𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 2
Querido Cupido
"Sana mi corazón afligido"
[...]
Silencio.
Desde pequeña, siempre soñé con conocer a los muñecos de fantasía que animaban en la televisión. Pensaba que sería divertido vivir una experiencia con ellos, aunque fuera solo por un día. Pero eso era cuando era niña. Ahora, como adulta, solo puedo describir esa experiencia con una frase: La peor experiencia de mi vida.
"Cuando dijiste tiempo...", comencé, haciendo una pausa mientras caminaba irritada. "¡Creí que te referías a reflexionar sola!", exclamé, mirándolo directamente. "¡Esto no es darme tiempo para pensar!", grité furiosa.
Ahí estaba yo, caminando hacia la universidad, agotada por mis pequeños acosadores. Ellos solo me miraban con una gota de sudor en la frente. La esfera parecía seguirme a regañadientes, mientras que el zorro era el que realmente me molestaba.
Obviamente, mi enojo iba dirigido hacia él. "¿Por qué lo dices como si solo yo te incomodara?", me cuestionó, señalando a la esfera roja.
"¿Por qué lo crees?", respondí con obviedad. "Él es más callado que tú. No has parado de hablar desde que te pegué por asustarme así", dije, sintiendo un ligero dolor de cabeza. La esfera roja solo se señaló a sí mismo, confundido por mi declaración, pero mantuvo silencio mientras el hibrido y yo discutíamos.
"Todavía me duele", dijo el mini zorro, tocándose la espalda y haciendo una mueca de dolor.
Lo miré neutral, rascándome la cabeza con desesperación. "Era muy temprano para empezar a molestarme", mencioné con cansancio. "Te lo merecías", sentencié enojada, recordando que tenía que reorganizar mis pendientes al llegar.
"Te voy a demandar por maltrato", dijo, sintiendo escalofríos por mi aura. La presencia de ese zorro atormentaba mi paz; no dejaba de seguirme y observar todo lo que hacía.
Me detuve, resignada a la idea de que no tendría más opción que escucharlos. "Bueno, ¿sería maltrato animal o paranormal? Espero que la condena se cumpla pronto", dije con sarcasmo, cruzando los brazos.
"Muy graciosa, por eso me agradas", respondió él, imitando mi tono sarcástico mientras fingía una sonrisa y levantaba un dedo.
Lo miré con aburrimiento, harta de esta conversación. "¿Por qué me sigues? Esto es realmente incómodo", dije, indignada, dirigiéndome al mini ángel. Él se quedó pensando unos segundos, mientras mi cara de disgusto se hacía más evidente.
"Estoy esperando que tomes tu decisión", me recordó con calma.
Suspiré, dejando escapar todo el cansancio acumulado de esta situación. No había podido dormir bien, tenía que hacer unas presentaciones hoy pero no estaba preparada, mis pendientes estaban desorganizados y tenía una larga lista de cosas por mencionar.
"¿Sabes lo que es no poder dormir por culpa de unas criaturas acosadoras?", murmuré, más para mí misma que para él. "Esto no es justo", declaré para ambos. La esfera roja solo se escudo en el mini zorro.
"Solo quiero asegurarme que lo estés pensando", respondió, refiriéndose a su propuesta de la noche anterior.
Dios, hoy pensaba ir tranquila a mi universidad.
"Pues no estás logrando convencerme", respondí, sintiendo cómo la frustración se mezclaba con el agotamiento. "Necesito un respiro, no más complicaciones".
"Parece que no estás de buen humor... ", dijo tratandode sonar comprensivo y por un momento creí que estaba siendo sincero. Suspiré pensando que por fin me había entendido, o eso creía que pasaba hasta que habló:
"¿No crees que conocer a un chico lindo te calmaría?", dijo con una sonrisa divertida. Ya estaba harta de este tema del amor.
Una vena se me saltó mientras lo miraba incrédula, últimamente estoy odiando sus comentarios sin sentido. Suspiré y me tragué el enojo para indagar: "¿Te puedo preguntar...?", comenté al aire, irritada. "¿De todas las personas en el mundo, por qué quieres que yo me enamore?", levanté la voz, incrédula.
