En Italia había conocido muchos tipos de criaturas. Especialmente vampiros. Y más de una vez tuve que luchar contra ellos.

Distinguir al hombre frente a mi no fue complicado. Primero, mi sangre me advertía sobre él, mis poderes pedían a gritos que me protegiera. Segundo, su piel me lo terminó de revelar. Una palidez así no es normal a menos que sufras de alguna condición que la haga parecer así. Y por último, los ojos. Si bien los ojos de los vampiros que había conocido eran rojos, tampoco era normal tenerlos de ese color.

Era guapo, no podía negarlo ni ahora ni en un millón de años. Y su acento lo hacía ver aún más atractivo. Pero no ignoraría que estaba frente a una criatura que fácilmente me sacaba unas cuántas décadas por delante y que, además, me doblaba la fuerza y velocidad. Podía darle pelea, eso estaba claro, pero no lo conocía de nada.

— ¿Y por qué crees que debería hacerlo? Hasta donde tengo claro, tener el arco en mis manos me da la oportunidad de defenderme.

— No vengo a hacerle daño, señorita. Pasaba por aquí y sentí una vibra algo extraña. Ahora que estoy cerca de usted, con todo respeto y sin ánimos de sonar grosero, puedo distinguir que usted es quien la emite —dijo con tranquilidad, manteniendo los brazos tras su espalda y en una posición bastante recta. — No es por asumir nada, pero puedo deducir por su reacción que ya sabe lo que soy. ¿Puedo preguntar si usted también es parte del mundo sobrenatural?

— No soy una criatura, pero tampoco soy humana, si es lo que querías saber —dije sin abandonar mi postura defensiva. — Ahora, si no planeas luchar conmigo o, en su defecto matarme, te pediré que me respondas algo.

— Si puedo serle de ayuda, lo haré.

— ¿Quién eres y por qué tus ojos son dorados y no rojos? He conocido vampiros antes, pero eres el primero que conozco con ojos de ese color. — Bajé lentamente el arco pero sin abandonar la posición defensiva y manteniendo la flecha lista para disparar en caso de ser necesario.

— Soy Jasper Hale. Mi familia y yo, nuestro clan, tiene su residencia permanente en este pueblo. —Mi pulso se aceleró levemente, preguntándome cuántos de ellos habría por el lugar y analizando el peligro al que la gente estaba expuesto. Él, asumo, sintió ese pequeño titubeo en mi sangre e inmediatamente añadió—: Tenemos un tratado con los quileutes de La Push. No consumimos sangre humana, sólo animal. Somos los vegetarianos de la especie.

— Con los quileutes y el tratado, ¿te refieres a que los humanos saben de ustedes o a qué hay una manada tribal con la que mantienen el pacto?

— Los humanos no saben de nosotros. Si tiene el suficiente conocimiento como para poder reconocerme al sentir mi presencia y ver mi aspecto, debe saber que los Vulturi matarían a cualquier humano que sepa de nuestra existencia —dijo sin apartar sus ojos de mi.

— Los Vulturi, sí, me he cruzado con ellos en un par de ocasiones—. Pensé en todos los problemas que tuve mientras estaba en Italia y un leve instinto asesino se instaló en mí. — Entonces, si bajo completamente mi arco, ¿me aseguras que no me asesinarás?

Soltó una pequeña sonrisa sin mostrar los dientes. Se veía completamente guapo.

— Lo prometo, señorita. —Y reforzó sus palabras al alejarse un par de pasos.

— De acuerdo, te tomaré la palabra. —Bajé mi arco y enfundé la flecha en el carcaj nuevamente. No confiaba en él, por lo que no bajaría la guardia, pero al menos le daría el beneficio de la duda.

