
34. La Cascada
📆 Días después
Mi vista se va hacia sus muslos y también hacia sus piernas desnudas. Olivia se remueve en el asiento del coche, mientras se ajusta sus gafas de sol. Desvío mi mirada hacia la carretera permaneciendo en silencio unos cuantos segundos.
- ¿En qué piensas? -siento su mano en mi cuello buscando como enredar sus dedos en mi pelo, produciéndome esto un ligero escalofrío en esa parte de mi cuerpo.
- En anoche, cuando tenía mi boca entre tus piernas y tú me rogabas que no parara.
- ¡Marco! -Olivia acaba dándome una colleja, indignada por mi respuesta.
- ¡Tú has preguntado!
- Eres muy tonto -fijo mi mirada en ella solo unos segundos, y al verla sonreír, hago lo mismo.
- Si, tonto me tienes tú, Olivia Savannah.
- ¿Sabes que me encanta cuando me llamas por mi nombre completo? Es de lo más sexy oírlo de tus labios.
Curvo mi boca en una sonrisa y agito mi cabeza intentando despejar todos los pensamientos que tengo ahora mismo sobre ella. De nuevo centro mi mirada hacia la carretera, dándome cuenta de que ya hemos llegado a nuestro destino.
Olivia me propuso ir a un sitio de senderismo que hay a unos kilómetros del pueblo. El objetivo es ir hasta una cascada que hay en el valle y disfrutar de un buen día de campo.
Aparco el coche y nos bajamos los dos de el. Abro el maletero para sacar nuestras mochilas y ambos nos las ponemos a las espaldas pareciendo dos verdaderos excursionista. Caminamos con paso firme y a buen ritmo. El tiempo no tan caluroso de hoy, acompaña a las ganas que los dos tenemos de caminar.
- ¿Quieres que nos sentemos allí a comer? -ha pasado ya una hora desde que comenzamos a andar y el claro con piedras que se cierne frente a nosotros, es el lugar perfecto señalado por Oli.
- Me parece perfecto. Además tengo mucha hambre -asiento quitándome la mochila llegando ya a esas piedras donde estoy deseando sentarme.
- Tú siempre tienes hambre, Marquito -se burla ella haciendo lo mismo que yo.
- Sobre todo de ti.
Me acerco a Olivia y pongo mis manos en su cintura mientras la beso. Sus labios se mueven con suavidad contra los míos reclamando mi boca una y otra vez. Su lengua se abre paso entre mis dientes buscando la mía para rozarla y acariciarla con muchas ganas.
- Oli, me están dando unas ganas terribles de tumbarte en la hierba y hacerte el amor como un loco -me separo de ella relamiéndome los labios, aún impregnados de su sabor.
- Ay, Marquito -Olivia me da un corto beso y se separa de mi riéndose de forma nerviosa.
Nos sentamos en las piedras y sacamos las cosas de la mochila para comer. Ella ha hecho unos bocadillos de lomo con verdura y una salsa que está de muerte. También ha frito unas patatas chips en el horno con pimentón y sal. Yo me he encargado de la bebida y del postre. Le doy un bocado al bocadillo y me relamo de gusto de lo bueno que está.
- Me encanta verte comer, Marco -me comenta ella probando ella también su bocadillo.
- ¿Porqué?
- Porque disfrutas tanto comiendo. Te gusta todo lo que te he cocinado. Por ahora no hay nada de lo que haya hecho que me hayas dicho que no te gusta.
- Pues si, es verdad. No sé lo que voy a hacer sin tu comida cuando me vaya -y en este momento, acabo de arrepentirme de lo que he dicho porque la expresión de su rostro se vuelve más tristona y suspira de forma entrecortada- Oli.
- No pasa nada, Marco -no me creo sus palabras porque su rostro me dice otra cosa, así que insisto de nuevo.
- ¿Qué pasa, Oli? -su labio superior tiembla conforme habla conmigo.
- Pues que tengo mucho miedo, Marco.
- ¿De qué cariño? -le pregunto levantándome de mi sitio. Me pongo de rodillas enfrente de ella y le agarro las manos para que pueda mirarme.
- De que cuando estés en Madrid te des cuenta de que esto es un amor de verano y no me quieras tanto. De que encuentres allí a otra más bonita, más simpática y... -ella deja de hablar y se lleva las manos a la cara.
