Capítulo único
Si le pidieran que definiera su vida en tres palabras diría que era horrible, ruidosa y de supervivencia.
Más que todo supervivencia, la vida de por sí ya era horriblemente aburrida. Ser un gato de casi un año, de bonito pelaje y buenos modales convertía a todos de esa familia en unos salvajes, no era por presumir pero Yoongi jamás había causado problemas en casa. Lo amaban, ¿qué podía decir? No tenía la culpa de que los demás fueran...tan ellos.
Pero eso no era lo que lo atormentaba. El problema era otro; un zorro astuto que había decidido doblarse la pata cerca del garaje. Una combinación de perro-gato de pelaje mixto entre blanco y rojizo. Flaco. Sucio. Callejero, un aprovechado.
El punto aquí era que la casa estaba demasiada llena y Sun no lo comprendía. Ella era una humana un tanto pasada de alegre, lo había rescatado afueras de la universidad, o bueno; solo sintió que lo alzaban y lo escondían a una mochila antes de verse corriendo con ella como si hubiese cometido el peor de los crímenes.
Sun había logrado agradarle, mas no los demás animales con quien compartía, no todos.
Como Jungkook, era un conejo que recién empezaba a descubrir que vivía en una casa llena de carnívoros. Una bolita de grasa que gustaba de esconderse en los cajones de calcetines, o debajo de la cama, siempre chillando cuando tenía hambre. Un tanto demasiado miedoso, pero no podía culparlo una vez intentó comérselo cuando la humana no dejó las suficientes provisiones antes de irse de campamento, además de que vivía una constante guerra de gruñidos y mordidas con Taehyung.
Y si vivir con ese perro ya era algo fuera de lo normal, no quería imaginarse lo que vivía el pobre animal siendo su juguete preferido.
Yoongi ya había delimitado su territorio con el husky siberiano, a él le costó comprender a qué se refería pero tampoco le dio mayores problemas, no como ese zorro.
¿Quién en sus cinco sentidos adoptaría a un animal silvestre como mascota? Y sí, Sun también había adoptado a una ardilla, no tenía cómo defenderla.
Yoongi miró desde la ventana, recostado y estirado sobre la frazada rasguñada que usaba como almohada, disgustado por la escena que le estaba dando, trató de mirar desde un mejor ángulo, pero sólo provocó que sus patitas colgaran del marco y la ardilla coreana se carcajeara con la boca llena de nueces desde la rama del árbol de duraznos que quedaba más cerca. Frunció el ceño, quedando sentado sobre sus cuatro patas.
—Yo de quidaron del fuesgo oza vez, ¿eh?—comentó la ardilla antes de sentir una arcada que lo hiciera escupir las nueces. Yoongi arrugó la nariz con asco.—¿Ya te quitaron el puesto otra vez, gatito?
—Habla como un animal decente, mírate hasta te pareces al cuy de la vieja de al frente.
—¡No me digas eso! Mis mejillas no están así de caídas, ¿okay? Mi piel se estira pero es por mi organismo—defendió Hobi con tono ofendido. Odiaba que lo comparasen con esa bola de pelos que ni forma ni cola tenía.
En cambio, él era un hermoso resultado de la naturaleza, Hobi tenía una cola no tan esponjosa de color castaño, no era tan larga y eso le gustaba, pues no era demasiado cómodo ir de rama en rama con una cosa tan bultosa. Se peinó las orejitas antes de hacer lo mismo con su colita.
—Y si soy feo no te importa, al menos a mi no me van a reemplazar por un carnívoro más grande.
—¿Reemplazar a quién? Yo lo que veo es a mi querida humana hacer un poco de caridad—el roedor rodó los ojos y continuó con su método de limpieza, asustándose cuando sintió que la rama se movía.—Y ahora mismo pienso detenerla.
Yoongi movió la cola antes de saltar hasta el otro extremo y bajar el árbol de manera apresurada, haciendo que Hobi le acusara por arruinar la pila de nueces que había estado reuniendo para llevar a su madriguera.
Refunfuñó, dejando que él se siguiera quejando mientras buscaba la manera de acercarse sin llamar la atención. Después de todo, tenía por entendido que esa clase de animales eran bastantes hiperactivos y de seguro no soportaría ver a un gatito tan bonito como él paseando por ahí, obvio no, saltaría y empezaría a perseguirlo una vez lo viera...
Ah, sí, ese zorro no era el único animal que lo veía como alguien con quien podía jugar.
Yoongi trataba de no prestarle atención a Taehyung, pero. ¿Cómo no hacerlo? Sí era tan grande y siempre venía corriendo con el hocico lleno de afilados dientes y colmillos. Se apareció con su peluche de Conejo de Winnie Pooh, con las patas llenas de tierra una vez salió de casa y baba a más no poder.
—¡Yoooooooongi!—saludó con emoción. En momentos como este Hobi agradecía no estar atado a vivir en esa casa.
—¡Taehyung no corras así, te vas a caer!
El perro no hizo caso a las advertencias de su dueña, moviendo la cola con emoción y molestando al pequeño gatito siamés consiguió que este le aruñara. Las orejas del can se escondieron y sus aullidos hicieron que tanto Sun como el zorro que estaba terminando de comer del plato se pusieran en alerta. Esta última intentó tranquilizarlo mientras de vez en cuando daba vistazos de que su nuevo amigo no huyera.
La pelinegra se sentó en el suelo con Taehyung y mientras esperaba que se callase. El gato quien estaba molesto por la misma actitud brusca e infantil del can observaba todo desde su rama en el árbol.
—Jimin...cariño, no tengas miedo este perrito que está un poco loquito no es malo, ¿sí? Es como tú—el zorro ya había abandonado el plato desde hace rato y aún no se animaba a retomarlo. Suspiró cansada para luego negar con la cabeza—. Es imposible que no tengas miedo, mírarte, eres tan pequeño y parece que la vida no te ha tratado de la mejor manera, debes pensar que este tonto puede arrancarte la cabeza de una mordida, pero no es así. En realidad, las únicas cabezas que Tae arranca son las de mis peluches.
Bueno, ¿se suponía que eso debía tranquilizarlo?
—¿Decías, Yoongi?—el gato lo miró de mala gana, entendía a qué se refería y eso le molestaba—. Jimin...mmm bonito nombre, incluso es más bonito que el de los otros.
—Ella también te puso un nombre a ti, genio—añadió—¿y qué si le puso uno? No significa nada, todas las cosas deben llamarse por algo.
—Sí, pero Sun le puso un nombre a él, eso es muy diferente, así como tú y yo teníamos uno propio antes de venir aquí y luego nos pusieron otro, es la misma situación.
Yoongi negó, esa ardilla estaba equivocada y se lo comprobaría.
Abandonó el árbol otra vez y sonrió al ver que sin importar que tanto se esforzara, Taehyung no podía soltarse del agarre de la pelinegra, caminó unos metros y finalmente le prestó atención al intruso que había estado invadiendo su territorio sin aviso previo, eso y sin contar que le estaba robando la atención de su humana.
Empezó a maullar y Sun enarcó una ceja, confundida mientras que el husky y la ardillita miraban atentos la escena. Sabían que Yoongi no se quedaría de patas cruzadas y se enfrentaría al pobre zorro como lo hizo con ellos.
El gato sonrió haciendo que sus bigotes desfiguraran su rostro en perversidad.
—Yo que tú me llevaría ese último pedazo de carne a otro lado, ¿sabes? En esta casa viven muchos más locos como ese perro—dijo directo. El animal arrugó la nariz al sentir la cola del felino agitarse cerca de sus patas.
Abrió los ojos en sorpresa e lo imitó, Jimin se ganó algunos arañazos por intentar captar el aroma de su nuevo amigo. Al parecer era más apegado a la violencia. Empezó a mover su cola anímicamente para tratar de arrinconarlo y así no darle chance de escapar. Él ni siquiera se había tomado la molestia de ver por la chica que lo había auxiliado ni por el perro de dos colores. Jimin se quedó admirando al pequeño animal que era más parecido a las liebres que solía cazar cerca de su madriguera, su pelo se veía muy suavecito y sus patas eran diminutas.
En un paso en falso, el zorro curioso se olvidó del vendaje en su pata. Aquella chica que tanta dedicación había puesto en atenderlo se apresuró a su socorro mientras que los mismos sonidos en forma de "gritos" se combinaban con los suyos.
—¿¡Qué mierda...!?—soltaron al unísono. Hobi prefirió quedarse en la copa del árbol mientras que el gato siamés buscaba la forma de arrancarse las orejas para dejar de escuchar a esos dos.
Yoongi se cansó y corrió al interior de la casa, pues por un segundo creyó que en el patio trasero de la casa alguien estaba siendo asesinado, tener a dos animales que emiten sonidos similares a los de los humanos no era una buena combinación.
Suspiró y volteó la mirada hacia la bola de grasa que también observaba la escena intrigado.
—¿E-ellos están sufriendo?—preguntó temeroso, abriendo los ojos mientras intentaba asimilar que estaba al lado del gato que un día lo persiguió por toda la casa. Su colita y orejitas reaccionaban a los fuertes ruidos.
—Nah, Taehyung siempre es así, si tuviéramos una gallina y esta cacareara, él la imitaría—dijo sentándose a un lado del marco de la puerta, el escenario era como de las telenovelas en donde la mascota querida se moría. Drama puro—, en el otro no confío, quién sabe de donde salió y si no tiene intenciones de invadir la casa y comer todas las reservas...
—¿¡Tú c-crees que...le guste la carne de conejo!?
El felino arrugó la nariz y luego una magnífica idea en donde Jungkook podía participar se le vino a la mente, Yoongi enfocó su vista en lo rellenito y asustadizo que era el animal, esbozando una sonrisa que le hacía temblar los bigotes.
—Hey, Jungkook tú sabes que nuestro primer encuentro fue, bueno, no fue el mejor de todos, pero me agradas y si me dejas dar mi opinión diría que ese zorro vino a casa por ti.
—¿Por mi?
—Es obvio que quiere ver como su presa engorda y se vuelve más linda para luego comérsela, los zorros son unos animales que les gusta jugar con su comida antes de comerla, ¿sabes? Son muy malos y astutos, de seguro ya te echó el ojo—Yoongi hizo una mueca de disgusto al ver a Sun tan feliz para luego volver con el conejito—, nos querrá robar todo.
No intentaba justificar sus mañas para conseguir la ayuda de Jungkook, estaba consciente de que era muy manipulable y si le decía que el cielo era morado se lo creería. ¿Pero qué si lo era? El cielo no, sabía que no era una paleta de colores, pero respecto al zorro rojo que ya había pasado por las caricias y nombre por parte de su dueña...si las apariencias no eran de confiar, tampoco miraría a Jimin con ojos de pena hasta saber cuales eran sus intenciones en la casa.
Yoongi parpadeó varias veces una vez observó que Sun tenía intenciones de traerlo dentro.
—Si sigues igual de berrinchudo te tendré que enviar a casa con tu papi, Tae. Tienes que entender que ahora tenemos un amiguito al que debemos cuidar por lo menos hasta que pase Navidad, Tae. ¡No podemos dejarlo solo en Navidad!
Oh, no. Recordaba esa fecha; él también ingresó así. El corazón de Yoongi se revolvió y no por las croquetas que había robado de la bolsa. Si no hacían algo...no, era muy poco tiempo. Realmente estaban perdidos.
Día 1: Conoce a tu enemigo; debes saber con quién tratas.
—Entonces, Jungkook, ¿qué vamos a hacer?—preguntó por última vez el felino tratando de ser paciente para no espantarlo.
