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La noticia

El número diez del Nankatsu estaba entretenido jugando videojuegos Ryo, cuando su compañero de oro se acercó.


─ Tsubasa... ─ llamó su atención ─ ¿Podemos hablar?...


Puso el juego tomando importancia al pedido de su compañero.


─ Si, por supuesto...


Los dos se disculparon por las molestias al defensor, éste les dijo que estaba bien y se fueron.


Salieron del hotel en donde estaban concentrados actualmente tomando rumbo a quien sabe donde. Taro tenía una expresión muy seria haciendo que Tsubasa se sienta preocupado, ¿había hecho algo malo para que esté así?. El caminó se mantuvo en un profundo silenció asfixiante para el par indicado que lo que sea de lo que quería charlar el pelinegro no era para nada bueno y eso le carcomía la curiosidad al castaño.


Luego de unos minutos llegaron al Jardín Hamarikyu, un lugar bastante tranquilo y agradable por si lo que buscas es apartarse del ruido de la ciudad. El número once se frenó de repente dando la señal de que habían llegado.


─ ...Taro...─ Buscaba las palabras correctas ─ ¿Sucede algo?...


Su dulce amigo estaba dándole la espalda y con la cabeza gacha. Recapitula toda su vida para encontrar la respuesta del porque el otro niño estaba así.


Poco a poco se dio la vuelta aun sin levantar la mirada.


─ ...Tsubasa... ─ su voz sonaba pausada ─ Hay algo de lo que debo decirte...


─ Dime...


─ Y- yo, y- yo... ─ no sabía cómo darle esa noticia ─ Yo me voy a ir...


Misaki menor creyó haber escuchado mal.


─ ¿Cómo?...─ susurró ─ ¿Puedes repetirlo?.


Asintió levantando su rostro y haciendo notar su expresión de tristeza.


─ Que me voy a ir ─ su mirada era una desoladora ─ Terminando el torneo de verano, me iré con mi Papá a otra ciudad por su trabajo.


Como si una bala se atravesara en su pecho, el capitán abrió los ojos y se quedó paralizado en su sitio.


─ Y- yo... lo siento mucho, Tsubasa ─ Las lágrimas aparecieron y su voz se quebró.


Dicho eso se fue corriendo dejando soló a su amigo. El pequeño futbolista sintió un dolor en su pecho y también sintió su vista nublarse por la acumulación repentina de agua, todo eso mientras su mente le hacía eco de todo lo hablado por su compañero de equipo al que amaba en secreto.


─ Se irá...─ Fue lo único que pronuncio.

Sentía que su corazón latía aceleradamente pero esta vez no era por su enfermedad. Llegó al hotel donde está el Furano hospedándose y suspiró antes de entrar a recepción.


Ya dentro vio a un chico que supuso que era de aquel equipo por el uniforme que llevaba.


─ Hola, disculpa ─ se acercó a él ─ ¿Se encuentra Matsuyama aquí? Soy del Nankatsu.


─ Si, si esta ─ le dijo.


─ Que bien, ¿podrías llamarlo? ─ le pregunto con amabilidad.


─ Mm... bueno ─ le sonrío ─ ¡Oigan, hablale al capitán. Diganle que lo busca alguien del Nankatsu! ─ hablo al unísono a sus compañero


Uno de ellos le hizo caso y fue por él. Pasado unos minutos llegó con el pelinegro que en instantes cruzaron miradas haciendo que se sonrojan.


─ Hola.─ saludó con sorpresa.


─ Hola. ─ contestó.


─ ¿Necesitas algo? ─ le daba curiosidad saber porque lo buscaba.


─ La verdad no...─ su timidez era notorio ─ Soy Jun Johnson Callahan, jugador del Nankatsu ─ se presentó.


─ Ya lo sabía ─ le sonrío con ternura ─ Taro me lo dijo y por cierto me gusta tu nombre.


─ G- gracias ─ sintió sus mejillas ponerse caliente ─ Vine porque queria invitarte al Macdonald que esta por aqui cerca, claro solo si tú quieres ─ jugaba con sus manos de lo nervioso que estaba.


Matsuyama se puso rojo por la propuesta del castaño claro y bajo la mirada.


─ Por supuesto que quiero ir contigo ─ acepto feliz.