- Olivia. Por favor, mírame -le agarro las manos a Olivia y veo que gruesas lágrimas caen por sus mejillas rompiéndome el corazón cada una de ellas -te amo. Te amo muchísimo. Nunca he querido a nadie como te quiero a ti. Nunca. ¿Y sabes porqué lo sé?
- ¿Porqué? -me pregunta ella con un hilillo de voz. Agarro una de sus manos mientras le hablo, y me la llevo al corazón para que ella pueda sentir como de fuerte late.
- Porque mi corazón es total y absolutamente tuyo. Porque nunca me ha latido tan fuerte como lo hace por ti, y mi corazón te va a esperar en Madrid o el puto fin del mundo. Porque tú eres su dueña y nunca jamás, tendrá otra que no seas tú.
- Marco -ella acaricia mi cuello mordiéndose el labio de manera nerviosa.
- Yo también tengo miedo de que cuando me vaya te des cuenta de que al estar sin mi, ya no me quieras tanto. De que quieras quedarte aquí porque lo que te hace más feliz es el pueblo y no yo. Me muero de miedo de pensar que no quieras volver a Madrid y estar conmigo -agacho mi cabeza y dejo que ella me abrace, acabando mi cabeza entre sus pechos.
- Oh, mi Marco. Si por mí fuera me iba el domingo contigo. Pero te hice una promesa. Estoy deseando estar en Madrid porque sé que allí ahora si voy a ser feliz, porque vas a estar tú. Y la felicidad estará donde esté tu corazón. Te amo tanto.
Estamos un rato abrazados. Escucho su corazón como late deprisa. Es el mejor sonido del mundo. Nos separamos y la beso. Rozo sus labios con suavidad entreteniéndome en cada parte de su boca. Al separarme Olivia me mira con los ojos brillantes y una gran sonrisa.
- Y ahora, Oli, vamos a comer que quiero bañarme en la cascada.
Oli me sonríe de esa manera que ella tiene que me hace sentir que soy la única persona en la tierra. Vuelvo a mi sitio en la piedra y seguimos comiendo disfrutando del paisaje. Estos días que quedan hasta que me vaya van a ser difíciles, lo sé. Ya lo están siendo para mi. Y sé que a medida que se acerque el día, Olivia lo va a pasar mal.
Terminamos de comer y nos ponemos en pie para seguir caminando. La ruta de las Cascada es muy bonita. Asturias tiene unos sitios preciosos y sé que voy a echarla mucho de menos.
Llegamos a la primera cascada una hora después. Antes de llegar ya se escuchaba como caía el agua. Me quedo bastante impresionado de lo alta que es. Me agacho para tocar el agua y es muy fresca. Oli me pide que le haga un par de fotos con la cascada de fondo. Se las hago y me gusta mucho como sale en ellas. Nos hacemos fotos los dos juntos y admiramos el paisaje. Tanto musgo por todos lados le da un aspecto bastante bonito. Seguimos caminando hacia la siguiente cascada, la cual encontramos 20 minutos después. Esta es mucho más alta que la anterior, e incluso ha formado un pequeño lago donde según Oli, te puedes bañar.
Oli se quita la ropa y se queda en bikini. Me quedo embobado mirándola y me quito la camiseta viendo como ella se mete en el agua.
- ¡Vamos, Marco! ¡Métete! -me grita a través del sonido del agua.
La veo nadar y sumergirse y emerger del agua como si de una ninfa se tratara. Decido unirme a ella y me lanzo al agua dando gracias a que no está tan fría. Nado un rato hasta que por fin me acerco a ella, quien me espera sonriéndome y mojando su cabeza en el agua de vez en cuando.
- Este sitio es una pasada -la agarro por la cintura sintiendo su piel mojada contra la mía. Sus manos se pierden en mi cuello, acortando aún más la distancia que nos separa.
- Es que no eres tú el único que conoce sitios bonitos -se burla ella frunciendo sus labios de un lado a otro.
- Tú si que eres bonita.
