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𝐏𝐑Ó𝐋𝐎𝐆𝐎 (1/3)


Querido Cupido - Soshiro Hoshina

"En busca de un corazón afligido".


[...]



Yo soy el vicecapitán.


Tengo la admiración de todo mi escuadrón y la oportunidad de hacer lo que más me divierte: empuñar mi espada. Logré mejorar mi relación con mi familia y ciertamente mi hermano me tiene un poco de respeto.

Tengo un puesto honorable; soy el vicecapitán de la tercera división en las fuerzas de defensa.

Me encontraba en medio de los campos, bajo la sombra de un árbol, mientras el sol se volvía más reluciente. Yo solo estaba leyendo un libro, mi libro favorito últimamente: "Memorias de alguien afligido". La profundidad de su contenido me había atrapado, sobre todo porque habla de algo que no conozco muy bien: el afecto.

Lo que más aprecio de la lectura es la forma en que las palabras se transmiten, pues cada letra tiene el poder de hacer realidad cualquier sueño o sentimiento deseado. Esa era la ventaja de los libros para mí.

El escuadrón, como era de rutina, entrenaba con intensidad para fortalecer sus capacidades físicas, y aunque no les tocaba ser supervisados por mí, no podía evitar verlos de reojo de vez en cuando para divertirme con sus expresiones cansadas.

El atardecer estaba próximo a llegar; todo estaba tranquilo. Suspiré ante la vista y recosté mi cabeza hacia el árbol, soltando el cansancio acumulado producto de mis responsabilidades como vicecapitán.

Realmente me había dedicado mucho al trabajo últimamente.

El sonido del lugar fue interrumpido por uno más fuerte que los soldados identificaban a la perfección, sobre todo yo, que vi interrumpido mi momento de paz. Llevé mi mano bruscamente a la frente. "¡Ah!", suspiré cansado. "Otro ataque kaiju", mencioné con pesadez.

Cambié mi semblante a uno de autoridad, dispuesto a entrar en el papel del vicecapitán de la división. "Bien, colóquense sus trajes de combate, saldremos en 5 minutos", ordené. "¡¡Sí señor!!", respondieron llevando su mano a su frente como símbolo de respeto. Yo solo me dispuse a ir directo a la sala de operaciones.

"Esta alarma de emergencia es de nivel 3, comportamientos anormales en el área", informó Okonomi. La capitana asintió ante sus palabras: "Yo me encargo del ataque en el Este, Hoshina, tú cubre la parte Oeste", me ordenó con autoridad y continuó, "Me temo que tendrás que dirigir ambos escuadrones", expresó. Me dedicó una mirada serena transmitiéndome el peso de sus palabras.

"Cuente con eso, capitana", le aseguré. Una sonrisa confiada era lo que demostraba mi rostro, toda mi vida desee un trabajo tan importante como este.

Un sonido salió de la computadora de Okonomi y eso llamó mi atención, "Vicecapitán, en el lado Oeste detectamos ondas fuertes, probablemente haya dos kaijus principales entre 5.7 y 7.0 en la zona, pero son casi indetectables", su tono de voz se mostraba un poco ansioso.

Parece que son dos contra mí esta vez, ¿eh?

Miré su cara de preocupación y solo pude pensar en una cosa. "Okonomi, el traje del No. 10 está cargado, ¿cierto?", indagué. Al menos debía permitir que mi esfuerzo valiera la pena.

"Vicecapitán...", susurró sorprendida. Parecía que podía entender mis pensamientos. "Sí, se encuentra dormido en el salón 209", me aseguró, cambiando su rostro a uno de determinación.

"Bien, es hora de que despierte la bella durmiente", sonreí con el objetivo de hacerle entender a Okonomi mis planes.



[...]



Nos dirigimos a la ciudad para comenzar con nuestro objetivo. En poco tiempo, los soldados del cuerpo de defensa cubrieron la zona. En cuanto a mí, solo debía darles confianza a mi escuadrón en esta batalla tan incierta. Elevé mi mano un poco para activar el micrófono de mi oreja. "Hola, habla el vicecapitán Hoshina", rompí el incómodo silencio entre los soldados.

"Los kaiju de esta zona no son muy grandes", mencioné. Hice una pequeña pausa para ordenar mis palabras. "Sin embargo, tienen movimientos impredecibles. Deben trabajar en equipos de cuatro soldados", ordené y suspiré para mí.

Realmente necesitaba que hicieran las cosas bien en esta misión.

"Sean lo más estrategas posibles, esta vez desconocemos de lo que son capaces", recomendé con cautela. Miré alrededor, analizando el entorno que íbamos a explorar; la vista podía llegar a causar escalofríos. "Yo iré al frente, la zona G es demasiado peligrosa para ustedes", declaré.

