𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 14
Querido Cupido
"Sanando un corazón afligido"
[...]
Auténtica II
Cuando tienes una rutina atareada y dos pequeños que siguen cada uno de tus movimientos, hay cosas que pueden pasar. Cómo por ejemplo: Atrasarme con el informe de mi jefe por estar admirando a No. 10 y discutir con el zorro.
Como consecuencia, puedes ir con retraso a la clase de la universidad.
Las horas pasaron volando y mis clases ya iban a iniciar. "Carajo, ya son las 1:55 p.m.", exclamé mientras me apresuraba para guardar mis cosas. "¡Todo esto es tu culpa zorro!", aseguré, mirándolo directamente con una expresión irritada.
"¿¡Y yo que hice!?", preguntó incrédulo, como si no pudiera creer mi acusación. Pensé en una respuesta válida, pero no tenía tiempo para eso.
"No sé, pero tienes la culpa", solté con un puchero. Hubo un silencio prolongado por parte de ambos.
El zorro sonrió de manera sarcástica, "Ah, mira que novedad. ¡Todo yo!", comentó con ironía y lo ignoré. Quería desquitarme un poco, aunque sabía que era mi culpa. La verdad, es que No. 10 se veía muy tierno y le hice nudos a su faldita. Sin embargo, jamás admitiría eso ante el zorro.
Me despedí de todos mis compañeros de trabajo, sonriéndoles para que no notarán mi prisa. Los nervios que sentía eran normales, aunque acostumbraba a ser puntual... No podía evitar sentirme irresponsable.
Una vez estaba afuera, ya no era la trabajadora de la biblioteca; era una universitaria haciendo lo posible por asistir.
El día era bastante soleado, pero tenía que llegar en tiempo récord. Al no tener la camisa de mi trabajo, podía correr sin temor a ser vista por mi jefe o cualquier conocido. Estaba atenta a la carretera por si pasaba el transporte y subirme, mientras, recorría la ruta a pie.
——Humana, ¡cálmate, vas muy rápido! —— exclamó No. 10 con preocupación. Las demás personas me observaban de manera extraña, solo esperaba que ninguna de ellas me conociera. "No puedo, es una materia importante", le expliqué agitada, controlando cada palabra que articulaba.
Sin embargo, escuché unas carcajadas que me irritaron.
"Pues apúrate, ¡Mueve esas piernas de pollo!", dijo el zorro, provocando que se me saltará una vena en mi frente. Me enojaba su actitud insensible cuando el tenía la ventaja de volar.
"¡Tu cállate!", grité, aumentando la velocidad.
Después de ese maratón, logré subirme al transporte y llegar en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, solo faltaban 30 minutos antes de que la clase terminara. No había escapatoria, debía enfrentar al profesor. Al acercarme al aula, vi a una figura particular que se apresuraba del otro lado del pasillo.
Me sorprendió ver a Melissa Reales, que se caracterizaba por ser puntual, corría contra el reloj, igual que yo. Nuestros ojos se cruzaron y ambas nos detuvimos un instante, intercambiando una mirada de reconocimiento. Luego, ella desvió la vista, ignorándome por completo.
Yo hice lo mismo, no me gustaba forzar las conversaciones innecesarias.
Hubo un silencio incómodo entre nosotras antes de que entráramos. Sin embargo, Melissa fue quién abrió la puerta primero. "Buenas tardes, disculpe la tardanza", anunció con un tono cauteloso, y todas las miradas se posicionaron en nosotras. El profesor nos dedicó una sonrisa irónica.
——Exactamente, señoritas. Buenas tardes —— hizo énfasis en la última palabra, y las dos nos pusimos rígidas por su indirecta. ——Ya el examen terminó, se quedarán sin nota —— mencionó de manera severa. Pensé en guardar la calma, sabía que no debía perder el control. Sin embargo, mi compañera no aparentaba lo mismo, se le veía preocupada.