Voy a besar a Olivia y ella aprovecha para intentar meter mi cabeza debajo del agua, pero claramente, yo soy más fuerte y no puede hacerlo. Nos pasamos un rato jugando y nadando, hasta que volvemos a abrazarnos y esta vez si la beso. Mis labios están ansiosos por besar los suyos, por tener su lengua dentro de mi boca. Ella se acerca más a mi y el roce de su centro con mi polla hace que ésta despierte y se ponga muy dura al sentirla tan cerca de mi.
-Ven. Sígueme -la sonrisa de Oliva se vuelve algo traviesa tras sus palabras. Agarra mi mano para que llevarme fuera del agua.
Al lado de la cascada hay un recodo donde las piedras son más altas y un manto de musgo y helechos tapa la visión del resto del paisaje. Apoyo a Olivia en una de las rocas y empiezo a besarla. Sus manos están en mi espalda, acariciando ésta cada vez más abajo, y acabar sus dedos dentro de mi pantalón tocando y masajeando mi culo. Le dejo pequeños besos en el cuello y voy bajando hacia su escote. Le aparto con mi mano la tela del bikini buscando sus duros pezones.
Al besarlos, mi lengua saborea el frescor de estos y como aún se endurecen más con las mordidas de mis dientes. La agarro de las caderas y la tumbo en el musgo colocándome entre sus piernas.
- ¿Estás cómoda? -le pregunto preocupado por si ella no está bien.
- El suelo está muy blandito, parece una cama.
Olivia se agarra a mis hombros y me atrae hacia ella para que la bese. Una de mis manos aparta la braguita de su bikini a un lado. Con la otra me agarro mi polla que está deseando estar dentro de ella. La pongo en su entrada, y poco a poco la voy penetrando sin poder parar de mirarla. En cuanto estoy completamente dentro de ella, un roto gemido sale de su garganta, a la vez que arquea su espalda para recibirme aún más profundamente.
- Lo siento, mi niña. Pero esta vez va a ser rápido. Lo que nos faltaba era que nos viera alguien.
- Puedes ir todo lo rápido que quieras, Marco.
Bajo mi cabeza para besar sus labios. Ella me agarra de los hombros casi hundiendo sus uñas en mi piel, algo que me encanta, porque me gusta que me marque. Oli alza sus piernas y las enrosca alrededor de mi cintura haciendo que entre con más profundidad en ella. Está tan resbaladiza que no tengo ningún problema en entrar y salir.
La embisto perdido en ella. En esa locura que son sus ojos verdes, porque ella me hace perder la razón. La siento temblar debajo de mi, como gime mi nombre en mi oído y me pide que no pare. Son segundos en los que estoy así, entrando y saliendo de ella, profundizando cada embestida y marcándola con cada una de ellas.
-Marco. No pares ahora.
Una sonrisa satisfecha sale de mi boca sabiendo que ella va a correrse. No dejo de moverme mientras la siento temblar y llegar al orgasmo mientras sus piernas me abrazan con fuerza. Los espasmos de su interior, aprietan mi miembro provocándome que yo también quiera correrme. Solo un par de embestidas más, y lo hago yo también. La miro a los ojos y me muerdo los labios sintiendo como me derramo, como mi esencia la llena. Su sonrisa, esa que siempre tiene cuando hacemos el amor, me hace gruñir y dejarme caer encima de ella, exhausto por el orgasmo.
Son segundos los que estamos los dos callado sin emitir palabra alguna solo sintiendo el latido de nuestros locos corazones.
- Estaría así toda la vida abrazado a ti, Olivia -levanto mi cara para poder mirarla y me encuentro con sus mejillas sonrosadas y con todo su pelo revuelto- estás preciosa ahora mismo. Bueno, siempre lo estás, mi Xana.
- Te quiero mucho, Marco. Nunca lo olvides. Nunca olvides este momento.
-Jamás podría hacerlo. Porque olvidarme de ti, sería como olvidarme de mi mismo.
*** A veces pienso que me pongo demasiado romanticona con estos dos, pero es que es lo que me provocan. Supongo que lo que siempre hemos querido es un amor así de bonito. Por eso disfruto tanto escribiendo esta historia, porque es de amor, amor verdadero.
Y si, en mi cabeza tengo idealizado a Marco Asensio.
Muchos besos y abrazos para todos. Y como ya no es sábado, besos de Nubes de Chocolate ***
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