Era martes por la mañana, todos los humanos se iban a trabajar excepto dos, Sun porque aún estaba haciendo sus prácticas de enfermería y su horario era muy impredecible, y Kim Seokjin, que por alguna razón siempre tenía tiempo libre para joderles la vida, a Yoongi jamás le agradó ese sujeto, no podía tragarlo ni con agua ni con leche. Era como esas bolas de pelos que se le atoraban en la garganta, además de que no ayudaba que ambos gustaran de la pequeña humana.
Pero era un lindo día, estaba de humor para matar a dos pájaros de un tiro.
Arrugó la nariz al ver sus asquerosas muestras de afecto, ¿por qué tenían que ser tan melosos?
—¿Cuál de estos dos cross te parecen mejor?
El pelicastaño la miró confundido, no encontraba diferencias en ninguno.
—El de la derecha.
—¿Seguro?
—En realidad no, me gustan las dos, en especial la linda persona que los va a usar—cerró los ojos al recibir el beso cerca de su mejilla, seguro era su imaginación pero sentía una mirada fija en ellos—. Sunny, ¿el señor y la señora Lee salieron?
Seokjin dio un vistazo rápido desde su asiento en el sofá, temiendo que los padres de su novia estuvieran presenciando la escena, no es que les tuviera miedo. Cuando llegó a la casa le dieron de beber una limonada y una porción de pastel de carne, supo que estaba en una familia muy acogedora y amable de no ser porque confundieron la sal con la azúcar ese día. Y fue lo mismo en las siguientes visitas.
Sun miraba al joven confundida mientras también daba un vistazo en caso de que esta vez sea ella la equivocada. La sala estaba completamente vacía, sus padres habían salido temprano a atender la carnicería. Ella frunció el ceño al notar que solo los dos animales estaban de testigos.
—¿No te parece que el gato y el conejo están muy raros?—preguntó con algo de miedo.
—Jinnie, son animales, de seguro deben estar tramando una nueva travesura o cómo arruinarme otro par de calcetines.
—Seh...eso debe ser—soltó Seokjin, alzando las cejas en sorpresa al verlo correr juntos como si fueran a hacer el mayor atraco de la historia.
Antes de que pudiera comentar algo, Sunny le revolvió el cabello. Sabía que extrañaría esas atenciones luego de que le asignaran el sitio de internado a su chica.
—¿Oye que no eran cuatro con la ardilla?
—Cinco, amor, ahora tenemos cinco hijos a los cuales cuidar, pero sí. Tae ha estado demasiado pacífico para ser tan temprano.
Hijos. Por alguna razón esa palabra no le gustaba, ni la manera en la que iban incrementando.
—Lee Taehyung, encantado...¡Agh! ¡No puedo creer que por fin hay alguien como yo! ¿Sabes cuánto tiempo esperé que Sun Sun adoptara un cachorro como yo? ¡Ahhhh! ¿De qué raza eres? ¿Tu pelo es así de bonito o te lo pintaron? ¿¡Por qué no llegaste antes a mi vida!?—le preguntó eufórico. El perro no dejaba de batir su cola de un lado para otro mientras restregaba sus patas y rostro sobre la tierra.
—Eh...este, creo que te confundes, yo no soy un perro y tampoco me han adoptado—contestó Jimin, recostado de igual manera sobre el suelo. Frunció el ceño al no hallar la manera de lamer su pata vendada, no podía protestar. Sonaría grosero.—Soy un zorro, eso ni siquiera está cerca de ser como tú.
—¡Claro que sí! Namjoon sabe de estas cosas, él te lo dirá, ¿verdad?
Sonaba seguro de sí mismo. El zorrito era ajeno a sentirse tan familiarizado con los demás, seguía en un pequeño trance desde que había caído en esa zanja y llegado a la casa con una pata lastimada. Su estómago rugía y lo único con lo que podía pensar era con la nariz, solía irse de la madriguera o la zona en donde residía su presa en menos de veinticuatro horas, pero esta vez no había logrado cazar nada. Al contrario.
—Hazle caso al perro, se irá callando si asientes a todo lo que dice.
Jimin se cruzó de patas y observó al otro animal que a pesar de haber estado en silencio, no dejaba de estar presente.
—¿Ustedes también quedaron atrapados luego de torcerse la pata?—preguntó, era difícil hacerle enojar, pero no toleraba que se rieran de él y mucho menos en su delante.
—A ninguno de nosotros nos obligaron a quedarnos, nos adoptaron y nos convirtieron en su familia, y a pesar de eso podemos irnos cuando queramos—respondió, Namjoon era el más grande entre los tres y al parecer, el más serio también—. Si Sun te puso un nombre significa que ya te considera parte de su familia, pero no estás obligado a quedarte, como el idiota de Taehyung. Te dolería el estómago si te contara cuantas veces intentó escapar de casa sólo porque era día de baño.
¿Día de baño?
Jimin alzó la cabeza al percibir el aroma de otros dos animales cerca, se trataba del gato enojón que exigió que se marchara, aún no podía distinguir al otro.
—¿Verdad que los zorros y los perros son lo mismo, Namjoonie?
—No le desearía a ningún animal compartir similitudes contigo.
—¿Eso es un sí?
Jimin arrugó la nariz al sentir el aroma del gatito más cerca, su pelo era mixto al igual que el suyo, blanco y negro, examinó un poco más a su acompañante, abriendo los ojos en sorpresa al ver que se trataba de un conejo.
¿Acaso...?
—¿Ya? ¿Tan temprano?
—Cállate, Namjoon, tú más que yo deberías estar vigilando allí adentro que esos dos no se multipliquen, ya que dices que no quieres más cachorros en tu vida. Imagínate ser el niñero de uno humano.
—¿Usted es papá?—Jimin estaba sorprendido. El pastor alemán negó y se levantó dispuesto a irse.
—Es el papá de esta familia, su humano es Seokjin, pero casi siempre está aquí así que no tiene de otra que cuidarnos—comentó Taehyung.
—Sí, ese perro ya debería jubilarse, a pesar de que hace poco dejó de ser un cachorro.
Jimin no dejaba de observar al conejito rechoncho que se escondía detrás del felino, era pequeño pero se veía de buen peso. Su pelaje no era demasiado esponjoso y empezaba a observar que hasta sus orejas se veían gorditas, no podía creer que se habían tomado el tiempo de traerle el desayuno a...al garaje.
—Jungkookie, pensé que Sun Sun te había metido a la lavadora con sus calcetines...¡Estaba tan asustado!—lloriqueó el cachorro, reteniendo sus ganas de lanzarse sobre él.
El conejito se ocultó detrás de Yoongi, y tragó saliva al sentir que este lo empujaba hacia adelante.
—Seré directo, en este lugar no tenemos espacio para otro perro o zorro, no se si te has dado cuenta pero somos cuatro, falta la ardilla pero con el viejo pulgoso aumentaríamos a cinco, es simple, la casa está infectada de animales. Así que acepta este trueque como muestra de una última muestra de caridad.
—Y-yoongi...c-creo que te est-
—¿El conejo es mío si me voy?
Ambos se miraron a cierta distancia mientras el animal de orejitas largas temblaba hecho bolita.
—¿Qué pasa si no me voy?—preguntó al gato. Observó que sus bigotes se tensaron y de repente, sintió hasta que su interior vibró.
—¿A qué te refieres? ¿Piensas quedarte?
—Bueno, mi pata aún duele. No podré cazar nada si estoy así y aquí me alimentan de manera segura, no es por ser un aprovechado pero allí afuera la vida es dura y es invierno.
—Lo que dices es la perfecta descripción de aprovechado.
—Entonces tú también lo eres, puedes cazar y sobrevivir por ti mismo pero te quedas con una humana.
—Porque es mi humana, yo decidí quedarme y puedo irme cuando quiera—recriminó. Yoongi gruñó al ver que el estúpido zorro sonreía.
—Entonces yo también puedo quedarme, ella me puso un nombre, me da comida y me cuida, no hay mucha diferencia, ¿verdad?
Yoongi levantó una ceja con sorpresa; así que era cierto que los animales de ese tipo se caractizaban por su astucia.
—Bien, si quieres quedarte debes saber que no todo es color de rosas; hay ciertas pruebas que debes pasar, mimos, comidas feas, los viejos, la navidad...imagino que sabes de lo que hablo, ¿no?
—Sí—Yoongi soltó una risa al verlo dudar—. ¿La navidad es como una especie de ritual?
—Sí, y la presa eres tú, de hecho ya están empezando a preparar las cosas, el humano tonto y Sun deben estar planeando comprar nuevos suéteres este año, prácticamente de envuelven en ropa con la que no puedes ni respirar, pero bueno, aún no hemos pasado al nivel dos.
—¿Y eso de qué trata?
—Niños.
El husky levantó las orejas tras oír aquello.
—Pequeños humanos que ensucian tu pelaje con sus manos grasosas y pegajosas, no tienen muchos dientes y babean mucho.
Jimin se sobresaltó, empezando a imaginar muchas manos encima suyo. ¿En serio era tan mala la vida de una mascota?
—¿De qué hablas? ¡Navidad es el mejor día del año! Hay pavo, croquetas, regalos y las personas no dejan de rascarte la pancita—exclamó emocionado—. Recuerdo que el anterior año me regalaron una hamburguesa de plástico, la otra vez me confundí y mordí el trasero de Jungkook por accident-
El gato maulló y consiguió arañar la nariz del perro, apartándolo de la escena y terminando de ahuyentar al conejito que por poco concluye su plan. Yoongi no entendía nada, pues el zorro no tenía pinta de querer quedarse en la casa, más bien parecía que buscaba ponerlo de mal humor y vaya que lo estaba logrando.
—Te vas a arrepentir.
—¿Quieres apostar?
Yoongi quería ir por su cara y llenársela de arañazos. Eso ya era personal. Arrugó la nariz, viendo que el pulguiento no dejaba de lamerse su pata lastimada a pesar de estar vendada, terminando por deshacer la tela; le restó importancia. Se puso en sus cuatro patas y desvió la mirada de "Jimin". ¡Ja! De seguro Sun sacó ese nombre de otra de sus caricaturas.
El zorro rojo mordía su pata con desesperación, después de tanto parloteo había llegado al clímax de la picazón. Una ardilla de cola medianamente esponjosa, de color café y franjas negras le lanzó una nuez mientras se balanceaba por el árbol de durazno.
Después de sentir muchas otras nueces encima de su cabeza, entendió que él era el objetivo.
—Si intentas comer a Jungkook o a mi te adelanto que eso no te va a funcionar, ese conejo sabe dar buenas patadas y clavar los dientes; y yo tengo muchas cosas para lanzarte.
Jimin rodó los ojos, no tenía ni un día en esa casa y todos parecían odiarlo. Hobi tomó otra de sus nueces del angosto agujero de reservas en el árbol, listo para lazársela.
—¿A ti nunca te intentó comer ese gato? Porque él también es un carnívoro, el perro se ve rudo pero dudo que haga algo más que ladrar.
—¿Y eso a ti qué? A todos les gusta cazar ardillas, que si son muy bonitas. ¡Pum! Un hondazo y para la colección de huesos de un viejo repugnante, que si son muy molestas. ¡Pum! El aperitivo de un perro, vivir con una pata más allá que acá es un estilo de vida para mi.
—A mi no me gustan, tienen más pelo que carne. Se te pegan en los dientes.
Hobi tragó pesado al oír eso, suerte que estaba sobre un buen par de metros de ese lunático.
