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Único

──Pero si yo lo había... ¿Ford?.── Preguntó el rubio de ojos azules teniendo su cubo de rubik desarmado cuando sabía que hace menos de una hora lo había armado.

El joven estudiante de cabello rubio y ojos azules había entrado a su habitación tras un arduo día de clases, sinceramente odiaba los martes, su carga horaria era completa y de una misma materia, no se quejaba, le gustaba la mecánica, más no quería tener una clase completamente teórica de más de tres horas.

La habitación que compartía con Stanford Pines y para su enorme sorpresa el otro era un genio, tenían grandes intereses en la ciencia y matemáticas, se ayudaban mutuamente en sus estudios ya que solían compartir clases menos los martes y viernes que tenia sus clases practicas y teóricas de mecánica avanzada.

──¿Ford? ¿Ya llegaste?.── Preguntó Fiddleford sosteniendo en su mano derecha su cubo de rubik y la otra se pasaba por su bigote grueso.

Siguió preguntando mientras caminaba hasta donde el otro tenía su cama, era poco probable que estuviera durmiendo ya que en sus propias palabras el dormir era una evidente pérdida de tiempo que podría utilizar haciendo alguna de sus tesis.

Caminó de todas formas hasta ahí y lo vió dormido, aparentemente había querido tener algo de sombra debido al calor que hacía y los rayos del sol no ayudaban mucho así que solo se fue acercando lentamente oyendo el sonido del ventilador y sus ronquidos.

──¿Ford? ¿Todo bien?.── Volvió a preguntar y vió como su amigo se removía en su lugar.

Escuchó un leve gruñido al respecto tomándolo como una clase de respuesta al haber interrumpido su sueño pero entre lo que era algo de oscuridad pudo ver el cuerpo del otro alzarse al estar boca abajo, en sus propias palabras Ford era como una clase de oso de peluche.

──Disculpa, pensé que no estabas y vi algo de desorden.── Se disculpó mientras terminaba de volver armar su cubo.

Sus ojos azules vieron al otro, estaba sin su camiseta, solamente usaba esos shorts verdes cortos ¿Quién en su sano juicio los usaría más cortos de lo convencional? Se preguntó a si mismo mientras el otro se acomodaba en la cama buscando sus lentes.

──Claramente me dormí... No tenía muchas clases hoy así que volví para retomar un proyecto.── Le comentó Ford a su amigo mientras acariciaba su propio cabello.

Fiddleford solo asintió con su cabeza con algo se desinterés al respecto porque sinceramente su intención inicial no era preguntar aquello, era saber si su amigo era el responsable de desarmar su cubo de rubik cuando él se iba.

──Te entiendo, si quieres puedo preparar algo de café y te ayudo con tus planos, prometí ayudar.── Dijo con amabilidad antes de lanzarle el cubo de rubik. ──No me molesta, sigue haciéndolo, me divierte las diferentes probabilidades de movimientos que hace más compleja su resolución.──

La cara de su compañero era un verdadero poema, estaba dormido y con esos ojos cansados miraba aquel cubo resulto pero solo le volvió a gruñir acostandose boca abajo en la cama.

──Debes descansar...── Susurró el otro cerrando la puerta de su habitación para que durmiera, era lo mejor.

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──Ya te dije que no soy fanático de éstas fiestas paganas.── Dijo desganado el hombre más grande dejando aquella navaja sobre la mesa.

Era Halloween y ambos habían decidido no ir a una fiesta que estaban organizando en la universidad.

Y como Fiddleford venía de Tennessee, el hogar de la música country y donde la gran parte de la población es campesina disfrutaban de los eventos de esa fiesta pagana, incluso le había contado a su amigo las competencias se que hacían entre las familias de ver quién tenía la calabaza más grande o entre los más jóvenes estaba la típica competencia de Jack-o'-Lantern en donde los niños y jóvenes trataban de tallar la cara más espeluznante de Jack en la calabaza.

──O eres muy malo en ésto, mira.── Expresó el rubio dando vuelta su calabaza enseñando el excelente trabajo que hizo.

Los ojos del chico de seis dedos quedó fijamente mirando aquello y al ver lo suyo se sintió apenado sin duda, lo suyo era un desastre y le enseñó al otro el cuál solo pudo soltar una risa.

──Ya sé que está horrible... Odio éstas fiestas paganas.── Dijo de mal genio alejando aquella calabaza.

Fiddleford solamente pudo negar con la cabeza y seguir con su calabaza para poder terminarla, sería un hombre de ciencia más no dejaría una antigua costumbre solo por serlo, así que tras terminarla y poner una vela en su interior fue hasta una de las ventanas de la habitación, abrió la ventana y dejó aquella lámpara sobre el borde viendo que no se iba a caer.

──¿¡Ford!? ¿Dónde dejaste mis cosas?.── Preguntó al no ver sus planos, libretas, lápices y lo más importante, su cubo de rubik.

──No entiendo la razón de poner esa linterna en la puerta... Los demonios no existen.── Dijo su amigo con aquel cubo entre sus doce dedos en donde lo desarmaba y se lo volvía arrojar. ──¿Vienes? Tenemos examen mañana.──

──Es solo una tradición, lo hago más por los recuerdos que tengo de Tennessee... ¿Acaso tu no tienes los tuyos?.── Le preguntó bastante curioso mientras miraba su cubo y lo seguía.

Ante esas palabras el hombre más grande se detuvo, los recuerdos de su infancia con su hermano gemelo Stanley era lo que generalmente predominaba tanto en su infancia como en su adolescencia. Su pasión por las aventuras bajando a la playa en busca de tesoros y claramente tener grandes aventuras en el "Stan o' war".