"Profesor, tengo una buena razón para llegar tarde, por favor deme una oportunidad", dijo Melissa con un tono ligero y persuasivo. Eso despertó el orgullo del profesor, y una sonrisa se esbozó en su rostro. ——¿Y tú, ___________? —— me llamó la atención cuando escuché mi apellido. Su pregunta me tomó desprevenida y no supe qué responder; era la primera vez que me pasaba algo así.
Pero debía ser inteligente y negociar de manera adecuada.
"Podría explicarle, pero soy consciente de que es mi culpa, profesor. Acepto mi error y si puedo tener otra oportunidad, estaré agradecida con usted", dije, utilizando las palabras que sabía que gustaban a profesores como él.
El profesor se quedó pensativo después de escuchar nuestras declaraciones. ——Bueno, las dos tienen calificaciones aptas... —— dijo, y yo me sentí ansiosa bajo las miradas de todos. Parecían disfrutar de la situación como viejas chismosas. ——Ya que llegaron juntas y solo faltan ustedes, harán un informe en pareja —— anunció con una sonrisa.
"¿¡Qué!?", exclamó Melissa, como si un balde de agua fría le cayera en la cabeza. Yo solo me pregunté que le debía a la vida y cuál pecado estaba pagando, pero decidí no preocuparme... Solo sería un simple taller.
——Quiero que investiguen sobre el crecimiento empresarial de un caso de éxito que conozcan y la entrevisten, preferiblemente una empresa reconocida —— explicó rápidamente. ——Deben incluir un informe contable sobre el manejo de sus estrategias financieras, así como un análisis del ambiente corporativo. La estructura del trabajo es libre, pero lo necesito para el lunes a primera hora —— concluyó. ——Pueden sentarse.
Si, muy sencillo.
Ambas asentimos y tomamos asiento para escuchar lo que faltaba de clase. Era un ambiente muy incómodo dónde todos murmuraban entre sí.
[...]
El timbre sonó y el profesor se despidió de nosotros, era momento de disfrutar nuestras horas libres antes de la próxima clase. Todos recogieron sus cosas y salieron alegres. Las únicas que nos quedamos en el aula fuimos Melissa y yo, asumí que estaba armándose de valor para dirigirme la palabra.
Observé a No. 10 moviendo su cola a través de la ventana, mientras Cupido, con su sonrisa maliciosa, me hacía señas desde allí. Suspiré con cansancio, pero no tenía intención de salir. Me decidí a ser la primera en acercarme a Melissa. Oculté mis manos en los bolsillos antes de hacer contacto visual con ella. "Tenemos un informe que realizar juntas, ¿podemos dividirnos?", comenté, y ella se sobresaltó.
"Está bien", murmuró con dificultad, acomodándose su cabello negro detras de la oreja. "Siéntate", pidió, señalando el asiento de su lado. Le hice caso y me puse cómoda, pero era extraño, ambas estábamos tensas.
Pensé que tal vez, no nos conocíamos lo suficiente.
Conversamos cada uno de los puntos que mencionó el profesor. Ella propuso hacerlo con la empresa de su padre y estuve de acuerdo. Acordamos que yo me encargaría de redactar todo y ella entrevistaría al dueño. Por obvias razones, yo no tenía tiempo para visitarlo un día de semana. Además, me resultaría incómodo hablar con el padre de Melissa.
Curiosamente, pudimos tratar el tema con respeto. Muy diferente a la Melissa que conocía. Tal vez ambas nos estábamos juzgando mal...
Mientras seguía anotando el esquema de trabajo, Melissa observaba asombrada mis apuntes. "¿Qué son esas palabras y figuras...? Parece una línea del tiempo", preguntó con curiosidad.
"Es la estructura del trabajo y la entrevista, luego te lo enviaré", expliqué, señalando con mi dedo el orden en que trabajaríamos. Melissa observó en silencio mi cuaderno, pero el momento se interrumpió cuando mi celular vibró. En la pantalla aparecieron los mensajes de Mark, recordándome nuestro encuentro.
