11
Cargó las cajas y las llevo a la entrada del departamento; cansada se recarga contra la pared hasta llegar al piso.
No podía creer que realmente estaban haciendo eso. Apenas habían pasado cuatro días y ya estabos empatando todo para mudarse.
La desvelada con Baji había válido la pena. Esa misma noche encontraron la casa perfecta para los cuatro.
Desde su lugar veía a su mamá bailar feliz de un lado a otro emocionada, dejando de lado todas las tareas que tenían pendientes.
La radio tenía una canción de Las ketchup, pasando su mejor canción del año, a su madre le gustaba tanto que se había aprendido la letra como un reto.
El sonido hace retumbar las paredes y en lo profundo de sus oídos sensible, cerro un ojo y tapó sus orejas; le gustaba la canción, pero no soportaba el volúmen tan alto en el que mantenía su alocada madre.
—¡Baila conmigo Oyuki!—exclamó la mujer a gritos—Viene la mejor parte.
Santo cielo.
Era imposible que no viniera un vecino a quejarse.
—... Y la baila. Y la goza. Y la canta—a largo la "a" moviendo los hombros.
La niña tapó más sus oídos al oir a su madre gritar a todo pulmón la mejor parte de la canción, como si de un trabalenguas se tratara. La mujer llegó hasta ella tomando sus brazos y la jalo a la sala casi vacía.
Aun cantando movió a su hija para bailar juntas, brincando de un lado a otro; la albina soportando el dolor comenzando a sentir la canción y el ritmo, uniéndose poco a poco a su madre, importandole una,mierda los vecinos y disfrutando el momento con la mayor.
Disfrutando esos momentos que tenía con su madre.
Poco tiempo paso para que la canción cambiará, la mujer saco de una caja unos sombreros y como unos collares de plumas para ponerse los en sus hombros.
Sonaba otra canción estadounidense que no conocían pero era realmente buena para sus oídos.
Estuvieron así un rato hasta que sus gargantas dejaron de emitir voz y sus pies no aguantaba más, cansadas se acostaron en el piso y bajaron el volúmen de la radio que ahora pasaba unas noticias.
Riéndose con energía su mamá le dio golpesitos en su hombro, intentando agarrar aire para poder hablar, pero terminaba riéndose más fuerte.
Unos minutos así duraron hasta que pudieron sentarse.
—L-luego tú—habló volviéndose a reír pegando su rodilla.
—Mamá—comentó riéndose levemente—Para o se te saldrá un pulmón.
Divertida se levantó por su teléfono, sonaba el tono de llamada.
Regreso a la sala para ver a su mamá acostada en el piso, intentando regular su respiración.
Contestó la llamada sabiendo quien era y lo que quería.
—Okey—respondió colgando—Papá y Tenma vienen en camino, me iré a bañar, si llega Kei dile que me espere.
Aviso sonriendole a su madre. El rostro de la mujer ya no era de felicidad.
—¿Por que tienes que irte? Estamos recogiendo las cosas, nos vamos a nuestra nueva casa mañana Oyuki—cuestionó inflando sus cachetes infantilmente.
—Te amo mucho mamá, ¿lo sabes?—le habló cariñosamente, algo muy extraño en la menor, pero por su madre podía sacar su lado más empalagoso. Odia hacerla llorar por su culpa, por esa razón cuando se dio cuenta de eso decidió ser una buena hija y no darle problemas—Conocerán a Kei y regresaremos para ayudarlas, será rápido que no notarán nuestra ausencia.
—Esta bien, vete a bañar que hueles a sudor.
Dejando tranquila a su madre camino al baño.
Un rato después, ya arreglada salió de su habitación, encontrándose con Baji también cambiado y con el cabello suelto. Vestían casual ya que irían solo a la casa de su padre a convivir un rato.
—¿Listo?—le preguntó poniendo el reloj en su muñeca.
—Vámonos antes de que me arrepienta—clamó rascando su nuca—¡Adiós tía!
—¡Nos vemos en unas horas mamá!
Los dos caminaron bajando las escaleras del edificio hasta llegar a la salida donde se encontraba un bello carro color negro.
—No me había dicho que tu papá era yakuza—susurro silvando al ver el auto.
Oyuki lo miro divertida, pegándole en el hombro. Baji riéndose abrió la puerta.
—Primero las damas—dijo haciendo una pose bastante exagerada.
—Normalmente pasas primero—comentó intentando arruinar la primera impresión que había creado a su padre y hermano—Gracias caballero.
Avergonzado se subió.
—Papá, él es Baji Keisuke mi mejor amigo, Kei, mi padre Nozel Yukiyama.... Y mi hermano Tenma Udai—presentó nerviosa. El silencio de ambos mayores le estaba incomodando un poco, aun que parece que a Baji no le importaba en lo más mínimo.
—Un gusto—sonrió mostrando los colmillos—Tengo una pregunta señor, si no es molestia.
—Adelante niño—puso en marcha el carro.
Hasta eso su voz no sonaba intimidante ni nada, al contrario, parecía un poco más abierto a responder.
—¿Por que sus hijos no tienen su apellido?
—¡Kei!—exclamo la albina como regaño.... Bueno, ella también quería saber eso pero no lo diría tan directo.
—No hay necesidad de molestarte Oyuki—le dijo su hermano volteando la cabeza para mirarlos—Solo tiene curiosidad.
—Udai-san no me dejó, tampoco me negué...—respondio el hombre sin quitar la vista de la carretera—Pero si me dejó ponerles nombres; fue difícil dejar que llevarán el apellido pero los del registro terminaron aceptando ya que tenía mi permiso.
—Eso fue muy lindo de tu parte papá—suspiro la menor. Conocía lo complicado que es que un bebé lleve el apellido de una mujer.
—Que hay de ti Baji-san, ¿y tu padre?.
Golpe bajo.
—Nos abandono a mi madre y a mi hace unos años.
—Lo lamento. No puedo decir mucho, yo tampoco soy el padre del año—comentó suspirando cansado—No quiero que mis hijos cometen mis errores.
Por la mente de Baji paso la imagen de su padre ebrio, el tampoco quiere abandonas a sus hijos en un futuro, los educaria bien para que no pasen lo que el paso de niño.
Una mano llegó a la suya, entrelazando sus dedos con los de Oyuki. Le confortaba saber que estaba ahí con él, como siempre lo era en verdad.
—Papá, por que no pasamos por un yakisoba antes de ir a casa—propuso sintiendo un apretón en su mano—Tengo hambre.
—Uff, a mi también me dio hambre—exclamó Tenma emocionado—Aquí cerca hay un restaurante.
—Claro, por que no—respondió dando un giro rumbo al lugar que señalaba el hijo mayor.
—Gracias—susurro Baji para su amiga alcanzará a escucharlo.
«𝘌𝘹𝘵𝘳𝘢ñ𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘭𝘦 𝘢𝘨𝘳𝘢𝘥𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘢 𝘮𝘪 𝘱𝘢𝘥𝘳𝘦, 𝘺 𝘦𝘴𝘰 𝘮𝘦 𝘩𝘢𝘤í𝘢 𝘮𝘶𝘺 𝘧𝘦𝘭𝘪𝘻. 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘴𝘦 𝘧𝘶𝘦 𝘢𝘭 𝘤𝘢ñ𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘶𝘤𝘦𝘥𝘪ó 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘰, 𝘳𝘰𝘮𝘱𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢𝘴 𝘺 𝘱𝘳á𝘤𝘵𝘪𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘳𝘳𝘰𝘮𝘱𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘮𝘪 𝘢𝘭𝘮𝘢, 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘦é 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘢 𝘺 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘶𝘤𝘦𝘥𝘪ó 𝘦𝘴𝘦 𝘥í𝘢»
Digan presentes las que no duermen temprano.
¡Gracias por leer!
Ayame🔥
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