
7. Las tres preguntas
Un escalofrío recorre mi cuerpo al ver a Marco marcharse. Creo que he estado algo borde con él, pero, de verdad que no estoy para dramas de niñata. Por muy guapo que sea, paso de tonterías.
Le doy un sorbo a mi bebida y veo que la tal Rosa se acerca a él para decirle algo al oído. No le gustara, según dice él, pero bien que se ríe con lo que le dice. Verlos juntos hace que mi estómago sufra un vuelco y que hasta me moleste y todo. Algo inaudito pues solo conozco a Marco de un par de día. He decidido que en cuanto me beba mi copa, me largo.
La música que suena invita a bailar, y en otras circunstancias lo haría . Pero me da un corte que te mueres bailar sola. Veo como cae la noche y dejo que un pequeño suspiro salga de mi garganta. Este sitio es muy bonito y el ambiente es muy agradable. Hay un chico al fondo de la barra que me mira y me sonríe, pero yo no le correspondo. Desvío mi mirada para no mirarlo. Más líos no, por favor. Tenía que haberme quedado en casa. Apuro mi bebida y me levanto del taburete para irme. A, Marco no voy ni a decirle adiós, está demasiado ocupado con la rubia de bote.
Empiezo a andar de regreso a casa, frotándome un poco los brazos porque hace algo de fresco. De pronto, siento una mano que agarra del brazo y me voltea hacia atrás.
- ¿Dónde vas? -me pregunta Marco dándome la vuelta, mirándome algo confuso. Y encima me siento feliz porque haya venido a buscarme.
- A casa -le digo mirándolo a sus ojos, los cuales no parecen tener intención de apartarse de los míos.
- ¿Por qué?
- ¿No es evidente, Marco? -le pregunto señalando hacia la zona donde está la tal Rosa.
- No te vayas, por favor -me dice medio rogándome. Sus ojos marrones me miran con mucha intensidad, tanto que tengo que disimular lo mucho que su mirada me afecta. Sus dedos están en mi brazo enviando pequeñas descargas eléctricas por todo mi cuerpo. Su mano es cálida, y sus ojos me tienen hipnotizada. Marco me hace sentir muchas cosas con sólo una mirada.
- Si estás enfadado conmigo, ¿para qué quieres que me quede?
- No lo estoy, de verdad -Marco me agarra la mano y me acerca un poco más a él- perdona si te he dejado sola. He sido un capullo.
- La culpa es mía. Te he dicho algo de lo que no tengo ni puta idea, lo siento -me disculpo yo también porque me he pasado de lista con él.
- Vale. Pues si ya nos hemos perdonado los dos, vamos a bailar -me dice cambiando la expresión de su rostro y llevándome hacia la pista de baile.
- Marco, no me gusta bailar esta música -le digo mientras una canción de Ricky Martín empieza a sonar y yo me resisto a ir.
- Eso es porque no lo has bailado conmigo -vale, si, ya me muero. Del todo.
Me dejo llevar por Marco a la pista, y maldita sea si no tiene razón. Baila demasiado bien. Sus manos están en mi cintura y me mueve de un lado a otro y yo no puedo dejar de reír. Me gira hacia la derecha, hacia la izquierda sin soltarme ni un minuto. Me da la vuelta para que ponga mi mano en su cuello sintiendo su aliento en mi nuca. Siento sus labios cerca de mi y todo mi cuerpo reacciona sintiendo miles de estrellitas en el estómago. Sus manos acarician mi cintura atrayéndome más a su cuerpo. Ladeo mi cuello y le acaricio el suyo totalmente perdida en él.
Abro mis ojos y veo a Rosa que nos mira furiosa. Creo que si pudiera me mataba ahora mismo. Seguimos bailando un par de canciones más. Realmente estoy disfrutando muchísimo con él.
La música cambia a otra más lenta. Marco y yo nos miramos como si en vez de estar en una fiesta, estuviéramos solos. Me acerco a él y pongo mis manos en su cuello mientras él los pone en mi cintura. Reconozco la canción como una de las de Taylor Swift, una de mis favoritas. Nos miramos a los ojos y en este momento para mi ha dejado de existir el mundo, solo existe él. Sus ojos no dejan de mirarme. Sus brazos en mi cintura me queman. No se como no se está dando cuenta de que estoy temblando.
