Nuevamente en la iglesia, rodeado de gente hipócrita. Que se llenan la boca de fé y armonia, pero sus acciones son otras. Doble moral.

Junto a su madre, Yoongi recitaba de memoria el padre nuestro. Sin sentir absolutamente nada, queriendo escapar de allí.

Los casamientos no eran más que un arreglo de negocio y falsa felicidad, promesas vacías y palabras bonitas. Las cuales algún día llegarian a su fin. Pero estaba ahí, bendiciendo a una pareja, que jura amor eterno, pero afuera un coche espera paciente y ansioso a que alguno escape.

¡Quién pensaria que Min Yoongi caeria a los pies de uno de los jovenes invitados!

Pues si, su mirada se posó en un joven, con hermosos ojos de bambi. Expresivos, compasivos, inocentes y puros. Ese fue el comienzo.

-¡Los homosexuales son personas enfermas!- le decía su tia, estupida monja tenia - ¡Necesitan estar internados, van en contra de Dios!- exclamaba horrorizada.

-Y por eso ellos no vienen aquí, por eso no creen.- remataba Yoongi- Por gente como tú el mundo está asi de cerrado y podrido. Gente que dice ser armonioza, pero se escandaliza por alguien que ama verdaderamente, ¿Te recuerdo por qué te hiciste monja?.- Y se fue con el ceño fruncido, dejandolo solo.

Momentos, momentos iniciales. Los cuales no sabia que traerian tanto caos. Siglo XI y la gente todavia se escandaliza por que sexo de persona amas.

Oficina, escuela, universidad, estudio. Donde sea, es agobiante vivir en un mundo tan aterrador. Repetitivo dia a dia, en algún momento querras una chispa de diferencia.

Y eso es Jungkook para Yoongi, y Yoongi para Jungkook. Son uno para el otro, la escapatoria del mundo, pero no les basta... irse, o desaparecer por un rato de todo eso que no les gustaba de la sociedad.

Necesitaban tenerse, sin remordimientos. Amarse verdaderamente. Vivir pleno uno con el otro.

Vivir... hace cuanto no vivian.

-Te propongo que escapemos un rato.

-Yoongi no..- decia ruborizado el menor. Ambos sonriendo, a Yoongi le encantaba ponerlo nervioso.