—Si me ayudas, yo te protegeré de cualquier carnívoro que se te acerque—propuso.
La ardilla tomó un poco de valor y saltó hasta la siguiente rama, la cual era más próxima al suelo, se había empezado a acostumbrar a ser el juguete de aquellos tres, bueno, Jungkook jamás le hizo nada, era divertido conversar con esa bolita de grasa y medir qué tan alto podía saltar, pero Yoongi y Taehyung...su cola empezaba a escasear de pelo de tantos tirones y mordidas.
Ambos animales se asustaron al oír algo romperse. Había un hombre alto y delgado, su cabello color castaño estaban revueltos y tenía sus ojos negros fijos en ellos, se trataba de Seokjin, no dejaba de quejarse de lo travieso que era el cachorro siberiano cuando estaba con el conejo.
—Cariño...¿es normal que la ardilla se lleve tan bien con el zorro?
Sun le tendió la mano y pasó un trapo para que recogieran el desastre que había causado. Su taza de Darwin de El Increíble Mundo de Gumball hecha trizas.
—¿Desearías que se lleven mal?
—Desearía que todos actúen normales, es que...¡esta mañana el conejo estaba prendido del gato! No digo que no sea bueno que carnívoros y herbívoros rompan los estereotipos de eternos enemigos, es bueno dejar las diferencias, pero también dejar de romperme la cabeza y mis cosas.
—Awww, cosita. Por eso es que vamos a ir al mall, para comprarte todas las camisetas que accidentalmente arruinaron—. Ajá, "accidentalmente", rio para luego dejarle un pico sobre los labios—. Deja a Namjoon aquí, de seguro prefiere convivir con más animales que estar encerrado en tu apartamento.
El pelicastaño dio un vistazo a su amigo perruno, sabía que sus ojos no estaban irritados por el insomnio. Suspiró y le deseó una mejor suerte.
La casa estaba patas arriba...o tenía muchas patas dentro.
Día 2: Investiga sus gustos y debilidades; usa esta información a tu favor.
Decir que Yoongi no estaba más que enojado por la timidez del conejito era poco, pues desde la anterior noche se la habían pasado ingeniando un nuevo plan para llegar hasta el intruso de pelaje anaranjado, ¿y cómo no meter a Jungkook en ello? Era pequeño, esponjosito, rellenito y tierno. Cualquiera sucumbiría a cualquier condición por tenerlo y ese debía ser Jimin.
Ese zorro debía tener un historial largo y sucio como él. De alguna manera debían hacérselo saber a Sun.
Se observó en el espejo de la chica, ambos estaban en la habitación, Taehyung estaba abajo con Namjoon y Hobi debía estar en su madriguera o trepada en un árbol, consideraba que era el momento perfecto de actuar.
—Jungkook, es hora de tu merienda, tu mami me matará si nota que su nevera aún tiene lechugas—dijo Seokjin luego de interrumpirlo, alzando una ceja al ver a Yoongi dentro también—.¿Y tú no tienes ratones que cazar o qué? La otra vez Sunny me obligó a bajar al sótano porque al señorito no le daba la gana de ensuciar sus delicadas patitas.
"Ella sabe a quién le corresponde hacer los trabajos sucios". El gato se subió de un brinco a la cama, quejándose luego de sentir que lo apartaban de sus preciadas sábanas.
Seokjin tomó a ambos animales y bajó a la cocina. Sus manos ardieron por las garras traviesas del gato, sabía que debía cortárselas antes del sábado, pues su sobrino y los primos de su novia vendrían a la cena de Nochebuena que estaban organizando.
La cocina era amplia y tenían dos ventanas cerca del lavaplatos. Parecía que tenía el trabajo fácil, pero era todo lo contrario. Problemas cotidianos del chico que se quedó con la hermosa chica de pelo corto que adoptó en la piscina de pelotas inflables de una tienda de pollo frito. O más bien, preparación prematrimonial de una pareja con hijos de toda clase menos humanos.
Seokjin arrugó la nariz, esa palabra no le gustaba. Lee Sun sí, pero la idea de casarse...temía espantarla con su respuesta, pero también sabía que ella lo esperaría de ser necesario, los dos tenían planes a largo plazo. Y en ninguno nombraban al matrimonio.
—Apúrate y come las estúpidas lechugas rápido.
—Ese inteftof—Yoongi hizo una mueca de asco al ver que el conejo hablaba con la boca llena de hojas.
—Mastica, no seas ordinario.
—¿Qué es ordinario?—preguntó, asustado al sentir que lo mordían cerca de su colita y lo tironeaba.
Seokjin se quedó plasmado al ver que el gato arrastraba al conejo de su novia. Se acercó hasta la ventana y observó que se habían separado, pero seguían caminando juntos.
Namjoon, quien era un pastor alemán que apenas ayer había dejado de ser un cachorro estaba de lo más relajado, durmiendo en su propia cama improvisada que dejó a un lado de la puerta trasera, ese perro parecía tener más mental que él y sus siguientes generaciones. De seguro también había notado los movimientos de ambos animales, pero no le dio importancia.
—¿Y el otro?—su sorpresa fue grande al ver que todo en la casa estaba en orden. En silencio y sin ladridos—. Taehyung.
Seokjin dejó lo que estaba haciendo y revisó la sala, ni siquiera un pelo de ese pulgoso. ¿Es que acaso todos estaban afanados con el pobre zorrito? Suspiró cansado de los afanes que le daban. De haber sabido que pasaría sus vacaciones cuidando a las mascotas de Sun...bueno, también hubiera venido, amaba pasar tiempo con su novia incluso si eso implicaba alimentar a un conejo o velar por la seguridad de un perro con el cerebro de un niño con una sobredosis de azúcar. De repente, unió los hilos y empezó a acelerar sus pasos.
—¡Dejen al conejo dónde lo pueda ver! ¡Hay una manguera a dos metros de mi mano y no me da pena usarla...!
El pelicastaño parpadeó varias veces antes de procesar lo que estaba viendo. El garaje era prácticamente un almacén improvisado, la puerta no servía y lo único que conservaba dentro eran herramientas y algunos de los viejos juguetes de Sun. Jimin estaba recostado sobre un suéter desgastado, recordaba bien habérselo dado a la chica en las primeras citas y también que le prometió devolvérselo limpio y planchado.
Yoongi también estaba en shock. No esperaba que los chillidos de Jungkook se escucharan hasta la cocina.
—Ustedes dos...bueno, sigan con lo suyo. Yo me llevo a este.
El conejito volvió a respirar tranquilamente una vez sintió que lo levantaban, se aferró al abrigo del hombre al ver la sonrisa en el rostro del zorro. No quería voltear a ver qué expresión tenía Yoongi.
Pero de todos modos, el plan del gato de sacar información al pulgoso de Jimin había funcionado.
—Es una pena que se lo hayan llevado, ¿no crees? Empezaba a agradarme y no como aperitivo.
—Sí, ajá, como si no quisieras comértelo a él y a todas las reservas que hay en casa—acusó el felino mientras tomaba distancia del animal. Él observó eso y se arrastró aún más cerca—.¡Vete más allá, idiota! D-debes estar lleno de pulgas y todo tipo de enfermedades.
Viéndolo desde un punto de vista más serio, sí tenía razón. Yoongi podía ver las costillas del animal, había aumentado un poco más de peso, pues la comida le llegaba a horario y él no dejaba ningún arroz o hueso. Todo animal que no tenía un hogar fijo era víctima de sufrir hambre, pero esto era diferente. Incluso notó que cerca de su estómago existían cicatrices, de un arma con filo, lo más probable.
—¿Por qué usas al conejo para hablar conmigo? ¿Acaso te doy miedo? No tengo nada, te lo juro. Tampoco me agrada la idea de comerme a nadie de aquí, toda la sangre...es mucho trabajo—comentó, sacando la lengua para alcanzar las sobras de la comida de esta mañana que estaban fuera del plato—. Esto es mucho mejor.
—Dios, no sé cómo sobreviviste todo este tiempo afuera comiendo lo que encontrabas en el camino, ¿siquiera revisabas que estuviera en buen estado?
Jimin ladeó la cabeza al ver la decepción en el rostro del gato, quedando pensativo y luego estremecerse al sentir una pata sobre su vientre.
—No exageres, no vas a sentir mis trip-
—Si saco mis garras al menos te dejaré una herida bien fea, o incluso peor; castrarte—señaló ejerciendo más fuerza, Jimin lo miró serio.
—No te atreverías.
—Ya deja de retarme, ahora mismo deberías estar cazando una liebre o escarbando por lombrices, no molestando a una familia que era feliz antes de que llegaras—frunció el ceño—. ¿Esa pata tuya...realmente está herida?
—¿Qué?
—La venda que Sun te volvió a poner, quitatela.
Ese zorro empezó a ponerse nervioso, no quería problemas con nadie, mucho menos con Yoongi.
—No te va a gustar lo que vas a ver—añadió Jimin, intentando persuadirlo una última vez.
—He visto a Jungkook cuando recién tenía una semana de nacido, a comparación de ti él sí era una bolsa de piel y órganos—aclaró, moviendo sus bigotes al ver que Jimin no estaba dispuesto a dar el primer paso.
—En serio, Yoongi...esto es diferen-
—¡Quítatelo!—dijo alistando sus garras para inmovilizarlos, maullando cuando sintió que lo tironeaban de la oreja.
El gato le arañó el rostro y mordió la cola en forma de protesta, el zorro intentó apartarlo con torpeza y gracias al cielo Hobi apareció con sus características nueces.
—¡Gato malo! ¡Déjalo! ¡Déjalo!
Yoongi aulló de dolor al sentir algo golpear su cabeza. Al ser lo bastante hábil había logrado dar un vistazo a la pata herida del animal, pero justo en el momento que puso la suya encima de la horrenda marca de una cuerda o cadena...esa estúpida ardilla lo interrumpió y estaba seguro que no volvería a tener una nueva oportunidad de acercarse civilizadamente.
—¿Ya conseguiste lo que querías?—le preguntó el perro más viejo—. Escuché todo, ¿querer lastimarlo? Yoongi, eso fue muy cruel.
—Lo sé, fue intenso, pero ahora tengo un fuerte trauma hacia las cadenas y vendajes improvisados de Sun—soltó, sentándose sobre sus posaderas y mirando fijamente al garaje—. ¿Qué tan malo puede pasarla un zorro allí afuera?
—Dímelo tú, Yoongi, eres el más indicado de decirnos cómo es la vida cuando no se tiene un hogar ni comida fija—el gato siamés le dio la espalda y caminó hacia la habitación de la humana de Seokjin..
Sabía que el gato solía resguardarse en las prendas de la chica cada vez que divagaba con sus propios pensamientos, la pregunta era, ¿cuál era el motivo esta vez?
Día 3: Destruye su reputación; sé ese hombro en el que pueda llorar.
Era jueves por la mañana y todo el mundo sabe que no debe salir de casa un jueves. Por la mañana. Al centro comercial. En vísperas de Navidad.
Todo era un caos.
Yoongi se sentía algo tímido al sentir tantas miradas sobre él, la gente parecía que nunca había visto a un tonto gato dentro de un bolso y eso comenzaba a hartarlo. En especial cuando algunos niños tocaron sus orejas sin su permiso. ¡Ni Sun hacía eso! Frunció el ceño al recibir las reprimendas de la joven.
—No seas malo, Yoonie, los niños solo quieren ver lo bonito que eres.
"Pues que miren con sus ojos, que yo también puedo mirarlos con mis garras". Quiso decir, mas Sun escuchó sus maullidos creyendo que de verdad el gatito estaba molesto.
—Awww, que bonito, la fábrica de bolas de pelos está aburrida; otro motivo para no traerlo al centro comercial—dijo Seokjin, agachándose para estar a su altura y sacarle la lengua.
Yoongi deseó tanto saltar y sostenerse de ella hasta hacerla sangrar.
—Recuérdame por qué dejamos de traer a los otros, amor de mi vida.
—Bueno, Tae entró a la tienda de croquetas y nos hizo comprar una bolsa entera porque la rompió con los dientes...¡Pero no fue su culpa! Cualquier perro con un buen olfato correría al lugar donde hubiera comida—el pelicastaño arqueó una ceja, fingiendo que estaba de acuerdo—. Jungkookie es muy miedoso, fue una mala idea ir con él al patio de comida y dejarlo cerca de la piscina de pelotas inflables.
—Sin olvidar que dejó unos "regalitos" dentro y nos hicieron limpiar toda la piscina, ¿verdad, cariño?
—Puede que traerlos no sea la mejor idea...—murmuró en voz baja.
—¿Disculpa? No te oí bien.
—Oye, ahora que lo pienso tú también tienes a Namjoon-
Seokjin la atrajo para sí mismo al predecir que aquel carrito de compras pasaría de manera rápida por su lado. Sun se mantuvo de brazos cruzados mientras su acompañante le acomodaba el cabello.
—Mi perro y yo tenemos muchas cosas en común; por ejemplo, no nos gusta salir a no ser que sea una emergencia. Si ya no hay papel higiénico o si la comida falta. Pero también nos gustan las cosas pequeñas y lindas como tú; chiquitas y con gustos muy extraños por los suéteres para las mascotas—recalcó, inflando su pecho orgulloso al enderezarse y que su novia quedara aún más baja de lo que estaba.
—Al parecer no solo compartes ese gusto con Namjoon, a los tres nos gustan las cosas chiquit-
—Lee Sunny de Kim Seokjin, te prohibo que menciones eso cuando bien sabes que no es así, los envoltorios en el basurero de la habitación dicen otra cosa—dijo sin descaro, levantando la voz lo suficiente para que las mejillas de la pelinegra se pintaran de rojo, amaba verla con el ceño fruncido y con esas terribles ganas de seguirle la contraria—. Y lo que decías coincide con eso.
—Narcisista pervertido.
—Tuyo y solo tuyo, amor mío—Seokjin cerró los ojos y frunció el ceño al sentir pelos en su lengua al intentar besar a su novia. Le acarició la cabeza sonriendo para luego fulminar con la mirada al gato.
Siempre metía la nariz—literalmente—en donde no le incumbia. Pero ya vería en lo que se estaba metiendo...oh, mierda. Ahora estaba hablando consigo mismo sobre cómo vengarse de un gato.
Seokjin y Yoongi se miraron y voltearon la mirada una vez la chica dio la orden de entrar a la tienda.
Sun tenía en mente algo más hogareño para este año, su temática era casual y tradicional. Era obvio que no vestiría a Seokjin de Santa Claus, o bueno, eso estaba en duda. Luego de visitar los diferentes sectores, fueron a caja para pagar por un juego de pijamas de parejas; eran lindos, consistía sudaderas básicas de color negro y en la parte de adelante tenían el estampado del reconocido personaje "Grinch", lo inferior eran pantaletas de color rojo con rayas negras. El mayor estuvo de acuerdo en comprarlas y usarlas para la cena en Nochebuena, era obvio que a la hora querría esconderse bajo la mesa y que la tierra lo escupiera, pues después de todo se trataba de una reunión familiar; pero si su chica quería estrenarlas ese día, así sería. Después de todo, ya se había acostumbrado a la locura de Sunny, era infantil y demasiado inocente para el mundo actual en el que vivían. Era demasiado y esperaba que el amor que le tenía pudiera recompensar aquello, aunque sea un poco.
Para cuando salieron del lugar, ella ya estaba metida en otro tienda; esta vez de mascotas, le preguntó si podían preguntar por trajes para Yoongi y los demás, Seokjin se quedó un rato viendo los corazoncitos que se formaban en sus ojos, agitando la cabeza para luego asentir, así de mal lo traía. Lee Sun o Sunny, como le gustaba decirle era ese evento astronómico que siempre había ansiado experimentar y cada vez que lo tenía cerca pasaba por su lado, sin mirarle.
El pelicastaño admiró las pecas que estaban esparcidas en su rostro, al tener la piel muy pálida lo resaltaba más, un par de ojos redondos y oscuros con una nariz que adoraba besar y más abajo; unos labios carnosos, de color carmesí que adoraba, pero absolutamente adoraba morder. Medía casi un metro sesenta y seis, había algo en ella que amaba más que sus labios y es que nunca podía resistirse a no tocar su pancita, suave y blandita. Ella tenía un complejo por ello y Seokjin siempre le hacía saber que le gustaba tener más carne que agarrar al momento de estar en una posición más íntima.
—Nos falta el de Namjoon, ¿tú crees que este le guste?—dijo mostrándole un traje en donde solo debía meter la cabeza y lo que era el cuerpo de un duendecillo de navidad colgaba del pecho para adelante.
—Por supuesto, ¿hay algo más que quieras comprar antes de irnos?
—¡El traje para Jimin!
—Amor...el gato, está actuando como yo te dije.
Sun estaba apunto de recriminarle respecto a sus acusaciones, pero luego abrió los ojos con sorpresa, viendo que Yoongi jugaba con un traje de dos piezas que estaba dentro de un gran canasto, se acercó, sonriendo una vez notó que lo que en realidad hacía era tratar de quitárselo de sus garritas.
—Pienso que ese es de su talla, Jimin está más flaco de lo normal, incluso juraría que la ropa de Namjoon cuando era un cachorro le haría—comentó el muchacho y ella miró el traje con tristeza.
—Ha sufrido mucho, el daño no solo es físico...Seokjin, hagamos que esta navidad sea especial para Jimin.
Y el pelicastaño sonrió como idiota, consciente de que toda su familia estaría presente y lo más raro a la hora de la cena sería presentar a un zorro como mascota, pero si le preguntaban con más seriedad diría que le encantaba, pues podía sentirse orgulloso de tener una novia tan original y bondadosa como lo era Sun. Es decir, ¿qué oportunidades tiene un padre de que su único hijo le diga que no tiene planeado casarse pero sí incrementar el número de animales en su casa?
—Le daremos su mejor navidad, cariño.
—¡Quiero darme un baño con burbujas!—se quejó Taehyung desde su cojinete, Jungkook rodó los ojos y la ardilla ni siquiera se molestó de mordisquear su nuez—. ¿Y si traemos a Jimin aquí?
—Tae, no.
—¡Tae, sí!
Ignorando las advertencias de Jungkook, abandonó la sala y corrió hacía el exterior, el cachorro de pelaje mixto estaba emocionado por invitar a su nuevo amigo a mirar algo de televisión, tampoco es que entendiera bien lo que decían las personas en la caja gigante. ¡Pero le gustaba estar con Jimin! Era tan tímido que hasta parecía que le daba pena respirar pero una vez le agarraba el hilo a la conversación no existía nada que lo callase. Su plan era mostrarle su colección de juguetes de goma; tal vez si a él le gustara uno se lo regalaría. Taehyung llegó hasta el árbol de duraznos en el que Hobi guardaba sus bellotas y un escalofrío le pasó por toda su columna al ver a los padres de Sun merodeando el garaje.
Se sentó a esperar que se fueran, pero nunca salieron. ¿Por qué parecían tan sorprendidos?
—Creo que esta vez Sun no le dijo toda la verdad a los ancianos.
—¿Sun Sun le dice la verdad a sus padres?—replicó, observando que el mayor por fin salía del garaje, enfadado y con el teléfono en la oreja—. No se molestaron así cuando te trajo a ti.
—Es porque soy pequeño, mi hogar no está dentro de cuatro paredes y es por eso que rara vez me meten a la casa; en cambio Jimin es un zorro que puede lastimar a los demás por su tamaño y naturaleza—le explicó, colándose hasta la rama más próxima y dejó caer una nuez sobre Taehyung.
—Tú eres mucho más peligroso que él. ¡Podrías dejarme sin sensibilidad en mi pobre cabeza! ¿Sabes?
—Y es por eso que las apariencias no son de confiar, lo pequeño puede causar más daño mientras lo grande puede derrumbarse como...mi madriguera que se destruyó por culpa de un humano tonto. Tengo que hacerlo todo yo, siempre yo—suspiró Hobi, el perro no tuvo oportunidad de responder, pues la ardilla comenzó a descender del tronco y escapar hacia dicho lugar. Era pequeño pero muy veloz.
Taehyung comenzó a ladrar, llamando la atención de los mayores, el señor Lee le apuntó con la linterna y suspiró al saber que se trataba del cachorro de husky siberiano, realmente tenía miedo de que su hija hubiera traído a un cocodrilo sin consultarles.
—Está bien, lo hablaremos cuando llegues a casa, si estás con Seokjin dile que maneje con cuidado. No queremos que te pase nada malo, cariño—le dijo, agarrándose el puente de la nariz al oír el tono de voz de la llamada, había pasado exactamente lo mismo cuando descubrieron al pequeño conejo dentro de su casa. Pronto abrirían una exhibición de ellos y dejarían la carnicería.
—Sun nunca hace las cosas con mala intención, Ahn, debe haber una explicación.
—Sí, que nuestra hija se va a convertir en la loca de los gatos y un plus de conejos, perros, ardillas y zorros.
—¡Claro que no! Ella tiene a Seokjin...tal vez él pueda hacerla entrar en razón.
El hombre suspiró cansado; estar tanto tiempo de pie y en un ambiente frío por las carnes hacía que su cuerpo sucumbiera al cambio de temperaturas, solo quería llegar a casa, dar un abrazo a su pequeña hija y comer algo delicioso. Aún así, Sun se había molestado en sorprenderlo trayendo a un animal silvestre y de caza al garaje.
—¿Prefieres que te de mi opinión acerca de lo que pienso de ese chico y su grado de madurez o que entremos a la casa?
—Quiero que no arruines el ambiente que estamos creando para que la niña pueda disfrutar la cena de mañana—le dijo. El mayor negó y apagó la linterna, agotado de tanto trajín.
—Bien, mentir otra vez.
Yoongi quería saltar en una pata al oír a ese zorro tonto en medio de la conversación, festejar, ¡hacer una fiesta! Todo lo que había deseado se estaba cumpliendo, por primera vez podía sentirse un gato afortunado.
—Quiero que sepan que ya he revisado que Jimin no tenga nada malo, el otro día llamé a Grace y le di un resumen de su estado. Dijo que estaba bien y las heridas que tenía eran superficiales.
—¿El zorro se llama Jimin?
—¡Papá! Tú siempre le prestas atención a las cosas que no la requieren, concéntrate en lo mal que estaba ese pobre animal y el cambio que podríamos hacer en su vida—Sun estaba sentada al frente de su progenitor, hizo muecas al ver que tanto su madre como su pareja no decían nada al respecto. Odiaba que Seokjin sea una gallina cuando se trataba de conversaciones serias—. No me digas que piensas dejarlo a su merced días antes de la navidad.
—Bueno, hija...los animales no saben distinguir las fechas, para él será igual si lo soltamos hoy o mañana—comentó la mujer.
Seokjin se levantó en seguida de la chica al verla tan furiosa.