"Porque... ", mencionó pensando en lo que diría y continuó. "Porque eres especial", dijo mirándome directo a los ojos. Solo lo miré sin sorpresa alguna.
"Vaya premio de lotería que me gané. Hubiera preferido dinero", le respondí sin inmutarme por su declaración. Él soltó una risa suave, como si mi respuesta le hubiera divertido más de lo que debería. "El amor es más valioso que el dinero", dijo, como si fuera algo filosófico.
"Eso dices ahora, cuando tengas deudas retomaremos esta conversación", dije restándole importancia a su comentario.
De repente, mi vecina llamó mi atención al darse cuenta de que estaba mirando al vacío, cuando en realidad veía a mis acompañantes, aunque ella no podía verlos. "Hola, ¿vas a la universidad, verdad?", dijo alegremente mientras empujaba el cochecito de su hijo.
Los ignoré y la miré para contestar: "¡Buenos días! Sí, por supuesto. Solo estaba pensando en algo", respondí despreocupada.
"Tan estudiosa como siempre", me felicitó. "Si algún día quieres cuidar a mi hijo, avísame y te pagaré el doble. Solo se lleva bien contigo", dijo sonriente. Mis pequeños acosadores se posaron en mis hombros para observar las risas del bebé.
"Humano, mira una cría pequeña. ¡Creo que nos está retando a una pelea!", pude escuchar que mencionó la esfera roja en un leve susurro, refiriéndose a las carcajadas del bebé. Sonreí por su manera de expresarse mientras sentí que el zorro lo reprendía.
"Por supuesto, yo encantada", le respondí a mi vecina. Acaricié brevemente la mejilla del bebé con ternura por sus expresiones, luego me distancié un poco de él para despedirme. "Gracias, querida. Buena suerte", dijo ella, continuando su paseo con su lindo bebé.
Miré a la esfera roja, algo divertida. "Oye... ¿No. 10?", me dirigí a él, tratando de recordar cómo lo llamaba el zorro. Él se sorprendió porque giré mi rostro hacia él mientras estaba en mi hombro. "Hola, humana. Sí, ese soy yo", dijo con un poco de nervios.
"El bebé solo estaba carcajeando porque me conoce y me tiene cariño, no por lo que creías", le aclaré, sonriendo a lo que él asintió en silencio apenado.
Observé de reojo a mi otro pequeño acosador y ví que estaba en silencio pensando en algo.
"Si van a seguirme, háganlo, pero tengo cosas importantes que hacer y honestamente hoy no me siento bien", suspiré, resignada a continuar mi día con ellos. Me dirigí al transporte público y me coloqué los audífonos para no escucharlos e ignorar su presencia. El trayecto sería de 40 minutos y yo solo miraba por la ventana después de haber organizado todos mis pendientes en silencio.
Me senté hasta atrás para que nadie me interrumpiera, ya que generalmente nadie se sienta allí. Pero, increíblemente, ellos se sentaron a mi lado izquierdo, lo suficiente para darme un poco de espacio. Durante el camino solo pensaba en las cosas que habían pasado hasta ese momento.
Noté que la esfera roja se acurrucó por el aburrimiento y vi de reojo a ese mini ángel. Él miraba en silencio a través de la ventana contraria, y me quedé detallándolo, jurando que su expresión era sin emoción por un momento. Se giró hacia mí, como si hubiera sentido mi mirada y le señalé a la esfera que estaba quedándose dormida en el asiento.
Aunque tenía audífonos, pude discernir que se estaba carcajeando, burlándose de su compañero por la forma en que sonreía. Aunque la música sonaba alto, parecía que, por alguna razón, alcanzaba a imaginar el sonido de sus carcajadas.
Debían ser escandalosas y fastidiosas.
Me quité mi audífono derecho para escucharlo sin que se diera cuenta y me di cuenta de que su carcajada era igual de escandalosa como me imaginé. La esfera solo se avergonzaba de haber sido notada cabeceando y peleó un poco con el zorro. Hasta parecía que siempre peleaban.
Me puse mi audífono y volteé hacia la ventana, ignorando todo de nuevo. Esperaba que mi paciencia no me hiciera cometer una locura hacia ellos.
Un día como hoy podría elegir fácilmente el camino de la violencia.
[...]