Comenzamos a hablar. Me preguntó sobre mi estadía en el pueblo, qué planeaba hacer y dónde estaba viviendo. Eso último no se lo respondí. Como dije, no confío en él. En cambio, sin yo preguntarle nada, él me contó que vivía con sus hermanos y hermanas, Rosalie, Alice, Edward, Emmett y Theo, y sus padres, Carlisle y Esme. Todos eran vegetarianos y, mientras el patriarca trabajaba como médico en el hospital de Forks (cosa que me sorprendió pero no dejé entrever), ellos tenían que simular ser estudiantes y asistían a la escuela del pueblo. Jasper estaba en último año, pero simulaba tener 19, justificando los años extras por problemas de salud y mudanza.

Poco a poco, fui guardando mis flechas en el carcaj y desmonté el arco. Revisé que mis cuchillos estuviesen escondidos en sus respectivas fundas en mis muslos y bota, y comencé a caminar en dirección a mi casa. Jasper me acompañó todo el trayecto, deteniéndose sólo cuando llegamos a un arroyo que, al parecer, funcionaba como límite entre los territorios de los quileutes y los Cullen.

— Fue un placer conocerla, charlar con usted y escoltarla hasta acá, señorita. Espero que pueda repetirse en un futuro.

— No sabemos qué ocurrirá en un futuro, pero si la suerte está de su lado, puede que se repita—. No dijimos mucho más después de eso y cada uno se fue a su hogar.

Llegué directo a ducharme y a prepararme un café. Me instalé cerca de la ventana que está en mi habitación y, bien abrigada, comencé con todos los trámites. Estaba decidida a que todo resultara bien, a que, por una vez en la vida, lograría algo por mi cuenta, sin apoyo de nadie, y orgullosamente lo sacaría adelante.

🔸🔸🔸🔸🔸

Han pasado 7 meses. Al inicio, cada vez que asistía al edificio en el que instalaría la cafetería, Jasper aparecía con un café con leche y crema. Me ayudaba a cargar cosas pesadas y fue, de alguna forma, mi asesor al decidir dónde ubicar ciertos muebles o el color para las paredes.

Al mismo tiempo, conocí a Paul Lahote. Descubrí, al igual que con Jasper, que pertenecía a la manada de metamorfos inmediatamente al verlo un día en el bosque, con una lluvia horrible y con casi 7° de temperatura, con pantalones cortos y sin camiseta. Con él también comencé a convivir bastante. Era de mi edad y teníamos bastantes cosas en común.

Nos hicimos amigos después de que nos encontráramos por segunda vez. Yo estaba en la casa de Billy Black, hablando sobre la forma en que podría ayudar con el entrenamiento físico a los chicos que se estaban integrando poco a poco a la manada quileute.

Paul me vio conversando con él y, como el lobo que es, se acercó muy cauteloso y, en primeras instancias, parecía que quería proteger al hombre mayor de mi. Poco a poco fue bajando la guardia y casi se desencajó la mandíbula de tanto reírse de mí cuando Billy dijo que yo los entrenaría. Eso cambió rápidamente al tener una lucha casual conmigo.

Poco a poco, fui conociendo más y más gente en el pueblo. En ocasiones, cenaba con los Swan, en su mayoría con Charlie porque Bella pasaba bastante tiempo con Edward Cullen. También convivía con los Clearwater. Mientras no abriera la tienda, necesitaba ingresos. Darle clases de lenguaje e historia a Seth y enseñarle defensa personal a Leah (que era bastante tosca al inicio, cosa que comprendía tras escuchar su historia con su ex prometido Sam y su prima Emily), me brindaron el dinero suficiente para mantenerme sin tocar límites peligrosos.

Hoy estaba enseñándole lenguaje a Seth y, en una hora más, debía juntarme con Jasper para que me ayudara a acomodar los libros en la tienda. Quedaba poco menos de dos semanas para la apertura y aún faltaban un par de cosas.

Pasó el tiempo. Llegué al local a las cuatro de la tarde y, extrañamente, Jasper no estaba ahí. Esperé cinco minutos afuera, pero no había señales de él. Decidí darle un tiempo, así que ingresé, me preparé un café y me senté a ver mi teléfono. Nada. Pasó media hora y, como necesitaba avanzar, empecé a acomodar yo sola. A las ocho, estando ya bastante oscuro, decidí cerrar todo e irme. Estaba subiendo a la moto cuando recibí una llamada de Charlie Swan.

— Lia, lamento llamarte a esta hora pero no encuentro a Bella. ¿No has sabido nada de ella?

— No, Charlie, la verdad es que no he sabido nada de ella desde ayer. ¿Qué ocurrio?

— No lo sé, salió de clases y su camioneta está acá en la casa, pero no hay señales de Bella—. Se escuchaba bastante preocupado y afligido— . Lo siento, Lia, debo seguir llamando gente. Si quieres, puedes venir a mi casa, agradecería mucho que me ayudaras con la búsqueda. Sé que conoces bastante bien los alrededores y tener manos y ojos extra sería una ayuda maravillosa.

— En diez minutos estoy allá—. Encendí la moto y, antes de cortar, le dije una última cosa—: Estará bien, Charlie. Confía en que la encontraremos— . Corté la llamada y manejé a toda velocidad por la carretera.

Bella pasaba la mayoría de su tiempo con Edward, por lo que en mi cabeza había una teoría dando vueltas y que no podía pensar que fuera real. No quería desconfiar de Jasper y de lo que me contó de su familia siendo "vegetarianos". Pero él tampoco dio señales de vida y ahora Bella estaba desaparecida.

Inevitablemente, esperaba que mi teoría fuese incorrecta y a Bella no le hubiera ocurrido nada malo relacionado con los Cullen. O me vería en la obligación de cazar vampiros. Por Charlie, por Bella y por lo que en una vez me prometí.

Los vampiros no volverían a arrebatarme a nadie, no importaba cuánto pude haber confiado en ellos.

🔸🔸🔸🔸🔸

𝙃𝙤𝙡𝙖! 

𝙃𝙪𝙗𝙤 𝙪𝙣 𝙖𝙩𝙧𝙖𝙨𝙤 𝙚𝙣 𝙨𝙪𝙗𝙞𝙧 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙩𝙚𝙣𝙜𝙤 𝙢𝙞 𝙟𝙪𝙨𝙩𝙞𝙛𝙞𝙘𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣...

𝙁𝙞𝙣𝙖𝙡𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙝𝙖𝙧𝙚́ 𝙢𝙞 𝙩𝙚𝙨𝙞𝙨 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙨𝙚𝙢𝙚𝙨𝙩𝙧𝙚! 𝙎𝙞 𝙩𝙤𝙙𝙤 𝙫𝙖 𝙗𝙞𝙚𝙣, 𝙖 𝙛𝙞𝙣 𝙙𝙚 𝙖𝙣̃𝙤 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙧𝙚́ 𝙚𝙜𝙧𝙚𝙨𝙖𝙙𝙖 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙥𝙚𝙧𝙞𝙤𝙙𝙞𝙨𝙩𝙖.

𝘿𝙚 𝙩𝙤𝙙𝙖𝙨 𝙛𝙤𝙧𝙢𝙖𝙨, 𝙚𝙨𝙩𝙤𝙮 𝙗𝙖𝙨𝙩𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙧𝙤𝙢𝙚𝙩𝙞𝙙𝙖 𝙘𝙤𝙣 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖 𝙮 𝙢𝙚 𝙚𝙣𝙘𝙖𝙣𝙩𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝙥𝙤𝙙𝙚𝙧 𝙩𝙚𝙧𝙢𝙞𝙣𝙖𝙧𝙡𝙖, 𝙖𝙨𝙞́ 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙚𝙨 𝙖𝙥𝙧𝙤𝙫𝙚𝙘𝙝𝙤 𝙙𝙚 𝙞𝙣𝙛𝙤𝙧𝙢𝙖𝙧 𝙦𝙪𝙚 𝙩𝙤𝙙𝙤𝙨 𝙡𝙤𝙨 𝙙𝙤𝙢𝙞𝙣𝙜𝙤𝙨 𝙝𝙖𝙗𝙧𝙖́ 𝙘𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙣𝙪𝙚𝙫𝙤.

