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Especial Halloween

Este es un AU, por lo que no tiene NADA que ver con la historia original.

• Disfruten.

Existía una leyenda en su pueblo, esta era sobre dos hermanos cazadores que eran muy felices en el pequeño pueblo acompañados de su madre enferma, los Haitani.

La leyenda decía que un día entre la obscuridad surgió un mal que los acechaba y mataba a las mujeres jóvenes hasta dejarlas sin un gota de sangre en sus ahora esqueléticos cuerpos, asesinaba al ganado y destruía sus cultivos al ver que las pocas mujeres de ese pueblo se iban acabando, los adultos tratando de proteger a todos, levantaron búsquedas nocturnas para acabar con ese ser que atentaba contra la seguridad de la gente... Pero las cosas no salieron como esperaban.

Ese grupo de valientes fueron encontrados en lo profundo del bosque cerca del castillo abandonado, en una escena terrorífica donde su carne se veía restregada por el área, un acto traumante que asusto a todos y por el temor a morir dejaron de ir contra la bestia, dejándola suelta y matándolos uno por uno ya por igual cada noche de sus días durante semanas y meses.

Así fue hasta que esa presencia maligna le arrancó la vida a la madre enferma de los hermanos cazadores.

Desde este punto la historia cuenta diferentes versiones, como por ejemplo: los dos jóvenes cazadores se levantaron en armas para cazar a la bestia, metiéndose en lo profundo del bosque hasta acabarla y nunca volver a pisar el pueblo, otros dicen que mataron a la bestia hasta el último respiro que dieron sus cuerpos por venganza, oyendo el grito desgarrador del menor que resonó al salir el sol del día acabando con todo, sin embargo, también se cuenta que esos héroes sacrificaron sus almas por el pueblo.

Tantas versiones y nunca se supo la verdad. Solo sabían que se sacrificaron por todos y esa obscuridad que los invadía nunca volvió a aparecer durante casí noventa años, o eso creían.

Una pequeña niña de grandes ojos verdes recolectaba flores cerca del bosque, a su parecer las que estaban a lo profundo eran las más bonitas, perfectas para decorar la taberna de sus padres. Era el mejor lugar para comer o beber del pueblo y la menor estaba más que orgullosa de ellos que trataba de ayudar en lo que sea 

Su canasto cargaba muchas flores que encontraba. A su visita comenzaron a parecer distintas flores como un camino de ellas que la guían más haya de las vallas que colocaron los del mismo pueblo, todos tenían prohibido ir más allá de esas vallas por preocupación de volver a despertar al demonio que una vez los aterrorizó; pero para una infante detectar el peligro no era su especialidad, así que siguió el camino de flores recogiendo cada una de ellas, y por lo menos varios metros así fue hasta se dio cuenta que ya no cabían en su canasto, decidida a volver noto que estaba pérdida.

—¿Mamá?—pregunto como si ella podría escucharla desde su lugar. Sus ojos se aguadaron al darse cuenta de que no había nadie y la luz del sol se fue quedando de a poco a obscuras en el tenebroso bosque.

Antes de poder sollozar buscando a sus padres una gran flor se balanceo cayendo en su cabeza, la agarro con sus pequeñas manos y levanto la mira, un muchacho rubio se encontraba recostado en lo más alto del árbol, observandola con cuidado y muchas más flores en sus brazos.

—¿Qué haces aquí pequeña ratita?—le cuestionó el chico apoyando su mandíbula en su mano—¿Tus papis no te enseñaron a entrar al bosque? Hueles muy bien que podría devorarte.

—Soy Rumi... Y me perdí.

—Claramente—se rió por la inocente infante que ni siquiera entendió sus últimas palabras—Hay un monstruo por este rumbo, gira y vete antes de que te coma, tengo mucha hambre.

Creyó que entendería esta vez, pero nada.

—¡Mis papás son muy buenos cocinando! Puedes venir conmigo y te daré comida—se acercó al árbol para ver mejor al contrario—¿Tú como te llamas?

Suspiro no muy paciente y bajo del árbol en un instante para aparecer delante de la niña que brinco al verlo moverse también rápido, mostrando su dentadura sedienta, eso debería haberla asustado.

—¡Bajaste muy veloz! ¡Enseñame como lo haces!—eexclamo riendo—Que bonita sonrisa, tienes unos dientes diferentes a los míos—con sus dedos tocó los dos colmillos puntiagudos curiosa.

Le apartó los manos y la cargo poniéndola en su hombro—Te llevaré al pueblo niña traviesa.

La menor no paraba de hablar de cualquier cosa que se le cruzaba a la cabeza, por otro lado el rubio solo la ignoraba pero la oía lamentablemente, años sin poder conversar con un ser humano y ahora que podía quería que se callara la boca.

Más cerca del pueblo antorchas se hicieron ver, gritando el nombre de Rumi desesperados.

—Bien, hasta aquí llegamos—la bajo del otro lado de las vallas, dejando la canasta en el suelo—Shu shu, vete ya ratita, todos te están buscando.

—¿Pero no vas a venir conmigo?—pregunto cruzando por debajo de la valla para abrazar su piernas—Tengo que darte de comer.

—No tienes suficiente sangre, aún—fruncio el ceño.

Rumi no entendió por lo que se sentó en los zapatos del chico y se pegó a los pantalones de vestir negros.

Los del pueblo estaban más cerca, debía deshacerse de la peli cobriza de una vez o iban a descubrir su identidad.

—Eres muy lindo, ¡quiero que seas mi esposo!—chillo—Mi mamá dijo que algún día podía casarme con la persona que que amaba, así como mi mamá y papá.

—Otro día, pero no puedes decirle a nadie de que me viste—comentó tomándola de su ropa y dejarla otra vez detrás de las vallas que los separaba—Cuando crezcas podremos casarnos.

—¿Me lo prometes por el dedito?—inquirió alzando su dedo meñique.

—Te lo prometo, vendré cada noche a verte—se colocó en cuclillas retirando su guante blanco para formar ese infantil pactó con la menor—Vendré sólo por tí, Rumi.

Eso fue lo último que dijo antes de desaparecer entre los frondosos árboles.

Sus padres la encontraron y se pusieron felices al verla sana y salva, prohibiendole volver a pisar ese bosque para toda su vida; durante meses trato de ir pero siempre la atrapaban y regañaban, hasta con el tiempo se le fue olvidando que o quien la esperaba cada noche de sus días durante casí catorce años.

Actualmente con sus veinte años de edad lo que una vez fue una niña ahora era una hermosa jóven que daba clases a los menores en una pequeña escuela que formó el pueblo que de creció de sobre manera en esos años de prosperidad.

Todo iba de maravilla hasta que llegó esa noche.

Una pareja aparecieron descuartizados y sin rastro de sangre en el centro del pueblo, sus cuerpos pálidos hasta los huesos... Como la leyenda.

Alguien despertó a la bestia.

El miedo se instaló al instante conociendo la historia desde sus nacimientos, ya un siglo de lo sucedido y volvía a renacer.

—Se volvieron locos—bramo una chica peli gris, jugando con una hacha en su mano.

—Tienen miedo, la gente hace locuras cuando lo tiene—bramo el mayor quitándole el hecha a su hermana—Ishikawa-chan, puedes quedarte con nosotros estos días que tu madre no están en el pueblo—ofreció palmeando la cabeza de la de menor estatura—Eres bienvenida en nuestra casa.

—Muchas gracias Waka-san, pero estaré bien, se defenderme—le respondió con un sonrojo, el mayor era de los más apuestos y caballerosos del lugar.

—Hace rato te asustaste por una cucaracha—comentó Naoko empujando a su hermano para que dejara de tocar la cabeza de su mejor amiga—Mañana quédate con nosotros, haremos una pijamada y en la noche podemos ir al bosque a invocar al demonio.

—Te estoy escuchando.

—Si, ya se—le resto importancia a su hermano.

—No saldrán de noche, es peligroso, dos personas acaban de morir—le dio un golpe a la fémina—Ve a la casa, yo iré por leña, Ishikawa-chan tu también ve a casa y asegura tus ventanas.

La conversación término ahí y cada quien tomó su rombo.

Para cuando cayó la noche todos se escondieron en sus casas, cerraron puertas y ventanas, dejaron las velas prendidas y el pueblo que antes solía salir de noche quedó completamente en silencio.

Lista para dormir Rumi apagó la vela de su habitación con un poco de miedo, quedó en oscuridad esperando que sus ojos se acostumbrara a la tenue luz de la luna que pasaba por los orificios de su ventana, pensando que mejor hubiera sido buena idea haber aceptado la invitación de Wakasa y quedar en su casa junto a Naoko.

Ruidos extraños se oyeron en la planta baja de su hogar, como si trataran de romper el candado para entrar, ladrón o demonio la chica se levantó sosteniendo la daga que guardo debajo de su almohada por si esto llegará a pasar, abrió la puerta y camino de puntillas reafirmando el arma blanca en su mano, la sombra reflejada por la luz de las velas mostraba una figura alta que se paseaba por cocina.

Él estaba dentro.

