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¿Es correcto?

Advertencias: Ninguna.

Sabes que te amo
Así que déjame entrar en ti
Déjame entrar en tu corazón.
-Me And Your mama, Childish Gambino.

~•~

—¿Qué te pasó? —preguntó Izumi alterada. Dazai tenía múltiples moretones, incluso su labio lucía lastimado.

—Una noche con un problema diminuto —suspiró cerrando su puerta con seguro—. Por cierto, ya tengo tu celular, lamento haber roto el anterior.

Estiró la caja mostrando que era un modelo más reciente que el que debía pagar, la joven le dió una sonrisa tímida—. Gracias, en realidad pensé que debía seguir usando el que la agencia me prestó.

Dazai infló el pecho orgulloso—. Mi Izumi-chan sin teléfono propio, jamás.

La castaña comenzó a configurarlo, notando que no podía descargar redes sociales, pero pensó que sería egoísta decirlo como una queja—. ¿Seguro que estás bien?.

El de ojos avellana ladeó la cabeza—. Ya te ví, estoy mejor.

Las simples palabras pronunciadas fueron suficientes para hacer que las mejillas de Izumi se cubrieran de rojo brillante y su respiración se acortara—. Yo también me siento mejor después de verte.

El mayor envolvió su cabeza entre su brazo con una actitud infantil—. Corre, corre, debes trabajar porque ahora que no tengo mucho dinero me invitarás la cena.

Izumi entrecerró los ojos pero una risita se escapó de sus labios—. Claro, Dazai.

Al llegar Kunikida ya esperaba al castaño con una expresión furiosa mientras cargaba una docena de rosas rojas—. Esto es para tí.

El de vendas soltó un quejido—. Kunikida-kun, me cuesta aceptarlas pero me sorprende que sean tuyas…

—¡Te dejaron este paquete en la entrada! —exclamó con más asco que antes—. Tus asuntos privados deberían quedarse fuera de la agencia.

Izumi veía la belleza de las flores mientras dejaba sus pertenencias sobre su escritorio. La menor de los Tanizaki se acercó con los ojos llenos de brillo—. Debe ser halagador que te envíen algo así al trabajo.

—No lo es, en realidad no creo que sean las flores lo que me interesa, puedes hacer con ellas lo que te plazca, Naomi-chan —el suicida guardó la nota que acompañaba al remitente con rapidez—. Ya sé, puedes ponerlas en la agencia para refrescar el ambiente.

—¿Seguro que no las quieres? son hermosas —comentó la de ojos ámbar.

—No, si no pueden matarme, no las quiero —alzó los brazos indiferente pues la nota decía en clave morse “Mark Twain ya lo tiene, lo traerá a Yokohama en unos días”.

La castaña ayudó a la estudiante de medio tiempo a ponerlas en dos floreros cerca de la oficina del presidente. Cuando terminaron Naomi soltó un sonido agudo—. ¿No te molesta?.

—¿Qué cosa? —señaló las rosas y la mayor asintió—. Un poco, pero son de él, puede hacer lo que quiera, incluso dejarlas de lado, es cruel pero creo que así es Dazai.

—Me refiero a celos, ¿No te pone celosa que reciba cosas así? —la de uniforme puso ambas manos en su cintura para demostrar su enfado—. ¿No sabe qué le gustas?.

La castaña se atraganto con su propia saliva y se vió forzada a negar con la cabeza mientras trataba de tomar aire—. No…e-es algo privado.

—Toda la agencia se dió cuenta que te gusta, yo creo que él mismo ya lo sabe pero quiere aumentar su ego con una declaración —explicó Naomi.

—¡¿Todos?! —Izumi estaba más roja que antes, y sus palmas comenzaron a sudar. Cierto castaño ya las había visto y prefirió no hacerla pasar más vergüenza (aunque él hubiera disfrutado ir y hablarle para verla sollozar).

El castaño fingió recibir una llamada—. ¿Qué Atsushi necesita mi ayuda? —Osamu salió de la agencia sin que nadie se diera cuenta con esa excusa tonta.

Tenía que visitar a Ango para conversar sobre la siguiente faceta de su plan.