¿Qué me pasa con Marco que cuando estoy con él mi cuerpo pierde la razón?
- Creo que Rosa me quiere matar -le digo hablándole bajito por rellenar esté cómodo silencio que hay entre nosotros.
- Ya me he dado cuenta de que nos está mirando -me dice alzando su cabeza mirando hacia donde está la rubia, que por cierto, se nota a la legua que no es rubia.
- A lo mejor deberías ir con ella -le digo mordiéndome los labios.
- No. Quiero estar contigo -me dice mirándome fijamente a los ojos. Me he muerto otra vez. Este hombre me va a matar como siga diciéndome estas cosas. Esbozo una sonrisa sin dejar de mirarlo. Seguimos bailando mirándonos en silencio. La música nos envuelve y no nos hace falta hablar. Siento que sólo somos él y yo. Mis manos acarician su pelo y él se abraza más a mi cintura.
- Perdona -me dice una mano tocando mi espalda. Me doy la vuelta y Rosa está detrás de mi cruzada de brazos- quiero bailar con Marco, ¿te importa?
- Pues sí que me importa -le respondo dándome la vuelta ignorándola para seguir bailando con él. Escucho como Marco suelta una carcajada y yo sigo bailando. Vamos, en la vida voy a dejar que ésta tía me quite este momento con él. Le arranco los pelos
- Vaya, Olivia, creo que desde ahora mismo eres mi heroína -me dice Marco riéndose.
- Anda, te invito a algo -le propongo cuando termina la canción.
- Espera, que he tenido una idea mejor.
Marco se va hacia la barra y yo salgo un poco de la pista de baile. Lo veo hablar con el chico que la atiende y el camarero se da la vuelta para buscar algo. Segundos después, Marco viene hacia mi con una botella de sidra en la mano. Me pone la mano en la cintura y me hace un gesto para que camine.
- ¿Te apetece que nos la bebamos en nuestro jardín? -me pregunta enseñándome la botella.
-Oh, si, genial. Una idea maravillosa. Ya estoy harta de que la arena se me meta en las sandalias.
Nos ponemos a andar en dirección a casa. El plan que me acaba de proponer no está nada mal. Estar a solas con él es lo que más me apetece en este momento. Subimos las escaleras riéndonos. Marco ha abierto la botella y nos la vamos bebiendo por el camino. Cuando llegamos arriba, nos sentamos en el sofá de mimbre que hay en su parte del jardín. Me quito las sandalias y las dejo en el césped. Hace una noche muy cálida y se ven miles de estrellas en el cielo. Marco me pasa la botella y le doy un trago para dársela después.
- Te propongo un juego -le digo a Marco, para reírme después al ver la expresión confusa de su rostro.
- Mientras no haya que quitarse la ropa -me dice alzando una de sus cejas.
- No, hombre no -le respondo riéndome. Aunque no es mala idea- 3 preguntas, podemos hacernos 3 preguntas cada uno y hay que contestarlas a la fuerza. Pero cosas interesantes, no del tipo que color te gusta, y todo eso...
- Vale -asiente él bebiendo de nuevo de la botella- pero yo con dos preguntas tengo.
Jadeo sorprendida. No es normal lo que este hombre me produce. Estoy sentada, bebiendo al lado de un chico que conozco de hace dos días y nunca en mi vida me había sentido tan a gusto. Si es que mirarlo me da la vida.
Gracias mamá por obligarme a venir aquí.
Marco apoya una de sus manos en el respaldo del sofá y se sujeta la cabeza, ladeando esta para mirarme. Esas miradas me matan. De verdad que lo hacen. No sé si Marco es consciente de todo lo que produce en mi.
- Empieza tú si quieres -le digo mirándolo nerviosa pues no estoy preparada aún para preguntarle nada.
- ¿Estás con alguien? Y me refiero a si tienes novio, marido, pareja, amante...si tienes a alguien que te espere en Madrid.
- No -le respondo aún sorprendida por la pregunta. Lo veo sonreír y mi corazón empieza a latirme demasiado deprisa.
- Es que pensaba que te habías venido aquí huyendo de una mala relación -añade él como si estuviera disculpándose por la pregunta.
- Nooo, que va. Tuve novio el año pasado...pero no acabo bien -le digo con sinceridad. A día de hoy no tengo ni idea de donde está ese hijo de puta que me dejó embarazada y se largó. Pero claro, eso no se lo voy a decir- me toca. ¿Cómo te hiciste la cicatriz de tu rodilla?
Veo a Marco revolverse en el sofá. Me fije el día del partido de voley, que tiene una cicatriz vertical en su rodilla derecha. Está bastante moreno de hacer surf, pero la cicatriz es bastante visible.
- Haciendo deporte a principio de año. Hice un mal gesto y me la rompí. Rotura de ligamento cruzado -me dice suspirando con pesadez.
- Ufff. Eso te ha tenido que doler.
- No sabes cuánto. Me operaron y llevo desde entonces haciendo rehabilitación -su gesto cansado me demuestra que debe haber sufrido mucho.
- ¿Y ya estás bien? -le digo cogiendo su mano. La botella ya hace rato que nos la acabamos. Marco se queda algo sorprendido por mi gesto, pero acaba entrelazando sus dedos con los míos, dejando nuestras manos encima del banco.
- Si, ya estoy bien. Me falta un poco para ser lo que era, pero no dejo de hacer ejercicio todos los días y de cuidarme.
- Me alegro mucho, Marco -esbozo una sonrisa pues sé lo que es estar mal e intentar ser lo que una era antes. Aunque en mi caso, me está costando un poquito más.
- Me toca a mi preguntar -tuerzo mi boca en una sonrisa esperando la pregunta de Marco.
- Venga, dispara. No creo que me asustes -le digo para que vea que no me importa lo que vaya a decirme.
- ¿Cómo es que has acabado aquí? -me pregunta con mucha cautela pero a la vez, con bastante curiosidad. Tomo un largo suspiro pensando en que contestarle, para no mentirle pero a la vez, no darle más información.
- Digamos que después de que mi ex-novio me dejara, yo no estaba muy bien de salud -no le estoy mintiendo, pero tampoco le estoy diciendo toda la verdad. No estoy preparada para compartirlo con él- fueron unos meses muy malos y mi madre pensó que sería bueno para mi, que me viniera aquí a descansar este verano...y bueno, la nieta de Reme es mi amiga, además de mi vecina y me ofrecieron esta casa. Y aquí estoy.
- ¿Y estás bien de tu problema de salud? -Marco no me ha soltado la mano desde que la cogí. Y por el tono de su pregunta, sé que de verdad está realmente preocupado.
-Algo mejor de lo que estaba. No me quiero forzar. Ir poco a poco. Y tengo que admitir que estar en Abeya me está viniendo mucho mejor de lo que pensaba.
- Me alegro mucho, Oli -siento las yemas de los dedos de Marco acariciarme con mucha dulzura, algo que hace que mi corazón lata un poquito desbocado.
- Me toca, ¿te gusta Rosa o alguna de sus amigas?
- Nooo -me dice él riéndose- para nada. Desde que llegué aquí, Rosa no ha parado de acosarme...y si te digo la verdad, es que las chicas como ella no me gustan para nada. Y sus amigas, menos.
-Pues si a ti no te gustan, a mi tampoco. Te toca, Marco -le hago un gesto con la mano que tengo libre, y me encuentro que su boca esboza una pícara sonrisa.
- No -me contesta riéndose- me guardo la pregunta de comodín.
- ¿De comodín? -muestro algo de sorpresa a la vez que acabo riéndome pues supongo que en cualquier momento la usará. Si es tan curioso como yo, seguro que lo hace.
- Si. En cualquier momento y en cualquier lugar te preguntaré algo y tendrás que responderme -Marco me guiña un ojo, algo que me lleva a reírme de nuevo.
- Bien jugado, Marquito. Pues yo si voy a usar mi última pregunta. ¿Qué significa tu tatuaje? Es muy bonito -le señalo su espalda pues cuando le vi por primera vez en la playa, me llamó mucho la atención.
- Gracias. Me lo hice un mes después de mi lesión. Significa Fuerza y Valor -cojo aire con fuerza y lo dejo salir lentamente pensando en el significado de sus palabras.
- Es perfecto, Marco. Eso es lo que yo más necesito, fuerza y valor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro