Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙤𝙡𝙤 𝘿𝙪𝙚

Empezar en un lugar desconocido, sin gente que sepa quién eres y completamente sola podría resultar desalentador. No para mí. Era agradable poder caminar sin que alguien me detuviese cada dos pasos para preguntarme cómo estaba o para darme el pésame.

Por un tiempo, la sensación de agobio fue intoxicante. No salí de mi habitación por días. No probé ningún bocado de alimento y tampoco mantuve contacto con cualquiera que pudiese estar fuera de mi cuarto. Quería estar sola, ahogarme en mi propia tristeza. No era sano, claramente. Pero cuando uno está deprimido no se centra nada más que en la burbuja de desesperanza y emociones negativas que, poco a poco, te carcomen el alma. Para una niña de 12 años eso fue lo más complicado.

Es difícil. Uno no se da cuenta de esa situación y, si estás sóla y sin ganas de vivir, decides que es suficiente y terminas por acabar con el sufrimiento de alguna u otra forma. Debo agradecer que, por fortuna, no fue mi caso. Mis hermanos y mi mejor amigo no me dejaron hundirme en la miseria. Sí, me permitieron encerrarme y vivir mi duelo durante un tiempo, pero cuando estaba rozando el límite de la autodestrucción, entraron con tanques a mi pieza, sin disposición alguna de dejarme caer, enfocados totalmente en ayudarme a salir del pozo al que yo misma me había tirado.

Costó bastante, pues soy muy terca, pero no se rindieron. Y estoy profundamente agradecida con ellos por eso.

Mi tiempo en Forks estaba siendo tranquilo y revitalizador. El clima era perfecto. Nunca fui fan del sol ni de las altas temperaturas, así que el hecho de que fuera un lugar en el que la mayor parte del tiempo o llovía o parecía que iba a llover, era algo a favor hacia la decisión que había tomado. Por otro lado, nadie me conocía, así que hacía todo el proceso más sencillo.

Aún así, me inquietaba sentir un constante palpitar en mi sangre, señal de que el peligro estaba cerca. No sabía cuál, qué o quién causaba esa sensación, pero mientras no atentara contra mi vida no le daría importancia.

Después de varios días buscando trabajo para darme cuenta de que era imposible encontrar un lugar en el que me aceptaran (porque todos los puestos estaban ocupados), decidí abrir mi propio negocio.

Parte del dinero que mis padres me heredaron lo ocupé para comprar un pequeño edificio. Abriría mi propio negocio. Una cafetería y una librería, específicamente. Tenía todos los medios y recursos para comenzar. Por el momento, sería sólo yo en el lugar.

El lugar en el que me instalaría estaba bastante arruinado, por decirlo de alguna manera. Las paredes necesitaban una nueva mano de pasta muro y unas cuantas de pintura. Había una escalera que llevaba a un segundo piso que también necesitaría arreglos. Había goteras y los vidrios tenían que ser cambiados.

En mi cabeza había una imágen de lo que quería construir, así que sólo debía dejarme llevar por el instinto y el deseo de tener algo a lo que llamar "mi logro".

Era claro que tendría que llamar a varios profesionales que pudiesen ayudarme con la instalación de los hornos, la electricidad, la reparación y muchos otros detalles, pero estaba feliz. Mientras, me dediqué a hacer los pedidos de libros. Por la cantidad, sabía que se demorarían bastante en llegar. Pero me daba el márgen de tiempo suficiente para organizar todo acá.

Salí del edificio y alcancé mi moto. Me dirigí a mi casa con el fin de poder practicar un poco de arquería.

Desde los 10 años se convirtió en mi deporte favorito tras ver a una de mis tías practicarlo en el claro tras su casa cuando pensaba que nadie la veía. Me hizo prometer que no le contaría a nadie que ella sabía dispara y, cuando le supliqué que me enseñara (no sin antes usar el chantaje con la información que tenía a mi favor), accedió a entrenarme. Fueron meses muy entretenidos los que pasé con ella. Luego, cuando volvimos a la ciudad con mis padres y hermanos, tuve que rogarles que me metieran a una academia. Como siempre, no hicieron muchas preguntas. Y pronto estuve compitiendo a nivel nacional.

Dejé de hacer arquería hace un par de meses y quería retomarlo. Al agarrar mi arco sentía que nada más importaba. La concentración que debía mantener, la posición y la destreza de soltar la cuerda, volviéndome una con la flecha, sintiendo cómo cortaba el aire hasta llegar al objetivo es algo que nunca podría explicar. Era una forma diferente de experimentar la libertad.

Cuando encontré el lugar indicado me dediqué a marcar una X en algunos troncos con un cuchillo, improvisando los blancos. Luego me acerqué a mi arco y al carcaj. El arco era negro y tenía detalles grabados con azul. Eran una líneas curvadas que comenzaban desde el extremo de las palas y, a medida que se acercaban al cuerpo y la empuñadura, comenzaban a tomar forma de amapolas.

Lo acaricié con cariño, recordando la primera vez que lo tuve en mis brazos, pero sin querer ahondar en esos recuerdos. Colgué el carcaj en mi espalda y, con cuidado, me posicioné en el centro del lugar. Agarré la primera flecha y, completamente relajada, la acomodé en el cuerpo, sosteniendo el culatín con firmeza y sintiéndolo contra mi mejilla. Concentré la mirada en el blanco, inhale y, al exhalar, dejé ir la flecha.

Cortó el aire con rapidez hasta encajarse justo en el centro de la X.