—¡No pueden ser tan crueles! ¿En qué les puede afectar? Ustedes ni siquiera paran en casa—el pelicastaño la agarró por los hombros y lo quitó al ver lo nervioso que estaba al recibir las miradas de reprobación de sus padres—. Y si no quieren, Seokjin y yo nos lo llevaremos.
—¿Qué cosa?
—Y haré lo mismo con Tae, Jungkook y Hobi. Todos viviremos como una familia feliz y del sueño—les dijo, dándoles una última oportunidad de cambiar de opinión.
Seokjin, quien estaba a su lado consiguió hacerla sentar otra vez, con vergüenza y temor se inclinaba ante los padres de su novia, parecía que la vida se aferraba a poner entre la espada y la pared al vecino y próximo familiar de la familia Lee.
Asintió y suspiró al ver los ojos suplicantes de Sunny, lo sentía por Namjoon.
—Si les tranquiliza, puedo decirles que me mudaré a un apartamento más grande ya que mi nuevo trabajo inicia el próximo mes y me quedará más cerca, y-yo tengo intenciones de establecer una relación sólida con su hija y-
—¿Entonces todo este tiempo tu relación era un juego? ¡Yo lo sabía! Cariño, tráeme el cuchillo que usamos para cortar las piernas de cerdo, ¡no puedo permitir que un niñito aprovechado juegue así con mi princesa!—la mujer al igual que su hija lo tomaron por los hombros mientras que el pobre de Seokjin trataba de mantenerse firme y seguro.
Sí, claro. Seokjin puso todo de sí para no meterse en las bolsas de regalos y enviarse por correo a su casa.
—Ninguno se irá de esta casa, ya lo he dicho. Ese flacucho que tienes como novio te sacará de mi techo el día que los cerdos vuelen.
La pelinegra le sonrió, cómplice de su travesura. Por estas cosas es que gastaba su dinero en trajes para mascotas y soportaba los excesivos cuidados que tenían hacia su novia al ser hija única.
—Llévenle algo abrigado a ese animal para que no pase frío. Escuché que esta noche va a nevar—les susurró la señora Lee para luego llevar a su esposo a la habitación.
Sun esperó a que los dos desaparecieran para luego colgarse en la espalda de su pareja, un poco más y el chico se habría vuelto gelatina.
—Así que...lo lograste otra vez.
—Yo siempre tengo lo que quiero, Jinnie, no importa cuanto tarde en conseguirlo.
—Conmigo no te tardaste mucho, creo que de la noche a la mañana ya empecé a amarte—le susurró cerca de los labios una vez la atrajo para tenerla frente a frente. Ella sonrió y apoyó su cabeza contra la suya—. Eres una chica mimada.
—¿Qué puedo decir? Mi novio no ayuda mucho.
Sun le tiró de la sudadera, juntando sus labios y volviendo a hacerlo cuando Seokjin le reclamó que eso no era un beso.
Y mientras eso ocurría, el mundo se le derrumbaba al pequeño gato siamés, ya era oficial; ese idiota se quedaría en casa. Yoongi corrió de manera silenciosa hasta la entrada, consciente de que el suelo estaba demasiado frío por las bajas temperaturas se arriesgó y ensució otra vez a sus preciadas patitas. Sintió que una gran bola de pelos se revolvía en su estómago y su garganta no sería capaz de expulsarla. No sabía por qué sentía la necesidad de echar a Jimin si no le había hecho nada malo, no parecía alguien amenazador y le hacía recuerdo a su pasado. Oh...
—¿Qué pasa ahora? ¿Vienes a ponerlo en una bolsa de papas y echarlo al lago? Perdiste, Yoongi, debes aceptarlo—le dijo, refiriéndose al zorro que se refugiaba en el garaje. Hobi había llegado de su prácticamente destruida madriguera para pasar la noche en su casa improvisada en aquel árbol. Era consciente de que hoy sería la noche más fría del año aún faltando dos días para Nochebuena.
—Yo nunca pierdo—agregó y la ardilla rodó los ojos—. Jamás lo he hecho y ese idiota no va a ser la excepción.
El felino le dio la cola en señal de desprecio, calentándose al sentir el concreto en sus patas de nuevo mientras el zorro levantaba la cabeza en sorpresa al tener una nueva visita. Él se mantuvo serio hasta estar próximo y encararlo, porque así sería, Yoongi le obligaría a irse aún si todos en esa casa apoyaban la idea de quedarse.
Estaba molesto y no entendía por qué, el animal era pacífico y no le había provocado problemas desde que llegó, incluso si Taehyung le destruyó su caja de arena en la primera semana, ¿sería lo mismo con él?
—Levántate.
—Que gracioso, señor gruñón, ¿es que acaso no ve que mi pata está lastimada?
—Te la volverán a lastimar de todos modos, ¿qué caso hay?—le recriminó Yoongi sin una pizca de sensibilidad, observó que Jimin desvió la mirada, volviendo a retomar su sueño—¡que te levantes! ¡Ganaste! ¿Okay? Todos en la casa te quieren, pero yo no, así que te vas.
El carnívoro alzó las cejas sorprendido y molesto. Si Yoongi decía eso era porque Sun había convencido a sus padres como solía decirle cada vez que dejaba un nuevo plato de comida y agua. Ahora tenía un hogar.
—¿Por qué no te agrado?—insistió sin querer quedarse con la duda, mirando al gatito que no dejaba de temblar de frío.
—No tienes que agradarme, te odio y ya.
—¿Sin explicaciones?
—Hay animales que simplemente te sacan de quicio y no sabes el por qué, no intentes darle vueltas al asunto—Jimin estornudó e intentó levantarse, poniendo su peso en sus patas sanas antes de volver a desmoronarse—. ¿Por qué eres tan torpe?
¿Por qué busca dar pena?, pensó.
—Mi pata no volverá a ser la misma, ¿sabes? Ya me resigné a eso, me la dejaron así para recordarme lo cruel e injusta que es la vida en solitario.
—¿Quién? Sé que finges todo esto para quedarte de mantenido, idiota—le acusó mientras observaba que el zorro no dejaba de sonreír de manera melancólica.
Cuando los dos estuvieron más cerca, Yoongi se tomó la molestia de ver con más claridad a la zona afectada que tanto presumía y frunció el ceño al ver que a pesar de que todo el cuerpo del animal se movía perfectamente esa parte no, puso su pata encima y la quitó al oír los aullidos de dolor.
—En el bosque hay toda clases de animales, herbívoros, omnívoros, carnívoros...todos piensan que los carnívoros son los más fuertes, pero no saben que hay alguien que lo es mucho más...deberías haber visto su cara al ver que un pequeño zorrito se había escapado de su jaula de máxima seguridad.
Jimin esbozó una risa orgullosa, ¿debía sentirse así al verlo con la pata rota?
—Bien, Superman; saliste de ahí pero, ¿a qué costo?
—La sensación de libertad lo valió, ¿nunca has sentido algo así?
—¿Qué? ¿Se supone que tengo que decirte una historia triste para estar parejos?
—No es necesario—comentó, sintiéndose culpable de poder remover recuerdos que eran desagradables en el felino—. Tu pasado no siempre debe ser triste para ser importante-
—Cuando era una bolsa de huesos y órganos como tú pero pequeño me rescataron. Sun había salido de la universidad y ese día se atrevió a meterme en su bolso antes de volver a casa, nadie se había molestado siquiera en bajar la mirada al escuchar maullar a alguien debajo de la banca, llevaba días sin comer y dos días después de que me rescataran cayó una intensa tormenta que duró como una semana—el zorro desvió la mirada, mirando sus patas con vergüenza, lo que había sufrido no se comparaba con lo de Yoongi—. Hubiera muerto de no ser por Sun.
¿Qué hacía ahora? Sentía la necesidad de soltar algo aún más lamentable para equilibrar la situación.
—Yo...uhm...mi camada se fue dispersando a medida que íbamos creciendo, mi madre y mi padre se acomodaron en otra madriguera al pensar que yo podía ser un niño defectuoso, ya sabes; preferían no mostrarme al mundo a pasar una vergüenza—tenía sujetada su cola, el zorro rojo empezaba a pensar que si seguía así no quedaría ningún pelo sobre ella, pero continuó—, intenté sobrevivir cazando animales pequeños y un día caí en la trampa de un cazador, él me metió a una jaula y luego me encadenó, pero logré huír antes de que me metiera a su camioneta.
—¿Si digo otra cosa triste vas a continuar?—su repentina pregunta lo puso nervioso, al igual que las otras veces se sintió intimidado por el gato de menos de medio metro—, agh...eso me pasa por mezclar mis cosas personales contigo, ¿sabes? No eres el malo aquí, los dos compartimos una mala experiencia y yo no tengo por qué molestarme por identificarme contigo.
—¿Debo considerar eso como una tregua a esta guerra?—cuestionó el animal.
—¿Cuál guerra, idiota? Jamás estuviste jugando para empezar.
El cuerpo de Yoongi se encrespó al sentir la helada brisa entrar sin piedad por la puerta malograda. Una risita y un aullido burlón hicieron que arrugara el ceño, saltó hasta el cojinete en donde el zorro se alojaba antes de protestar al ser aplastado por su peso. Pero el gatito orgulloso no se quedaría de patas cruzadas, Jimin definitivamente no comprendía lo bipolar que podía ser su nuevo compañero, incluso si el cuarto era espacioso sabía que no debía contradecir a un ser tan quejumbroso como el que tenía encima.
Yoongi arrugó la nariz. Ambos se encogieron ante el frío que ingresaba por la puerta averiada, pero no esperaban que sus cuerpos se acomodaran para compartir un poco de calor, no era como su cojinete. Se quedaron quietos y él empezó a sentir los ronquidos del zorro pues estaba encima suyo.
Jimin lo miró de reojo y sonrió al verlo intentar mantener inmóvil a su traviesa cola, también sacudía sus orejas mientras trataba de controlar su ataque de felicidad. Al parecer la cercanía del gatito regocijaba a su interior.
—¿Podrías decirle a esta cosa esponjosa que por favor deje de golpearme la cara? Gracias.
Incluso si esta era su última noche con ellos, se había divertido mucho más que cuando exploraban el exterior sin rumbo alguno, sintiendo por primera vez la calidez de un hogar.
Día 4: Aléjate sin dar explicaciones y verás cómo desiste en buscarte.(Invalidación: puede tener el efecto contrario).
Era 23 de diciembre, por fin había llegado el día en el que decidirán que iban a invitar en la cena, y aunque Sun ya había compartido muchas navidades junto a Seokjin aún se comportaba como una niña de cuatro años que no dejaba de ponerse nerviosa por la cantidad de personas que vendrían ese día, el estrés la estaba matando y el saber que toda la familia de su pareja vendría lo empeoraba todo.
—¿Qué crees que se vería mejor, amor, mantel a cuadros o con estampados?
¿No debería hacerlo su madre? ¿Por qué sentía que estaba tomando su rol?
—E-el de estampados.
—¿Sunny estás bien? Estás...sudando demasiado—le preguntó Seokjin, preocupado pues el ambiente de la tienda y el del exterior eran diferentes, no encontraba motivos para que la chica sudara de esa manera...
—Creo que me duele el estómago.
Seokjin abrió los ojos al oír aquello e intercambió miradas con ella; sudoración, malestar, cambios de actitud. Sunny había estado alegre y risueña la noche anterior, cambiando de manera brusca esta mañana, si algo había aprendido de su caricatura favorita de superhéroes era proteger a su chica de todos los villanos que intentaran robársela o hacerle daño. Y sí, al parecer este rufián traía su característica capa roja.
—Linda, ¿estás en esos días?
