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24. Cuando llevé a mi novia a una fiesta


📆 Días después

Llevo mi bolígrafo a la boca fijándome bien en las tablas que tengo frente a mi. Olivia está ocupada con una llamada, pero no deja de estar pendiente de mi, haciéndome un gesto con la boca para que complete la tabla. Me sumerjo en la calculadora repasando mis datos y comprobando que estén bien y empiezo a rellenarla.

Oli me pidió que me viniera a su casa, porque estaba terminando de presentar los impuestos y de cerrar las cuentas de la semana en los restaurantes. Me dijo que aprendería más si la veía trabajar que si me limitaba a estudiar lo que ponía en mis libros de contabilidad. Y aquí estoy, sentado en la mesa de la cocina atento a sus explicaciones. Y si, tiene toda la razón, viéndola en acción es mucho más interesante que leerme las fórmulas.

- Olivia -la voz de mi abuela llamándola, hace a Oli levantarse de la mesa- ¿puedo entrar?

- Claro que si, Poli, pasa -la cabeza inquieta de mi abuela aparece por la puerta mirándonos a ambos. 

- Venía a decirle a Marco que me voy ya -me levanto de la silla y voy hacia ella. En cuanto estoy a su lado, me acerco para besar su cálida mejilla- ¿vendrás luego a recogerme?

- Claro que si, abuela. Estás muy guapa, por cierto -mi Poli lleva un vestido muy bonito y se ha arreglado el pelo con algunas ondas en las puntas.

- Tú que me ves muy bien cariño. Oye, ¿Por qué no venís luego a la Asociación? Hoy son las bodas de oro de Paulina y Antonio y habrá baile y todo...aunque seamos unos vejestorios, seguro que os lo pasáis bien.

-A mi me encantaría ir -Olivia ladea su cabeza hasta mirarme esperando mi aprobación a la propuesta de mi abuela. 

- Pues si, abuela. Luego iremos un rato -le digo dándole otro beso viendo como se le ilumina la cara al confirmarlo que estaremos en la fiesta.

El sonido de un claxon hace que ella se despida rápidamente de nosotros y salga corriendo por la puerta. Vuelvo a sentarme en la mesa intentando terminar la tabla que me ha pedido Oli que rellene. Seguimos trabajando un rato más, los dos juntos en un cómodo silencio hasta que ella empieza a resoplar con mucho fastidio.

- ¡Se acabó! -exclama Oliva cerrando el ordenador y recogiendo la mesa- es viernes, y paso. Además, te dije que te invitaría a cenar.

- Es cierto -le afirmo cruzando mis brazos a la altura de mi pecho, para ver como se acomoda el pelo de la coleta. 

- Pues venga, Marquito, en una hora nos vemos. Tú y yo nos vamos a cenar y luego a bailar con tu abuela.

Me levanto de la mesa recogiendo mis cosas y cuando las tengo todas debajo de mi brazo, me acerco para darle un pequeño beso, pero ella tiene intenciones de que no sea tan pequeño porque devora mi boca mientras sus dedos se pierden en la parte de atrás de mi cuello. Su cuerpo se pega de tal manera al mío, que la erección de mi pene es bastante evidente cada vez que ella restriega sus caderas contra las mías. 

-Oli, como sigas así, solo vas a necesitar media hora para arreglarte -ella me da una pícara sonrisa tras mi advertencia, pero lejos de hacerme caso, tira de su camiseta de tirantes hasta quitársela del todo y dejarme a la vista su sujetador blanco de encaje, eses en el que se le transparentan todos los pezones.

-Pues media, entonces, Marquito.

📆 MÁS TARDE

- Estas absolutamente preciosa -agarro a Oli de la cintura para besarla y perderme en sus labios. Solo llevo cinco minutos esperándola fuera y cuando ha salido de su casa, me ha dejado sin aliento. Está preciosa con ese vestido de rayas, ese que luce un escotazo de infarto y al que no me importaría apartarle los tirantes y besar sus pechos. 

- Tú tampoco estás nada mal -mis manos no quieren abandonar su cintura, pero como no lo haga, cometo el riesgo de llevarla otra vez a su habitación y hacerle el amor durante toda la noche. 