Suspiré y apagué la pantalla de inmediato. Cuando volví mi atención a Melissa, noté que estaba pensativa. Traté de discernir su expresión; parecía que algo le molestaba. Quise preguntarle, pero no éramos tan cercanas para hablar de ello. "Bueno, te mandaré esa información al chat, espero que hagamos un buen informe", dije, intentando aligerar el ambiente.
"Sí... yo igual", murmuró, recogiendo sus cosas. Me dirigí hacia la salida y me encontré a los pequeños, que me habían estado esperando ya hace varios minutos. El zorro comenzó a reclamarme.
"¿Quieres librarte de socializar o qué? Ve a conocer chicos nuevos", mencionó con un tono sarcástico, casi como si fuera una orden. Suspiré y cerré la puerta del aula, no sin antes darle un último vistazo a Melissa, preguntándome si estaba bien dejarla sola. "¡Apúrate! Puede que el amor de tu vida esté en esta universidad", dijo el zorro, empujándome desde la espalda.
Me tomó desprevenida su comportamiento repentino. "¡Ya voy, déjame!", exclamé, quitándomelo de encima y caminando sola. De nuevo, una vena se sobresaltó en mi rostro, ese zorro era muy imprudente. Escuché algunas carcajadas de parte de los pequeños y me pregunté que era tan gracioso, pero decidí mejor no preguntar para ir con Mark.
Pero por alguna razón, sentí que estaba pasando por alto algo muy importante.
[...]
"¡No. 10, vamos a acompañarla!", gritó el zorro, agarrándole la cola a No. 10.
——¡Quiero esas galletas! —— protestó No. 10, agarrándose de un tubo para no ser arrastrado. La escena era muy cómica para cualquiera que pudiera verlos. El pequeño dormilón enloqueció por las galletas que estaban ofreciendo en las ferias de la universidad. Me dio gracia las intenciones de No. 10, quien quería robarlas.
¿Qué pasaría si de repente desaparecieran? El culpable sería ese pequeño y yo fingiría demencia.
Los escuchaba discutir mientras sacaba el celular para escribirle a Mark que ya iba en camino a la cafetería. Tenía 3 llamadas perdidas de él, así que era imposible ignorarlo. Sin embargo, en ese preciso momento, otra llamada de él estaba entrando en mi celular.
Me pregunté si Mark tenía vida social, parecía que no tenía nada que hacer. Contesté mi teléfono tratando de mantener la calma. "Por Dios, déjame contestar el chat tan siquiera", murmuré disgustada. Algunas carcajadas sonaron en mi celular.
"No creas que te vas a escapar, acompáñame, ¡estoy aburrido!", escuché su voz al otro lado de la línea. Creo que eso explicaba su comportamiento. "¡Ah! Ya voy", respondí sarcástica, colgando de inmediato. Entré a la cafetería, encontrándome con todo el bullicio de los estudiantes.
Visualicé el lugar con cuidado hasta encontrarme con el cabello cobrizo que pertenecía a Mark. Me acerqué sigilosamente y él estaba recostado en la mesa como si estuviera durmiendo. Le di unos toques en el hombro para que se levantara y me miró rápidamente.
"¿Contento? Ya estoy aquí", aseguré, saludando con mi mano derecha. Él hizo silencio y esbozó una sonrisa. "¡Pensé que me dejarías aquí solo, pequeño sol!", murmuró con un rostro exagerado, casi como si fingiera estar a punto de llorar.
"¡Era imposible con tanta insistencia!", respondí incrédula, cruzando mis brazos. "Más te vale que no me arrepienta, ¿eh?", cuestioné con sospecha.
"Ay _________, quita esa cara que la universidad te va a volver vieja", dijo, haciendo una seña para que me sentará. "Mira, te compré unas empanadas trifásicas, te van a encantar", mencionó persuasivo, sacando una de ellas con algunas servilletas.
Cuando vi el color crocante de las mismas, mi apetito se despertó. No había comido bien en todo el día y el hambre empezaba a pasarme factura. Creo que Mark se dio cuenta porque me la acercó aún más para que la tomara, casi como si jugara con mis reacciones.