Sus pies pisaron una de las tablas sueltas de la escalera creando un chillido que alertó al contrario, saliendo corriendo y destruyendo algo de cristal, rápido la chica bajo y se encontró con la puerta abierta o más bien partida, la fotografía quien tenía con sus padres se es lo que había tirado.

—No te escaparas—murmuro tomando el hacha de su padre, corriendo descalza por la tierra y piedras de los caminos del pueblo, se dirigían al bosque.

—¡Rumi!—le gritaron. Es la voz de Naoko asomándose por la ventana.

Había despertado al pueblo entero.

Corrió brincando ramas persiguiendo la sombra del que se metió a su casa destruyendo cosas preciadas para ella, lanzo el hacha y salto las vallas agarrando su arma nuevamente para seguir, cada vez más profundo y oscuro, no supo que tanto aguanto el ritmo hasta que tropezó por unas raíces.

—Mierda—bramo quitando el lodo de sus pies. Al levantar la mirada pudo apreciar el magnifico castillo de piedra abandonado delante de ella.

—¿Te lastimaste ratita?—una profunda voz preocupada le preguntó a sus espaldas.

Balanceo el hacha y se levantó observando al muchacho que esquivo su corte.

—Tu entraste en mi casa y destruiste la única fotografía que me queda de mi padre—apuntó a su cuello con el arma—Te mataré.

—Fue un accidente, no quería romper ese cuatro—apartó el hacha con sus dedos—No hay necesidad de matarnos—sonrió; sus dientes estaban bañados con manchas de sangre y sus colmillos puntiagudos, signo de haber matado a una persona recientemente.

—No permitiré que arrebates más vidas—dijo tomando con su mano izquierda la daga para apuñalar al jóven.

El rubio escupió sangre pero no se veía afectado—¿Ya terminaste pequeña presa?—la empujó del pecho y se arranco el cuchillo de su abdomen para tirarlo a los pies de la fémina—Años sin vernos y ya no eres la ratita ingenua de esos tiempos, esta ves si me apuñalaste. ¡Mira lo que le hiciste a mi traje!—se quejó.

Distraído Rumi corrió al castillo cerrando la puerta.

—¿Vamos a jugar al escondite pequeña ratita? Soy muy bueno en eso—se burló pasando como si nada al castillo por la ventana, contando, el eco de las paredes resonaba la gruesa voz del chico que la perseguiría—¡Voy por tí!

Se encerró en un cuarto atracando la puerta con los muebles que habían.

Olvido su hacha pero tenía su daga aún.

Accidentalmente jalo la manta de un cuadro que escondia la pintura de dos chicos, el que la perseguía y otro más alto de trenzas, en la esquina tenía una fecha y dos nombres: Ran y Rindou Haitani.

Los hermanos de la leyenda.

—Imposible.... Ellos se sacrificaron por nosotros—retrocedió impactada—Deberían estar muertos.

—Lo estamos... O algo así—unos brazos la envolvieron—Te atrape, Rumi.

En shock permaneció quieta.

—Te dije que vendría por tí—subió su mano su su cuello y la otra sostuvo su cintura, acercado lentamente su rostro a su cuello, pegando su nariz a su caliente piel hasta subir a su oreja—Sigues oliendo justo como lo recuerdo.

—Demonio—de sus ojos salieron lágrimas.

—Vampiro—corrigió besando su cuello, sus colmillos rosaron por la piel de la peli cobriza—Sabía que te volvería a ver.

—No quiero morir—susurro temblando, apretando en arman en sus manos para reaccionar y matar a ese ser. La valentia que una vez tuvo se había ido.

—Nunca te haría daño, eres mi futura esposa, ¿lo recuerdas?

Las memorias de su infancia llegaron de golpe, recordando el rostro del vampiro que una vez la llevó hasta el otro lado de la valla gracias a ese camino de flores que él creo.

—Desde antes de que nacieras eras completamente mía. Tú peleaste junto a nosotros aquella vez contra ese vampiro, nos mordió a los tres pero logramos matarlo... Pero ustedes no resistieron la mordida y morían cada día, primero  fue Ran y luego tú, me abandonaron pero prometiste volver a mí.

En un principio cuando era niña no la reconoció, pero más tarde lo hizo y espero por ella.

—La pintura delante tuya esta creada por tus manos.

Estaba atascada de información que trataba de procesar.

—Eres mía, Rumi Ishikawa.

Perdón si hay faltas de ortografía.

¡Feliz Halloween o Día de muertos!

¿Ya me siguen? Si no lo hacen en la noche les jalo los pies.

¡Woo!

@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎👻









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