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Alguien puede buscarlo, los ejecutivos de la corporación que nos solicitaron la protección están impacientes, salimos en menos de cuarenta minutos y me solicitan la presencia de más agentes” era Atsushi totalmente nervioso por la presión de sus clientes.

—¡Pero fue contigo! ¡Tenemos mucho trabajo! —Kunikida acomodó sus lentes exasperado—. Izumi-kun, ¿Sabes dónde está?.

—No, dijo que iría con Atsushi —al verlo al borde de una crisis apretando su pluma trató de ayudarlo—. Puedo ayudar…

—¡Búscalo y cuelgalo si es necesario! —el rubio volvió a la llamada—. Irá en unos minutos, hazte cargo mientras tanto. Ese idiota verá lo que le haré cuando vuelva.

La castaña señaló el teléfono para hablar con el joven tigre—. Mi idea era ir contigo para darte apoyo, pero ¿Sabes dónde puede estar?.

—Pues le gusta ir a un lugar…— dijo casi avergonzado por revelar algo privado de Dazai—. Hay un cementerio a las afueras de la ciudad.

Tenda anotó la dirección e indicaciones dadas por el detective con suma atención—. Gracias, haré todo lo posible para que vaya contigo.

Regresó el dispositivo a su compañero y buscó su bolso. Salió apurada para tomar el tren y llegar lo antes posible, ya habían pasado casi veinte minutos cuando llegó a su parada y tuvo que correr hasta el cementerio (que eran quizá diez minutos en auto) donde descansaba el suicida.

—¡Que una mujer tan linda me siga es un halago! —dijo Dazai sin darle importancia a que la mujer estaba sudando y casi sin aire—. ¿Quieres decir algo?.

Izumi jadeaba por un poco de oxígeno en sus pulmones—Atsushi…te busca…

El de vendas parpadeo varias veces buscando su teléfono—. Ah, es cierto, tengo muchas llamadas perdidas.

La de ojos ámbar prestó atención a la tumba donde antes estuvo sentado—. Oda Sakunosuke, ¿Era un amigo?.

El más alto afirmó con una sonrisa sutil—. Mi primer y único amigo.

Hubo algo en sus ojos vacíos que motivó a Izumi a morder el interior de su mejilla por el creciente sentimiento de angustia. Era imposible que después de aquello tratara de mentirle diciéndole que estaba bien, cuando era más que obvio que no era así.

¿Cuando pasaron de ser bromas divertidas a propuestas de suicidio reales? Izumi no entendía como pudo tomarlo a la ligera cuando se hicieron cercanos. Debió decirle que no proyectará su dolor con diversión, que aún era un ser humano.

—¿Izumi-chan? —preguntó el castaño cuando sintió los finos dedos de la muchacha sobre los suyos. Sonrió agradecido y comenzó a caminar en dirección a su trabajo, de todas formas llegaron tarde, pero se inventaría una excusa.

—Gracias a dios que su reunión se retrasó —comentó el de ojos avellana. Iban de regreso al complejo de departamentos casi destrozados por tanto caminar y de hecho podían verlo.

—Lo único que agradezco fue no usar zapatos altos —agregó Tenda, casi encorvandose en el proceso debido al cansancio.

—Luces agotada, como si hubieras corrido un maratón —se atrevió a decirlo sin pena alguna, como si la joven no hubiera ido por él en tiempo record—. Te daré un masaje, para que veas que soy un gran compañero en el cual confiar.

—Lo aceptaría pero creo que me terminarás lastimando…

El muchacho comenzó a dar zancadas para subir las escaleras directo a su departamento—. No, lo prometo, pero por si acaso debes firmar que me deslindo de responsabilidades por fracturas.

Izumi soltó una risita mientras cedía a los encantos del suicida, era curioso  lo encantador que podía ser considerando lo destrozado que estaba.

—Empezaré con un masaje facial —dijo deteniendo a la menor que trataba de abrir—. No tardaré nada, y te gustará.

La muchacha detuvo sus acciones dando fácil acceso a su rostro—. Solo pido que no me dejes ciega.

El de vendas empezó a masajear la zona de sus mejillas con delicadeza, casi como si tocará algo muy frágil, además se acercó un poco más para disfrutar lo que hacía—. ¿Ves que soy bueno en todo lo que hago?.

Izumi ya estaba sonrojada, pero forzó una sonrisa—. Eso creo, es bueno que tengas autoestima, o ego.

Dazai se inclinó haciendo que sus labios se tocaran por lo que parecía una eternidad, pero en realidad habían sido unos segundos antes de que obligara a retroceder un paso—. Bueno, yo lamento eso, no esperaba que pasara, Izumi-chan.

La de ojos ámbar volvió en sí casi asustada por su acción y al fin abrió la puerta—. Ten una buena noche —y azotó la puerta detrás de ella.

Corrió al baño para enjuagarse la cara pues sentía que ya hervía de la vergüenza. Se miró en el espejo con detenimiento, admirando que sus sentimientos ya no eran ajenos a el público, que todos podían ver lo que experimentaba cada que veía al suicida.

—¿Esto es correcto? —se preguntó a sí misma con una mezcla de melancolía y emoción.

Al otro lado de la pared el castaño cambiaba sus vendas tocando de vez en cuando sus labios con calma, como si quisiera sentir nuevamente la textura de la menor.

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Extra:

Ambos hermanos salían del restaurante donde fueron citados, Wilhelm aún apretaba la mano con la que saludo a Jane y se podía visualizar un verdadero enojo en su rostro.

—¿Qué ocurre? —preguntó su hermano extrañado.

—Es una broma si esa maldita niña es la que nos dará al indigno, es una mocosa tonta que se la pasó coqueteando contigo toda la cena pese a tener un anillo en el dedo, es tan rara —admitió con enfado.

—No trataba de seducirme, además si querías su atención debiste traerle alguna joya, escuché que le gustan —el mayor de los Grimm dió una suave calada a su cigarrillo antes de tirarlo y pisarlo—. ¿Te gustó aún con el anillo en el dedo?.

—Más allá del físico no, es tonta y demasiado amable para estar en esa organización, seguro debe ser pareja de algún alto mando —murmuró Wilhelm rodando los ojos—. Bueno, puede que me atraiga un poco más por lo que dijo ese terrorista.

—Su poder es interesante según lo que dijo el ucraniano, pero debes estar alerta  —el de ojos azules caminó al auto siendo seguido por su hermano—. Es ambiciosa, solo le interesa su bien, vendió la única carta importante que pudo salvar a su ciudad.

—Quiere ganar, no la culparé por el medio —de mejor humor encendió su celular—. Malas noticias, Agatha quiere que esto esté hecho antes del fin de mes…

Ya sabes como son los ingleses de mezquinos, se llevará una grata sorpresa.

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—¿Es seguro? —preguntó el de bigote tomando una dosis del suero rosado.

—Le recomiendo hacer una prueba antes de usarlo activamente, algunos de los efectos secundarios van desde el vómito y hemorragia hasta la desfiguración total, o la muerte.

William sonrió de lado agitando el líquido—. Ya quiero usarlo, ser perfecto en todo sentido…

—Por cierto, ya tenemos el diseño final de los tanques donde se almacenarán las esporas, necesito que lo vea y dé luz verde para comenzar —el doctor también mostró planos de una especie de incubadora conectada a un montón de aparatos—. Su habilidad viajará por ondas térmicas, existe una gran probabilidad de que muera pero podemos hacerlo funcionar por unos minutos.

Shakespeare lo observó fascinado—. Creí que era buena idea empezar con mi tierra natal, pero ahora entiendo porque Agatha insistía en venir a Yokohama, todos sus habitantes son peculiares

Notas de la autora:

El Dazai andaba puteado porque vió a su novio, digo, a Chuuya.

Soy la más cristiana después de que se anunció la cuarta temporada, tuvimos fé y si se pudo.

Como ando bien feliz hice que ya se dieran un beso (en otra historia me tomó como treinta capitulos) y estoy muy emocionada porque falta muy poco para terminar este fic, quizá unos nueve capitulos como máximo.

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