El camino a la universidad de la chica fue algo incomodo, hubo silencio durante todo el camino. "Mira, humano, parece una base como en la que estábamos antes", comentó el kaiju, anonadado por lo enorme que era la sede. "¿Crees que ella sea soldado también?", me cuestionó.
"No, esto es una universidad fortachón. Aquí ella estudia", le aclaré. Ella siguió con sus audífonos y realizó un procedimiento de vigilancia para entrar, mostrando su carnet de universitaria que sacó del bolso.
Lucía sin ninguna expresión, desprendiendo un aura que daba escalofríos. Entendía que no estaba muy contenta después de todo lo que le había dicho. Yo trataba de fingir seguridad ante ella, aunque su silencio ciertamente me intimidaba. Sabía que no le caía bien, pero no pretendía interrumpir ninguna de sus actividades.
"Humano, ¿seguro que quieres seguirla todo el rato?", me preguntó mientras ella nos miraba de manera irritada, aún con sus audífonos.
"No, no es necesario, se ve que sus estudios son muy importantes", reflexioné. "Entonces, ¿cómo haremos para vigilarla?", me preguntó el kaiju. Pensé con detenimiento y respondí: "Ya podemos hacerlo con total libertad". Ella ya se había acostumbrado a que la tenemos en la mira.
"Pero nos quedaremos por este patio a partir de ahora", mencioné y eso hicimos, todo esto lo haciamos porque yo presentía que esa chica tenía una intuición bien desarrollada. "Vigilarla da miedo. Huele a ira en su total esplendor", me confesó el kaiju y sonreí.
Él tenía parte de la razón.
"Lo sé, pero no tenemos más opción. Debemos saber si es posible emparejarla con alguien". Ahí estaba ella, sacando sus cuadernos de manera ordenada, colocando de un lado sus apuntes y del otro sus pendientes de una manera elegante.
Parecía no haberse percatado de que no entramos al salón con ella porque seguía con los audífonos puestos. Vigilarla mientras una ventana nos separaba sería más sencillo. "Bueno, no veo que nadie le hable hasta ahora. Tal vez sea porque se aisló con esos audífonos", suspiré. Todo el camino estuve tratando de encontrar a algún chico amable o que fuera su tipo.
Pero ella solo es silencio y no saluda a nadie, solo se concentra en sí misma.
Me acerqué a la ventana y le hice un gesto divertido para que se diera cuenta de que estaríamos afuera. Levanté el pulgar tratando de indicar que le iría bien, pero ella no me correspondió; solo se quitó los audífonos para seguir con su lectura de apuntes, ignorándome por completo.
"Sí que tiene carácter", dije para mí mismo.
[...]
Terminé mi extensa jornada de estudios cansada. Cuando salí, ahí estaban ellos, esperándome todavía. No quería lidiar con ellos ahora, así que me puse mis audífonos y seguí de largo. Me monté en el transporte público, suponiendo que las criaturas estarían a mis espaldas; podía sentir su presencia. Esta vez no quería lidiar con nadie, estar en esa clase me reprimía demasiado.
Llegué a mi hogar y saludé a mi mamá con cariño, mientras mi gata tenía un ataque de afecto. Como me era de costumbre me llevé mi cena a mi habitación para realizar mis pendientes y Perla me siguió.
Cerré las cortinas y puse el seguro por si acaso; estaba a punto de ponerme ropa cómoda. Afortunadamente, los pequeños acosadores no entraron sin permiso. Honestamente, esperaba que se hubieran ido.
Cené y traté de relajarme por todo lo que experimenté en mi día, mientras Perla me acompañaba. Luego, saqué mis pendientes y los puse sobre la mesa, dispuesta a concentrarme para terminar rápido. Perla comenzó a maullar hacia la ventana y luego sonaron tres golpes seguidos, como si llamaran.
Me imaginé quiénes podrían ser.
Fui y como esperaba; eran ellos. Quité el seguro de mala gana y me senté de nuevo, ignorándolos por completo, hasta que los escuché discutir. "No. 10, ¡suéltame ahora o te hago rebanada!", gritó uno de ellos a su compañero. Ahí estaban, empezando de nuevo con sus peleas sin sentido.