──Yo... Los tenía... Los tenía con mi hermano pero eso ya es parte del pasado, solo eso.── Dijo en un tono de voz melancólico ante todos esos lindos recuerdos que tenía muy a su pesar.

Aquellas palabras hicieron sentir tonto a Fiddleford, quizás no debió preguntar de esa forma sobre la infancia del otro, sabía que Ford no era de hablar de ello y cuando lo hacía solo culpaba a Stanley por haber arruinado su vida.

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──Para navidad voy a conseguirte otro cubo de rubik pero as complejo, con más partes y vortices.── Dijo el de seis dedos viendo atentamente como el otro lograba volver armar dicho cubo.

Fiddleford soltó una pequeña risita ante las palabras de su amigo, la verdad es que la relación que tenían era buena sumado aquella manía que tenía de desarmar su cubo de rubik cuando él ya lo había armado, era como un desafío a diario y sin darse cuenta ya comenzaba amar esos pequeños gestos de su parte.

──Bueno, yo ya tengo pensado tu regalo de navidad pero no te lo diré.── Soltó el rubio tras alzar aquel cubo al aire y atraparlo. ──Yo no iré a Tennessee ¿Tú volverás a casa?.──

Aquella pregunta le hizo sentir un pequeño escalofrío ¿Volver a su casa? Ahí ya no estaba Stanley, no sabía donde estaba en realidad, si estaba vivo o muerto, no sabía nada... Su madre quizás pero se llamaban los fines de semana y de paso hablaba con su hermano menor... Volvería a casa sin dudarlo pero el problema era su padre, él no pensaba volver a su casa hasta no llevar dinero porque al fin había aceptado algo que por años se negó a pensar... Su padre lo veía solo con signos de dólar, solo lo quería para tener dinero, lucrar de su inteligencia... No por amor u orgullo.

──No... Yo no volveré a casa, prefiero quedarme aquí contigo, será más divertido que viajar por horas sin hacer nada, aquí podré adelantar mi tesis y tener mi doctorado.── Respondió ocultando bien su angustia ante su melancolía.

Ambos estaban sentados en el sillón, las largas y pálidas piernas de Fiddleford estaban al costado de la cadera de Stanford y el chico de short verdes hacia lo mismo, era una posición cómoda en donde podían verse al hablar y de paso lanzarse aquel cubo de rubik para volver a comenzar el juego de armar y desarmar aquello.

──¿Seguro que quieres quedarte conmigo?.── Preguntó algo sorprendido por el otro y su decisión.

──Claro Fidds... Me gusta estar contigo.── Admitió de forma tranquila pero la vergüenza lo azotó.

──De verdad... Eres muy amable.── Admitió tomando un cigarro de la caja de cigarros que tenía en la mesa ratona para comenzar a fumar.

Ante aquello Ford hizo una mueca de desagrado ya que no le gustaba mucho que su amigo fumara pero muy a pesar se había acostumbrado a ello así que solo se sentó en el sillón aun manteniendo sus piernas desnudas a los costados del otro.

──Sabes que intento fumar lo menos posible pero a veces uno no hace daño.── Respondió Ford ante su mueca, conocía muy bien a su amigo. ──¿No quieres?.──

Ante esa pregunta negó repetidas veces, no fumaba, le parecía una adicción horrible qué tarde o temprano lo mataría o lo haría escalar a consumir drogas... Sabía que en esa universidad consumían marihuana y no quería eso para el otro.

──¿Sabes que jamás te haría probar algo que no quieres?.── Dijo optando por la misma posición del otro teniendo las piernas a los costados de su cadera. ──Solo confía en mi.──

Ante esas palabras solo asintió con su cabeza con algo de nerviosismo, era un genio, era evidente pero también era bastante ingenuo, más ingenuo de lo que uno pensaría ya que mayormente el que se percataba de ello era Stanley y lo defendía.

Cerró sus ojos con fuerza cuando sintió el humo del cigarro del otro dar contra su rostro y volteo su rostro para evitar inhalar más.

──Sabes que odio que hagas eso.── Suspiró pesadamente pero aún no se alejaba.

──Pero te quedas aquí... No importa las veces que lo haga te quedas.──

──Y tú aún sigues armando el cubo de rubik sin importar las veces que yo lo desarme.──

Aquello había sido un excelente golpe bajo, la verdad no podía negarse o no podía pensar en defenderse porque tenía razón así que solo negó para seguir fumando y sus delgados dedos acariciaron los tobillos del otro.

──Desarma mi cubo de rubik las veces necesarias... No sabes como me gusta entrar y ver que lo has desarmado.── Soltó una pequeña risa sosteniendo su cigarro entre los dedos de su mano izquierda.

──Y a mi me gusta que revises mis cálculos cinco veces para prevenir cualquier accidente.── Soltó una risa sintiendo un leve escalofrío por las caricias en sus tobillos.

──Bueno, vamos a compartir un Nobel, debemos trabajar en conjunto.── Sonrió levemente acercándose al otro quedando cerca del otro.

Fiddleford sabía lo que quería así que dejó su cigarro en el cenicero y se acostó en el sillón dándole permiso al otro de acostarse sobre su pecho y él se quitaba sus lentes para poder dejarlos en su mesa ratona.

──No me dejes dormir mucho.── Advirtió el otro acostandose sobre el otro apoyando su cabeza en su pecho y pasando sus brazos por debajo de la espalda del otro.

──Lo prometo, solo descansa un poco.── Soltó una risa, el otro era demasiado terco.

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