—Claro que no...espera. ¡¿Piensas que solo puedo enojarme cuando estoy desangrándome?!—vociferó con la mirada clavada en él cuando lo vio ponerse nervioso.
—P-pero dijiste que sólo te dolía el estómago...—musitó y luego la escuchó bufar para agarrar el carrito de compras.
—Pues ahora también estoy enojada.
—¿Entonces...no estás en tus días? ¡No me mires así! Quiero saber si de verdad estás con esos malestares para comprar chocolates o las compresas que sueles usar, pero si no lo estás también podemos llevar los chocolates—dijo y sintió que la pelinegra recargaba su cabeza en su pecho, le dio palmaditas en la espalda al esperar que le dijera lo que pasaba—. ¿Es por lo de mañana? No estés nerviosa, sólo vendrán Soobin y mamá.
—Siento que me estoy haciendo una adulta y no me gusta, quiero ser yo la que espere los regalos, no la que los envuelve—se sinceró—. Quiero volver a ser una niña, Seokjin.
—Pero si fueras una niña pequeña no podrías tener novio, mi amor—Seokjin se quejó al sentir el golpe en el pecho, un poco más contento al verla sonreír.
Sabía que Sunny era muy sensible y que casi nunca compartía como realmente se sentía. Muchas veces insistió en terminar su relación por eso, pero a él no le importaba ir despacio y descubrir los maravillosos sentimientos que estaban envueltos por una fina cuerda de inseguridad. Seokjin frunció el ceño, esto era el principio de la mañana y les esperaba pasar por el pavo, los demás ingredientes, decoración, bebidas...
—¿Crees que a Soobin aún le guste jugar UNO?—le preguntó de repente.
—Oye, sólo tiene dieciséis; el chico aún debe dormir con un oso de peluche.
—¿Y eso qué tiene de malo?
Cierto, olvidaba que el cuarto de la chica era un almacén de esas cosas de felpa, incluso él era culpable de muchos. El pelinegro negó con la cabeza, intentando guardar la risa burlona que deseaba escapar de su boca desde hace mucho.
—Tienes razón, linda, no hay nada de tétrico en coleccionar animales rellenos de felpa, de hecho, creo que oí a Soobin decir que quería uno de esos animatrónicos de videojuegos o algo así. Si a ustedes dos les gusta, ¿por qué estaría mal?
—¿Nos dijiste raros de manera indirecta?
—¿Indirecta?
Lee Sun enarcó una ceja, Seokjin sabía que debía parar si no quería cenar en la mesa para niños. La cual Soobin solía ocupar antes de que le llegara el estirón.
—¿Te parece si yo recojo todo lo comestible y tú terminas con los decorativos?—No obtuvo respuesta, rodó los ojos. No saldría de ahí hasta las dos—. Bien, las gaseosas y la sidra también.
—No olvides que tienes que llevar a Tae y Namjoon para que les corten las uñas, hermoso.
El joven sonrió sintiendo un tic en el ojo derecho. ¿Qué más quería? ¿Que se vista del viejo panzón y coma galletas de jengibre? Tal vez se lo merecía por dejar todo para el último momento, sí, con más tiempo se hubiera ahorrado llevar de pedicure a los perros. Sí, era su culpa.
Se giró una vez ella lo llamó de nuevo.
—Hay que comprar collares nuevos para los chicos, Jinnie por favor; compra uno más para Jimin—le pidió al muchacho, quien levantó el pulgar al no querer mostrarle su rostro de frustración. Tenía que pasear por toda la tienda.
Seokjin acarreó el carrito hasta el sector de carnes y embutidos, mirando asqueado a cada metro cuadrado que los rodeaba, o mejor dicho, cada kilogramo de animal degollado y descuartizado para su exposición.
—¿Le gustaría probar nuestro nuevo chorizo ahumado extra picante? ¡Está muy de moda en estas fechas!
Negó agachando la cabeza, avergonzado por no poder comprar nada hasta llegar al conservador de ese maldito pavo.
Sunny a veces se olvida de que era una combinación de vegetariano y carnívoro; y él que tenía unos (casi) suegros carniceros. Oh, sí, muchas veces le tocó encontrar una cabeza de vaca cuando sólo iba por un vaso de agua fría.
—¿Busca algo en particular, señor? ¿Algo para la cena tradicional navideña, tal vez?—le insistió otro nuevo empleado, lo miró con cansancio. Notando que a ese cabello azul le faltaba un nuevo retoque, que le faltaba unos buenos litros de leche y tenía de nombre Yeonjun—. La mayoría de las personas han estado llevando pierna de res rellena, filetes, pollo relleno-
—¿Tienes pavo?
—Le comento que se nos ha agotado...—soltó nervioso, oyendo como el mayor maldecía—pero también puede llevar otra cosa, tenemos variedades de-
—Escucha, chico, mañana tengo una cena navideña con la familia de mi novia, y no será "la cena de navidad", sino LA CENA DE NAVIDAD...y como ves, si no llego con un pavo de al menos ocho kilos, yo seré el pavo.
—Okay...¿ha intentado conversarlo con su pareja? Porque se nota que es muy intensa.
Seokjin parpadeó varias veces hasta encontrar una reacción adecuada para aquel comentario. Su chica era una mezcla de todas esas telenovelas de su madre de las cuales siempre se burlaba pero no una maniática controladora fanática de la perfección.
—¿Disculpa?
—Y segundo, tal vez ella no quiere que haya precisamente un pavo en la mesa, sino usted. Piénselo, toda la tensión que hay en estas fechas y el estrés de llevar a su pareja a la casa de sus padres, no lo sé, pero creo que hay muchas más razones para que su cena fracase y que no implique un pavo de por medio.
—¿Entonces qué sugieres? Niño, no puedo aparecer sin nada mañana solo porque un completo desconocido me lo sugirió.
—Ah, no, no, yo soy Choi Yeonjun, puede ir a hacer sus demás compras y si tiene alguna otra duda lo consulta conmigo—le dijo con naturalidad, apuntando su ficha como si ya no la hubiera visto.
La paciencia se le acabó. ¿En serio se iba a dejar mandar por un adolescente?
Seokjin ignoró la oferta del peliazul, quien abrió los ojos en sorpresa y le siguió en caso de que hubiera perdido los estribos.
—¿Va a llevar corazones de pollo? Señor, pensé que todo esto era para la cena de mañana.
—Tengo que comer algo antes, ¿no? ¿Acaso piensas que voy a ayunar hasta las doce de la noche?
—¿Okay?—respondió con duda—. ¿Y qué me dice de los pescuezos?
—Oh, son para mi perro...pero ahora que lo mencionas también tengo que comprar para el otro, Yoongi y el zorro.
—Dijo, ¿zorro?
—Sí, y eso que no mencionamos a la ardilla y al conejo. ¿Sabes en qué sector venden lechugas y nueces?
—Pasillo 9—le informó, tratando de no parecer sorprendido—imagino que ya no va a comprar el pavo.
—Claro que sí, pero de otra tienda. Bueno, "Yeonjun", ha sido un placer escuchar tus sugerencias, para la próxima intenta no decirle intensa a la pareja de alguien, no lo digo por enfado pero dicen que lo que criticas se te duplica y yo no quisiera que todos tuvieran a una novia tan maravillosa como la mía.
Seokjin trató de no soltar una carcajada mientras que ponía en un pedestal a Lee Sun. Sí, quizá estaba siendo un poco "material de k-drama". Un chiclé que le partía la cabeza, pero amaba.
El pavo. ¿Dónde carajos iba a encontrar uno a las...11 de la mañana? Mierda, cómo se veía, los fanáticos ya debieron vaciar hasta la última tienda.
Fue a los demás pasillos a buscar lo que faltaba, por las bebidas, el licor y las cosas para las mascotas, dudó mucho en salir de la tienda ignorando la recomendación del chico de cabello azul. ¿Qué si le tenía miedo a su chica? No, pero prefería no arriesgarse a sufrir uno de sus regaños. ¿Qué debía hacer?
Su celular sonó antes de que lo usara para llamar a Sun. Tragó saliva al recordar que sus (casi) suegros no trabajaban hoy.
—¿Qué le pasó al zorro?
Vísperas de Nochebuena. 9:49 A.M
El señor Lee estaba mirando el rastro de sangre que iniciaba más allá del árbol de durazno cuando se topó con una gran sorpresa dentro del garaje, para cuando los demás animales llegaron corriendo, muchas moscas yacían encima del pequeño trozo de carne.
Faltaba el conejo.
—Yo les dije que no debían traer a esa cosa aquí, ojalá esto les sirva de lección, aunque me da lástima por Jangkee—quiso pronunciar, el mayor arrugó la nariz al tocar lo que restaba del conejito, su malhechor batía la cola con emoción—, que animal más desagradable, no tuviste piedad de lo delicioso que hubiera quedado con la sazón de mi mujer.
Y Jimin no podía estar más confundido, ¿de qué hablaba?
Ambos se miraron, mientras que el anciano de cabello canoso intercambiaba palabras en la llamada, Jimin no dejaba de observar lo poco que quedaba del ratoncito que había cazado en la madrugada. El gato siamés le mencionó que luchaba por atrapar a uno. Confundido, miró a Yoongi, quien ladeó la cabeza al no poder comprender lo que pasaba.
El husky siberiano fue el primero en acercarse cuando el hombre se alejó para terminar la llamada. Al estar frente al causante de todo, lo olfateó.
—¿Por qué te miran feo por un ratón?—le preguntó al zorrito—. ¿Y por qué mencionaron a Jungkook y por cierto, dónde está?
—Al parecer se lo comió—el gato ignoró la sangre y las moscas, sentándose a su lado—, esperaste a que me fuera para hacerlo, maldita alimaña.
—¡Yo no me lo comí! Y-yo cené muy rico anoche, estaba lleno y no tenía motivos para hacerlo...¡Hobi, tienes que creerme!
—SÍ, para que después hagas lo mismo conmigo. No gracias.
Todos los animales de la familia Lee estaban reunidos en el garaje, excepto por el conejito marrón que era el protagonista de todo ese lío; miraron a Jimin, este frunció el ceño para luego devolverles la mirada con ofensa, ¿realmente pensaban que lo había hecho?
Las lágrimas del ojinaranja empezaron a brotar, desviando la mirada del gato a quien consideraba su amigo desde la anterior noche.
—Jimin no pudo comerse a mi Jungkookie...¡Los amigos no se pueden comer entre sí!—entonces observó que la ardillita se apartaba de la escena, Taehyung empujó a Yoongi con su hocico y recibió una arañada—gatito, tienes que ayudarme...
—¿Qué mierda planeas hacer?
—¡Tenemos que encontrar a Jungkook!
—Recuérdame alguna vez en la que hayamos podido encontrar a esa bola de pelos cuando jugábamos, siempre regresa como a los dos días, es obvio que el naranjita no se lo comió, pero los humanos piensan que sí.
Taehyung bufó para luego mirar con enfado al pedazo de ratón que había incriminado a Jimin.
—Si no hubieras matado a ese ratón, tal vez no te hubieran acusado, idiota.
—No lo cazé para mi, era para Yoongi, perro idiota, y de todas formas lo hubieran hecho. A nadie la idea de que un zorro se quede en su casa—soltó y luego miró a su pata herida. El gato gruñó a la acción—¿creen que las perreras aceptan a animales como mi?
—Los de protección animal estarían más felices en recibirte, luego hacen los trámites y te derivarán a un zoológico.
—¿Entonces vuelvo a mi madriguera?