"Humano, ¿no ves que nos está amenazando? ¡¡Mira cómo nos está mirando!!", mencionó con miedo, refiriéndose a mi gata que trataba de alcanzarlos con las uñas. Conocía sus maullidos de cuando quería jugar, y este era uno de esos. Seguí escuchándolos en silencio, tratando de concentrarme, aún ignorándolos.
"Tú también puedes volar, ¡no tienes que aferrarte a mi pierna! ¡Es incómodo!", su tono de voz cada vez era más alto y me estaba desconcentrando.
"Tú lo dices porque eres más grande. Le diré a la chica que te pegue para ver qué tan valiente eres", dijo la esfera y me señaló. Cerré los ojos tratando de calmar mis pensamientos.
"¡¿Por qué tienes que meterla en esto, pequeño mañoso?!", exclamó con furia el mini zorro.
"¡Porque eres un insensible, no me quieres comprender!", se quejó haciendo un puchero, mientras hacia un gesto irritado. y el continuó; "¡Yo no te dejo solo cuando le tienes miedo a la humana!", confesó, provocando irritación en el mini angel. Porque fue delatado en mi presencia.
"¡Aquí el único cobarde eres tú, bola apestosa! ¡Yo no!", mencionó sin cuidado, cruzando los brazos con desdén. "¡No, tú eres el cobarde!", respondió la esfera, con un tono de voz lleno de indignación.
Ya no puedo soportar esto.
"¡Ah!", suspiré y con desespero golpee fuertemente la mesa, lo cuál hizo estremecer a todos los presentes. "¡Ya cállense! ¡Tuve un pésimo día y tengo que concentrarme para el examen virtual de mañana!", grité mientras me giraba hacia ellos y ambos se callaron de inmediato.
Perla salió corriendo de la habitación, asustada por mi enojo. "Si siguen peleándose de esa manera, los voy a sacar de aquí", advertí, apuntándoles con una regla que agarre en medio de mi enojo.
Ellos comenzaron a hacer silencio y se arrodillaron en el piso con una gota de sudor resbalando por sus frentes. "Lo sentimos", dijo la esfera roja con voz temblorosa. Los ignoré y seguí estudiando, tratando de recuperar la concentración perdida.
"Esto te pasa por ser miedoso, ni siquiera es un macho; es una hembra su gata", susurró el mini zorro a la esfera, con una sonrisa traviesa para irritarlo. "¡Shh! Nos va a escuchar", respondió la esfera, tratando de ocultar su vergüenza porque no sabía lo de Perla.
Luego de eso no los escuché más y me concentré.
Pasaron varios minutos y finalmente terminé de estudiar. Volteé a mirarlos y ví que la esfera ya se había quedado dormida, sin darse cuenta de que Perla se había acurrucado a su lado. Por un momento, dudé si realmente estaba desmayado, pero luego noté sus respiraciones profundas y supe que no.
Mi mirada se posó en el híbrido, que se había quedado cerca de la ventana, observándome sin ninguna pizca de cansancio. Admito que sentí que me miraba atentamente todo este tiempo.
"Por fin terminaste, felicidades", dijo al ver que me levantaba. Solo me dirigí a él en silencio.
"Está bien, hablemos sobre mi decisión", le sugerí, y él pareció sorprenderse. Me crucé de brazos mientras él volaba para estar a mi altura. "Me agrada la idea", me respondió divertido. "Y bien, ¿qué decidiste?", se dirigió a mí con serenidad.
Traté de pensar con cautela. Lo mejor era dejar de evitar esto o estas criaturas me seguirían por siempre. Me resigné a todo, pero quería estar segura de algo.
"Si me enamoro... ¿vas a dejarme en paz?", le pregunté al híbrido.
Parecía que no se esperaba esa pregunta, pero luego sonrió ante mi audacia. "Si te enamoras...", dijo abriendo los ojos con diversión, "mi presencia aquí no será necesaria", culminó para hacerme entender que se iría de inmediato.
Me quedé en silencio unos segundos y finalmente continué. "Nunca entiendo lo que dices", dije con pesadez. Suspiré y lo miré directo a los ojos. "Pero si me vas a dejar en paz...", dije tomando la decisión.
"... fingiré el dichoso amor".
CAPITULO 2
- SILENCIO -
"Es mejor no negarse a lo que es
natural"
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