04
En su segundo año de primaria miraba a su mejor amigo cada vez más distanciado y violento.
Deprimida miro desde la distancia al peli negro, los asientos ya no eran en parejas y apenas tuvo la oportunidad se alejó de ella. Tenían contacto aún pero no como antes, escucho por su madre que sus padres estaban teniendo complicaciones y discusiones de mayores.
No era algo nuevo, de hecho ya lo intuía ella sola. Para Oyuki ya era normal ver a muchos de los padre de los niños separándose, mucho estrés y problemas que traían con eso.
Se sentía afortunada de tener a su madre totalmente con ella, en cambio Baji no la tenía y ni hablar de su padre.
Al señor lo había visto sola una vez, y fue sufisiente para darse cuenta que era un idiota bueno para nada. Una persona que le gustaba burlarse de su esposa e hijo de manera grosera y ofensiva que claramente lastimaba emocionalmente a ambos.
Contando que tampoco trabajaba y se la pasaba ebrio en los antros o tirado en la calle, recordaba que una vez Keisuke le había dicho que lo encontró con otra mujer besándose en media calle.
Esa y un sin fin de cosas que habían comenzado a notar del mayor.
El timbre sonó marcando la salida, sacandola de su transe metió sus cosas a la mochila y intervino en el camino de su amigo.
—Vamos a mi casa. No es pregunta, es una orden—ya no soportaría que la siguiera evitando, necesitaban hablar y jugar como los niños que eran.
No amargarse a la edad de siete años.
—Vamos hielito.
Por fin de varios días lo había visto sonreír. Aliviando el dolor que tenía encerrado en su pequeño corazón.
Juntos se encaminaron en silencio a su casa. Habían dejado de tomarse de las manos luego de que nos niños los molestaran diciendo que eso hacen los novios, con vergüenza dejaron de hacer ese acto del cual estaban acostumbrados.
Llegaron al pequeño departamento, la albina abrió la puerta con el par llaves que tenía de esta.
—Se ve diferente—comentó mirando al rededor.
Tenía razón, la madre de Oyuki tenía la manía de mover constante los muebles de lugar y limpiar.
—Pronto es tu cumple años, ¿no?—pregunto dejando su mochila en el sillón, ambos dirigiéndose al cuarto de la niña.
—No creo festejar, mi mamá no a estado en casa desde hace unos días...
En silencio la albina empujó a Baji a su cama.
—Entonces festejemos nosotros juntos—brinco cayendo encima del cuerpo ajeno, aplastandolo y sacándole el aire.
—¡Pesas gorda!
—No es cierto, tu pesas más—contrataco con el ceño fruncido.
—Canas blancas.
—Ya te dije que es por una enfermedad.
La puerta fue abierta abruptamente mostrando a la mujer aparentemente horrorizada.
—Niños.
—Buenas tardes tía.
—¿Por que tiene la puerta cerrada?—pregunto respirando entre cortada.
—Se sale el aire acondicionado.
—Casí me dan un infarto.
—¿Por qué?
La mayor se quedó congelada. No se encontraba mentalmente preparada para hablar con dos niños de siete años sobre sexualidad, aún no.
—Bueno, ajam, ya que están aquí porque no salimos a comer—ofreció recostandose contra el marco de la puerta—O podemos comer aquí, vengo del súper.
—Aquí está bien.
Los tres acomodaron la mesa y cocinaron juntos, menos la pequeña albina que había quemado un poco el arroz.
Una vez terminando se pusieron a hacer tarea, Bajo teniendo la ayuda de su madre y palabras de aliento, como diciendo que le compraría algo si lograba resolver las sumas correctamente el sólo.
—¡Ánimo ánimo!—alentaron ambas al niño.
—¡Termine!
Era la hora de la verdad. Los dos niños esperanzados miraban a la "maestra" quien tenía una cara muy sería.
Sus ojos se levantaron para mirar niño y extenderle la libreta.
—Lo lamento Baji...—le murmuro, el mencionado entristecido bajo lo mirada a la mesa—¡Pero tus pies tendrán que soportar ir hasta la tienda comercial!
Los gritos se emoción no se hicieron esperar y corrieron por toda la casa en busca de sus zapatos para salir.
Caminaban entre las transitadas calles de Tokyo, admirando las luces que iluminaban la tarde-noche.
—Quiero ese dulce—hablaron juntos apuntando a la tienda de dangos.
—Vamos vamos.
Si que estaban consentidos por parte de la mamá de la albina. Les compraba comida, juguetes y ropa, prácticamente Keisuke era parte de familia desde antes de que naciera, lo querían como un igual.
Meterse con él significaba meterse con la familia Udai.
Y aunque no era mucha la familia Udai eran muy defensores.
Luego de pasar a varias tiendas el anochecer llegó obligándolos regresar a casa en autobús.
Oyuki tenía cara de asco al ver la baba de Baji casí ensima suya, el chico se había dormido en su hombro en un instante.
—Ew—clamó intentando regresarlo a su sitio.
—Cuando se conocieron por primera vez eso mismo dijiste, ew—habló la mujer en voz baja riendo, recordando a su pequeña bebé al ver a el contrario.
—Mami... Por favor salgamos en el cumple años de Kei—rogó triste—No a estado muy bien en su casa.
—Lo se, cuidalo mucho Oyuki, tu eres como su angel guardián.
—¿Ya no le hablas a su mamá?
—Aveces los mejores amigos se pelean—habló con melancolía su mamá—O se pierden en una obscuridad en la que creen no poder salir, por eso tenemos que ayudarlos.
—Nosotros los peleamos constantemente... Pero nunca es encerio, no quiero que Kei se pierda—lo abrazo sintiendo la saliba en su ropa por lo que volvió a hacer una cara de asco.
—Entonces nunca lo sueltes Oyuki, salvalo a él—sonrió su mamá sacudiendole el cabello animadamente.
—¡Yo voy a protegerlo con mi alma!
«𝘕𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘮𝘪 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘳 𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢𝘳𝘵𝘦. 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘪𝘳𝘵𝘪ó 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘱𝘳𝘪𝘰𝘳𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘦𝘴𝘢 𝘦𝘵𝘦𝘳𝘯𝘢 𝘴𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢𝘳𝘢. 𝘋𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘦 𝘥í𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘰, 𝘺 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘮𝘦 𝘭𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘢𝘭𝘷𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘢𝘴 𝘴𝘪𝘯 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘴𝘶𝘧𝘳𝘪𝘥𝘰. 𝘍𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘺 ú𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦 𝘧𝘢𝘭𝘭𝘦»
Disfruten los capítulos soft mientras pueden.
Ya después estarán muy intensos. 😈
Ayame_hatake🔥
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