𝙈𝙖𝙧𝙖𝙩𝙤𝙣 𝟭/𝟯
Siete meses atrás...
Estaba fuera del edificio que se convertiría en librería. No podía encontrar mis llaves, así que me agaché en la acera y saqué las cosas que tenía en el bolso y generaban bulto. No podían no estar, me había asegurado de tomarlas antes de salir de la casa. Tenía la mitad de mis cosas en el piso cuando las sentí con las puntas de mis dedos. Metí un poco más la mano hasta que pude agarrarlas. Enganché el anillo del llavero en mi dedo y con un poco de prisa metí todo de vuelta en el bolso.
Cuando me levanté sacudí mis rodillas y me colgué el bolso al hombro. Al darme la vuelta, un hermoso ramo de amapolas rojas cubrió mi vista. Y tras él, vi cómo relucía el brillo de un rubio cabello.
— Espero no haberla asustado, bella dama.
— No, no se preocupe. ¿Qué hace por aquí?
— Vine a traerle esto, señorita. Espero que le gusten —. Tendió el ramo hacia mi y, con un poco de sorpresa, lo tomé. Nunca antes me habían regalado flores sin que tuviera que pedirlas. Menos alguien con quién hace poco comencé a establecer una amistad—. También traje su café favorito. Un moccachino con crema y chocolate encima.
No lo negaré, me sorprendió bastante. Con una pequeña sonrisa, le agradecí y tomé ambas cosas. Pronto notó que tenía dificultades para abrir la puerta, así que quitó las llaves de mi mano y él mismo la abrió.
— ¿Quiere pasar y hacerme compañía un momento? —invité.
— Si no le molesta...
— Oh, me acaba de regalar un café. Lo menos que puedo hacer es invitarlo a entrar.
— Está bien, acepto —dijo y me cedió el paso.
Tras ingresar, cerró la puerta y me acompañó hasta el fondo del local donde había una pequeña oficina. Improvisando un poco, ocupé una botella de vidrio para rellenar con agua y poder utilizar de florero.
Estuvimos conversando toda la tarde. Ese día tuve que elegir el color de las paredes, cosa en la que Jasper ayudó.
Era, de alguna forma, revitalizante pasar tiempo con él. Yo era una persona curiosa por naturaleza, y Jasper había vivido más de cien años, además de ser un amante de la historia. Él, por sus años de vida, era historia viviente. Tenía respuestas para casi todo lo que le preguntara, y era asombroso escuchar de primera fuente lo que había ocurrido décadas atrás.
Más tarde, cuando ya estaba anocheciendo, Jasper me llevó a cenar. No fue nada extravagante, pero sí lo bastante delicioso como para hacerme querer repetir plato. Y ya que Jasper no comía, pero tenía que pedir para disimular, me comí su pedido.
— Me alegra saber que no tiene vergüenza en consumir el alimento en las cantidades que considere necesarias para satisfacer su apetito —dijo. Sin embargo, no se estaba burlando, más bien parecía... Complacido.
— Bueno, soy una fiel creyente del dicho "guatita llena, corazón contento". Era algo que mi abuela solía decir cada vez que comía, supongo que lo aprendí de ella.
— Cuando era... Bueno, humano, solía tener un pensamiento similar. Claro, el contexto era diferente, pues teníamos suerte si lográbamos poner una comida decente en la mesa. Pero creo que puedo entender el sentimiento. Una de las cosas que extraño de ser humano, aparte de dormir, es comer.
— Ugh, no sé cómo puedes sobrevivir sin comer y dormir. No podría existir sin comer papas fritas —. Me burlé—. Jasper, si no le molesta que pregunte, ¿cómo fue que llegaste con los Cullen?
— No me molesta, tranquila —. Su mirada se oscureció levemente—. Yo no tuve el mismo comienzo que mis hermanos. A diferencia de ellos, que fueron transformados por Carlisle, tuve una historia un tanto, eh, violenta. Como sabrás, soy un ex soldado de la confederación. Sin embargo, todo el entrenamiento que me dieron en el ejército no fue suficiente contra los neófitos. Aún así, nunca perdí una batalla. Yo era el más joven de la caballería, más nunca había visto una batalla real hasta que... —hizo una pausa, inspiró, a pesar de que no lo necesitaba, pero supongo que eso le traía cierta calma—. Hasta que conocí a María. Iba de regreso a Galveston tras evacuar una columna de mujeres y niños. Me crucé con tres mujeres y, como un caballero, me acerqué a ofrecerles ayuda. Me preguntó mi nombre y, tras dárselo, me dijo "espero que sobrevivas, serías una excelente adquisición". Me convertí en su segundo al mando. En el sur eran comunes los ejércitos y las batallas por el territorio eran constantes y sangrientas.
Hicimos una pequeña pausa, en la que Jasper pagó la cuenta (a pesar de mis réplicas), alegando que él me había invitado, por lo tanto debía pagar. Salimos a la calle y caminamos de vuelta a la librería con el objetivo de que cada uno pudiera llegar a su auto.
— María era inteligente y cuidadosa. Había ganado todas las batallas, sin mencionar que me tenía a mí y a mi capacidad de controlar las emociones —. Continuó mientras caminábamos—. Cada vez que llegaba un nuevo neófito, yo me encargaba de manipular sus emociones para volverlos temerosos y capaces. Les enseñaba a luchar y a mantenerse con vida. Claro que era un trabajo sin fin, pues no les permitía vivir más de un año. Y yo era quien se encargaba de asesinarlos. Sentía todo lo que ellos, su miedo y sus ansias de mantenerse con vida. Hubo dos chicos que me hicieron pensar todo. Peter y Charlotte. Eran compañeros y los ayudé a escapar cuando me di cuenta de que no podía asesinarlos. — hizo otra pausa, esta vez un poco más larga. Nos detuvimos fuera de la librería y al ver su rostro carente de emociones positivas coloqué una mano sobre su brazo. Jasper fijó su mirada en mis ojos y, por algún motivo, se sentían como imanes, no podía despegar mis ojos de los suyos—. Creí que lo que María y yo teníamos era amor. Pero me di cuenta de que no era así. Peter de alguna forma me encontró y me ayudó a escapar. Abandoné a María y por un tiempo estuve con quien se convirtió en un buen amigo. Pero luego descubrí que no tenía un propósito en la vida, así que me separé de ellos y comencé a vagar por el mundo. Tiempo después, Alice me encontró y me dijo que seríamos buenos amigos, que, en alguna parte del mundo, había una familia esperándonos y que, si iba con ella, podría encontrar a mi pareja. Al poco tiempo encontramos a los Cullen, y Esme y Carlisle no dudaron en adoptarnos —bajé mi mano de su brazo, pero Jasper en un movimiento muy sutil y casual, la sujetó con la suya—.
Nos quedamos ahí, tomados de la mano, frente a frente y observándonos fijamente. Sus ojos dorados transmitían muchas cosas. Tantas que no sabía identificar alguna de ellas. Suponía que los míos estaban igual, pues ni yo lograba comprender lo que ocurría en mi cabeza.
— Yo, eh, creo que debo irme —dije. Jasper asintió, acompañándome hasta la puerta de mi auto. La abrió para mí, pero no entré de inmediato—. Gracias por confiar en mí, Jasper. Pude ver que es una historia difícil de contar. Y aprecio que me la haya contado.
— Confío en usted, señorita.
🔸🔸🔸🔸🔸
En la actualidad...
Darme cuenta de mis sentimientos por Jasper se sintió contraproducente. Me liberó, pero también desencadenó una tristeza que no estaba dispuesta a sentir. ¿Por qué tuvo que irse para darme cuenta de lo que sentía?
Jasper me comprendía. No insistía cuando realizaba preguntas y sentía que yo no estaba cómoda. Me apoyó en mis planes y fue una constante para que no me rindiera, siguiendo adelante con la librería.
Me senté junto a la chimenea, con un café en mano y mirando hacia la ventana. No quería deprimirme, pero darme cuenta de la intensidad de mis sentimientos ameritaba que dedicara un par de horas para comprender lo que ocurría en mi cabeza y decidiera qué hacer con eso de ahora en adelante.
Pasé un par de horas sentada frente a la ventana. Me levantaba para comer algo, para tirar más leña al fuego y para conseguir más café. Quería llorar, mi pecho estaba pesado, pero no encontraba la forma de liberar esa presión.
Cuando estaba anocheciendo, vislumbré una mancha entre los árboles. Poco a poco se acercó a la casa y pude notar que era Paul en su forma de lobo. Le hice un gesto para que se acercara a la puerta trasera y, mientras iba para allá, tomé un pantalón de buzo y una polera que en su momento le robé a uno de mis hermanos.
— Ten, vístete y entra —. Dejé la ropa en el piso y entré cerrando la puerta. A los pocos minutos, Paul entró completamente vestido y no dijo nada.
Se quedó ahí, de pie, viéndome apoyada contra la encimera de la cocina. Ahora que no estaba sola, y que estaba con alguien a quien apreciaba y en quien confiaba,, mis sentimientos comenzaron a desbordarse.
