v e i n t e
—¿No los buscaremos?
—No. Les dije que era mejor que ellos se adelantarán a los dormitorios. —Me contó mientras veía su celular.
—De acuerdo. —Asentí y nos dirigimos a la salida.
Después de haber huido exitosamente de la policía con la señora furiosa porque "secuestramos" a su hijo con un supuesto artefacto extraño, nos escondimos en una tienda de ropa.
—¿No quieres comprar algo? —Me preguntó tan serio como siempre es. No una seriedad de molestia como minutos atrás, era más bien algo natural característico de él.
Todoroki y Pycrot eran polos opuestos. Recién me daba cuenta del marcado contraste.
—Sí, a penas tienes ropa bonita en tu clóset, ya me las se todas de memoria y hasta tus combinaciones.
—Estoy bien, en serio.
—Esa ropa llamará la atención, y se que no te gusta hacerlo. —Todoroki señaló mi vientre abultado que estaba expuesto a la vista de todos al estar el vestido rasgado de la parte delantera.
—Vale, lo haré. —Coloque a Py delante mío para taparme, de repente me sentí nudista.
—Perfecto, vi un vestido muy lindo para ti. —El heterocromatico echo andar entre los pasillos con cientos de prendas colgando.
—Solo que no sea nada muy costoso, no tengo mucho dinero.
—Oye —Py me llamó y yo lo puse frente a mi rostro—. ¿Qué haces conmigo en tus manos?
—¿Ah?
—Déjame en una silla por acá y ve con él.
—¿Piensas que te dejare por ahí suelto después de lo que hiciste?
—Auch, eso dolió. —Los triángulos que tenía por ojos se movieron tantito abajo, era como si tuviera su mirada en el suelo. ¿Cómo es que nunca había visto lo humano que podía ser mí calabaza parlanchina?
—Y además, —volvi a llamar su atención— Tengo miedo de que te pueda pasar algo malo si te dejo solo. Este mundo es muy malo para quienes tienen limitantes.
—¿Por qué me siento de repente como discapacitado? Jajaja —Sus "ojos se enchinaron cuando rio, y me contagio una sonrisa divertida—. Vamos, déjame sobre un maniquí masculino y ve a disfrutar lo que queda de tu cita.
—¿De verdad estarás bien?
—Mientras no tarden tanto, sí.
Hice caso a su sugerencia y lo coloque en el maniquí que él mismo me indico. No lo iba a negar, sobre esa cabeza blanca sin vida, Py lo hacía parecer humano, y un humano apuesto.
—Jeje, ¿me veo bien? —Rio coqueto.
—S...
—No. —Todoroki contesto a mi lado, haciéndome pegar un corto brinco. ¿En qué momento se acercó? —Estarás bien ahí arriba calabaza, solo no intentes succionar el cerebro de nadie. Vamos Kitai-san.
—Vuelvo en 10 minutos, ¿de acuerdo? —Y con eso me di la vuelta para ir tras Todoroki que tenía las manos en los bolsillos mientras revisaba vestidos y ropa en los ganchos.
—Eres muy buena con él.
—¿A qué te refieres? —Frunci el ceño mientras le daba un vistazo a una blusa rojo vino.
—Mi viejo no me puso una calabaza maquiavélica en mi cabeza para controlarme, solo me forzó a actuar a base de golpes, y aún así lo detesto. Creo que las peores manipulaciones son las que pasan desapercibidas para la víctima.
Me congelé. Todo lo que me decía era mucha información de golpe.
—Lo odiaría aún más si me hubiera hecho algo como lo que esa verdura te hizo.
—Espera, esto es mucho. Pycrot se equivocó pero lo reconoció.
—¿Te pidió disculpas sinceras? —Fijo su mirada en mí.
—Me dijo una vez lo siento y...——
—Tú lo conoces, yo no, y aún así pude notar que no estaba arrepentido. Dime, Kitai-san, ¿crees que definitivamente no lo volverá a hacer?
No podía hablar. ¿Qué respondía a eso? ¿Por qué de repente tengo la cabeza llena de dudas? Lo único que hice fue bajar la mirada y hacer como que había encontrado algo que me interesaba.