─ Uh, el capitán va a tener una cita ─ se escucho atrás del niño.


Eran sus compañeros de equipo.


─ ¡Callense! ─ los regaño molestó.


Jun solo observaba con una gotita atrás de su cabeza. Si que tenia carácter.


─ Deja que le pida permiso a mi entrenador asi podamos irnos ─ regresó a su actitud normal.


─ Amm, esta bien ─ estaba un poco asustado por lo anterior.


Justo en ese momento apareció el coach y el pequeño se le acerco.


─ Señor, disculpe que lo molesté pero quiero pedirle permiso para salir a comer con alguien ─ señalo al otro infante y este saludó con la mano.


─ No veo porque no ─ sonrió ─ Diviertanse ─ le concedio el permiso. 


─ Se lo agradezco ─ mostró gratitud. Luego fue donde estaba su crush ─ ¿Nos vamos?.


Asintió con una sonrisa estirando su brazo en señal de caballerosidad, éste acepto gustoso aquel gestó y salieron del edificio. 


Debido a la distancia entre uno y otro solo les tomo 20 minutos ir al restaurante de comida rápida más popular del mundo. Para fortuna del principito (que era el que iba a pagar todo lo que consumirían) no habian muchas personas, asi qué no debian esperar mucho para hacer sus pedidos.


─ ¿Qué te parece si pido 2 cajitas felices y 2 helados de oreo como postre? ─ le consulto mientras miraba en la pantalla donde estaban los distintos menús.


─ Me parece genial ─ dio su opinión.


─ Bien, siéntate y espera ahí. Yo iré a por nuestra orden ─ seleccionó sus pedidos haciendo que la máquina le de un ticket para retirar por caja.


El diez del Furano escogió una mesa mientras el otro se dirigía a retirar la comida. 


─ Hola, señorita. Vengo por mi pedido ─ se apoyó en el mostrador.


─ Claro, enseguida te lo doy ─ miraba a la pequeña pantalla. ─ ¿A nombre de quien?.


─ De Jun Johnson ─ le respondió.


La joven de inmediato miró al menor atónita.


─ ¿D- dijiste J-Jun Johnson?... ─ tartamudeó del asombró ─ ¿Eres hijo de Andy Johnson?.


─ Si...¿Por? ─ estaba confundido.


─ Porque los jugadores de la Selección Japonesa tienen descuentos en todas nuestras sucursales y cómo tú eres familiar de uno de ellos, también te incluye a ti. ─ le explico.


─ Oh, pues qué bien ─ sonrió ante eso.


La cajera le pidió el ticket con el dinero, el catorce del Nankatsu se lo entregó y ella le dio la bandeja deseándole que lo disfruten, el niño le agradeció y fue a donde estaba su acompañante.


Ventajas de ser un nepo baby.


─ Adivina que acaba de pasar ─ puso la bandeja en la mesa ─ Fui a retirar por caja y pagar la comida cuando una chica que trabaja aquí me reconoció, ya sabes por mi Papá y lo que me dijo fue que todos los que juegan en la selección Japonesa tienen descuentos en todos los restaurantes del país, eso nos incluye a mis amigos y a mi por ser familiares de ellos ─ le contaba mientras repartía para ambos las Happy meal y los postres de Oreo. 


─ ¿Enserio?, vaya qué increíble debe ser que tus padres sean famosos y que te pasen estas cosas ─ abrió la cajita para ver qué juguete le había tocado ─ Wow, es un Kirby de peluche ─ se emocionó.


─ Si, es que es la promoción que está disponible ─ sacó también el suyo ─ a decir verdad ya era hora de que lo trajeran.


Los dos dejaron sus premios de lado y empezaron a comer.


20 minutos después.


Estaban charlando y riendo de cualquier cosa que se les viniera a la menté.


─ ¿Ahora por qué no me cuentas algo de ti, Hikaru? ─ agarró su cuchara con una porción de postre.


─ Bueno, ¿qué te puedo decir? ─ copió la acción ─ Soy capitán del Furano, amo el futbol y sueño con ser futbolista profesional, además adoró el frío pero es por la prefectura en la que vivo.


─ ¿De dónde eres?.


─ Soy de Hokkaido.