No permitiría errores bajo mi mando.

"Es hora de exterminar kaijus, escuadrón", respondieron con ánimo ante mis palabras mientras en el fondo esperaba que no hubieran bajas.

Subí a lo alto de un edificio para visualizar mejor el perímetro G. Una extraña sensación recorría mi cuerpo. El traje rojo que portaba me hacía sentir más ligero, pero no pude evitar divagar en mis pensamientos mientras la zona se convertía en un campo de guerra.

Los soldados estaban dando todo de sí.

Ahí estaba en el edificio, solo aparentemente. Sin embargo, decidí romper el silencio: "No es que extrañe tu fastidiosa voz... ", murmuré para que me escuchara mientras bajaba la mirada a mi traje. "... Pero es extraño que estés tan callado", ironizé para mi monstruoso compañero.

Pude sentir que el traje se tensionó al escucharme y sonreí. "Hay algo extraño en el lugar", la voz del kaiju de mi traje resonó en el lugar. Parece que yo no era el único que tenía esa sospecha.

"Vaya, creí que en lo único que podías pensar era pelear y pelear", dije con claro sarcasmo. Él solo me ignoró y siguió: "No es eso, esto es diferente; siento una energía inusual y no logro descifrar qué es", aclaró, inquietándome un poco.

Hasta el kaiju que portaba lo incomodaba esta sensación.

Miré unos segundos el lugar y luego dirigí mi mirada al ojo de mi traje. "Espera, ya sé qué es lo que pasa aquí...", mencioné con sorpresa mientras abría mis ojos. El ojo del traje puso su atención en mi rostro y lo miré con seriedad mientras estaba expectante a mis futuras palabras.

"No. 10", susurré dándome cuenta de algo. Hice una pausa por unos segundos para continuar: "No me digas que... te cagaste del miedo", bromeé mientras le sonreía con gracia. Una vena se hizo visible en mi traje y hubo un prolongado silencio por parte de él.

"¿¡Qué!? ¡Yo no le tengo miedo a nada, infeliz!", el tono de su voz sonaba más enojado que de costumbre. No pude evitar soltar una risa escandalosa en el lugar que hacía visibles mis colmillos.

"¡No es cierto! No lo puedo creer... ", solté con carcajadas aún en mi voz. "¡No creí que le tuvieras miedo a unas maripositas!", dije y agarré mi estómago por la fuerza de mis carcajadas. Esto irritó al kaiju provocando gruñidos en él, hasta el punto que intentó darme un golpe con la cola del traje en la cabeza, pero lo detuve con mi mano a tiempo.

"¡¡Yo nunca he tenido miedo!!", se desesperó. "¡¡Jamás lo tendría de unas debiluchas como esas!!", gritó sulfurado con una voz tétrica que detuvo mis carcajadas. "¡Baja la voz! Casi me rompes el tímpano", dije disgustado con las manos en mis oídos.

"Detén tus estúpidas bromas", me miró con odio y me causó un escalofrío. "¡Ah! Está bien", suspiré de mala gana y observé los kaijus voladores.

"Entonces si no es miedo lo que sientes...", traté de descifrar mientras llevé mi mano a mi barbilla. "¿Es porque te dan pánico las kaiju hembra? No sabía que eras tan tímido", dije despreocupado. El No. 10 me dedicó una mirada incrédula, "Si sigues así el próximo golpe será enserio", me advirtió con determinación.

Sonreí confiado ante su declaración "Ya te agrado, lo sé", exclamé con mucha confianza para él.

De nuevo el ambiente se volvió tenso y el kaiju esta vez se puso serio. "Sabes a lo que me refería hace un rato... proviene de las kaijus principales", se detuvo y escuché con atención lo siguiente: "Tú también estás inquieto, puedo sentirlo. Es mejor que tengamos cuidado".

No quería admitirlo pero estaba de acuerdo con él.

"Las que deberían tener miedo son ellas", di pasos hacia la orilla del edificio. Miré el lugar como si me perteneciera y elevé mi potencial de batalla. "Nosotros somos la anomalía aquí", abrí mis ojos con emoción para dirigirme al perímetro G.

Yo no pensaba perder en esa misión.

Al caer del edificio, aniquilé a las kaijus que volaban para liberar mi camino, mientras, mi velocidad era casi imperceptible. Solo tenía en mente enfrentar a esas kaijus principales; su energía se disipaba por varios lugares. Empuñé fuertemente mi espada y pregunté al No. 10: "¿Puedes sentir algún patrón en su ubicación?", susurré.

El pensó un rato con detenimiento, "Ellas están trabajando juntas", respondió. Hasta que se dió cuenta de algo. "Humano, ¡detente!", siguiendo su consejo, me puse en guardia y observé a mi alrededor en silencio. "¿Qué sucede?", mencioné con incomodidad.

"Aquí, detrás de ese muro. Tienen una trampa", informó el No. 10. Observé el lugar señalado y sonreí. "Entonces... ", estiré mis músculos despreocupado. "Entremos a su escondite".

Coloqué mi pie sobre el muro y observé una interminable cueva subterránea; era realmente oscura. Me lancé al aire dentro de ella mientras el tiempo parecía correr más lento. Varias líneas brillantes subieron hacia mí, pero las corté en su intento de evitar mi entrada.

Al entrar, me desorienté; el lugar cambió de dirección. "Pero, ¿qué mierda...?", exclamé y caí en la pared debido a la gravedad. Logré evitar una caída fuerte gracias a mis experiencia.

Sin embargo, ví más líneas brillantes dirigiéndose hacia mí. "Así que quieren jugar", me levanté y sentencié: "Juguemos entonces".

Corté todas, pero parecían interminables, eso hizo que me desesperara un poco. "¿Dónde carajos están las principales? Hay que detener esto", pregunté exasperado, consciente de que el tiempo era limitado.

"¡Humano, ahí la energía es más fuerte! ", No. 10 señaló una abertura que tenía una iluminación azulada. Afortunadamente mi cuerpo era más pequeño que esa abertura y cuando crucé, encontré a las kaijus principales; estaban haciendo una especie de ritual.

"Lamento interrumpir su momento de paz, señoritas... ", susurré acercándome a ellas, apuntando con mis espadas en señal de advertencia. "... Pero tengo un libro que terminar", declaré ante ellas. Se horrorizaron ante mi presencia y comenzaron a volar en patrones triangulares, rodeándome.

Me encontraba en el centro de su trampa.

Me moví con velocidad a otro extremo para salir de su ataque, pero noté que sus patrones me seguían. Las observé con detalle, intentando cortarlas y esquivando sus ataques. El kaiju de mi traje solo se concentraba en protegerme, cortando algunas de sus extremidades con su cola.

Éramos nosotros contra ellas, y el trabajo en equipo estaba funcionando. "A este paso, solo nos cansarán", reflexioné.

Por un momento, el tiempo pareció ralentizarse cuando observé una pequeña abertura en sus movimientos. Aumenté mi potencial de batalla al 100% para atravesar el pecho de una de ellas, y su grito ensordecedor me perturbó.

Su hermana vino hacia mí, tenía el objetivo de herirme y yo me preparé para atacarla. Lo único que recuerdo es que su sangre azulácea cayó en mi rostro.

"Objetivo eliminado", informé a Okonomi, y escuché su celebración por mi victoria. Sin embargo, por alguna razón, seguía sintiéndome inquieto.

Acabarlas había sido más fácil de lo que pensaba.

"Algo anda mal", el kaiju de mi traje me informó. Observé el lugar y los cuerpos de las kaijus soltaron unas ondas hacia mí, que logré esquivar. Lo que no me esperaba era que el lugar cambiara de orientación nuevamente.

El ataque se direccionó a mi espalda, provocando que mi instinto de supervivencia avivara, sin embargo, yo estaba en el aire; no tenía de donde Impulsarme. A pesar de que el kaiju colocó su cola para protegerme, quedé sin aire por el impacto. No vi sangre en mi cuerpo, pero aun así...

"¡Vicecapitán!", escuché por mi micrófono y el sonido se hizo ensordecedor. Sentí que yo seguía cayendo en un abismo.

Perdí la conciencia en el instante.




[...]





No estoy seguro de cuánto tiempo estuve dormido. "¡Despierta ya, humano!", pude escuchar la voz del kaiju No. 10, pero sentía mi cuerpo pesado y apenas podía abrir los ojos. De repente, sentí un fuerte golpe en el estómago, "¡¡Te he dicho que despiertes!!", en ocasiones podía ser realmente fastidioso.

"¿Qué te pasa, desgraciado? No me golpees... ", le dije enojado, pero me detuve al observar al kaiju No. 10 encogido como un tierno bebé kaiju. "¿Y a ti qué te pasó? ¿Estás pasando por la pubertad o algo así?", dije divertido, pero sentí una fuerte cachetada por su cola dejándome incrédulo por su acción.

"Te estás acostumbrando mucho, ¿no?", exclamé con la intención de asarlo en la parrilla en ese momento.