Agarré la empanada entre mis manos, rendida. "Bueno, ahora sí no me arrepentiré", dije, poniéndome cómoda en el asiento que me ofreció. Cuando las probé, quedé fascinada por el sabor. Era endemoniadamente deliciosa. "Por Dios, tienes que decirme dónde las venden", exclamé, saboreando cada bocado.
"Me alegra que te guste, pequeño sol", dijo Mark con una sonrisa cálida. "¿Cómo me veo hoy? Anoche me puse una mascarilla muy especial", añadió, señalando su rostro. Detallé su rostro y era cierto que se le veía la piel limpia. "Yo te veo igual", mencioné con diversión, tratando de contener una sonrisa.
"Ay, no seas mala, me veo guapísimo", respondió él. Carcajeé por su expresión exagerada e hice contacto visual con el zorro, quien estaba entrando por la puerta de la cafetería completamente solo. Supuse que No. 10 se salió con la suya.
Por un momento, vi que el zorro abrió sus ojos sorprendido al encontrarme, como si no esperara que yo estuviera socializando. Mark habló de nuevo, captando mi atención. "Esta mañana, dos de mis compañeras se agarraron de las mechas, te mandaré el vídeo", dijo con un tono malicioso.
"Está bien, veamos tu dichoso video", dije y bebí la soda para terminar de comer, mientras él buscaba mi contacto en su celular. Sin embargo, vi que hizo un puchero. Mark era muy fácil de leer. "¿Pasa algo?", pregunté con preocupación.
Por primera vez, noté que Mark estaba mostrando un rostro triste que no era fingido. Sus ojos demostraban que estaba dolido. "Extraño a mi pareja, no me ha contestado", confesó con un tono bajo.
Este era uno de los temas que más evitaba tratar.
Me quedé en silencio por un momento, tratando de pensar en algo que decir para consolarlo, pero no se me ocurrió nada. "Por favor, no hablemos de mal de amores", pedí, nerviosa de que cualquier cosa que dijera empeorara su estado de ánimo. No me consideraba la mejor siendo positiva.
De repente, sentí el peso de una mirada sobre mí que me estremeció. Busqué a Cupido, quien estaba sentado detrás de mí en otra mesa; este sonrió al hacer contacto visual conmigo. Sin embargo, presentía que la opresión no provenía del zorro. Escaneé el sitio y sorprendí algunas personas observándome.
Me evitaron en cuanto los noté, lo cual me pareció extraño.
Volví mi atención a Mark, quien seguía suspirando pesadamente. "Oye, Mark", llamé con cautela, y él dirigió sus ojos grises hacia mí. "¿Qué sucede?", preguntó. Me aseguré de que nadie estuviera cerca para escuchar lo que iba a decir.
"¿No sientes que te observan constantemente?", pregunté con un susurro, sintiendo que el ambiente a nuestro alrededor era muy sospechoso.
"Ah, eso...", murmuró. "Es porque he dado discursos y conferencias, muchos me conocen", mencionó como si no fuera la gran cosa. Guardé silencio, procesando esa información. ¿Esa era la razón por la cual me sentía observada?
"¿¡Cuándo pensabas decírmelo!? Me mataba la cabeza pensando en porqué nos miraban tanto", exclamé, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. Eso explicaría porqué me sentí igual la primera vez que merendamos.
"Perdón, es que nunca he tenido novia, tal vez sea eso", aclaró, colocando una mano en su mentón.
"Pero sí novio", contesté con ironía.
"¡Shh! Eso es un secreto", comentó mientras colocaba su dedo en su boca. Su rostro preocupado cambió a uno divertido, y me pregunté por qué me miraba tanto. "Si me descubren... diré que tú eres mi novia", dijo sin filtro alguno.
La soda que bebí se devolvió por mi nariz y tosí por su comentario repentino. Parte de ella cayó en mi camisa. Esto sí que no era nada divertido para mí. "¡Oye! ¿¡Cómo crees que...!?", exclamé, tratando de limpiar el desastre.