─ ¿Dijiste Hokkaido?, ¡ahí es donde mi Mamá nació! ─ Qué coincidencia que el niño que le gustaba también sea del mismo lugar que su progenitor.


─ Lo sé ─ sonrió ─ Para nosotros es un gran ejemplo a seguir. De hecho la gente de ahí dice que les hago recordar a él ─ dijo orgulloso.


─ Y no están mintiendo ─ Le aseguro. 


─ Por cierto, hay algo de lo que me gustaría saber sobre ti ─ El receptor hizo un gestó de aprobación ─ ¿Tengo mucha curiosidad de saber por qué contra el Meiwa y el Naniwa sólo jugaste los últimos 30 minutos?.


─ Es porque tengo una deficiencia en mi corazón ─ indicó su pecho ─ el doctor me permite solo jugar esos últimos minutos nada más.


─ Disculpame por ser tan inoportuno ─ Se sintió culpable de preguntar eso.


─ Descuida ─ le dio una sonrisa tranquila ─ tengo esta condición porque herede el gen defectuoso de mi Papá y, aunque me limité no me impide jugar futbol. Mi mayor deseó es poder ser jugador profesional y representar a la Selección Japonesa como lo hacen mis Papás.


─ ¿Sabés? es una pena que alguien que juega tan bien y es lindó tenga esta enfermedad. ─ Se dio cuenta de lo que dijo ─ P- perdón, olvida lo que dije después de "jugar tan bien" ─ Se sonrojó.


El primogénito del matrimonio Johnson se ruborizó por el alago.


─ G- gracias, tú también lo eres ─ Puso su mano encima de la de su pretendiente.


Ambos se miraron por varios minutos expresando lo que no se podia con palabras.


Jun jamás sintió la gran necesidad de estar con alguien que no sea su familia y Hikaru lo habia conseguido.


Los consejos de su Papá habian funcionado.

─ Tio Benji... ─ Su voz infantil sonaba que en cualquier momento se iba a romper.


─ ¿Tsubasa? ─ Se preocupo al escucharlo ─ ¿Qué sucede?.


─ Es Taro...


─ ¿Qué pasa con él?.


─ Se va a ir... ─ Se largo a llorar.


Tom noto como su amigo cambiaba de expresión.


─ ¿C- cómo que se irá?.


─ Así es. Me dijo que cuando terminé el torneo se va a ir por el trabajo de su Papá y me va a dejar solito ─ habló entre llanto.


Al portero no le gustaba oír así a su sobrino.


─ Ay, campeón... ─ No sabía qué decirle para consolarlo ─ No te pongas así. Mira hace mucho tu Pap- un antiguo amigo pasó por lo mismo y se terminó encontrando con "esa" persona en otro país ─ Esperaba que el pequeño no haya oído todo.


El castaño mayor frunció el ceño al captar a que se refería.


─ El punto es que no debes estar mal por eso, Tsubasa. Al contrarió debes aprovechar todo el tiempo que les queda y disfrutarlo al máximo, tal vez algún día te lo vuelvas a encontrar, pero ahora trata de pasar más tiempo con él. ¿Entiendes?. ─ Esperaba que su consejo sirviera de algo.


─ Gracias por intentar animarme, Tío Benji ─ secó sus lágrimas ─ Si me disculpa iré a descansar, nos vemos luego ─ Se despidió con tristeza.


─ Está bien, descansa ─ Se despidió y colgó la llamada.


─ ¿Qué pasó, Benji?, ¿por qué Tsubasa te llama? ─ queria saber el motivo de aquello.


─ Tsubasa me llamó porque está triste por la pronta partida de Taro ─ Le explicó con seriedad.


─ Oh... así que ese mocoso se irá ─ Se alegró ─ Porfín una buena noticia.


─ No seas un idiota, Tom ─ Lo miro mal ─ Ya hablamos de esto y sigues con lo mismo ─ Lo regaño.


─ ¿Y?, no me importa y que bien que ese niño se vaya, así Tsubasa se olvide de él ─ Le dijo de mala forma.


─ ¿Estás escuchando la estupidez que estás diciendo?.


─ ¡Sí y fin de la discusión! ─ Se fue enojado.


El pelinegro se quedó con las palabras en la boca.


¿Cuándo será el día en que superé a Oliver? a estas alturas creía que nunca. Definitivamente Tom no tenía remedió


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