16
La mañana era como todos los días, se levantaba y cambiaba para ir a la escuela, apenas eran las seis de la mañana y Rumi ya estaba más que despierta preparando su bento y uno extra por si alguien lo había olvidado, dejó todo bien acomodado y como decoración le puso una carita feliz a su arroz.
Guardo todo y camino a la entra lista para salir de la casa llamando su madre para despedirse pero no la escucho, preocupada fue a su cuarto.
—¿Mamá?—la llamó tocando la puerta, abriendo la puerta despacio.
Lo que más duele a un hijo es ver a su querida madre sufriendo o llorando.
La mayor sollozaba mirando varios papeles regados en la cama, apenas la escucho trato de esconder todo para que no la viera y le dió esa sonrisa acogedora que utilizaba siempre; le preocupó a la menor sin saber que escondía.
—¿Estas bien mamá?—pregunto asomando su cabeza sin terminar de entrar, no quería invadir su espacio o molestarla.
—Cariño, no te había oído, ¿ya vas a tú escuela? No olvides tú paraguas, apurate ya debe ser tarde—dijo levantándose para ir a la entrada y empujarla suavemente para que no viera más su habitación, cerrando la puerta detrás de ella, llevándola abla entrada para darle su mochila—Esfuérzate pero no de más, pon mucha atención a lo que dicen los maestros—beso su mejilla y la acompaño hasta la salida.
—Si, ¡me esforzaré!—le sonrió alegre la peli cobrizo saliendo de la casa, tomando su bicicleta despidiéndose de la mayor con la mano—¡Te quiero mucho mamá!
Para cuando giro en una calle y perdió a su madre de vista dejó de sonreír, en sus ojos había tristeza; algo le ocultaba....
¿El restaurante? ¿Su padre? ¿Deudas? No sabia que podía ser.
Anduvo en bicicleta hasta la escuela pensando que hacer para apoyarla.
—¡Rumi-chan!—le hablaron desde lejos. Era Naoko que había llegado caminando, a su lado estaban los Haitani que parecía que habían llegado casí al mismo tiempo.
Bajo de su bicicleta y la dejó en el ciclopadero.
—Chicos, buenos días—los saludo sencilla dándoles una enorme sonrisa, acomodando su falda y las correas de la mochila para ir hasta ellos—¿Estudiaron para el cuestionario de química?
Los dos adolescentes se tensaron al oírla, en cambio Ran se se rió teniendo la suerte de no estar en el mismo salón que los tres contrarios.
—¿Iba a ver uno?
—No importa, se que me ira bien—exclamo segura la fémina de cabello peli gris—La materia es sencilla.
Ishikawa mira al de lentes y a su mejor amiga muy seguros apesar de su estudiar, pensó que sería increíble poder decir lo mismo con esa confíanza, se pasó la mitad de la noche repasando y llorando por no entenderle hasta que lo logró.
Siguieron platicando hasta llegar a los salones, Rumi se sentó a un lado de Rindou y del otro se encontraba Naoko jugando o más bien mordiendo su lápiz tranquila.
Tenía muchos nervios, tenía que sacar la mejor nota posible.
—Ishikawa-san.
Una tímida voz la saco de sus nervios, delante suya se encontraba su compañero, un chico pálido y con ojeras posiblemente gracias a desvelarse.
—Eh, ¿qué paso, Okada-kun?—recordó rápido el apellido de su compañero.
—¿Me prestas un lápiz?
Rindou los veía disimuladamente, mirando al compañero de esa clase que ni siquiera sabía que tenía, en realidad no recordaba los nombres de la mayoría de los alumnos con los que compartía salón.
—Claro, tengo dos pero te regalo el mío—amablemente le extendió el lápiz que tenía en la mano y saco otro parecido.
—Gracias—le susurro volteando; él maestro había llegado.
Una media hora para responder las veinticinco preguntas y la otra media otra para calificar, los alumnos calificarian los exámenes de otros mientras el profesor decía las respuestas.
Así transcurrió toda la clase hasta salir y cambiar de salón.
—¿Cómo les fue?—quizo saber la peli cobriza. Los tres escondían las hojas prometiendo que mostrarían los resultados juntos.
—No ví, solo hay que enseñarlos y ya—apresuró Rindou sin mucho interés en su calificación de un cuestionario que no valía mucho para la nota final.
—Tres, dos, uno—dijieron al unísono volteando las hojas con las calificaciones marcadas en rojo.
—Sabía que me iría bien.
Los tres tenían buenos puntajes, Naoko con un veintidos, Rindou con un diecinueve y Rumi con un veintitres, una calificación casí perfecta que la dejó respirar tranquila.
—Felicidades Rumi—la felicito el rubio acariciando el cabello de su novia que parecía feliz por esa simple calificación que servía más como para repasar lo que ya vieron.
Ella debía haber sido la más alta, por que había escuchado que unos ni dos buenas sacaron.
Dejó de acariciar el cabello cobrizo fijando su afilada mirada a unos metros de su lugar como un reflejo o puro instinto, no lo había ilusionado, Naoko pareció darse cuenta también.
—Lo bueno que después de química tenemos artes y no hacemls nada, pero esta lejos, Rumi-chan hay que adelantarnos o no llegaremos—bramo tomando los hombros de la mencionada para guiarla y que no chocará con los demás alumnos que salían del salón.
—Si trabajamos en artes, solo que tu te duermes—le reclamo la más baja girando la cabeza para ver a Rindou y despedirse con una sonrisa; sonrisa que fue devuelta por el chico.
Cinco minutos.
Ese es el tiempo que tiene para cambiar de salón, saltarse una clase ya era normal para el Haitani, no dudó en buscar a su hermano mayor encontrándolo fácilmente comprando en una máquina expendedora, peleando con dicha máquina que no dejaba caer un paquete de galletas.
—Ran, vamos a divertirnos—anuncio guardando las manos en su pantalón, pateando la expendedora que de inmediato dejó caer sus galletas.
El mayor sonrió encorvando la espalda para agarrar su comida, mirando a su hermanito divertido.
—Te habías tardado, ¿nos vamos a escapar como antes?—quizo saber alzando su ceja—Ya hacia falta un tiempo de hermanos.
Negó con la cabeza pasando a un lado de Ran, metiendo unas monedas a la máquina, eligiendo un refresco, siendo esperado por el mayor.
—Busquemos un posible acosar. Desde hace días que me siento observado en la escuela, pero solo cuando estoy con Naoko y Rumi, una de ellas debe ser víctima pero no se exactamente quien; pensé que era mi imaginación pero está vez la sensación fue más fuerte y no me da buena vibra—informó lo más sereno que pudo, ser vigilado no era agradable e incomodaba.
—Te creo, pido ser el policía malo, busquemos información y sospechosos.
Con eso cada quien toma su camino a distintos salones.
Los Haitani se la pasaron vigilando a su alrededor en el receso así como en sus horas libres, Rindou hizo una lista con nombres de mujeres y hombres, cualquiera era sospechoso para él.
No fue tan fácil como creyó, normalmente iba a los golpes al tener al oponente de frente, no había lidiado con un acosar en sí y tampoco sabía como encontrarlo entre tantos alumnos.
—Quitate Ishikawa—una chica empujó el hombro de Rumi de una manera intencional.
—Joder, es una resentida—vocifero Naoko recogiendo el bento de su amiga que había caído por el empujón.
—Hah, no te preocupes Naoko-chan, fue un accidente—dijo Rumi recogiendo el otro traste con una sonrisa nerviosa—Puede que este apurada para llegar a la cafetería, ya sabes como se pone la gente en el receso.
Rindou por otro lado miro la espalda de la chica que empujó a su novia, se le hacía familiar.
—¿Esa quién es?—murmuro frunciendo el ceño enojado.
—La que nos invitó a la fiesta para gastarnos una broma, desde ese día todas sus disque amigas se alejaron de ella y ahora se desquita con Rumi, un día de estos le rompere la cara —le respondió la peli gris igual o más enojada.
—Sólo tiene un mal día, no se desquita conmigo—corrigió la más pequeña apenada, sacudiendo el polvo de uno de los bentos esperando que la comida que decoro no estuviera toda revuelta.
Lo único que pudo pensar Rindou fue: Es ella.
Golpear chicas no estaba en sus planes, pero quizá una ligera advertencia bastaba para este tipo de personas.
—¡Oh mi lápiz! Lo había olvidado—rió Rumi llamando la atención de Rindou que miraba por donde se había ido la otro chica—Gracias por devolverlo.
—Perdón por no entregarlo antes—se disculpaba el chico inclinando—¡Fue irresponsable de mi parte!
-—Quédate con él, aún tenemos clases y lo vas a necesitar, yo tengo otro—no aceptó recibirlo esquivando al chico que trataba de dárselo con miedo por tener los ojos de dos personas encima suyo—No, no y no, ya es tuyo, te lo regalo.
—Chico, rindete, una vez se mete a la cabeza lo que quiere es complicado que lo deje. Y es un simple lápiz, le puedo comprar más—hizo señas Naoko para que mejor se fuera, conociendo a su mejor amiga.
—Yo le puedo comprar la caja—se acomodo los anteojos Rindou obteniendo la mirada retadora de la peli gris.
—Dos cajas y con borradores de animalitos.
—Cuatro cajas y plumones de todos los colores.
—Oigan, es muy amable de su parte chicos, pero tampoco soy tan pobre como para comprar un lápiz, un borrador y un plumón—dice Ishikawa encogiendose en su lugar—Creo...
—¿Y él vampiro?—cuestionó el rubio con mechas, refiriéndose al chico pálido y delgado.
—Se fue. Le di mí bento, se veía con hambre—tomó la mano de su pareja—Vayamos a comer, puedo darte del mío—levanto su bento, era uno pequeño y aún así quería compartirlo.
—No es necesario—se inclinó tapando sus ojos para dejarle un beso en los labios—Tú presencia es suficiente—le susurro destapando sus ojos para ver su rostro sonrojado.
—¿Desde cuando se besan ustedes?—bramo Naoko sorprendida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro