estás palabras, todos los Onis lo siguieron.

¡Es usted bienvenido!  — Gritaron todos al mismo tiempo.

Alejandro sonrió alzó su espada para tocar con la punta la cabeza del Oni quién no se atrevió a alzar la cara por el miedo que sentía.
Pero la voz de Alejandro reverberó por toda la amplia habitación.

— Como buen emperador y señor, os concedo el perdón y les invito a compartir la mesa de los reyes.— Y ante esto, bajó su espada y sonrió.— Un banquete para todos, un banquete digno de un verdadero dios.— Y ante esto, los Onis alzaron el grito y aplaudieron enérgicamente a Alejandro.

La misma mujer se acercó a él y con mucha pena en su voz, le preguntó.— M-Mi señor...¿Q-Quién es usted? —

Y ante su lindura, él contestó.— ¡Mi nombre, es Alejandro Magno y yo soy el único Dios aquí! —

SNVLOR

Hola chicos, lamento mucho la demora y la tardanza. Aquí tienen el capítulo 12, o bueno, la primer parte de él.
El siguiente capítulo dará inicio al segundo combate, esperenlo con ganas.

Nos vemos dentro de 25 días, los quiero mucho.
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Bizarro: Valiente y Guapo.

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