— Yo... No sé qué siento, Paul —dije temblando un poco. Mis ojos se humedecieron pero me negué a dejar caer las lágrimas. Mi voz salía débil debido al nudo que tenía en la garganta—. Me di cuenta demasiado tarde de que me estaba enamorando de él, y ahora que se fue no sé qué sentir. No sé si debería estar decepcionada, triste, enojada... —mi voz titubeó al final y la primera gota cayó.
Paul se acercó a mí y me estrujó entre sus brazos. Sentí tanta calidez y tanto cariño en su abrazo que por fin me sentí libre de llorar.
— Sé que duele, cachorra. Sé que puede ser difícil, pero no estás sola, ¿sí? —dijo mientras se sentaba en el piso conmigo sobre sus piernas, nunca deshaciendo el abrazo—. Me tienes a mi, tienes a la manada, y tienes tu librería. Ahora puedes llorar todo lo que quieras. Deja que tu corazón libere esas emociones y descargue toda esa pena que puedas estar sintiendo.
Me acurruque aún más a él. Me aferré a sus brazos como si fueran el único salvavidas del lugar, dispuesta a obedecer sus palabras.
— Estoy aquí, cachorra, y no pienso irme a ningún lado. No importa qué ocurra, siempre me tendrás contigo —dijo con cariño—. Sé que puedo ser un bruto, pero te prometo que nunca te defraudaré.
Le creí.
Sabía que Paul no mentiría con eso. Como él dijo, es un bruto la mayoría del tiempo. Pero es la persona más honesta y leal que conozco. Y agradecía tenerlo en mi vida.
🔸🔸🔸🔸🔸
𝙃𝙤𝙡𝙖!
𝙀𝙨𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́𝙣 𝙩𝙚𝙣𝙞𝙚𝙣𝙙𝙤 𝙪𝙣 𝙗𝙤𝙣𝙞𝙩𝙤 𝙛𝙞𝙣 𝙙𝙚 𝙨𝙚𝙢𝙖𝙣𝙖.
𝙌𝙪𝙚𝙧𝙞́𝙖 𝙖𝙜𝙧𝙖𝙙𝙚𝙘𝙚𝙧𝙡𝙚𝙨. 𝙇𝙖 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖 𝙮𝙖 𝙨𝙪𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙡𝙖𝙨 𝙥𝙧𝙞𝙢𝙚𝙧𝙖𝙨 𝟭𝟬𝟬 𝙡𝙚𝙘𝙩𝙪𝙧𝙖𝙨 𝙮 𝙣𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙤 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙧 𝙢𝙖́𝙨 𝙛𝙚𝙡𝙞𝙯 𝙙𝙚 𝙚𝙨𝙤.
𝙀𝙨𝙩𝙖𝙗𝙖 𝙥𝙚𝙣𝙨𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙚𝙣 𝙨𝙪𝙗𝙞𝙧 𝙙𝙤𝙗𝙡𝙚 𝙖𝙘𝙩𝙪𝙖𝙡𝙞𝙯𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙝𝙤𝙮, 𝙦𝙪𝙞𝙯𝙖́ 𝙩𝙧𝙞𝙥𝙡𝙚, 𝙩𝙤𝙙𝙤 𝙙𝙚𝙥𝙚𝙣𝙙𝙚 𝙙𝙚 𝙘𝙤́𝙢𝙤 𝙖𝙫𝙖𝙣𝙘𝙚 𝙡𝙖 𝙞𝙣𝙨𝙥𝙞𝙧𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙅𝘼𝙅𝘼𝙅𝘼.
𝙋𝙚𝙧𝙤 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙤 𝙖𝙜𝙧𝙖𝙙𝙚𝙘𝙚𝙧𝙡𝙚𝙨 𝙥𝙤𝙧 𝙚𝙡 𝙖𝙥𝙤𝙮𝙤, ¿𝙮 𝙦𝙪𝙚́ 𝙢𝙚𝙟𝙤𝙧 𝙦𝙪𝙚 𝙘𝙤𝙣 𝙘𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤𝙨?
𝙀𝙨𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙙𝙞𝙨𝙛𝙧𝙪𝙩𝙚𝙣.
𝙍𝙚𝙘𝙪𝙚𝙧𝙙𝙚𝙣 𝙘𝙤𝙢𝙚𝙣𝙩𝙖𝙧 𝙨𝙞 𝙡𝙚𝙨 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖.
𝘾𝙤𝙣 𝙘𝙖𝙧𝙞𝙣̃𝙤,
𝙋𝙤𝙥𝙥𝙮.
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