—¿A cúal madriguera, idiota? Tú no tienes casa—Yoongi ignoró la mirada recriminadora de Taehyung. El otro bajó la cabeza—de alguna forma...hallaremos a Jungkook, ni pienses en decepcionar a Sun yéndote.
—Pero esta no es mi casa. Tampoco quiero que Sun llegue y se decepcione al pensar que me comí a su mascota.
—Tú también eres su mascota, ella no querría que ninguno de los dos se vaya.
Jimin abrió los ojos, conmovido y sorprendido por el abrupto cambio de genio en el gato siamés, quién pensaría que hace una noche atrás se odiaban con garras y todo. Asintió y le obedeció, había escuchado que los animales de ese tipo tenían nueve vidas para gastar, era una lástima que le confiara la suya teniendo tantas.
—Bien, perro, necesito que me ayudes a olfatear a ese conejo, yo que sé; activa ese localizador que tienes en la nariz.
Taehyung quiso echarse a reír, pero se aguantó al ver la seriedad en su rostro. Debía estar jodiéndolo...¡ni siquiera podía encontrar sus propios juguetes cuando los ocultaba! No era un secreto que sus habilidades aún no estaban del todo desarrolladas, al menos eso decía Sun y él le creía. Pero quizá no sería una mala idea intentarlo.
—Eso, ¿qué puedes percibir, perrito?—Jimin soltó una pequeña risa al oírlos, el minino lo miró feo. Nota: no dejarse atrapar por esa bola de odio.
—Huelo a algo metálico...carne...
—Algo que no sea esa maldita rata, Taehyung.
—A croquetas—mencionó, notando como Jimin negaba con la cabeza—.¿¡Pero qué quieren que haga!? Lo único que hay en esta casa son croquetas y lechuga, si Namjoon estuviera aquí les diría lo mismo. No soy yo, son ustedes y sus tontas dietas.
—¿Namjoon no vino esta mañana?—le preguntó Yoongi.
—Escuché decir a Seokjin que algo le cayó mal ayer.
El gatito se quedó pensativo e intercambió miradas con su compañero de naranja.
—Esperen, no estarán pensando que Namjoon se comió a Jungkook, ¿no?
—Ante la duda, cualquier sospecha ayuda—comentó, corriendo hasta el interior de la casa. Jimin y Taehyung lo observaron desde sus lugares.
El zorro se levantó primero, intentando mantenerse de pie al ya no sentir tanto dolor en su extremidad y le siguió de forma más lenta, dejando al cachorro siberiano inconforme por no poder ser de más utilidad. Aún era temprano y el patio y demás vecindario sólo eran cubiertos por una fina capa de nieve; aún si no encontraban a Jungkook dentro de la casa, Yoongi sabía la dirección de la de Seokjin. Llegó hasta la entrada trasera, dando una paso atrás al oír los regaños del mayor, temeroso se quedó sentado debajo del árbol de durazno.
Esperó hasta que su amigo gatuno volvió a salir, sin rastros del conejo. Le llamó la atención que regresara tan deprisa, no teniendo tiempo de procesar lo que decía, le siguió con el paso más acelerado hasta el cerco que rodeaba la casa.
—¿Iremos a la casa de Seokjin, solos?
—Sí.
—Ni lo pienses, la última vez casi nos saca la cabeza Princesa.
—¿Quién es "Princesa"?—les preguntó Jimin.
—Es el perro Bulldog del vecino de Kim, el cual es solo un cachorro, al igual que otro CACHORRO que no deja de quejarse como niñita.
—¡¿A ti te mordió la cola?! ¡No hablarías así si esa cosa hubiera puesto su hocico baboso sobre la tuya!—lloriqueó.
—¿Entonces iremos...?
—Claro que sí, está a dos cuadras, si el perro no quiere venir, que se quede.
Lee Yoongi alzó su trasero del suelo y se puso en marcha; si querían ganar tiempo debían apresurarse. Ambos caminaron algo más de dos metros fuera de casa cuando Taehyung llegó enseguida con las orejas caídas y una cola muy emocionada, fue entonces que se pusieron un objetivo.
Traer a Jungkook a casa; si es que el grandote de Namjoon no lo había usado como mondadientes anoche u hoy.
Yoongi rodó los ojos al oír los ladridos del bulldog que el husky mencionó, luego se doblar la seguridad de una reja con espacio de sobra para entrar y no encontar rastros del conejo. Odiaba al palo seco por elegir un apartamento tan arriba. No le molestaba que se fuer a vivir al mismísimo infierno, pero ahora. Bueno, olvidó el detalle de que debían subir por las escaleras, no tenía problema con eso, pero Taehyung y Jimin...
—Ni de loco, no quiero romperme las otras tres patas, suban ustedes; yo los espero aquí.
Rodaron los ojos. Al llegar al piso exacto, según lo que Yoongi recordaba se toparon con otro obstáculo. Y sí, quizá fue grande su sorpresa al encontrarse con Seokjin, sudando y con un conejo en manos. Ese traidor.
—No sabía que el idiota había decidido acarrear a todos los animales de esa casa—les dijo Namjoon, quien al verlos se acercó hasta la ventana, se notaba cansado siendo el único perro en ese lugar—.¿Vienen a llevárselo? Porque pensaba en hacerlo mi almuerzo si ustedes o Seokjin no llegaban.
—¡Nadie se comerá a mi Jungkook!—ladró enojado.
"Perros", pensó Yoongi, mientras oía los pasos del humano cerca. Su cabello estaba revuelto y el celular aún era sostenido por su mano, el chico enarcó una ceja al abrir la puerta y encontrarse a ambos animales en la escalera; y al zorro de Romeo.
—No se preocupe, señor Lee, ya le dije que fue un error mío no avisarles que iba a traer a Jungkook conmigo. Sunny también debió decirl...sí, yo fui el idiota, le prometo avisarle con un día de anticipación en la próxima.
El otro bufó y colgó la llamada.
—Dios...ya quítame de la lista de tus mejores guerreros—se dijo a sí mismo, masajeando su cien mientras dejaba al conejo sobre el sofá. Seokjin regresó para abrir la puerta, casi cayéndose al sentir a Taehyung abalanzarse sobre Jungkook—¿y tú no pasas o qué? ¿Sus patitas son demasiado finas para los aposentos de este simple plebeyo?
No lo sé, ¿al menos tienes un baño?, quiso decir, más el mayor rodó los ojos al oír los maullidos. Debía estar volviéndose loco.
Sacudió la cabeza en negación. Tenía que mantenerse cuerdo hasta mañana.
—Hey, Jimin...psss, ¡sí! Tú, amiguito, entra; por favor, no quiero bajar las escaleras otra vez—se quejó. Sí tal vez juntarse mucho con Lee Sun le estaba afectando, sin embargo, le gustaba que los animales lo obedecieran, a excepción del gato.
Los ojitos del zorro parecían tristes. El miedo de ser reprendido le erizaba la piel.
—A ver, todos fuera de la alfombra; en especial tú, Jungkook, si veo algo húmedo o marrón encima les juro que los hago escabeche y los vendo en la esquina del vecindario. Iré a guardar estas cosas, Jimin, sígueme—dijo Seokjin. Ellos se quedaron en el sofá, incluyendo al pequeño zorro.
Seokjin inhaló con fuerza y se agarró el puente de la nariz. Nunca sabría si la inteligencia en los animales era cierta o simplemente se aferraban en hacerlo perder la cabeza. Él también tenía un corazón, también le gustaba ser escuchado.
—Bien, si así lo quieren. Yo no me hago responsable de lo que van a sentir mañana con sus trajes todo tontos, iba a interceder pero no me dejan otra opción. Le cambiaré el collar aprovechando que están todos reunidos, ya veré que hago con la ardilla.
"Que le saque el dedo, que le saque el dedo...", deseó en su interior recordando lo del año anterior. La mirada de Yoongi estaba enfocada en Jimin cuando parecía que se quería cortar la cabeza antes de dejarse colocar el collar.
Seokjin maldijo al resbalarse en tantos intentos.
—Démosle una sorpresa a Sunny, ¿quieren? O al menos finjan que no me odian, por el amor de Dios.
El conejito soltó una risita al verlo en ese estado, para luego temblar al sentir una patita muy suave cerca de su cuello. Yoongi le acarició mientras observaba los forcejeos del zorro contra el castañito, satisfecho por el show que le estaban dando.
—Para la próxima avisa que te vas a ir de pijamada, imbécil, casi provocas que envíen al zorro a los de protección animal.
—Dijiste que querías que se fuera, ¿acaso no estás feliz?
—Yo puedo querer muchas cosas, ¿okay?
Jungkook rodó los ojos. Odiaba la bipolaridad de ese gato.
Día 5: Si seguiste los anteriores pasos, puedes darte un merecido descanso. Ahora ya no tendrás a nadie que te moleste.
Las luces de la casa eran de envidiar, todo era demasiado colorido, incluso los animales brillaban envueltos en sus trajes...navideños.
—Qué gato más feo.
Soobin, quien había sido obligado a asistir a la fiesta de su tío miraba todo con asco, no por malo; simplemente no era su estilo. Vestía unos jeans anchos y rotos de las rodillas, su camiseta era blanca y el canguro que llevaba encima negro y con unas letras en inglés que ni él lograba descifrar. ¿Que si le habían dicho que parecía un puberto fanático del rock saliendo de su cueva con luces fluorescentes? No, porque aún no juntaba el dinero para las luces.
Esa ni siquiera era su familia.
—Oye, Seokjin, ¿a qué hora comemos?
—Con ese vocabulario tuyo, no creo que sea antes de las doce.
El chico bufó y sacó su celular para pasar el tiempo, pero. ¡Hasta eso le aburría!
Won Soobin miró a los animales, decepcionado por la poca creatividad que su querido tío tenía. Quiso tomar una fotografía y volverla un meme, pero la chica de largo cabello y vestido de "ayudante de Santa" se interpuso en su campo de visión.
Wow.
—¿Quieres jugar UNO? ¿O algún videojuego, Soobin?
—¿Ah?
—Que si quieres jugar un juego de mesa, enano, ¿qué? ¿Acaso el celular también te tapó el cerebro?—Soobin entrecerró los ojos y sonrió con sarcasmo.
Seokjin estaba comiendo del tazón de palomitas con mantequilla derretida cuando vio que Sun y su sobrino subían a su habitación. Ni siquiera fue capaz de calcular donde dejaba las cosas cuando los siguió de manera apresurada.
El cuarto de Lee Sun estaba en el segundo piso y solo tenía ventanas hacia el patio trasero, ella solía apoyarse cada noche en ese viejo marco y escuchar las serenatas románticas mientras su amado pretendiente huía cada vez que escuchaba la puerta de la sala abrirse, definitivamente no creyó que algún día lo haría pasar y mucho menos que sería su novio, y Seokjin jamás llegó a imaginar que caería tan fuerte por una persona. Ambos estaban tan atolondrados y tenerlos juntos era un peligro para cualquier ser en soltería y con intenciones de salir de ella pero no sin querer hacer nada para conseguirlo.
El pelicastaño vio a Sun rebuscar sus cartas en el armario, agachándose sin preocupación al llevar un short negro debajo de su vestido. Frunció el ceño al notar el rubor de Soobin, estando al tanto que existía un crush de por medio y que su chica no estaba enterada.
Estaban sentados sobre la cama cuando tomó una almohada de manera disimulada y golpeó al pelinegro en la cara. Nadie pudo quejarse pues era una pelea amistosa.
—¡Seokjin...me estás metiendo plumas a los ojos!
—Me avisas cuando veas borroso, mocoso irrespetuoso...—el muchacho colocó las manos encima de sus hombros, le siguió el juego, inclinándose para susurrarle:—te paso la clave del Wi-Fi si buscas una buena excusa para dejarnos solos.
—Ni loco, no quiero primos tan pronto.
Bebés.
Seokjin dejó de golpearle con la almohada, pues ese sentimiento extraño volvió a atormentarlo, no odiaba la idea de formar una familia más adelante. Como en unos veinte años, él se sentía cómodo estando así, sin responsabilidades que implicaran una vida además de la de Namjoon y eso que se negó adoptarlo muchas veces. ¿Era algo relacionado a sus antecedentes familiares? Tal vez. O tal vez simplemente era egoísta al rechazar a otra persona en su relación con Sun.
Dejó de pensar tanto, Soobin había abandonado la habitación con la excusa de que quería ir al baño, tosió para disimular el ambiente que quedó. Ella también estaba confundida por la salida del pelinegro, se quedó mirando a las cartas y eso hizo que su pareja se pusiera de pie, ansioso le quitó el paquete y las barajó para tenderlas sobre el colchón. Sabía que debía ir haciéndose la idea de qué temas similares saldrían con más frecuencia en su relación; ya estaban en la edad.
—Supongo que tendremos que esperar hasta que la cena salga—soltó con desgano, haciendo que el pelicastaño alzara una ceja mientras seguía con lo suyo—, pero ya me suena el estómago.
—¿Y por qué no traes algunos dulces o saladitos para compartir?
—Porque comerías sólo tú. Los dulces engordan en la noche—Seokjin lo miró con burla, enarcó una ceja, mirándola de pies a cabeza y luego resoplar—, ¿qué me ves, anciano?
—Creo que la anciana aquí es otra por tener creencias tan tontas, Lee Sun Jung—le llamó por su nombre completo. Tragó saliva—, quiero verte con los dedos llenos de chocolate o no sé, échale azúcar al melón.
—¿Azúcar con melón?
—¿Nunca lo has comido? ¡Es lo mejor! ¿No tiene uno en la nevera?—ella asintió con duda y Seokjin trató de no reírse de lo estúpido que estaba actuado—. ¿Y esperas una invitación? Vé mientras termino de arreglar esto, no podemos jugar con los dedos pegajosos, mejor miramos una película.
—Seokjin—le llamó, él levantó la cabeza, Sun no era buena con las muestras de afecto y esas cosas empalagosas, pero siempre terminaba sorprendiéndolo cuando se lo proponía. Él amaba cuando le daba pequeños detalles como un pico fugaz en la mejilla.
—Tenemos menos de cuarenta minutos, linda. Podemos gastar el resto cuando ya seamos ancianos y esperemos a un pavo asarse en la sala.
La pelinegra asintió corriendo a la puerta que llevó a que el primer intruso se colara. Taehyung no tardó en seguirlo, Seokjin se quedó esperando a que los otros tres ingresaran, sin embargo, ni siquiera Namjoon se atrevió a asomarse, algo andaba mal, sabía que Hobi era un alma libre y rara vez se mostraba cuando había mucha gente y-
—Solo espero que ninguno de los dos te contagie lo rarito, Nam—dijo pegado del marco de la ventana que divisaba al garaje.
Se quedó observando al grupo de carnívoros que batían sus colas ante la primicia del inicio de la navidad, cuán ligera brisa le llegó y cerró la ventana. Era Team Frío pero sus defensas no lo sabían.
Seokjin sonrió como idiota al no saber que diablos hacía. Considerando que el otro tonto, pero en versión adolescente resignado con el que compartía lazos sanguíneos le sugeriría algo que triplicaría esa tontería...y tal vez le haría perder la cabeza o dignidad. Abandonó la habitación antes de que su novia llegara. Tal vez podría intentar ser un adulto divertido, que divertía a otros adultos. ¿Por qué no?
Bajó las escaleras con cuidado y le solicitó a Soobin venir al cuarto de depósito una vez lo encontró tendido en uno de los sofás, luego alcanzó a oír a su novia quejarse de su desaparición.
—Uy, ¿cagándola antes de medianoche?
—Necesito que me conviertas en un Santa Claus romántico.
—¿Okay? ¿Te parece una versión avejentada de Romeo?—consultó Soobin.
—Lo que salga más fácil y rápido—comentó, frunciendo el ceño al ver al chico tan sonriente.
—No te vas a arrepentir, tío lindo.
—Ya empiezo a hacerlo—admitió y Soobin rodó los ojos para comenzar a buscar una idea en su celular.
Se acercó a revisar la fotografía una vez la tuvo, abriendo la boca con indignación. Amaba a Sun pero no iba a ser el viejo panzón que sale en televisión, tenía dignidad.
—También yo, es por eso que te dejaré bonito por si alguna vez se te ocurre recomendarme con tus otros amigos arrastrados y descerebrados.
—Has pasado cursos de estilista, ¿no?
—Sí, como por dos semanas, luego me aburrí al oír que no se podía hacer storytime si dejaba calvo a un cliente.
Seokjin volteó a ver a Soobin y luego tragó saliva.
—¡Auch!
—Me provocó.
—Jungkook, ¿por qué tú no me muerdes así?
—No me gusta el sabor a antiparasitario—le dijo y luego chilló al sentir unos dientes en su colita.
Jimin pestañeó varias veces al ser testigo de aquella extraña forma de afecto, una sensación de nostalgia y felicidad se le asentó en el estómago al analizar que estaba dentro de una casa, con amigos y a punto de cenar algo más que sobras que los de su camada solían dejar. Era una noche especial y sentía las profundas ganas de revolcarse en el suelo hasta expresar lo que estaba sintiendo.
—Pero hazlo.
Tal vez aún conservaba sus viejas costumbres, como la de hablar solo imaginando que nadie lo escuchaba.
—¿Tanta vergüenza te da actuar como un zorro?—le reclamó al verlo encogerse en su lugar—. Si ellos se toman la osadía de vestirnos a su antojo, ¿por qué no actuar al nuestro?
Fue así que pasó la noche, revolcándose en una alfombra, se sentía feliz. Jamás había tenido la oportunidad de darle espacio a sus gustos, de vivir en vez de sobrevivir. Taehyung y Jungkook también se unieron mientras que el pastor alemán se dedicaba a observar a la nieve caer, ni siquiera se molestó en reclamarle a la ardillita cuando prácticamente se lanzó a su rostro, pues el frío ya le estaba helando la cola y la ventana del comedor era la única habilitada.
—Ay, no...
—¿Qué sucede...? ¿Qué es esa cosa roja que baja por las escaleras?
Namjoon había empezado a preguntarse si su humano hacía todas esas escenas por amor o por la falta de un tornillo; su vida giraba en torno a las situaciones vergonzosas que lo implicaban como el bufón de la noche. Aunque esta noche había adoptado el papel del personaje que todos los niños aman.
Sun había comenzado a reírse al oírlo hablar como el típico Santa de la televisión, luego trató de controlarse al oír los regaños de su padre y la negación en la madre de su novio. Algunas veces Seokjin se comportaba de una manera más inmadura y suelta, incluso más que ella. Y también recibía más burlas.
—Por favor, chico; quítate esa cosa y siéntate en la mesa como una persona normal—pidió agotado, la señora Lee le dio palmaditas en la espalda mientras le ordenaba a Sun tomar asiento.
—Pero si el tío está bien, actúa como patán otros días pero hoy se lució.
—Los dos a la mesa, Seokji quítate esa cosa que tienes en el mentón si quiere que el pavo no se enrede antes de llegar a tu boca, y tú, Soobin ve a lavarte las manos; apuesto que has llevado ese aparato incluso al baño.
Las cosas que Kim Milka decía cortaba sus ilusiones de manera delicada y suave. No morir de vergüenza era el verdadero reto.
Quitarse ese traje improvisado habría sido un martirio, por lo que con toda la incomodidad el mundo se sentó a un lado de su pareja, terminando por derramarse la sidra de manzana sobre el regazo. Ahora, agachado para recoger la copa Seokjin podía notar un pequeño sobre encima de la falda de Sunny. Era blanca como las que daban en los hospitales. Soobin, quien fue el último en sentarse, notó la mirada muerta del mayor, comprendiendo su reacción al también ser testigo de la nota.
—¿Por qué no comes, cariño?
—Tengo algo que decirles.
Sun volteó la mirada hacia Seokjin. Era "la mirada", por Dios...
—¡Me aceptaron la residencia en uno de los hospitales de Daegu!
—¿En serio? Sunny...eso es fantástico—la felicitó con el alma regresando a su cuerpo, todavía sentía que la sangre no le bajaba de la cabeza.
El mayor de todos lo miró de reojo, haciendo saber sus felicitaciones a la pelinegra. ¿Era verdad eso de que las miradas matan? Porque él ya se sentía tres metros bajo tierra y con un elefante encima.
—¿Y qué es eso que sostienes? ¿Acaso es tu lista de regalos para Santa?—le susurró y leyó un "ábreme" luego de que se la pasara por debajo de la mesa.
Seokjin no entendía, ¿cuál era el punto de vivir si lo trataban de esa forma?
"Es un honor hacerte conocer que nos cuidarás durante est..."
Ya no quería seguir leyendo, ¿quién iba a cuidar de los animales durante lo que restaba de sus vacaciones?
Este idiota.
Sonrió de frustración y dejó el papel con brillantinas a un lado de la mesa. Su Sunny era algo rarita, todos decían que debía alejarse de ella antes de contagiarse de su locura, también pensó así, aunque cuando se dio el tiempo de conocerla con más profundidad, sí, descubrió que era muy rara. Pero era tierna y de buen corazón.
—¿Puedo tomar tu silencio como un "sí"?
—¿Cuánto tiempo dijiste que dura esa cosa?
—Seis meses—y escuchando que reprimía su grito, lo acarició por la espalda, susurrándole que se calmara—, pero primero pasaré unos talleres, ¡sólo serán tres semanas! Lo harás bien, cariño. Yo creo en ti.
—La fe mueve montañas, linda; no los excrementos del conejo—completó cansado cuando los demás empezaron a comer, ya casi era medianoche; no podía terminar mal—. Si nos abandonas te voy a cobrar las pensiones, sé donde vives.
—En tu corazón.
—Lamentablemente, sí.
Esa chica le hacía preguntarse "¿qué carajos estoy haciendo con mi vida?" cada milisegundo que pasaba y cuando la veía sonreír, acomodarse el cabello o limpiarse la nariz de manera apresurada para que no le vieran los mocos se corregía diciendo "aquí es y no me pueden mover sin una orden firmada por todos los presidentes de cada jodido país".
Seokjin se quitó la barba de papel picado para degustar de la cena, agachándose al sentir que Jimin le hacía cosquillas con su cola al tratar de obtener algo de comida.
Era una especie de responsabilidad a la que podía manejar, un hijo que Sun y él podían cuidar sin sentir la presión de terceros. El animalito que merodeaba por sus piernas no era un conejo, tampoco una tortuga y mucho menos un hamster. Ni un perro, ni un gato, era un jodido zorro, siempre le sorprendía que tan grande podía ser el corazón de su chica para poder almacenar a tantos animales, inclusive a él.
Kim Seokjin siempre la vería intrigado, pero algo de lo que estaba seguro es de que el maletero de su camioneta quedaría abierto en caso de que en cualquier momento se les ocurriera añadir a alguien más.
Hasta ese día, rezaría porque la farmacia de la esquina no quebrara.
|FIN|
Juez: park-kimi06
Total de palabras: 15392.
¡Un gusto escribir este corto navideño! ^^
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