𝙌𝙪𝙚𝙧𝙞́𝙖 𝙙𝙚𝙟𝙖𝙧𝙡𝙚𝙨 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙙𝙖𝙩𝙤; 𝙡𝙖 𝙘𝙖𝙛𝙚𝙩𝙚𝙧𝙞́𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙞𝙢𝙖𝙜𝙚𝙣 𝙚𝙨 𝙪𝙣𝙖 𝙧𝙚𝙛𝙚𝙛𝙧𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖 𝙙𝙚 𝙡𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙖 𝙥𝙧𝙤𝙩𝙖𝙜𝙤𝙣𝙞𝙨𝙩𝙖 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚 𝙡𝙤𝙜𝙧𝙖𝙧.

𝙀𝙡 𝙡𝙪𝙜𝙖𝙧 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙚𝙣 𝙈𝙖𝙙𝙧𝙞𝙙 𝙮 𝙨𝙚 𝙡𝙡𝙖𝙢𝙖 "𝘾𝙖𝙛𝙚𝙗𝙧𝙚𝙧𝙞́𝙖 𝘼𝙙 𝙃𝙤𝙘". 𝙇𝙖 𝙚𝙣𝙘𝙤𝙣𝙩𝙧𝙚́ 𝙥𝙤𝙧 𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙚𝙩 𝙮 𝙚𝙣 𝙖𝙡𝙜𝙪́𝙣 𝙢𝙤𝙢𝙚𝙣𝙩𝙤 𝙢𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝙫𝙞𝙨𝙞𝙩𝙖𝙧𝙡𝙖. 𝙎𝙞 𝙝𝙖𝙮 𝙜𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙙𝙚 𝙈𝙖𝙙𝙧𝙞𝙙 𝙡𝙚𝙮𝙚𝙣𝙙𝙤 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖 𝙮 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙤𝙥𝙤𝙧𝙩𝙪𝙣𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙙𝙚 𝙫𝙞𝙨𝙞𝙩𝙖𝙧𝙡𝙖, 𝙘𝙪𝙚́𝙣𝙩𝙚𝙣𝙢𝙚 𝙨𝙪 𝙚𝙭𝙥𝙚𝙧𝙞𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖. 

𝘼𝙢𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝙡𝙚𝙚𝙧𝙡𝙚𝙨.

𝘿𝙚 𝙫𝙚𝙧𝙙𝙖𝙙 𝙚𝙨𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́𝙣 𝙙𝙞𝙨𝙛𝙧𝙪𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙡𝙖 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖 𝙮, 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙥𝙪𝙙𝙞𝙚𝙧𝙤𝙣 𝙣𝙤𝙩𝙖𝙧, 𝙫𝙖 𝙖 𝙚𝙢𝙥𝙚𝙯𝙖𝙧 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙖𝙧𝙘𝙤 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝘾𝙪𝙡𝙡𝙚𝙣 𝙨𝙚 𝙫𝙖𝙣 𝙙𝙚 𝙁𝙤𝙧𝙠𝙨. 𝙏𝙚𝙣𝙜𝙤 𝙜𝙧𝙖𝙣𝙙𝙚𝙨 𝙥𝙡𝙖𝙣𝙚𝙨, 𝙖𝙨𝙞́ 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙚 𝙗𝙧𝙞𝙣𝙙𝙚𝙣 𝙗𝙖𝙨𝙩𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙖𝙥𝙤𝙮𝙤.

𝙀𝙨𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙩𝙚𝙣𝙜𝙖𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙗𝙤𝙣𝙞𝙩𝙖 𝙨𝙚𝙢𝙖𝙣𝙖 𝙮 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙚𝙨 𝙫𝙖𝙮𝙖 𝙗𝙞𝙚𝙣 𝙚𝙣 𝙩𝙤𝙙𝙖𝙨 𝙨𝙪 𝙖𝙘𝙩𝙞𝙫𝙞𝙙𝙖𝙙𝙚𝙨.

𝙐𝙣 𝙖𝙗𝙧𝙖𝙯𝙤!

𝙋𝙤𝙥𝙥𝙮.