Así que le abro la puerta del coche y mientras ella se sienta, lo rodeo para acomodarme yo también. En cuanto nos hemos puesto el cinturón, he arrancado siguiendo las indicaciones de Olivia, pues quiere invitarme a cenar en uno de los restaurantes que hay a las afueras del pueblo. Solo pasan unos segundos, hasta que mi teléfono vibra con una llamada entrante. Al mirar la pantalla y ver que es mi abuela, contesto pulsando uno de los botones del manos libres. 

- Dime, abuela. 

- ¿Dónde estáis? -me pregunta ella alzando bastante el tono de su voz, pues con el ruido de la fiesta apenas se la escucha.

-Saliendo de casa. Vamos a cenar. 

- Escucha. Haced lo que queráis. Pero aquí hay comida para alimentar a un regimiento. Hay hasta una barbacoa, un señor cortando jamón, y no sé...que podíais veniros a cenar si queréis -desvío mi mirada hacia Olivia preguntándole con un gesto si a ella le apetece ir. Tarda poco en asentir con su barbilla a la vez que me sonríe de forma bastante dulce. 

- Vale, abuela. Vamos para allá -cuelgo el teléfono para a continuación, hablarle a Olivia- si no quieres ir, no pasa nada, Oli. No te sientas en la obligación de aceptar todo lo que nos diga mi abuela. 

- Barbacoa y un señor cortando jamón...Marco yo eso no me lo pierdo.

Pongo música en la radio y Olivia empieza a tararear muy bajito. De vez en cuando, la miro de reojo pensando en lo mucho que me gusta. Me lleva gustando desde prácticamente que la conocí. Desde que la vi correr aquella mañana por la playa. 

Hablamos de cualquier cosa en el coche, porque entre nosotros siempre las conversaciones surgen de manera espontánea. Unos minutos después, llegamos al local de la Asociación de vecinos del pueblo, el cual tiene que estar bastante atestado de gente, a juzgar por los coches que hay aparcados fuera. Consigo encontrar un sitio donde dejar mi coche y en cuanto nos bajamos, busco la mano de Olivia para entrelazarla con la mía y caminar hacia el edificio.

No me ha pasado desapercibida, su mirada perpleja al cogerle la mano, pero, la sorpresa le ha durado bien poco cuando ha apretado mis dedos mientras caminábamos.

Como suponía, en el local pareciera que está todo el pueblo de la de gente que hay congregada. Nada más entrar, vemos a mi abuela, quien nos hace gestos con la mano acercándose hacia nosotros. 

- ¡Marco! ¡me alegro tanto de que hayáis venido! venid que os voy a presentar a los novios -mi abuela se engancha a Olivia del brazo y a mi me agarra de la mano mientras caminamos. 

En una de las esquinas, hay una pareja un poco más mayores que mi abuela. Están recibiendo las felicitaciones de todo el mundo. Se ven tan encantadores juntos. Celebran 50 años de matrimonio, y eso si que es increíble.

- Paulina, Antonio -dice mi abuela con un tono de voz que evidencia el orgullo que siente al presentarme- este es mi nieto Marco y ella es Olivia...

- Mi novia -les digo a la pareja estrechando sus manos sin dudar ni un segundo en las palabras que acabo de pronunciar. 

No, no le he dicho sin pensar. Es lo que siento. Miro a mi abuela y la veo mirarme bastante sorprendida pero a la vez me sonríe también con aprobación. La reacción de Olivia aún no la he visto, porque está saludando a la pareja muy cariñosamente. 

Hablamos con ellos un rato y realmente son encantadores. Intento que Olivia me mire para ver alguna expresión molesta en su rostro, algo que no sucede. Mi abuela nos sugiere ir a la barra a por bebida, y le hago caso, cogiendo de nuevo la mano de Olivia para llevarla allí. 

En cuanto estamos lejos de mi abuela, ella detiene sus pasos, agarrándome del brazo para que podamos estar uno frente al otro. Olivia se muerde los labios de manera nerviosa, buscando mi mirada. 

- Marco, ¿somos novios?

- Si -pongo un mechón de su cabello detrás de su oreja , recibiendo una preciosa y emocionada sonrisa por su parte- esto no es un rollo Oli, a no ser que tú no lo quieras...

- No quiero un rollo -sus ojos verdes están brillantes, esos que nunca puedo dejar de mirar de todo lo que me hace sentir. 

- Bien. Espero que te guste ser mi novia -le anuncio con algo de chulería, lo que le lleva a fruncir sus labios y mordérselos de nuevo. 

- Espero que hagas que me guste ser tu novia. 

Olivia se pone de puntilla, dándome un suave beso en los labios mientras me coge de las manos para llevarme hacia la barra. Al llegar allí, pedimos un par de refrescos y nos ponen un plato de pulpo para acompañar la bebida. 

- ¿A qué hora te vas el domingo? -me pregunta ella bebiendo de su vaso. 

- Por la mañana, después de desayunar -contesto chasqueando mi lengua con bastante fastidio. 

- Tranquilo. Ya verás como todo va a a ir bien -Olivia me coge de la cintura mirándome a los ojos. Mirarla me da paz, tranquilidad. Estoy perdido en sus ojos, estoy perdido en ella. Siento tantas cosas cuando estoy a su lado que explicarlas me es muy difícil.

- Mañana, ¿querrás pasar todo el día conmigo? -le pregunto apartándole un poco el flequillo de la frente.

- Por supuesto -Olivia me sonríe en respuesta, y cuando ella lo hace a mi se me olvida el mundo y sólo la veo a ella y a nadie más que a ella. Mi corazón late como un loco cuando la tengo cerca.

- ¡Marco! -giro mi cabeza para ver a Bernardo viniendo hacia nosotros con Aída. En cuanto están cerca nuestra, nos saludamos efusivamente, al igual que hacen las chicas. 

Tengo que admitir que la idea de venir aquí, está resultando mejor de lo que pensaba. La comida es bastante buena así como la compañía. En un momento de la noche, una orquesta se apodera del escenario y pronto la pista de baile se agolpa de gente dejándose llevar por la música. 

Mi abuela se acerca hacia donde estamos, fijando su mirada en mi. En cuanto nos separan pocos metros, tiende su mano a la vez que me guiña uno de sus ojos. 

- ¿Bailarías con tu abuela, Marco?

- Por supuesto -agarro su mano sin dudarlo. Mi abuela me lleva hacia la pista de baile y la cojo entre mis brazos para bailar. Sé bailar un pasodoble porque ella me enseñó.

- Así que Olivia es tu novia -me dice ella soltando una carcajada que hace que me sonroje- ya sabía yo que esa cara de tonto que tenías era por ella.

- ¡Abuela! siempre me estás diciendo tonto -le digo haciéndome el indignado aunque sé que lo hace para molestarme. 

- Olivia es una gran chica, Marco y tú también lo eres. Me alegro mucho de que estéis juntos.

- Si que lo es, abuela. Ella es maravillosa e increíble.

- Ay, mi niño. Que puede ser que estés enamorado -la respuesta a sus palabras, tampoco es algo que tenga que pensar mucho. 

- No lo descarto, abuela.

Hago girar a mi abuela y seguimos bailando hasta que termina la canción. El farmacéutico de nuestra calle se acerca a mi Poli y le pide un baile, a lo que ella acepta encantada, así que vuelvo junto a Olivia que come jamón de un plato. 

- Bailas muy bien, Marco -me dice ella en cuanto estoy otra vez a su lado. 

- ¿Quieres bailar? -le propongo tendiéndole mi mano. 

Olivia deja el plato en la barra y busca mis dedos para dejar que la lleve a bailar. Bailamos lo que queda de pasodoble y la canción cambia a una de Elvis, por cierto, realmente preciosa. Paulina y Antonio salen a la pista de baile para bailarla y la gente empieza a aplaudirles.

https://youtu.be/vGJTaP6anOU

Agarro a Olivia de la cintura y la atraigo un poco más hacia mi. Mi mano derecha coge la suya mientras ella coloca su otra mano en mi hombro. Nos miramos mientras bailamos porque ésta canción es realmente bonita y es bastante oportuna. Empiezo a cantarle bajito sin apartar mi mirada de la suya, porque siento cada palabra y cada letra como si yo se la hubiera escrito a ella.

" Take my hand, Take my whole life too, For I can't help falling in love with you "

- Me gusta esta parte -me confiesa Olivia, acariciando con suavidad mi pelo. 

- ¿Quieres que te la traduzca? -mi mano acaricia su espalda muy lentamente. La siento temblar bajo las caricias de mis dedos. Ella asiente mientras deja escapar un pequeño suspiro de su boca. La acerco hacia mi para que su cabeza repose en mi pecho. Le susurro muy bajito en su oído- Toma mi mano, toma también mi vida entera, porque no puedo evitar enamorarme de ti.

Olivia levanta su cabeza fijando su mirada en la mía. Y vuelve a pasar. El tiempo parece detenerse a su lado. Las luces, los sonidos, la música, nada tiene importancia porque sólo existe ella y nadie más que ella. Me acerco poco a poco para besarla. Sus labios son siempre tan suaves. Son los más perfectos que he besado nunca. Olivia entreabre su boca para que la mía encaje con la suya. Tenerla entre mis brazos se ha convertido en algo natural para mí, algo que deseo hacer todos los días. 

Porque con Olivia el mundo gira de otra manera, de su manera.

📆 Más tarde

Acabo de aparcar el coche en la puerta de casa. Son casi las dos de la mañana. Mi abuela y Olivia no paran de reír y de cantar canciones de Taylor Swift. Quién diría que mi abuela es fanática de la novia de América. 

- Voy a acompañar a Olivia a su puerta -le digo a mi abuela una vez que nos hemos bajado del coche. Mi Poli empieza a reírse ante mi desconcierto. 

- Si, claro. Como vivimos tan lejos -ruedo mis ojos y la ignoro mientras ella entra en casa.

Salgo tras Olivia y entro en su casa cuando ella abre la puerta. La tomo de la cintura y estrello mi boca con la suya aprisionando sus labios como si quisiera devorarla. Su lengua roza mi labio superior buscando como entrar en mi boca, la cual abro facilitándole la entrada. Una explosión se desata en todo mi cuerpo cuando nuestras lenguas se rozan. Me apodero de sus labios con desesperación y sin dejar un centímetro de ellos sin repasar. Mis manos se deslizan por su culo, el cual aprieto y amaso con mis manos, acercándolo más a mi cuerpo.

Un tintineo me hace separarme de Olivia y buscar confuso, de donde proviene ese ruido. Ella se ríe y me muestra unas llaves, las agita delante de mi. 

- Son las llaves de mi casa -Olivia coge una de mis manos y me pone las llaves en ella- por si te cuesta conciliar el sueño esta noche y quieres hacerme una visita.

- Seguramente me cueste mucho dormir, ya sabes -tomo su boca de nuevo, pero esta vez, besándola más lentamente. Solo pasan unos segundos hasta que me separo de ella a desgana- me voy a casa a ver si puedo dormir.

-Buenas noches, Marco.

Ella vuelve a hacer eso que tan loco me vuelve, morderse el labio. Salgo de su casa chasqueando mi lengua con fastidio. Me hubiera encantado quedarme en su casa y no tener que volver más tarde como un fugitivo. Pero me da verguenza que mi abuela sepa que me quedo con Olivia precisamente por eso.

Llego a casa y la puerta de su dormitorio ya está cerrada. Decido no molestarla y entrar en el mío sentándome en la cama. Las llaves de Oli me queman en la mano y no veo el momento de irme otra vez. Espero que pasen unos minutos prudenciales, o más bien, media hora en la que aprovecho y me pongo al día en Instagram. Por fin me atrevo a salir de mi cuarto. Camino por el pasillo con las zapatillas en la mano para no hacer ruido y despertarla. Por fin alcanzó mi objetivo, el de bajar las escaleras, cuando la voz de mi abuela me hace pegar un respingo.

- Marco, cariño -me dice ella apareciendo por el pasillo. Su rostro evidencia la diversión que le estoy proporcionando con mi huida- no tienes que andar a hurtadillas. Ya sé que vas a casa de Olivia.

- Yo... -le respondo en un balbuceo bastante muerto de vergüenza.

- Por que vas a su casa ¿no? -lo está disfrutando tanto, que no puede disimularlo. 

- Si. Voy a su casa. Se me ha olvidado...

- No tienes que darme explicaciones, cariño -ella se da la vuelta para regresar a su habitación, no sin antes, darme una última y demoledora recomendación- sólo espero que estéis usando protección...

- ¡Abuela!

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