Prólogo: Shades of cool
Advertencia: Mención a la depresión, y muerte.
~•~
“Ese verano estuvimos muy ocupados, con Satoru como el más fuerte, Shoko quedándose en la academia…me sentía solo, estaba solo en tonos fríos”.
Hace tiempo que se sentía así, vacío por dentro.
Quiso culpar de eso a Riko “Si no hubieras muerto así, pudo ser diferente” pero era una mentira, quiso culpar a ese mono sin energía maldita, a Satoru por no salvar a Riko, a sí mismo…la respuesta seguía siendo la misma: fue culpa de la hechicera, por existir y tener esas reglas.
Suspiró al pasar mi tarjeta en el lector del metro, debía ir a una casa abandonada a las afueras de Tokio.
Su mochila tenía apenas un cuaderno, un bolígrafo y una botella de agua, sus útiles escolares estaban en la academia.
El joven de cabellos negro soltó un quejido. “Qué tedioso es hacer esto…a este paso, me volveré un amargado”.
Al bajar al andén del metro notó cierta melancolía en el aire, era verano, pero el sol no parecía calentar su piel, ni alegrar su día. Subió al vagón del tren, notando que en realidad no había muchas personas a bordo, sólo otro hombre de pie.
—¡Mierda! —la voz femenina de una adolescente llenó el silencio, estaba jadeando, recién pudo llegar antes de que las puertas se cerrarán. Apenada acomodó su falda y se quedó en una esquina junto a la puerta, tratando de recuperar el aliento.
Era hermosa a sus ojos, de buena figura, pechos grandes y redondos, piernas largas y tonificadas, incluso con el uniforme negro pudo notar que era una muchacha en forma, probablemente una mocosa engreída como las chicas lindas.
“Envidió un poco las vidas normales de los estudiantes así” pensó el más alto. El metro comenzó a moverse, y él joven volteó ligeramente sorprendido “Tiene energía maldita, la suficiente para ver maldiciones cotidianamente…no es una hechicera, probablemente hubo algún hechicero en su linaje”.
Tan pronto sus ojos se pasaron en ella nuevamente, se encontró con un hombre mayor intentando levantar su falda.
Getō se sintió indignado, la joven seguramente estaba muerta de miedo—. ¡Disculpe…
La de cabellos castaños rápidamente alzó el brazo, mostrando un lápiz afilado que intentó clavar en el anciano, pero el mayor retrocedió—. Oh, quería darte en el pene, pero de todas formas esa cosa debe ser muy pequeña, maldita escoria arrugada.
—¡Mocosa de mierda! ¡¿Quién te creés que eres para hablarme así?! —gruñó el hombre agitando las manos enfurecido, pero el joven hechicero apretó su brazo izquierdo—. ¿Qué demonios?
—Usted molestó a la señorita —intervinó con su sonrisa plana y simple—. ¿No sabes que es de mala educación hacer tanto alboroto?
El hombre de traje se alejó rápidamente, no había gente en el vagón por lo que nadie se quejó del ruido. Ambos adolescentes vieron al mayor prácticamente correr a otro vagón maldiciendo.
—Gracias por ayudar, iba a picarle los ojos —dijo la joven de ojos cafés—. Me llamo Mizuki Akemi.
—Suguru Getō, es un gusto —su sonrisa creció ligeramente al bajar la mirada al lápiz apilado—. Eso debe ser muy efectivo para alejar a los acosadores.
La más baja sonrió—. Claro, se las clavo en el muslo, normalmente con eso se van, pero hay idiotas como ese anciano que necesitan ser apuñalados.
“Es tan directa” pensó Suguru—. Una chica linda como tú debería tener un gas pimienta.
La menor alzó la ceja divertida, no esperaba que el contrario fuera tan coqueto—. En general, cualquiera debería tener gas pimienta para los pervertidos.
Sus ojos se detuvieron en el rostro de la joven, ojos cafés grandes, labios carnosos con una ligera capa de brillo, su uniforme negro con franjas rojas en las costuras, calcetas negras por debajo de la rodilla, zapatos cafés a juego con su mochila, no había duda, para él era cautivadora.
La muchacha se mordió suavemente el labio inferior—. Oye…podría hacerte una pregunta.
“¿Va a pedirme mi número telefónico?” Pensó confiado—. Claro.
—¿Tú sabes cómo llegar a Suginami? Creo que me perdí y tomé el tren equivocado —comentó con una expresión mortificada.
“Que tonto soy” el mayor se rió—. Que curioso, voy para allá, debo hacer algunos recados.
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—¿Por qué vienes sola desde Tokio hasta Suginami? —el joven llevaba las dos mochilas en el hombro, de reojo buscaba el velo que la ayudante puso en la montaña, aquella casa embrujada era una de las pocas con maldiciones fuertes de esa región.
Mizuki giró ligeramente la cabeza mostrando una expresión tímida—. Mi hermana está embarazada, vengo cada fin de semana a ayudarle —estaba nerviosa, y el ligero cosquilleo en su vientre.
—Eres muy considerada —el más alto le hizo un cumplido, esperaba que él pudiera ser así algún día, volver a sonreír de verdad.
—¿Eres de una escuela privada? ¿Es como las preparatorias religiosas? —preguntó la de cabello castaño—. Por tus perforaciones en las orejas creí que no estudiabas.
Suguru emitió una risa vacía—. Es algo así…estudiamos el comportamiento de energía maldita en la sociedad y como e-erradicarla —tartamudeó intentando ser sutil respecto a su ocupación como estudiante y practicante de hechicería.
—Energía maldita…¿te refieres cómo a la energía cinética y cosas de física? —la menor lo seguía de cerca, intentando llevar el ritmo de sus pasos—. Oh, yo tengo que esperar el autobús. Gracias por acompañarme hasta aquí.
El de flequillo sonrió y se inclinó ligeramente—. Cuídate, y saluda a tu hermana —sin mirar atrás subió por la colina. “Los envidio, personas con vidas normales, que vuelven a casa sin saber las atrocidades que hacemos por ellos. Ella no sabe lo mal que saben las maldiciones”.
Aaaa, primer capítulo, me encanta escribir a una OC tan linda.
Espero que les guste, y espero actualizar este fic.
-Honey
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