Él comenzó a carcajear con energía. Me sentí avergonzada por ese accidente. Me cubrí con una chaqueta que llevaba siempre conmigo y lo observé con enojo. Mark se detuvo, cubriendo su boca, "Tranquila, ___________, es una broma", dijo despreocupado. "Sabes que amo a mi novio, solo me da gracia tus reacciones", confesó.
Suspiré profundamente, manteniendo la calma. "Dios, harás que malinterpreten la situación si sigues así", dije, frustrada. Por un lado, me agradaba el carisma de Mark, pero me incómodaban sus bromas.
"No te preocupes, solo bromeo cuando estamos solos", respondió y su celular vibró. Lo revisó y sonrió de manera sospechosa. "Oh, debo ir al baño, ya vuelvo", comentó y se levantó del puesto, dejándome sola por unos momentos.
Mientras se alejaba, visualicé unas alas que pasaron a mi alrededor y el rostro del zorro se asomó en mi campo visual. "Así que tienes un amigo, felicidades", comentó con un tono irónico. No pude evitar sonreír ligeramente por su intromisión.
Me pregunté si alguna vez se tomaba un descanso de observar todo lo que hacía...
"Creo que es muy obvio, Cupido... ", dije victoriosa. "Y no fue gracias a ti", añadí con toda la intención de irritarlo. Él pensó unos segundos y se acercó a mi rostro.
"Sí, tal vez sea por la forma en que ensucias tu ropa", comentó divertido, señalando mi camisa. Lo fulminé con la mirada. Él esbozó una sonrisa de forma retadora y se sentó a mi lado como un ser humano normal. "¿Esa era la amiga con la que hablabas anoche?", preguntó, haciendo comillas con sus manos.
"Deja de ser tan chismoso, qué importa con quién hablaba", murmuré. Esperé su respuesta con cautela, observando el lugar con aburrimiento. Y de repente...
"Es que sonreías de verdad, no estabas fingiendo", refutó despreocupado.
Abrí mis ojos sobresaltada y mantuve silencio, preguntándome si había escuchado bien. "¿Qué dijiste?", murmuré con sorpresa, dirigiendo mi atención hacia él.
"A veces, finges tu sonrisa, sobre todo cuando estás en la biblioteca", comentó con seriedad, provocando que me paralizara. "Por eso me causó curiosidad", culminó, viéndome directo a los ojos. Eso me dejó sin palabras.
No porque él me vigilara...
Ni por la forma en que lo decía...
Sino por lo acertada que era su observación. Un análisis de la autenticidad de mi sonrisa.
¿Cómo supo eso de mí?
"No sé de qué hablas, yo no sonrío sin una buena razón", respondí, tratando de restarle importancia. Pero por dentro, no podía evitar reflexionar sobre lo que había dicho.
"Mmm.. Bien", comentó despreocupado, observando a Mark regresar. Aunque él no podía ver al zorro, este se mantuvo en silencio y no me dirigió más la palabra. Mientras Mark seguía bromeando, yo intentaba actuar con normalidad, pero mi mente seguía girando en torno a las palabras de Cupido.
Tal vez, solo tal vez, no era tan ingenuo como aparentaba.
Observé de reojo su postura a mi lado; aunque estuviera sentado y con los brazos cruzados, me observaba con detenimiento. Casi como si calculara mis acciones. Realmente era muy inesperado para mí.
Nadie había notado la pequeña diferencia entre mis sonrisas, excepto él.
[...]
Cuando ya tenía mi pijama puesta, No. 10 se escondía de Perla de nuevo y yo estaba sentada en mi cama organizando unos apuntes. Cupido estaba a mi lado, leyéndolos de manera discreta. Sonreí por lo concentrado que estaba, solo le faltaba agarrar los libros y papeles como si fueran de él.
"Oye, zorro", le llamé suavemente. Él se estremeció ligeramente, como si pensara que lo iba a regañar por su sutil inspección en mis apuntes. Pero esta vez, no era mi intención recriminarle nada. Había algo específico que no había olvidado y necesitaba preguntarle.
"¿Cómo sigue tu brazo?", pregunté en un tono ligero, intentando no parecer demasiado preocupada. El zorro me miró con cautela, evaluando mis palabras antes de responder. "Bien", dijo rápidamente.
Lo observé en silencio y la curiosidad me ganó, "¿Puedo ver?", pregunté. No estaba del todo convencida.
"No", respondió cortante y directo, dejándome incrédula. Sus orejas se movieron levemente, señal de su incomodidad ante la pregunta. Entrecerré los ojos con sospecha, era evidente que no quería hablar de ello.
Pero eso no me detendría.
"Bueno, de todas formas veré", mencioné con una amplia sonrisa, tenía la intención de hacerlos a las buenas... O a las malas. Este se dio cuenta por instinto y se puso nervioso.
"Tengo algo que hacer afue...", exclamó, a punto de irse, pero no pudo hacerlo porque lo agarré de su ropa y lo envolví con mi manta. Luego lo acosté en mi cama para revisarlo, como si fuera un prisionero. "¡Déjame en paz, acosadora!", protestó, forcejeando. Pero era en vano, su pequeño cuerpo era fácil de manejar.
Así que esta vez, yo tenía el control.
"¡No seas terco!", dije, luchando por mantenerlo quieto. Me las arreglé para batallar con él y levantar la tela de su brazo, luego le quité el parche con cuidado. Para mi sorpresa, su herida ya estaba a punto de terminar de cicatrizar.
"El parche que te puse funcionó", comenté con sorpresa, examinando la zona. Su piel se veía mejor que como la recordaba.
"Degenerada, esto es tortura", comentó, y noté un tono carmesí en sus mejillas. Se veía muy gracioso cuando era tan vulnerable. Su usual actitud desafiante desaparecía en momentos como este, esos en donde yo le ganaba.
"Pero tu herida sanó más rápido de lo normal... Aunque no sanas como No. 10", reflexioné con una mano en mi mentón, intrigada por su rápida recuperación.
"Bueno, deja de invadir mi espacio personal y sácame de esta manta", comentó y pensé detenidamente su petición.
"Tal vez no", dije, sonriendo mientras esperaba su reacción.
"¿¡Estás loca!? ¡Suéltame!", exclamó, claramente frustrado.
"Así te quedarás", respondí divertida, con la intención de molestarlo un rato. Observé su rostro, notando cómo se tornaba de un rojo intenso. El zorro podía ser tan terco, pero también era muy fácil de molestar.
"En serio, suéltame. Esto no es gracioso", insistió, forcejeando bajo la manta y mirándome con ojos asesinos.
"Claro que es gracioso", respondí despreocupada, ajustando la manta para que no pudiera liberarse fácilmente. Luego guardé todos mis apuntes en mi bolso, ignorando cada una de sus quejas.
"¡No. 10, deja de esconderte de esa gata y libérame!", exclamó el zorro, desesperado.——No puedo ir allá, lo siento humano —— respondió No. 10 desde su escondite, claramente asustado por Perla, que se subió en mi cama.
"Que duermas bien, zorro", dije divertida, colocándolo en una esquina de la cama. Perla se acercó para lamerlo, y este se quejó por el ataque de afecto de mi gata. A pesar de sus protestas, era evidente que el zorro estaba recibiendo más cariño del que admitía disfrutar. "¡Me las vas a pagar!", prometió con frustración.
Solté unas carcajadas y apagué la lámpara. Luego me despedí de No. 10, "Dulces sueños, pequeño", murmuré, colocandole su almohada arriba del estante. Una vez fuí a mi cama, me arropé bajo otra manta, riendome por el forcejeo del zorro. Mas tarde lo desataría, pero quería que creyera que lo dejaría así.
Sentí una extraña paz antes de dormir. Deseé siempre sentirme así.
CAPÍTULO 14
- AUTÉNTICA II -
"Reconoce cuando algo es real y cuando es fingido"
Susan Note
Amé escribir este apartado de "Auténtica". No sé ustedes, pero yo ví chispas entre Hoshina y rayis (>.<)
Espero que les haya gustado tanto como a mí <3
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