—Voy al vestidor, ya vuelvo. —Tome una prenda cualquiera y me aleje de ahí.
Entre al diminuto cuarto y corrí la cortina. Me vi al enorme espejo que abarcaba toda la pared del fondo y solo pude sentir asco al ver la imagen que daba. Parecía que un camión me había revolcado en el pavimento. Estaba hecha un desastre.
La imagen linda que tanto se había esforzado Yuga por crearme ya no existía, ahora parecía un alma en pena de esas que te encuentras en la carreteras a media noche.
Me quite como pude lo que quedaba del overol, y cuando estuve a punto de comenzar a probarme lo que había agarrado vi que no era nada parecido a lo que comúnmente usaba.
Un fresco vestido blanco con flores de cerezo. Era de tirantes y botones en la parte de la blusa, acampanado por encima de las rodillas.
Esto no era para mí. La sección a la que me había llevado Todoroki, toda esa parte era de este estilo, el estilo de...
❝ Incluso inconscientemente la
tienes en tu cabeza, ¿eh, Todoroki?
Las ropas de un ángel no le pueden
quedar a una bruja.❞
—Kitāi-san, ¿estás aquí? —Oí su voz al otro lado de la pesada cortina.
—¡S-sí! —Respondí tapandome con la prenda.
Sabía que él nunca la abriría o intentaría acechar, pero aún así, la sola idea de que estuviera semi desnuda, y que, lo único que me separaba de él era un pedazo de tela que podía ser fácilmente removida, me ponía de nervios.
—Te dejo unas prendas aquí por si gustas probarlas, creo que te gustarán. —Vi sus largos y gruesos dedos asomarse por encima del tubo de la cortina, dejado los ganchos colgados.
—Gra-gracias.
—Te espero.
"Te espero". ¿Como lo debería interpretar? ¿Quería que saliera y le mostrará los modelos que me probaba? ¿O quería decir que me las arreglará por mi cuenta escogiendo?
—Solo concéntrate en lo tuyo. —Susurre para mí, mientras terminaba de ponerme esos vestidos floreados que me hacían ver ridícula.
No iban ni con mi tono de piel, mucho menos con mi cuerpo sin gracia, ni siquiera con mi rostro demacrado. Me veía horrible.
—Soy un desastre con patas de popote. —Lleve mis manos a mi rostro. Si salía así para que me viera seguramente estaría aún más lejos de siquiera atraerle un poquito.
No importaba cuántos vestidos de los que me trajo me probará, en todos, absolutamente todos, me veía horrenda, y detrás de mí no podía dejar de ver a Uraraka y su perfecto cuerpo celestial.
Mordí mi labio frustrada mientras se quitaba el cuarto vestido. Ni siquiera sé porque lo sigo intentando.
—¿Ehm... Todo bien? —Su voz algo impaciente e incómoda se escuchó detrás de la tela.
—No. —Se me escapó, y enseguida me tape la boca, preocupada por haber dicho eso.
¿Qué pensará de mí en estos momentos? ¿Creerá que soy una pesada con la ropa o demasiado delicada?
Preguntas bombardearon mi cabeza, incluso me atreví a imaginarlo rodando los ojos con fastidio ante mi respuesta, pero lo que obtuve fue una respuesta genuina.
—¿Por qué? —Con sinceridad y su característica calma, me cuestionó.
—Bueno... Esta ropa no es para mí. —Sonreí decepcionada—. Es linda, a qué sí. Pero no me queda, eso es todo.
Unos segundos de silencio me hicieron dudar en si fue bueno ser sincera.
—¿Quieres una talla más grande o más chica? —Todoroki hablaba en serio, muy en serio.
—Ja... Jajaja. —No pude evitar reírme con cierta ternura por su ingenuidad ante las inseguridades, ¿qué acaso Shoto nunca las había sufrido o no se había dado cuenta de que, como humano, también las padece? —No te vayas a molestar, porfavor, pero aveces puedes ser muy tierno, Shoto-san. —No pude contener más ese pensamiento que siempre se me atravesaba cuando lo veía hacer cosas curiosas, cosas que lo caracterizaban.
No contestó. Y pensé lo peor, como siempre.