Seguí haciendo lo mismo, cada vez con más velocidad, comenzando a correr poco a poco alrededor para alcanzar un poco de dificultad.

Hasta que lo sentí.

Primero fue algo lo suficientemente sutil como para hacer que los vellos de mis brazos se erizaran. Pronto cambió a una sensación de peligro que logró ponerme en alerta, bombeando sangre cada vez más rápido y haciendo que mis poderes vibraran a medida que mi pulso se aceleraba.

Acomodé una flecha y esperé. Cerré los ojos, concentrándome en lo que me rodeaba, dispuesta a disparar a lo que fuera que estuviese por ahí. Pude sentir que algo se aproximaba. No sabía si era amigo o enemigo, pero por ningún motivo bajaría la guardia.

Poco a poco abrí los ojos en la dirección desde la que sentía la presencia, notando a un chico bastante pálido acercarse. Tenía un porte formal, firme y autoritario. Su cabello rubio estaba bastante largo y rizado. Mientras más se acercaba, más bombeaba mi sangre.

Cuando llegó pude notar que era mucho más alto que yo, al menos unos quince centímetros. Lo segundo que noté es que era bastante guapo. Y lo último, y más importante, fueron sus ojos.

Esos ojos eran de un dorado muy, muy claro. Eran de un tono similar al oro fundido y transmitían muchas emociones a la vez que nada. Eran los ojos de alguien que tenía muchas cosas que decir pero que guardaba todo para sí mismo, evitando que los demás notaran sus problemas, no queriendo agobiar a nadie a su alrededor.

Pude percibirlo porque eran los mismos ojos que tenía yo hace un par de meses.

Aún así, no bajé la guardia y seguí apuntándolo. Porque esos ojos, además de lucir melancólicos y tristes, también daban a conocer su verdadera naturaleza.

— Lamento interrumpirla, señorita. Pero me parece que debería bajar el arco, ¿no cree? —dijo con un encantador acento sureño.

No me dejé engañar e ignoré aquello que me tiraba hacia él, pues la persona, o mejor dicho criatura, que estaba frente a mi, era un vampiro.

















🔸🔸🔸🔸🔸

𝙃𝙤𝙡𝙞!

𝙎𝙤́𝙡𝙤 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙤 𝙝𝙖𝙘𝙚𝙧 𝙪𝙣 𝙥𝙚𝙦𝙪𝙚𝙣̃𝙤 𝙧𝙚𝙘𝙤𝙧𝙙𝙖𝙩𝙤𝙧𝙞𝙤 𝙮 𝙚𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙩𝙪́ 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙚𝙨. 𝙎𝙞 𝙨𝙚 𝙩𝙚 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙡𝙞𝙘𝙖, 𝙣𝙤 𝙚𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙖𝙨, 𝙨𝙞𝙢𝙥𝙡𝙚𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙩𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙨𝙩𝙖.

𝙀𝙨𝙩𝙖́ 𝙗𝙞𝙚𝙣 𝙙𝙚𝙟𝙖𝙧𝙨𝙚 𝙘𝙖𝙚𝙧 𝙙𝙚 𝙫𝙚𝙯 𝙚𝙣 𝙘𝙪𝙖𝙣𝙙𝙤, 𝙚𝙨 𝙥𝙖𝙧𝙩𝙚 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙤𝙘𝙚𝙨𝙤, 𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙣𝙤 𝙥𝙤𝙧 𝙚𝙨𝙤 𝙙𝙚𝙗𝙚𝙣 𝙝𝙪𝙣𝙙𝙞𝙧𝙨𝙚. 𝘽𝙪𝙨𝙦𝙪𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙛𝙤𝙧𝙢𝙖 𝙙𝙚 𝙨𝙖𝙡𝙞𝙧 𝙖𝙙𝙚𝙡𝙖𝙣𝙩𝙚, 𝙮𝙤 𝙨𝙚́ 𝙦𝙪𝙚 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙚𝙣.

𝙀𝙨𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙡 𝙘𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙙𝙚 𝙝𝙤𝙮 𝙣𝙤 𝙨𝙚 𝙡𝙚𝙨 𝙝𝙖𝙜𝙖 𝙢𝙪𝙮 𝙥𝙚𝙨𝙖𝙙𝙤. 𝙀𝙨 𝙗𝙖𝙨𝙩𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙣𝙖𝙧𝙧𝙖𝙩𝙞𝙫𝙖, 𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙥𝙤𝙘𝙤 𝙖 𝙥𝙤𝙘𝙤 𝙞𝙧𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙞𝙣𝙩𝙧𝙤𝙙𝙪𝙘𝙞𝙚𝙣𝙙𝙤 𝙣𝙪𝙚𝙫𝙤𝙨 𝙥𝙚𝙧𝙨𝙤𝙣𝙖𝙟𝙚𝙨 𝙮 𝙢𝙖́𝙨 𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙖𝙘𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨.

𝙀𝙨𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙩𝙚𝙣𝙜𝙖𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙚𝙭𝙘𝙚𝙡𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙨𝙚𝙢𝙖𝙣𝙖 𝙮 𝙡𝙚𝙨 𝙙𝙚𝙨𝙚𝙤 𝙡𝙤 𝙢𝙚𝙟𝙤𝙧 𝙚𝙣 𝙨𝙪𝙨 𝙫𝙞𝙙𝙖𝙨, 𝙩𝙧𝙖𝙗𝙖𝙟𝙤𝙨 𝙮/𝙤 𝙚𝙨𝙩𝙪𝙙𝙞𝙤𝙨. 

Poppy.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro