
11 . De tequila, sal y limón
Marco es uno de esos chicos que se pongan lo que se pongan, está guapo. Lleva unos simples vaqueros cortos desteñidos y una camiseta blanca de manga corta, la cual le marca los músculos de los antebrazos. Estoy segura, que si se pusiera un mono de albañil, también estaría guapo.
Me ha dicho que aunque en Abeya no hay muchos bares, hay una pequeña zona donde van los jóvenes del pueblo, y ahí es donde va a llevarme. Caminamos uno junto al otro manteniendo una cómoda conversación sobre nuestras últimas borracheras, las cuales, para los dos, han sido pocas. Abro mi bolso y saco mi bote pequeño de colonia y me rocío con ella por todo el cuerpo. Él se me queda mirando hasta que acorta la distancia que nos separa. Su nariz casi está muy cerca de mi cuello provocándome un ligero escalofrío, a pesar de que no me ha tocado.
- Limón - dice Marco después de separarse de mi.
- Si -le contesto guardando el bote de nuevo en mi bolso para que él no note lo nerviosa que me pone.
- Huele bien.
- Gracias -le contesto apenas en un balbuceo.
- Prométeme una cosa, Olivia -me pide Marco poniéndose bastante serio.
- ¿El qué? -le pregunto confundida pues no sé que puede querer de mi.
- Que si Rosa aparece no me vas a dejar solo -Marco tuerce sus labios mirándome como si me estuviera suplicando.
- ¿Y porqué simplemente no le dices que no quieres nada con ella? es que no lo entiendo la verdad. Tampoco es tan díficil.
- Su abuela es amiga de mi abuela -él suspira y se encoge de hombros intentando justificarme una cosa que no la tiene- y yo que sé...que no sé siquiera como decírselo.
- Hola, Rosa -me pongo enfrente de Marco mirándolo a los ojos. Es tan guapo. Pero no sólo eso, es un chico increíble - mira eres una chica maravillosa, ejem, ejem, pero no quiero nada contigo, te quiero solo como amiga, ¿lo entiendes o te hago un esquema?
- ¿Se lo dices tú ahora cuando la veamos? -me pregunta Marco cogiendo mi mano y llevándosela a su pecho.
- Yo no soy el amor de su vida. Si yo le digo eso, seguro que me tira de los pelos.
Marco me suelta la mano, y aprovecho para enlazar mi brazo con el suyo mientras seguimos caminando. El local se cierne frente a nosotros segundos después, de hecho a medida que nos acercamos, se escucha la música cada vez más alta.
Siento la mano de Marco en mi cintura cuando entramos en el bar. No es que sea muy grande, pero lo suficiente para acoger a casi todos los jóvenes del pueblo. A la entrada, en un amplio porche, hay varias mesas y un futbolin, el cual está ya ocupado. Dentro, una barra a la derecha y a la izquierda una pista de baile de donde desembocan unas escaleras que llevan a una pequeña terraza.
-Allí está Bernardo -Marco me señala a su amigo, el cual está con una chica morena, con la que charla muy animadamente. En cuanto nos acercamos, Marco me presenta a la pareja, al igual que Bernardo a su acompañante.
- Chicos, esta es Aída -la saludo con 2 besos y ella hace lo mismo de forma muy cariñosa.
- ¿Qué quieres, Oli? -me pregunta Marco al oído mientras me agarra de la cintura. Su aliento hace que mi cuerpo se estremezca de los pies a la cabeza. En cuanto levanto mis ojos para mirarlo, siento como si me perdiera en ellos, resultándome difícil el responderle. Marco se limita a esbozar una pequeña sonrisa, lo que me lleva a pensar que quizás se ha dado cuenta del efecto que él causa en mi.
- Sorpréndeme -le contestó dejándole a él la decisión de mi bebida. Él se gira esperando que el camarero le atienda, mientras yo me integro en la conversación con Bernardo y Aída.
- ¿Te gustó la cala? -me pregunta Bernardo refiriéndose a nuestra visita del pasado día.
- Uy si. Preciosa. Y con muy poca gente -le respondo aún entusiasmada por el sitio donde estuvimos.
- Aquí en Asturias, de esas hay muchas, lo que pasa es que hay que saber buscarlas. Esa en concreto es muy tranquila, sólo van las parejas -Bernardo suelta una carcajada tras sus palabras, algo que hace que mis mejillas se sonrojen sabiendo perfectamente porqué lo ha dicho.
- Toma, prueba -Marco se da la vuelta con un vaso largo de color verdoso en su mano. Lo miro frunciendo los labios pues no distingo muy bien lo que puede ser- te va a gustar, venga.
- Tú verás lo que haces, Marco. Si me emborrachas me tendrás que llevar a mi cama...digo a mi casa -me llevo la mano a la boca, avergonzada por lo que acabo de decir. Procuro no mirar a Marco pero puedo escuchar perfectamente como él se ha reído tras mis palabras. Pruebo la bebida y solo necesito tres segundos para saber lo que es - vodka con limón y kiwi, y un chorrito de ron pálido, ¿así es?
- Si. ¿No me digas que también entiendes de bebidas espirituosas? -Marco me mira muy sorprendido porque haya acertado.
- Antes te he dicho que mi padre me puso en la bodega del restaurante...a ver si me escuchas cuando hablo, Marquito -le digo poniendo mi dedo en su pecho y empujándolo un poco aunque sin poder moverlo.
- Siempre te escucho cuando hablas -me dice él al oído haciendo que mi piel se ponga de gallina otra vez. Lo miro a los ojos y él le da un sorbo a su bebida manteniéndomela mirada.
- Alerta cobra -dice Bernardo riéndose- Rosa viene hacia aquí.
No pienso mirar. Es que me da exactamente igual lo que haga esta tía porque sé que en cuanto me vea me va a decir algo y yo le voy a saltar, que yo es que me callo poco. Marco pone su mano en mi cintura y me atrae hacia él, sabiendo perfectamente que lo hace para que ella no se le acerque.
- Hola, Marco -la estridente voz de Rosa marcando escote, llega hacia nosotros. Lleva otra vez, un vestido ajustado. Está vez es rojo de tirantes con un escotazo...bastante ordinario. Y va de nuevo muy maquillada. Se tiene que levantar a las 6 de la mañana para hacerse esos ahumados en los ojos.
- Hola -le responde Marco sin casi mirarla.
- Me alegro de verte. ¿Me invitas a algo? -Rosa saca pecho y se pone cada vez más cerca. No se da cuenta de que él me tiene agarrada, y si se da cuenta, le importan tres leches. Si yo fuera su novia estaría muy cabreada. Bueno, no lo soy y ya lo estoy.
- Claro, ¿Qué quieres? -le responde Marco en un tono de voz bastante fastidiado. Lo miro incrédula. De verdad que como no le corte el rollo a esta tía no se la va a quitar nunca de encima. A no ser que a él le gusten estas situaciones.
Marco acaba quitándomela mano de la cintura y se da la vuelta para pedir en la barra. Me encuentro con una sonrisa triunfal de Rosa que parece decirme, gané, o algo así. Dejo mi bebida en el mostrador y me dirijo a Bernardo bastante molesta.
- Me voy a bailar -le digo al amigo de Marco, separándome del grupo.
- ¿Puedo ir contigo? -me pregunta Aída.
- Uy, pues claro -Aída le da un beso a Bernardo y nos vamos las dos a bailar algo más alejados de ellos.
- No soporto a esa tía -me dice Aída mientras empezamos a movernos. No sé que canción suena, no la conozco pero ahora mismo cualquiera me vale para bailar.
- Yo tampoco. Cada vez que estoy con Marco aparece -le confieso pues tengo la necesidad de desahogarme con alguien porque si se lo digo a Marco, creerá que estoy celosa, y nada más lejos de la realidad.
- Hacéis muy buena pareja -me dice ella haciendo un movimiento de cabeza para señalar a mi vecino que sigue hablando con Rosa como si nada.
- Oh, no. No somos novios -le digo moviendo mi mano como quitándole importancia a sus palabras.
- Pues lo parece -me contesta ella encogiendo sus hombros y dejándome algo sorprendida de que piense eso pues apenas me conoce.
Ambas seguimos bailando. Me niego a mirar hacia la barra y ver como Rosa le pone las tetas en la cara a Marco. Esto ya lo he vivido antes y esta vez no pienso huir. Subo mis brazos y muevo mi cuerpo al ritmo de la música. Unos chicos se acercan a nosotras y se ponen cerca nuestra para bailar. Me doy la vuelta ignorándolos y Aída hace lo mismo. Sigo bailando sin importarme nada ni nadie. Sólo yo y la música. Siento unas manos en mi cintura y estoy a punto de darme la vuelta para darle una hostia al que me esté tocando cuando veo que es Marco.
- Tranquila fiera, que soy yo -me dice él al oído haciendo que todas mis terminaciones nerviosas se vuelvan locas perdidas.
- ¿Y tu enamorada? -le pregunto agarrándome a su cuello y siendo más audaz de lo que suelo.
- En la barra, sola. No te enfades. Sólo la he invitado a una copa -Marco se acerca más a mi hasta casi aprisionar mi cuerpo con el suyo.
- ¿Porqué tendría que enfadarme?
Él acaba sonriéndome de forma juguetona, algo que me hace levantar una de mis cejas. Sigo moviéndome con él tras de mi, agradeciendo que haya girado su cabeza y no pueda mirarme, pues creo que notaría el efecto que causa en mi.
No le quito las manos del cuello mientras bailamos ni él a mi de la cintura. Segundos después, se da la vuelta hasta estar frente a mi. Ahora muevo mis caderas al son de la música sin dejar de mirarlo. Marco baila muy bien y se mueve de una manera muy sensual pegando su cuerpo al mío. La gente a mi alrededor sube los brazos gritando. Yo hago lo mismo sin parar de reír.
- ¿Quieres un chupito? -me pregunta Marco al oído después de que la música haya cambiado a una más lenta. Asiento con mi mirada y ambos nos dirigimos de nuevo hacia donde están Bernardo y Aída.
-Ya sé cual me voy a pedir -leo la lista de chupitos que hay en la pizarra y me rio de los nombres. Hay uno que me ha llamado mucho la atención y es que que voy a pedir. - quiero un orgasmo.
- ¿Pero tú sola o con ayuda? -la sonrisa de Marco al preguntarme es bastante traviesa. Le doy una palmada en el hombro y él se gira hacia la barra para pedir los chupitos.
Me pongo a su lado y el camarero nos pone los pequeños vasos delante nuestra. Ambos nos miramos y nos lo bebemos a la vez, vaciando todo el contenido. El liquido me quema la garganta pero el dulce sabor a fresa lo apaga. Está bastante bueno.
-Joder, con el orgasmo -le digo a Marco haciéndome aire con la mano- está fuertecito.
-Como debe ser una buena corrida -la voz de Bernardo uniéndose a la conversación me hace abrir mi boca como si me indignaran sus palabras.
- Ahora tequila -el camarero pone delante nuestra cuatro vasos, cada uno con su rodaja de limón y un salero. Voy a coger la sal para echármela en la muñeca, cuando Marco me detiene agarrando mi mano- así no se toma, Olivia.
- ¿Ah, no? -le pregunto ladeando la cabeza.
- Déjame a mi. Te enseñaré como se hace.
Marco coge el bote de sal retándome con la mirada. Se acerca hacia mi y con una de sus manos me baja el jersey, hasta dejar al descubierto uno de mis hombros. Estoy temblando porque no sé lo que me va a hacer. Acerca sus labios y su lengua lame mi cuello haciendo que los pezones se me pongan como piedras. Echa la sal ahí donde su lengua ha lamido mi piel. Acerca el trozo de limón a mi boca rozando con sus dedos mis labios.
-Abre la boca, Oli -a estas alturas creo que mis bragas están ya más mojadas que cuando me baño en la playa. Hago lo que me pide y abro un poco mis labios dejando que él ponga el limón entre ellos. Su mirada intensa parece quemarme del intenso calor que me sube por todo mi cuerpo.
Marco se acerca despacio, chupando la sal de mi cuello. Hace que su lengua se demore en esta parte. Se lleva el chupito de tequila a la boca y se lo bebe de un tramo de una manera muy sexy. Porque este hombre lo es como el puto infierno. Seguidamente se acerca a mi boca y le pega un mordisco al limón. La sensación de su jugo chorreando por mis labios y sólo el roce de su boca contra la mía me ha encendido.
- Así es como se toma el tequila, Oli -trago saliva debido a la intensidad de su mirada y como sus labios aún mantienen el brillo del jugo de limón.
- ¿Ah, si? Pues yo también quiero -decido ser atrevida, tal y como ha sido él conmigo.
Me acerco a Marco y le hago sentarse en un taburete. Me coloco entre sus piernas y puedo sentir como de nervioso está por la forma como me mira. Le subo la camiseta dejando al descubierto una parte de su duro estómago. Bajo mi cabeza y le lamo la barriga con mi lengua, haciendo que él suelte una maldición. Le echo sal por el estómago. Le doy el trozo de limón poniéndoselo en la boca de la misma manera que él ha hecho conmigo. Puedo ver como sus ojos están oscurecidos y me miran de otra manera. Cojo el vaso de tequila y bajo mi cabeza para lamer la sal de su barriga.
- ¡Joder Oli! -lo escucho exclamar mientras su respiración se muestra algo más agitada.
Me incorporo y me bebo el tequila de golpe. Me acerco a él para chupar el limón y sólo he rozado el trozo de fruta cuando el muy puñetero, se traga el limón haciendo que mis labios acaben chocando con los suyos. Lo besaría. Sí que lo besaría. Me perdería en esos labios. Pero este sitio está lleno de gente. Rosa está por ahí acechando a Marco, y no sé porqué pero no quiero besarlo aquí. Sé que tarde o temprano lo haré, lo sé. Pero soy una tonta romántica y quiero que mi primer beso con él sea especial, aunque sólo lo sea para mi.
- ¡Eh! -le digo golpeando su estómago- ¡me has engañado! Malvado.
Marco se ríe a carcajadas y antes de que me indigne más lo que ha hecho, o que pretenda que lo estoy, él me agarra de la cintura, acercándome hacia su cuerpo. Dejo que sus manos se posen en mi cintura mientras yo pongo mi cabeza en sus hombros. Se siente demasiado bien estar así.
- Eres una Xana -me dice Marcos susurrando muy cerca de mi oído.
- ¿Qué me has llamado? -le pregunto pues no tengo ni idea de que ha querido decirme. Pero el muy cabrón no suelta prenda y se limita a guiñarme un ojo, para dejarme con la duda.
- Búscalo en Google y cuando lo sepas me llamas.
*** Xana : ninfa de los ríos, hada, maga, hechicera ***
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