Me vestí en silencio, creyendo que ya hasta se había ido.
Después de todo, no éramos amigos como antes, ya no teníamos la confianza de antes como para que pudiera decirle "tierno" con total libertad.
—Siempre lo arruinó todo, ja. Soy patética. —Con cierta amargura en mi voz, deslicé la cortina para salir con el montón de vestidos en mi brazo.
—No eres patética.
Quedé muda, petrificada, congelada y cualquier sinónimo de que estaba básicamente sin palabras. Las neuronas de mi cerebro dejaron de funcionar al verlo esperando a que yo saliera, con un nuevo vestido en mano y un leve sonrojo pintando su rostro por alguna extraña razón.
—Cre-creí que ya te ha-habías ido.
—No creo ser tierno tampoco... —nunca lo había visto así, y sin embargo, a pesar de que sus palabras buscaran contradecir lo que dije, al desviar la mirada con ciertos nervios, sin saber adónde apuntar, con ambas manos jugando con la tela oscura de la prenda y tener ese tenue colorete en sus pálidas mejillas, solo se veía aún más tierno. Tanto que quería estrujarlo, abrazarlo y no dejarlo ir—. Te traje esté. —Al notar que no dejaba de observarlo, me extendió el vestido sin el gancho, me quitó los otros con cierta torpeza de mis brazos y se giro para ir a regresarlos todos—. Quiero ver cómo te queda... Maykō-san. —Agregó al final, dando un flechazo a mi corazón al oír mi nombre salir de sus labios.
Pocos me llamaban por mi nombre al siempre parecer distante y reservada, así que, oírlo llamarme así hizo que mi corazón saltará de alegría.
Con una enorme sonrisa con labios apretados, cerré la cortina, me desvesti lo más veloz que pude y tomé la ropa en mis manos sudorosas de la emoción.
La prenda era una sola. Un vestido negro, con falda de campesina, con delgados tirantes y holgado. La blusa con cuello recto era un poco bajo, pero por alguna razón no me incomodaba la idea de vestirlo. Tenía poco pecho, copa A lo dice todo. Y aún así, portando una vestimenta tan descubierta y diferente a lo que normalmente acostumbraba no me hacía sentir mal ni fuera de lugar.
Al contrario de lo que yo podría haber pensado al ver quizá éste modelo en un maniquí, que por cierto siempre eran cosas negativas; quedé encantada con lo que veía en el espejo.
Mis hombros anchos y mis brazos escuálidos se veían bien. La falda me llegaba como cinco dedos por debajo de las rodillas, y con las botas negras se veía divino.
Todoroki me quería ver, y yo estaba más que dispuesta a salir para que viera que no era tan fea como pudiera parecer.
Deslicé la cortina, tímida, un poco cohibida pero llena de éxtasis a la misma vez; me dirigí a dónde los acompañantes esperan.
—¿Qué... Qué te parece? —Mi voz tembló un poco mientras intentaba arreglarme el flequillo para que no me viera desaliñada.
—¿Uhm? ¿Kitai, eres tú? —Sin embargo, todas mis esperanzas de resaltar se fueron al caño cuando oí su voz.
Derrotada y resignada a lo que venía, alce la vista, no obstante, lo que vi superó mis fuerzas de querer competir contra mi rival.
Uraraka, su angel, tan bella con ese vestido de color claro que te estaba mostrando, estaba con sus manos alrededor de su cuello mientras que el bicolor tenía las suyas en su cintura.
Creí que la presión se me bajó, porque sentí mi piel helarse y comenzar a sudar demasiado rápido.
No se veía incómodo en aquella posición, y el ángel estaba demasiado confiado en que podía tocar los cabellos que caían en su cuello sin que Todoroki se molestará.
Entonces comprendí todo. Absolutamente todo. Era obvio y sin embargo yo no lo vi venir.
Fue en ese momento que me sentí más ridícula y patética que nunca.
❝A veces, lo angeles disfrutan jugar con los humanos. Pero yo fui la más ingenua de todos.
Creer que un ángel podría tener el mínimo interés en mi, teniendo ya a una pareja tan perfecta como él mismo, jaja, eso ya es pasarse de tonta.
Y yo fui la peor tonta.❞
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