"No es momento para idioteces. ¡Este es el problema!", se señaló a sí mismo. "¡Tú también te ves más joven!", dijo, y me miré a mí mismo. Ciertamente, sentía las piernas más pequeñas. "Y no tengo ni la menor idea de dónde estamos. Esta cosa parece no tener fin", mencionó señalando con sus brazos para culminar su regaño.

Reflexioné sobre sus palabras y dejé de mirar divertido mis manos para observar a mi alrededor. Todo era blanco y no había nada más que un espacio amplio y vacío. "No será que... ¿Estamos muertos?"

"No lo creo, no veo ningún juzgado de la vida aquí", ironizó, y reí ante su comentario.

Le pellizqué fuerte la cola. "¡Oye! Eso dolió", miré en silencio su reacción. "No puede ser, si todavía te duele, estamos vivos", dije fingiendo drama en mi voz.

Una vena se marcó en su frente. "¿Cómo te atreves? Te quitaré lo único que te queda de vida", sentenció intimidante, mientras levantaba su filosa cola hacia mí y comenzó a seguirme en círculos. "¡Espera, podemos hablar civilizadamente, lo siento!", mencioné mientras esquivaba sus ataques.

Un fuerte sonido resonó en el lugar, haciéndonos abrazar por el susto. Observamos atentos de dónde provenía. "Ustedes son muy escandalosos", su voz resonó en todo el lugar.

Era una entidad que parecía una estrella brillante. Nos tensamos con miedo; su presencia hacía temblar al No. 10, quien se escondió detrás de mí. "¿Qué es esa cosa? Eso no es un kaiju", me preguntó con cautela como si yo no estuviera igual de confundido.

Tragué saliva y la miré mejor: "No puedo creer que seas un cobarde, solo es una fea luz", traté de restarle importancia, sin saber lo que eso provocaría. La energía azulada cambió a un color rojo ante mi comentario: "Insolentes, no pienso ser indulgente".

Eso nos hizo brincar sorprendidos; varias luces filosas se pusieron a nuestro alrededor, apuntándonos. "E-Espera, lo siento", mencioné mientras me arrodillé. "No quise decir eso, es que no sabemos qué eres, ¡piedad!", supliqué. Su presencia era realmente perturbadora.

"Pues tú pareces arrepentido, pero tu mascota no", se dirigió a nosotros. Mi compañero kaiju, ante su comentario, también se arrodilló en clemencia. "¡Lo lamento, señora!".

Hubo un silencio incómodo y la entidad habló: "Veo que pueden tener un poco de respeto, pero no pienso cambiar de opinión". Nos tensamos y dijimos nuestras últimas palabras mentalmente. "Pero podemos hacer algo al respecto", dijo y nuestros cuerpos se iluminaron.

Nos desorientamos por unos momentos, se sentía cálido; era una sensación difícil de describir. Luego abrimos los ojos, confundidos.

Miré a mi compañero kaiju y estaba convertido en una pequeña esfera con alitas y una faldita rosada. No pude evitar carcajear fuerte ante la escena. "¡Pero qué fue lo que te pasó!", seguí sonriendo divertido.

"Tú también te ves ridículo. ¡Solo mira tus orejas y tu nariz, y esa ropa tan fea!". Detuve mis carcajadas ante su comentario y me vi a mí mismo. Tenía alas y una especie de bolsillo alrededor de la bata que llevaba. Las abrí y tenían unas agujas con corazones en la punta. "¿Qué clase de juego de Barbie es este?".

"Como vencieron a mis niñas y se dirigieron a mí con insolencia, deben recibir un castigo", explicó divertida. "Sin embargo, como se disculparon, les pondré una dinámica distinta pero frustrante". El No. 10 y yo seguimos escuchando espectantes a sus palabras. "Tu amigo funcionará como radar", lo señaló.

"Debes encontrar un corazón afligido y cansado para ayudarle a encontrar el amor".

Sus palabras me confundieron aun más. "Para eso tendrás esas agujas. Serás una entidad y te podrá ver quien tú desees... ", hizo una pausa por un momento, "... Solo así podrán regresar a sus vidas, pero si tardan, sus cuerpos morirán sin conciencia y no podrán tener una segunda oportunidad".

Asentimos entendiendo la gravedad de sus palabras, esto no sería fácil. "Yo elegiré la zona donde van a vagar sin descanso. Que tengan un buen viaje... pequeños cupidos".

De nuevo sentí un cansancio enorme y perdí la conciencia.







PRÓLOGO (1/3)

- YO SOY EL VICECAPITÁN -

"La búsqueda ha comenzado"


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